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El volumen que aquí se presenta es una colección de ensayos firmados por el historiador Eugenio Capozzi que tienen por objeto el análisis de diversas expresiones —líderes, partidos, movimientos, corrientes— representativos de lo que en la historia política italiana ha venido a llamarse «moderantismo». En estas páginas editadas por la editorial Rubbettino el lector no encontrará, por tanto, una monografía de una pieza. Al contrario, el libro funciona como un ejercicio comparativo entre distintas versiones del moderantismo —desde el berlusconismo hasta el catolicismo, pasando por la compleja galaxia de regionalistas, liberales, conservadores y monárquicos italianos— que desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la restauración de la democracia en su forma republicana han dado cuerpo a lo que Capozzi llama un «conservadurismo imposible».

Lo interesante de este ejercicio comparativo es que Eugenio Capozzi no rehúye la tarea de ofrecer una visión sistemática del moderantismo italiano. Esta empieza, precisamente, por tratar de justificar la idea del «conservadurismo imposible» italiano. Una cuestión que remite, en última instancia, a explicar la decisión histórica de la mayoría de fuerzas políticas que por su conformación ideológica deberían considerarse de derecha a optar por la etiqueta de «moderantismo». El mejor y más acabado ejemplo de esta renuncia a la etiqueta «derecha» la constituye Forza Italia. El partido de Silvio Berlusconi había nacido bajo el signo de un sistema bipolar que lo ubicaba de forma natural en la derecha de la política italiana. Sin embargo, en su primer congreso nacional de 1998 optaba por definirse como un partido moderado y hacer del moderantismo la clave explicativa de su programa y visión de la política.

En el libro colectivo Storia delle destre nell’Italia repubblicana coordinado por el historiador Giovanni Orsina (Rubbettino, 2014) —y en el que participaba el propio Eugenio Capozzi— ya se aludía a las dificultades históricas, culturales y académicas de la derecha italiana para justificar esa etiqueta. Pesaba, como factor externo, la irrelevancia parlamentaria de muchas de sus manifestaciones en un sistema político y cultural que desde finales de los años sesenta estaba llevando su centro de gravedad hacia la izquierda. Sobre todo a través del acercamiento entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano, cuya máxima expresión sería el «compromiso histórico» sellado por Aldo Moro y Enrico Berlinguer. Esta hegemonía cultural progresista fue determinante a la hora de deslegitimar cualquier tipo de manifestación de derecha —liberal, católica, monárquica o conservadora stricto sensu— como sospechosa de tutelar las precondiciones que podían animar el resurgimiento del fascismo: por ejemplo, el patriotismo, el capitalismo o una versión distinta de la historia italiana donde el consenso antifascista de posguerra era matizado.

El análisis de Eugenio Capozzi asume el peso de la deslegitimación política de la derecha con base en una hegemonía cultural progresista a la hora de explicar el por qué del «conservadurismo imposible» italiano. Sin embargo, además de esta explicación ad extra Capozzi recurre a otra ad intra que pone en el centro de la diana la autopercepción de las derechas no nostálgicas del fascismo en el sistema político italiano. Al preguntarse por qué ningún partido ha tomado la bandera del conservadurismo Capozzi señala de forma inteligente que ni tras la unificación italiana ni tras la restauración de la democracia en la posguerra existía la posibilidad de reclamar el valor de la continuidad propio del conservadurismo. Por ponerlo con una pregunta: ¿qué cabía conservar en regímenes que nacían de una ruptura radical con el pasado? De aquí que la derecha, excluida aquella abiertamente neofascista, encontrase su espacio natural anclándose en una interpretación particular del moderantismo.

Todo moderantismo, afirma Capozzi, lo es «en respuesta a» o «en relación con». En general, el moderantismo asume un espacio intermedio entre posiciones extremas que puede conjugarse con distintas ideologías. En Italia, por el contrario, dada la no disponibilidad de un modelo pasado que conservar o en el que inspirarse positivamente como referencia la derecha no fascista, asume el rol exclusivo de estabilizador de los nuevos consensos políticos. O, si se prefiere, un papel de vigilancia frente a los potenciales excesos del nuevo régimen de posguerra. Dirá Capozzi: «Un’alternativa in cui ai moderati rimane sostanzialmente lo spazio della stabilizzazione, più che quello della difesa di un assetto socio-politico preesistente o tradizionale, ritenuto in genere semplicemente non praticabile, o troppo incerto e fragile per presuporre una coalizione e una leadership su di esso fondate» (p. 20)

Este moderantismo acoge de una forma amplia a liberales, republicanos, monárquicos, católicos e incluso a socialistas de posguerra. Todos aquellos que, en general, compartiendo los principios políticos de la Italia fundada en la Constitución de 1948, reclamaban una visión diferenciada de los valores a los que la carta aludía. Según Capozzi, más allá de las diferencias programáticas, historia y naturaleza organizativa de cada partido el moderantismo aunaba a todas estas fuerzas en torno a tres principales ideas, motivaciones o actitudes hacia la política de fondo que impregnaban todo su ideario.

En primer lugar, y atendiendo a una cuestión programática, el moderantismo se distinguió por una aversión explícita al colectivismo económico, al ideologismo y la progresiva concentración de poder de los partidos. Para el moderantismo estas tres dimensiones eran interdependientes y se reforzaban. Todas ellas justificaban la crítica a la «partitocrazia», que describía a los partidos como «oligarchia ideologizzata naturalmente tendente a progetti di palingenesi sociale».

En segundo lugar, y estrechamente vinculado a lo anterior, el moderantismo se distingue en la historia de posguerra italiana por una actitud positiva hacia reformas institucionales orientadas a erosionar el poder de los partidos a favor del ejecutivo. En general, el moderantismo siempre fue sensible a la petición de una reforma constitucional que procurase la transición de un sistema parlamentario a uno presidencialista apoyado por una reforma electoral en sentido mayoritario. Merece especial atención en este punto el capítulo que el libro dedica a la tradición del «gollismo» italiano que atraviesa toda la posguerra hasta encontrar en el socialista Bettino Craxi y su plan de reformas constitucionales uno de sus últimos representantes.

En tercer lugar, y quizás de manera más significativa, el punto de referencia del moderantismo italiano, señala Capozzi, ha sido el anticomunismo. Reforzado, doblemente, por la particular posición de principal partido de la oposición que ocupará el PCI en el sistema político italiano, el cual se vería intensificado por el equilibrio internacional impuesto por la Guerra Fría.

Este anticomunismo, existencial hasta la caída del muro de Berlín y reformulado después de 1989, ha sido la fuerza vinculante de mayor potencia a la hora de explicar la unidad de sentido del moderantismo italiano. De hecho, tanto la aversión al colectivismo económico, como la crítica de la partidocracia y el ideologismo permiten leerse en una clave anticomunista: como una advertencia contra todo lo que el PCI y sus valores representaban. Aún más, es la clave que permite entender la probada capacidad de Forza Italia para atraer a sus filas desde católicos hasta socialistas, pasando por liberales, radicales y republicanos, con la promesa de frenar a los herederos del PCI. En última instancia, la «revolución liberal» de Berlusconi, con toda su carga antipolítica, no era sino una nueva letra a la vieja música del anticomunismo italiano. Merece mucho la pena, en este sentido, el capítulo que Capozzi dedica al berlusconismo como extensión histórica del tradicional moderantismo italiano y la autopercepción de su particular misión estabilizadora en la historia italiana.

En definitiva, el libro Storia dell’Italia moderata de Capozzi constituye una aportación valiosa al estudio del universo de la derecha italiana. Un trabajo que se presenta como una colección de ensayos dedicados a distintos partidos y políticos, pero que remite a una preocupación de fondo que atraviesa todos los textos dando sentido de unidad al libro. Una preocupación, básicamente, por descifrar el significado del moderantismo en un país en el que la particularidad de su transición a la modernidad había dado como resultado un «conservadurismo imposible».