Este artículo estudia la formación y la evolución del negrinismo en el exilio republicano en México. Tras la derrota republicana en 1939, un sector importante de los vencidos procedentes de todos los partidos políticos, encontraron en la figura de Juan Negrín un referente y una esperanza. Asociada a su figura y a la defensa de la legalidad republicana, sus partidarios articularon una red política transversal, en la que participaron exiliados socialistas y de otros partidos políticos. En este trabajo estudiamos las principales contribuciones de este grupo en el exilio mexicano, trataremos de analizar la composición del grupo, así como sus diferencias con el líder, Juan Negrín, en torno a la estrategia política y los modos de relacionarse con otros grupos del exilio.
This paper analyses the organization and the evolution of the so called “negrinismo” in the Spanish Republican exile in Mexico. After the 1939 Republican defeat, the leading figure of Juan Negrin was seen as an example and a hope by a quiet an important sector of the defeated ones coming from all the political spectrum. Juan Negrin supporters assembled a cross-wise political network related to his leading figure and to the Republican legality defence. Exiled from the Socialist and other political parties took part in this network. This paper focus on this group main contributions in the Mexican exile and it also analyses the group composition, as well as the controversy created between the group and its leader, Juan Negrin, regarding the political strategy and the relationship with other exiled groups.
La derrota republicana de 1939 y la represión franquista obligaron a que los núcleos políticos más importantes de la izquierda española desarrollasen su actividad en el exilio. Fuera de España muchas de las normas de funcionamiento existentes se quebraron, dando lugar a un clima profundamente enrarecido, marcado por las circunstancias que rodearon el final de la Guerra Civil española
Lo primero que debemos plantearnos es ¿qué fue el negrinismo? Desde luego no parece que podamos estudiarlo dentro del marco de las diversas teorías de las culturas políticas, en la medida en que su composición heterogénea marcó toda su existencia y su duración fue limitada en el tiempo. Lo cierto es que, aunque el principal aglutinante fue la figura de Negrín, y sobre todo la causa legitimista que defendió en el exilio, todos los que participaron de esta posición compartían un mismo relato de lo ocurrido y una estrategia común de futuro, aunque las metas finales podían ser muy diferentes. A lo largo de los años del exilio, ser negrinista o antinegrinista se convirtió en un símbolo de identidad para los exiliados más politizados, por encima de algunas otras consideraciones partidistas. Una identidad compleja, que se superponía a otras lógicas propias de las culturas políticas.
A lo largo de las siguientes páginas, trataremos de analizar el negrinismo como una red tejida en el exilio sobre diversos principios. En primer lugar los ya mencionados, la existencia de un relato común de la experiencia vivida y una estrategia común de futuro. En segundo lugar la confianza en el dirigente y sus capacidades. Negrín fue un aglutinante para personas de muy diversa procedencia ideológica porque fue capaz de construir un alto nivel de fidelidades, basadas en la firme convicción de que él era el único hombre capaz de realizar la función de «hombre-puente», imprescindible para subvertir la situación creada por la derrota republicana y la salida de España. La confianza en sus redes e influencias internacionales tal vez fueron sobredimensionadas por sus partidarios, que necesitaban visualizar a la desesperada un salvavidas en medio de las turbulentas aguas del exilio.
En los últimos años la figura de Juan Negrín ha sido rehabilitada, al menos parcialmente, por el trabajo riguroso de los historiadores
Juan Negrín consiguió reunir, durante su gestión en el gobierno, un grupo de socialistas que provenían de todos los sectores del PSOE. Un partido que arrastraba una profunda división interna, derivada de la difícil cohabitación de concepciones políticas dispares, surgidas de la formación heterogénea de sus militantes y dirigentes
Es bien conocida la confluencia contra Negrín de dos tendencias del PSOE que hasta el momento no habían coincidido en casi nada. Por un lado, sectores provenientes del obrerismo largocaballerista, que consideraban a Negrín responsable del crecimiento del PCE y por otro lado, los centristas afines a Prieto, que interpretaban la gestión de Negrín como una abierta traición a su líder, y que también veían como un erróneo empecinamiento su afán por resistir, en unos momentos en que una buena parte de los dirigentes socialistas daban por perdida la guerra y querían acabarla cuanto antes. Unos y otros participaban de universos políticos diferenciados que, sin embargo, encontraron en la crítica a la gestión de Negrín un punto de unión sobre el que volcar todas las frustraciones y prejuicios
Uno de los primeros elementos que debemos tener en cuenta es la diferencia existente entre Juan Negrín y lo que se ha conocido como el negrinismo socialista en el exilio. Por ejemplo, si Negrín era un afiliado socialista moderado, partidario del reformismo social, defensor a ultranza de la legalidad republicana, amigo del orden antes que de la revolución, en el negrinismo militaron protagonistas de la revolución de Asturias, como Ramón González Peña. Para Negrín, la insurrección de octubre de 1934 representaba uno de los errores más graves cometidos por el partido socialista, en la medida en que esa acción revolucionaria suponía un cuestionamiento del orden legal establecido. También son conocidas sus reticencias a entrar en el Gobierno presidido por Largo Caballero, debido a la negativa imagen internacional que, a su juicio, generaba la composición del mismo proyectada por su actitud excesivamente radical
Por tanto, los principales colaboradores de Negrín dentro del PSOE distaron mucho de ser cercanos ideológicamente a las tesis del doctor canario. Fue más bien la confluencia de sus opositores dentro del partido, los antinegrinistas, bien definidos desde mediados de 1938, lo que acabó dando origen a la existencia, por oposición, de los negrinistas socialistas. Así, un hombre procedente del sector centrista del partido, contó con una facción nueva que tomaba su nombre, alterando de forma sustancial la estructura socialista, compuesta en su mayoría por militantes ajenos a su concepción de la política y del socialismo, mucho más cercano al reformismo que a los discursos revolucionarios o marxistas. Desde el principio se fue articulando una cierta distancia discursiva entre el líder y sus seguidores dentro del PSOE. Salvo con los más cercanos, Álvarez del Vayo y Lamoneda, Negrín parece que estuvo más unido a personalidades ajenas al PSOE como Pablo de Azcárate, Francisco Méndez Aspe, José Puche o Antonio Velao. Sin tener en cuenta esta particularidad, difícilmente podemos comprender lo que fue el negrinismo, las diferencias discursivas existentes entre el líder y sus partidarios, sobre todo, dentro del partido socialista.
La ruptura del partido socialista, escenificada en el enfrentamiento Prieto-Negrín en torno a la legitimidad del Gobierno y la viabilidad de las instituciones en el exilio, arrastró e impregnó toda la vida política del exilio, durante cuarenta años. Sin embargo, no podemos olvidar que al finalizar la guerra en abril de 1939, Negrín contaba con el respaldo de los más importantes miembros de la Ejecutiva socialista, como su presidente, el dirigente asturiano Ramón González Peña, ministro de sus gobiernos y el secretario general del PSOE, el tipógrafo Ramón Lamoneda. También de la UGT con su secretario general José Rodríguez Vega y figuras de gran relevancia en el sindicato como Amaro del Rosal
La disputa en México por la gestión del contenido del yate Vita marcó en gran medida la quiebra definitiva entre Prieto y Negrín solo días después de finalizada la guerra. Esos recursos, procedentes del Estado español, se convirtieron en un instrumento de suma importancia a la hora de desequilibrar la balanza política. Prieto, al contar con esa baza inesperada a su disposición, realizó dos operaciones simultáneas para acabar con el liderazgo de su antiguo amigo. En primer lugar logró la desestabilización de su Gobierno en el exilio, por medio de las maniobras en la Diputación Permanente de las Cortes, reunidas en julio en París. En segundo lugar, el desplazamiento de sus partidarios en la Ejecutiva del PSOE
Especial importancia tienen los sucesos acontecidos en septiembre de 1940, que dieron origen al cisma socialista en el exilio. A la llegada de Ramón González Peña y Ramón Lamoneda a México fueron instados por los prietistas Alejandro Otero, Manuel Albar y Lucio Martínez Gil a dialogar sobre la vida del partido y la posible disolución de la Ejecutiva que éstos presidían, lo cual originó notables desencuentros, aireados a través del
La ruptura del Partido Socialista quedó escenificada con la duplicación de los espacios de sociabilidad. Pese a su pretendido afán integrador, el Círculo Pablo Iglesias se convirtió en un lugar predominantemente prietista, donde no faltó la representación de un sector del caballerismo. Las bases ideológicas dentro del Círculo Pablo Iglesias se definieron en el anticomunismo, el rechazo a la gestión de Negrín y a toda colaboración política con sus partidarios. Desde la experiencia de la Guerra y el Frente Popular, ese socialismo moderado transitó hacia una apuesta decidida por la democracia liberal y la extensión de derechos individuales desde un reformismo político y económico. La tesis de Prieto condenando el obrerismo revolucionario como estrategia de actuación preferente del partido y el sindicato, fue conformando su apuesta por un modo de actuar más moderado dentro del sistema parlamentario, respetando siempre las reglas de juego y evitando cualquier episodio como el de la
Revolución de Asturias
Tanto el control financiero, como la ausencia de México de Negrín, contribuyeron a fortalecer las tesis de Prieto en el partido socialista. El hecho de que los delegados del partido en México decidiesen suplantar a la Ejecutiva salida de España, dirigida por González Peña y Lamoneda, desencadenó la ruptura total. Estos no aceptaron aquella decisión y, al intentar ingresar en el Círculo Pablo Iglesias, fueron vetados. A partir de entonces, los socialistas negrinistas tardaron demasiado tiempo en organizarse políticamente en México, perdiendo un tiempo precioso. Así el
A pesar de que Negrín no compartía las tesis obreristas y marxistas de sus partidarios, el presidente del Consejo de Ministros necesitaba de su apoyo para mantener sus opciones legitimistas, pero en ningún caso se puede afirmar que la base del discurso negrinista en México fuese fiel a las coordenadas ideológicas del político canario. Si México fue el lugar donde se desencadenó la ruptura total, el eje del discurso socialista negrinista giró en torno a dos figuras claves, Ramón Lamoneda afincado en México y Julio Álvarez del Vayo, residente en New York. Ante la imposibilidad de actuar del propio Negrín, exiliado en Londres desde la caída de París, estos dos dirigentes socialistas articularon el discurso socialista sobre la premisa de la continuidad del Gobierno republicano en el exilio
El segundo gran núcleo de apoyos que consiguió recabar Negrín tenía una procedencia todavía más heterogénea. Negrín contó con el respaldo de la mayoría de los ministros de su Gobierno en los difíciles momentos del final de la Guerra en el invierno de 1939, dispuestos a trasladarse con él a continuar luchando en la zona centro del país tras la caída de Cataluña
La implicación de sus ministros en la defensa de la gestión del Gobierno y especialmente de la figura de Negrín, estuvo presente desde el primer momento, ante la creciente espiral de críticas surgidas en el exilio, potenciadas por la controvertida decisión de la Diputación Permanente de desconocer su Gobierno en julio de 1939
Uno de los asuntos que más preocupó desde el principio a este núcleo de colaboradores fue la actitud silenciosa de Negrín ante los más diversos asuntos surgidos en el exilio. Tomás Bilbao solicitaba a Negrín que hiciese una declaración en contra del pacto germano-soviético, una oportunidad única para desembarazarse del sambenito de «comunistas» con que eran demonizados por sus críticos, a lo cual Negrín se opuso cauteloso
Por último, conviene señalar que, a pesar de lo sostenido por sus detractores, el PCE no formó parte del negrinismo en el exilio. Al menos no de una forma sostenida en el tiempo. Como ya mostrara Hartmut Heine en los años ochenta, el PCE siguió su propia estrategia política en la década de los cuarenta, apoyando las tesis negrinistas de forma coyuntural, siempre y cuando el contexto internacional demandara estar cerca de esas posiciones
México se convirtió en el centro neurálgico de la actividad política del exilio, tanto por la masiva presencia de dirigentes republicanos de todos los partidos y organizaciones, como por la tolerancia de las autoridades del país. La dimisión de Azaña y la negativa de Martínez Barrio a sustituirlo por un lado, y el desconocimiento de la Diputación Permanente del Gobierno Negrín por otro, dejaron desdibujada la representación de las instituciones republicanas, a pesar de la negativa de este y sus partidarios a acatar esta última decisión. Sin relaciones diplomáticas formales con el Gobierno mexicano, los primeros años estuvieron marcados por la provisionalidad, la incertidumbre y, hasta cierto punto, el caos, derivado de la gestión económica de los fondos llegados en el Vita, procedentes, en última instancia, del Estado español
Otro factor determinante en la desigualdad de fuerzas estaba en la distancia y el silencio de Negrín. Contadas fueron las intervenciones públicas de Negrín en aquellos tiempos de exilio en Londres. Por ello, su discurso en la conmemoración del 19 de julio, fecha emblemática de la reacción del pueblo español en armas frente a los golpistas, celebrado en 1941 en el Hogar Español, alcanzó una gran resonancia en América, difundido como folleto
Su discípulo y amigo, José Puche, le hacía saber, en diciembre de 1941, la necesidad de una mayor implicación pública como presidente del Gobierno, manifestando su adhesión con los países democráticos en guerra. Puche le argumentaba que su mutismo desorientaba a muchos exiliados en México, deseosos de escuchar a su presidente
La estrategia de los socialistas partidarios de Negrín fue defender la tesis de que el partido no podía modificarse en el exilio, ya que tenía a la mayoría de sus militantes en cárceles y sus agrupaciones disueltas por la represión y que, por tanto, se debía mantener la estructura que se había aprobado en el último congreso en España. Desconocían con ello los cambios introducidos por sus detractores dentro del partido y no reconocían a los diferentes grupos que tanto en el interior como en el exilio, se arrogaban la representación del PSOE. Así, la tarea era construir la unidad del exilio por medio de otros espacios, como la Unión Democrática Española, la UDE, creada el 16 de febrero de 1942 para conmemorar el triunfo del Frente Popular
De la UDE formaron parte el Comité de Unidad de los Republicanos españoles, que aglutinaba a destacados miembros de Izquierda Republicana, como Antonio Velao, Luis Fernández Clérigo y Elfidio Alonso, críticos con la postura beligerante de su organización respecto del Gobierno Negrín; el PSOE y la UGT negrinista, el PCE, el PSUC, y la Unión de Rabassaires
Velao, diputado de Izquierda Republicana y ministro con Negrín, actuó de presidente de la UDE, Ramón Lamoneda fue su secretario general, el tesorero Antonio Mije y como director de su boletín ejerció Elfidio Díaz.
Durante el periodo en el que la UDE estuvo vigente, Antonio Velao se convirtió en el principal interlocutor de Negrín en México, defendiendo sus tesis en diversos foros, en su calidad de presidente de UDE. Su discurso se basaba en una afirmación de España como el «pueblo cautivo», atacado por las derechas españolas, en alianza con el fascismo internacional, para evitar que se cumpliera su deseo de constituirse en República. Por ello, cualquier intento de entendimiento con los monárquicos, representantes de esa España que oprime al pueblo, fue condenado abiertamente. UDE denunciaba lo que consideraba un atropello a toda lógica, el provocado por Acción Republicana Española, controlada por Martínez Barrio, que reconocía la legalidad republicana de las Cortes a través de la Diputación Permanente, al mismo tiempo que desconocía a su Gobierno. Velao, en su calidad de ministro, recordaba el apoyo al Gobierno Negrín de las Cortes en Figueras, decisión que no podía ser cambiada por una
Diputación Permanente, que había sufrido de forma ilegal importantes variaciones en su composición. Solo el Gobierno podía representar a la nación en aquellas condiciones, agregaba Velao, e intentar relevarlo mediante artimañas era impropio de demócratas
Por carta, los ministros Tomás Bilbao, Segundo Blanco, Ramón González Peña, José Moix y Antonio Velao explicaban a Negrín los avances alcanzados en torno a la UDE y la necesidad de una mayor implicación del presidente del Gobierno en los asuntos políticos del exilio en México, donde Indalecio Prieto adquiría cada vez más protagonismo, situándose como «gentes de orden» contra el comunismo y contra el Gobierno Negrín
Negrín, desde Londres, alentaba el trabajo de sus ministros, a los que pedía confianza mientras que volvía a justificar su silencio con dos argumentos; que no era momento de desperdiciar fuerzas en conflictos internos del exilio, ni ahondar en las divisiones existentes y por su mermada capacidad de acción política, que debía centrarse en los contactos discretos con los dirigentes internacionales y en alentar el trabajo de los partidos políticos en el interior de España. Su análisis de la situación era que el destino de España estaba unido al resultado de la Guerra mundial y que su capacidad de influencia debía centrarse en la gestión internacional, más que en las luchas de los partidos, tarea que sus ministros estaban desarrollando de forma satisfactoria para alcanzar la unidad en torno a UDE
Negrín apoyaba desde Londres con discreta satisfacción, los trabajos realizados por la UDE, hecho que podemos comprobar a través de su correspondencia con Antonio Velao
A raíz de la disolución de la UDE a finales de 1943 sus partidarios fuera del PSOE buscaron nuevas posiciones desde las que seguir luchando. Los ministros de Negrín residentes en México realizaron una nueva declaración, mostrando su fe en la victoria de las naciones unidas contra el fascismo, que declaraban como lucha iniciada en España. Este hecho debía llevar aparejado la restauración de la legalidad constitucional en España y sus instituciones, tanto del Gobierno central, como de los gobiernos autónomos de Cataluña y Euskadi. En su enésimo llamamiento a la unidad a mediados de 1943, planteaban la necesidad de construirla en torno al Ejecutivo elegido por los españoles, y no a juntas y órganos formados por partidos y personalidades en el exilio, pero carentes de toda legitimidad institucional
También Juan Negrín desde Londres rechazó la política de Juntas, impulsada por el exilio. Tanto la JEL como la JSUN le parecieron erradas al tratar de articular la unidad en torno a ellas, cuando lo único que contaba con cierta viabilidad a la hora de influir en el concierto internacional era el reconocimiento expreso de la existencia de un Gobierno legítimo de España en el exilio
En 1944 el ritmo de los acontecimientos aumentó la tensión creciente entre Negrín y sus partidarios en México. Negrín defendía la necesidad de conservar la serenidad frente a los ataques y conservar la calma para dar ejemplo
El 11 de septiembre de 1944, Negrín envió un telegrama a Antonio Velao informándole de su intención de trasladarse a México. Su postura no había cambiado: la situación legal en España «solo puede alterarse en el país, bien por el voto o revolucionariamente, creando una nueva situación de hecho, pero en modo alguno en conciliábulos de partido o personajes políticos por muy eminentes que sean». Negrín defendía la legalidad de su Gobierno, a pesar de estar vacante la presidencia de las Cortes, y por haber expirado su mandato ordinario al exceder el tiempo legal de la legislatura. Ante la imposibilidad de su renovación mediante votación libre del pueblo español, estas quedaban prorrogadas automáticamente. Negrín se mostraba poco partidario de reunir las Cortes fuera de España y apostaba por una política del Gobierno discreta. A su juicio y en esas circunstancias, no se podía dar cuenta de ella públicamente en unas Cortes fuera de España, hecho que restaría capacidad de acción.
Para Negrín, «Las cuentas se darán cuando se pueda»
Muchos fueron los enfrentamientos y escaramuzas en ese periodo fundamental marcado por el inicio del fin de la Guerra Mundial, así como los intentos para influir políticamente ante las potencias aliadas. La falta de un proyecto común que aglutinase al exilio republicano azuzó nuevamente los enfrentamientos. A pesar de ello, existió un cierto consenso en la necesidad de reconstruir la unidad en torno a las instituciones republicanas, aunque sin compartir del todo los pasos a seguir. Las prisas de Diego Martínez Barrio por convocar las Cortes en enero de 1945 fueron motivo de nuevo conflicto. Así, Matilde de la Torre, diputada socialista partidaria de Negrín, reprochaba al político sevillano tratar de establecer una dictadura personalista, acumulando cargos y representaciones en unas instituciones a las que tanto había debilitado antes, en clara referencia a su dimisión en abril de 1939
En un intento por aumentar su influencia y proyectar su legitimidad, los negrinistas organizaron un gran acto político en el Arena México, el 29 de enero de 1945. Bajo el lema «Por la reconquista de España» proclamaron nuevamente la necesidad de recomponer la unidad de acción en torno al Gobierno presidido por Negrín. Entre los oradores estuvieron Ramón Lamoneda, Julio Álvarez del Vayo, Antonio Velao, Vicente Uribe y el subsecretario de gobernación mexicano el licenciado Fernando Casas Alemán
Negrín asumió pronto la necesidad de pactar con Martínez Barrio y descartar la opción de mantener en firme su dimisión de 1939. Era necesario anteponer la construcción de una posible mayoría a las rencillas políticas. Tras la convocatoria fallida y totalmente irregular de las Cortes de enero de 1945, Negrín apostaba por evitar ahondar en las escisiones republicanas y buscaba un programa común de acción de Gobierno para no decepcionar a los españoles del exilio y del interior
En agosto, días antes de la reunión definitiva de las Cortes, en un intento por evitar la colisión entre socialistas, los distintos grupos del PSOE en México se reunieron para tratar de superar las divisiones. Además del Círculo Pablo Iglesias y el Círculo Jaime Vera, también se dieron cita las Agrupaciones Regionales Socialistas, compuestas por una parte importante de los fieles a Largo Caballero, y el Comité Central de los Socialistas de Euskadi. La reunión, permitió un acercamiento de los caballeristas y los vascos al grupo mayoritario liderado por Prieto, pero no fue así para el caso de los negrinistas
La reunión de Cortes representó la «normalizaron» de las relaciones institucionales, con la asunción de Diego Martínez Barrio de la presidencia de la República en funciones y la sustitución, para sorpresa de muchos, de Negrín por José Giral en la presidencia del Gobierno en el exilio. La posición de Negrín y sus partidarios en las Cortes fue nítida. Incluir en el Ejecutivo a todos los partidos y sindicatos sin exclusiones, sumar a las personalidades relevantes que aceptaran la Constitución y formar un Gobierno fuerte, capaz de influir internacionalmente
Desde fuera del Gobierno Giral, los negrinistas apoyaron sin reservas su legitimidad y defendieron su continuidad en los momentos de incertidumbre. Así, tras la reunión de las Cortes los días 7, 8 y 9 de noviembre de 1945, destinada a la aprobación del programa de acción del Gobierno, y donde Indalecio Prieto llamó a la salida plebiscitaria superadora de la legalidad republicana, los negrinistas organizaron un acto en el teatro de los Cinematografistas el día 25 de ese mes, para denunciar los intentos por acabar con la República
Negrín adoptó la decisión de mantener un perfil político de bajo perfil, para no perjudicar la actividad del Gobierno, aunque de forma discreta continuó realizando gestiones. Así, Julio Álvarez del Vayo informaba a Tomás Bilbao de la reunión de Negrín con Dean Acheson, subsecretario de Estado estadounidense y la solicitud de que reconociera al Gobierno republicano. Vayo se mostraba confiado de que a Negrín lo iban a imponer las circunstancias, «a pesar de los intentos de los republicanos por echarlo abajo»
Tomás Bilbao, en carta a Portela Valladares, confesaba que renovaba su apoyo a Negrín, aunque no se considerara negrinista y planteaba amargamente la hipocresía de los que trataron de acabar con la legalidad de su Gobierno y ahora se aferraban a él cuando lo habían conquistado
Ante el pesimismo reinante y la conciencia del agotamiento del liderazgo de Giral, Álvarez del Vayo planteaba la necesidad de sustituirlo por otro republicano, proponiendo el nombre de Portela Valladares, para estabilizar la situación, antes de que Negrín volviera a hacerse con las riendas del poder institucional. Negrín se mostraba cada vez más convencido de la irreversibilidad de la situación, manifestando un pesimismo que sus partidarios no compartían todavía
Las tensiones dentro de la familia socialista permanecieron, debido a la apuesta de Prieto por el plebiscito y las maniobras desestabilizadoras de Trifón Gómez dentro del Gobierno Giral. Así, los socialistas negrinistas, apartados del gobierno y pronto expulsados en bloque del partido en abril de 1946, decisión ratificada en el II Congreso, celebrado en mayo, optaron por trabajar agrupados con otros partidarios de Negrín en España Combatiente, manteniendo también el Círculo Jaime Vera. Creado por Álvarez del Vayo, España Combatiente fue una asociación política que contó con el apoyo de los negrinistas dentro y fuera del PSOE, y consiguió sumar la firma del propio Negrín
España Combatiente buscaba rehacer la unidad de acción de aquellos que todavía defendían la legalidad republicana. Las bases del proyecto fueron el restablecimiento de la república en España, sus instituciones y sus estatutos de autonomía, para lo que se fijaban tres ejes fundamentales. En primer lugar, la defensa internacional de la causa, en segundo lugar la resistencia contra el fascismo y por último el apoyo a los españoles antifranquistas del interior
A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta los acontecimientos internacionales y el establecimiento de una política de bloques de la Guerra Fría, marcó las preocupaciones de este grupo
Negrín, por su parte, estaba cada vez más apartado de la política, aunque no retirado del todo. De hecho, los socialistas recibieron con cierto desagrado sus tres artículos en el
Esta organización no tardó en tener fricciones ante la disyuntiva que se planteaba entre el apoyo incondicional que mostraban al Gobierno en el exilio y el profundo rechazo que les producía la política errática que sus diferentes responsables mantuvieron desde agosto de 1945. Tanto las tensiones en el seno de España Combatiente, como la necesidad de reactivar el socialismo, llevaron a la creación de la Unión Socialista Española
Los intentos por parte del PCE en México de absorber los restos del negrinismo marcaron esos últimos tiempos
El negrinismo en el exilio mantuvo una intensa vida política y dio origen a discursos, publicaciones, proyectos políticos y espacios de sociabilidad mantenidos en torno a las expectativas de un retorno a España de la legalidad republicana según lo establecido en la Constitución de 1931 y sus instituciones. A pesar de su heterogeneidad y su dependencia de la figura del propio Negrín, consiguió establecer un discurso coherente y una línea de acción política definida, a lo largo de las dos décadas en las que las posibilidades de un retorno a España tuvieron mayor fuerza. Desde una perspectiva actual, gracias a la información que ahora conocemos, todo estaba perdido de antemano, por la actitud de las cancillerías aliadas, especialmente las británicas y las estadounidenses. Sin embargo, esto no era evidente en la época y no parece atinado reducir el significado de las actividades del exilio, a pesar de su eventual fracaso.
Desde sus orígenes, en el negrinismo convivieron dos tipos de seguidores diferentes, los socialistas y los no socialistas, siendo en muchas ocasiones los segundos, los más cercanos a la propia figura de Negrín. La confluencia del negrinismo socialista y el no socialista se dio en el terreno de la praxis política, en torno a la legitimidad del ejercicio de Negrín al frente del Gobierno.
El grupo funcionó como una red de confianza, construida en torno a la propia figura de Negrín. El negrinismo se produjo más por la congregación de grupos y que por la asimilación de discursos políticos uniformes. El grupo contó con un conjunto de valores compartidos en el tiempo, contó también con un mismo relato del pasado y con un proyecto de futuro para el restablecimiento de la República en España. Existieron lazos y lealtades mutuas sostenidas hasta la desaparición física de Negrín. El negrinismo también dio lugar a espacios de sociabilidad compartidos, organizados en torno a un discurso sostenido durante lustros. No obstante, la procedencia diversa de los sectores políticos que se articularon en torno a Negrín es más que evidente. A pesar de compartir un proyecto en el exilio, el fin último no era el mismo. La visión sobre cómo debía ser la España del futuro no podía ser compartida por grupos originarios de imaginarios políticos asentados y en gran medida opuestos entre sí.
La retórica socialista y revolucionaria desempeñó un papel importante como aglutinante de una parte importante del negrinismo. La defensa del legado del Frente Popular permitió el mantenimiento de unas bases nada desdeñables de movilización política dentro del exilio, contando con núcleos representativos en México pero también en Francia. Mientras los grupos exiliados críticos hacia la gestión de los gobiernos de Negrín durante la Guerra realizaban la autocrítica sobre los acuerdos unitarios que dieron origen al triunfo electoral de febrero de 1936, los negrinistas de todo signo, defendían esa fórmula política que los había llevado al Gobierno. La mayoría de los sectores negrinistas no pertenecientes al PSOE adoptaron en sus discursos elementos de carácter socializante, defendiendo los orígenes populares de la República española. La defensa a ultranza de la voluntad popular, expresada libremente en las urnas, como la legitimidad por antonomasia, y reforzada por el sacrificio y la sangre de los españoles, fue un elemento esencial en su postura de resistencia dentro y fuera de España. A pesar de todo ello, el negrinismo fue algo más que solo parte de la gran familia socialista. La participación activa de republicanos, nacionalistas y cenetistas, así como el apoyo coyuntural e interesado del PCE, establecen un amplio abanico de posibilidades e interpretaciones de carácter ideológico y estratégico. En estas páginas hemos apuntado algo de esto.
Para finalizar, hay un factor importante que debemos tener en cuenta y sobre la que hemos insistido: la profunda desconexión que existió entre Negrín y las bases del negrinismo. En una primera fase, mientras sostuvo la representación del Gobierno hasta 1945, Negrín no hizo caso de la necesidad de implicarse activamente en la política partidista y la lucha que se estaba librando en México. Negrín estaba convencido de que aquellas pugnas eran insignificantes comparadas con las gestiones que él realizaba en Londres. Sin embargo, su inacción política le pasó factura a la hora de la reunión de las Cortes de 1945. Su descuido del ámbito doméstico de la política, pasó una importante factura frente a la crítica de sus enemigos. En México y en Londres se libraban batallas políticas diferentes y Negrín no fue consciente, como le señalaban sus seguidores, de lo importante que era no olvidar el frente mexicano.
Esa diferenciación entre Negrín y el negrinismo se acrecentó especialmente después de su salida del Gobierno en 1945. Su actitud discreta, su comportamiento libre y su modo personal de gestionar los asuntos, mostraron la clara diferencia entre él y sus partidarios. Si mientras mantuvo compromisos institucionales fue cauteloso, al estar liberado de ellos mostró un pensamiento libre e independiente en asuntos como el Plan Marshall o los documentos relativos al «oro de Moscú». Negrín fue un hombre que antepuso su sentido de Estado a los de partido, pagando un alto precio por ello. Incomprendido por casi todos, Negrín y el negrinismo representan dos sujetos históricos conectados, pero con elementos confrontados, sobre los que es necesario seguir profundizando en el futuro.
Informe de Indalecio Prieto a la Diputación Permanente de las Cortes, México 12 abril 1939. Ateneo Español de México (en adelante AEM), Archivo Tomás Bilbao, Caja 2, Escritos personales y textos políticos 11, hojas 13-22.
«El Partido Socialista y la Comisión Ejecutiva, una invitación una negativa y unos acuerdos»,
Documento de Ramón Lamoneda: «Situación política del socialismo español a su llegada a México», Fundación Pablo Iglesias (en adelante FPI), Archivo Ramón Lamoneda Fernández (en adelante ARLF)-167-4.
FPI, Sección Publicaciones Periódicas Sig. 2826.
«La vuelta a Marx. Reivindicación de Marx y de su interpretación de la historia»,
Carta de Tomás Bilbao, Segundo Blanco, Bernardo Giner de los Ríos, Paulino Gómez Saiz, Ramón González Peña, José Moix y Antonio Velao a Juan Negrín, (7 febrero 1939). AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, Escritos personales y textos políticos 11: 11-12.
«Acuerdo de la Diputación Permanente de las Cortes» (París, 26 de julio de 1939). Copia en AEM, A. Tomás Bilbao, caja 2, escritos personales y textos políticos 11: 33.
Carta de Tomás Bilbao a Trifón Gómez (París, 28 de agosto de 1939), AEM, A. Tomás Bilbao, Correspondencia 15: 6.
Carta de Tomás Bilbao a la dirección de ANV (marzo, 1940), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 3, Escritos personales y textos políticos 6: 5-13.
Telegramas de Tomás Bilbao a Juan Negrín (25 de agosto de 1939) y contestación de este al día siguiente y réplica de Tomás Bilbao del día 27 en AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, Correspondencia 16: 41 y 42.
A pesar del agotamiento de fondos, el doctor José Puche puso a disposición de la Unión Democrática Española 14.500 pesos mexicanos. «Resumen General de Estado de Cuentas de Unión Democrática Española desde su constitución hasta junio de 1943, fecha en que se disuelve dicho organismo» AEM, 43. 415. folios 1-6.
Telegrama de José Puche a Juan Negrín (México, 10 de diciembre de 1941), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 12: 83.
Telegrama de Juan Negrín a José Puche (Londres, 13 diciembre 1941); AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 12: 38-39.
Telegrama de Juan Negrín a José Puche (Londres, 13 diciembre 1941) y respuesta al día siguiente de Antonio Velao y Ramón González Peña, AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 Correspondencia 12: 40 y 108.
«Proyecto de Unión Democrática Española», Fundación Pablo Iglesias, Archivo Ramón Lamoneda Fernández 171-49.
Véase «España y la contienda europea»,
«Las bases de la UDE» (México, 10 de febrero de 1942). FPI, Archivo de Amaro del Rosal, 357-3.
Carta de los ministros a
«Circular n.º 39 de la Junta Central de ARE» (México, 30 de julio de 1942), Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca, fondo Carlos Esplá 5. 2/5118-a.
Telegrama de Juan Negrín a Antonio Velao (Londres, 21 de agosto de 1942), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 Correspondencia 12: m25-28.
Mensaje de Juan Negrín a sus ministros (Londres, 26 de agosto 1942), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 Correspondencia 12: 41-43.
«Declaración de Antonio Velao» (México, 28 de agosto de 1942), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 Correspondencia 12: 105-108.
Telegrama de Juan Negrín a Antonio Velao, (Londres, 21 de agosto de 1942). AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 Correspondencia 12: 25-28.
«Acta del Consejo Directivo de Unión Democrática Española» (México, 5 de junio de 1943). AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, Escritos personales y textos políticos 11: 50-51.
«Declaración de los ministros de Negrín residentes en México» (México, 26 de mayo de 1943), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, Escritos personales y textos políticos 11: 47-49.
AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, Expediente 7: 4.
«Carta de los ministros de Negrín al presidente Manuel Ávila Camacho» (México, septiembre 1943), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 17: 12-13.
Cablegrama de Juan Negrín a Antonio Velao (Londres, 9 de marzo de 1944), AEM, A. Tomás Bilbao, caja 1, correspondencia 12: 49.
Álvarez Del Vayo, Velao, González Peña, Blanco y Bilbao: «El Gobierno legítimo de la República española examina la situación de España y la emigración republicana». (México, 29 de marzo de 1944). FPI, AARD-307-6.
Telegrama de José Puche a Francisco Méndez Aspe (México, 26 de agosto de 1944), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 12: 85.
Telegrama de Juan Negrín a Antonio Velao (Londres, 11 de septiembre de 1944), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, Correspondencia 12: 50-51.
Telegrama de Juan Negrín a Luis Fernández Clérigo (Londres, 11 de septiembre de 1944), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 12: 52.
Carta de Matilde de la Torre a Diego Martínez Barrio (Cuernavaca, el 20 de diciembre de 1944) FPI, ARLF, 166-38.
Telegrama de Juan Negrín a Antonio Velao (Londres, 20 de enero de 1945), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 12: 53.
Telegrama de Juan Negrín a Antonio Velao (París, 9 de febrero de 1945), AEM, A. Tomás Bilbao, caja 1, correspondencia 12: 54.
«Nota informativa de la
«Acta de la reunión celebrada el 16 de agosto de 1945». FPI, A. de Mariano Moreno Mateo, AMMM 474-2.
«Reglamento de funcionamiento de la Agrupación Socialista de México», FPI, A. de Enrique de Francisco. AEFG-158-12.
«Información de la Agencia España» (México, 20 agosto 1945), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, Documentos personales 9: 1.
«Nota de prensa conjunta difundida por la Agencia España» (27 de agosto de 1945), AEM, A. Tomás Bilbao, caja 2, documentos personales 8: 5-6.
VV. AA. (
Carta de Julio Álvarez del Vayo a Tomás Bilbao (New York, 21 de diciembre de 1945), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 2: 30.
«Proyecto de bases de resistencia española republicana» (febrero 1946), AEM, A. Tomás Bilbao, caja 1, correspondencia 9: 5.
Carta de Tomás Bilbao a Manuel Portela Valladares (México, 14 de enero de 1946), AEM, A. Tomás Bilbao, correspondencia 18: 19-23.
Carta de Tomás Bilbao a Juan Carlos de Basterra (México, 19 de febrero de 1946), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 14: 1-7.
Carta de
Carta de Julio Álvarez del Vayo a Tomás Bilbao (Los Ángeles, 24 de septiembre de 1946), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 correspondencia 2: 40-44.
Carta de Julio Álvarez del Vayo a Tomás Bilbao (Nueva York, 26 de noviembre de 1946), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1 correspondencia 2: 28-29.
«Manifiesto de España Combatiente a los Republicanos españoles» (París, 19 de febrero de 1947), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, documentos personales 8: 1-2.
«Bases de España Combatiente» (Paris, 19 de febrero de 1947), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 2, documentos personales 8: 7.
Carta de Julio Álvarez del Vayo a Tomás Bilbao (París, 23 de marzo de 1947), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 2: 58.
«Boletín nº 38 de
Carta de Tomás Bilbao a Julio Álvarez del Vayo (México, 19 de febrero de 1951), AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, correspondencia 13:41-42.
«A todos los republicanos españoles» manifiesto del Círculo Jaime Vera (México, 23 de julio de 1949) AEM, A. Tomás Bilbao, Caja 1, impresos sueltos 2: 21.
«Unión Socialista Española, llamamiento» (octubre de 1951), FPI, A. Manuel Moreno Mateo, 474-12.
«Carta del Círculo Cultural Jaime Vera a sus afiliados» (28 de octubre de 1951), FPI, A. Manuel Moreno Mateo, 474-2.
«Manifiesto contra el pacto yanquifranquista» (1 de octubre de 1953). FPI, A. Ramón Lamoneda, 171-26. Sobre el mea culpa, «Circular n.º 4 de la Unión Socialista Española» (noviembre de 1956). FPI, A. Manuel Moreno Mateo. 474-12.