Challenging the origins of Euroscepticism. A historical perspective

Palabras clave
euroescepticismo
antieuropeísmo
resistencias a Europa
consenso permisivo
historia de la oposición a Europa.
Resumen
Este artículo cuestiona la corriente ortodoxa en las ciencias políticas sobre el origen del euroescepticismo. En primer lugar, niega que el euroescepticismo nació en el Reino Unido en la década de 1980 y que fuera promovido principalmente por partidos políticos británicos y el Gobierno de Thatcher. Si se define como oposición a la idea de una Europa federal, el euroescepticismo puede remontarse, en efecto, a los comienzos del proceso de integración europea después de la Segunda Guerra Mundial y puede ser seguido continuamente hasta nuestros días. En segundo lugar, el artículo cuestiona el fin del «consenso permisivo» en la década de 1990, argumentando que, si bien la oposición de la población europea frente a la UE ha aumentado desde entonces, esto se debe más bien a la organización frecuente de referéndums. En tercer lugar, mientras que los partidos políticos euroescépticos han ganado progresivamente su apoyo en las elecciones europeas desde la década del 2000, la posibilidad de que los ciudadanos europeos expresen sus sentimientos antieuropeos ya ha existido desde la introducción de las primeras elecciones europeas por sufragio universal en 1979. Por último, el artículo identifica un vínculo más bien paradójico entre las elecciones europeas y el euroescepticismo, especialmente cuando se considera el elevado índice de abstenciones.
Keywords
Euroscepticism; Anti-Europeanism; resistances to Europe; permissive consensus; history of opposition to Europe.
Abstract
This article challenges two orthodox views of Political Scientists concerning the roots of Euroscepticism. First, it contests that Euroscepticism originated in the UK in 1980s and was primarily advocated by British political parties and the Thatcher government. If defined as an opposition to the federalist European idea, Euroscepticism can indeed be traced back to the very beginning of the European integration process after the Second World War and can then be continuously followed up until today. Second, it questions the so-called end of the permissive consensus in the 1990s and argues that, if public opposition against the EU has indeed amplified since then, this is primarily due to the frequent organization of referenda. Third, whereas Eurosceptic political parties have gained increasing support in the European elections since the 2000s, the possibility of the European people to express their anti-European feelings has already existed since the introduction of European direct elections in 1979. Finally, the article identifies a rather paradoxical link between European elections and Euroscepticism, especially when considering the high degree of abstentions.