Carl Friedrich Bahrdt y la idea de un derecho humano a la satisfacción sexual

Palabras clave
derechos humanos
satisfacción sexual
divorcio
Carl Friedrich Bahrdt
innovación
Resumen
En 1792, el filósofo e intelectual público Carl Friedrich Bahrdt reivindicó el derecho a la satisfacción sexual utilizando para ello el término que aún hoy se emplea en Alemania para referirse a un derecho humano: Menschenrecht. El propósito de tal reivindicación era justificar el derecho al divorcio y limitar las intromisiones del Estado y de la Iglesia en la vida privada. Bahrdt pudo haber recabado argumentos directamente del derecho natural, del libertinismo y del espinosismo, así como del aristotelismo protestante. No obstante, optó por llevar estas corrientes a su extremo y plantear el derecho al divorcio como una cuestión de satisfacción sexual. Es posible que fueran aspectos de su vida personal los que le empujaron a luchar por este derecho. A pesar de que en aquel momento la cuestión despertara poco o ningún interés, hoy en día varios intelectuales han dado por supuesto este derecho, y se puede interpretar dicha reclamación como un caso de precocidad en la historia de las ideas políticas. Por el contrario, las asociaciones que defienden los derechos humanos no han dado la batalla a este respecto, lo cual invita a reflexionar acerca del problema de la incomunicación entre ambos campos (el de los intelectuales y el de la militancia en pro de los derechos humanos).

Keywords
Human rights; sexual satisfaction; divorce; Carl Friedrich Bahrdt; innovation
Abstract
In 1792 philosopher and public intellectual Carl Friedrich Bahrdt demanded a right to sexual satisfaction, using the term still used today in German for a human right: Menschenrecht. The purpose of the demand was to justify divorce rights and limit church and state interference with private life. Bahrdt was in a position to draw on arguments from natural law, libertinism and Spinozism, and Protestant Aristotelianism, but he took them further by articulating the right to divorce as an issue of sexual satisfaction. It may have been his personal life that gave him the incentive to push for this right. At the time, there was little or no follow-up, yet today a number of intellectuals have taken the right for granted, raising questions of prematurity in the history of political ideas. At the same time, the human rights community has not made an issue of this right, raising issues of the insulation of fields from each other.