RESUMEN

Este artículo tiene por objetivo describir y explicar el marco ideológico de la primera generación de la organización armada germano occidental de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), poniendo este marco en relación con los trabajos que sobre el papel del sujeto revolucionario hiciera el movimiento del 68 en la República Federal de Alemania. Para ello, y primeramente, se ha abordado de manera sucinta la cuestión de la subjetividad en el propio movimiento del 68, considerando para ello la importancia de las herencias teóricas de la Escuela de Frankfurt. Seguidamente, y a partir del análisis de los textos más importantes de la primera generación de la RAF, se ha tratado de desentrañar qué entendía la RAF por sujeto revolucionario y qué relación guardaban sus valoraciones a este respecto con lo desarrollado por el movimiento del 68. Desde este análisis, se ha constatado que, en un primer momento, la primera generación fijó a la clase obrera como el sujeto de su propuesta de revolución, rechazando lo teorizado por el movimiento del 68. Con posterioridad, la RAF volvería a los planteamientos antiautoritarios tan propios del movimiento del 68 y de las propuestas sobre la subjetividad relacionadas con la Escuela de Frankfurt.

Palabras clave: Fracción del Ejército Rojo; Ulrike Meinhof; el 68 alemán; sujeto; Hans-Jürgen Krahl.

ABSTRACT

The aim of this article is to explain the ideological framework of the first generation of the Red Army Faction (RAF), a West-German armed organization. This framework will be linked to the question of subjectivity developed by the student movement in The Federal Republic of Germany in 1968. In order to achieve a logical explanation for these questions, firstly, we will consider summarizing the intellectual connection between the student movement and the theories developed by the Frankfurt School. Secondly, we will analyse the most important theoretical papers of the first generation of the Red Army Faction. As for the main results of this analysis, we could say that this terrorist group adopted a classical position on the problem of subjectivity. In other words, at the beginning of its history, the RAF considered the German working class as the Revolutionary Subject. Then, thanks to the theoretical works of one of the most charismatic leaders of the group, Ulrike Meinhof, the RAF finally embraced the anti-authoritarian paradigm, which has a clear relationship with the student movement of ’68 and the Frankfurt School philosophers.

Keywords: Red Army Faction; Ulrike Meinhof; German «68 year»; subject; Hans-Jürgen Krahl.

Cómo citar este artículo / Citation: Almeida Díez, A. (2021). La «primera generación» de la Fracción del Ejército Rojo germano-occidental. Herencias del 68 y la cuestión de la subjetividad (1970-‍1975). Historia y Política, 45, 235-‍263. doi: https://doi.org/10.18042/hp.45.09

SUMARIO

  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. EL SUJETO REVOLUCIONARIO. ALGUNAS CUESTIONES
  5. III. LA PRIMERA GENERACIÓN DE LA RAF. DEL OBRERISMO ANTIIMPERIALISTA AL FRENTE ANTIIMPERIALISTA
    1. 1. La fase obrerista
    2. 2. El giro antiimperialista
  6. IV. CONCLUSIÓN
  7. NOTAS
  8. Bibliografía

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

La primera generación de la RAF surgió al finalizar el período convulso de 1968, que en el caso de la República Federal de Alemania comenzó a gestarse en 1962 y estallaría propiamente en 1967, tras el asesinato del estudiante Benno Ohnesorg por parte de la policía federal. El marco de la acción colectiva de este período de protesta fundamentalmente estudiantil se construyó a partir de la primigenia solidaridad con los procesos de descolonización en África, Asia y América Latina. Si bien en un principio fue solidaridad, la entrada de los viejos miembros de la colectividad Subversive Aktion (fundamentalmente de la sección berlinesa del conocido como Anschlag-Gruppe) en el sindicato estudiantil SDS y la propia y cada vez más importante presencia de protestas de estudiantes extranjeros en Alemania Federal, hicieron que este respaldo se convirtiera esencialmente en una proyección teórica de lucha ‍[2]. Es decir, pasó a ser una solidaridad entre las luchas y no una simple expresión de solidaridad con un determinado pueblo a miles de kilómetros de distancia. La imbricación entre la corriente teórica de la Escuela de Frankfurt —fundamentalmente en lo referido a la crítica a la modernidad y el progreso, al triunfo de la razón como elemento sustentador del dominio y al cuestionamiento clave de la subjetividad obrera sustituida ahora por las luchas descolonizadoras en los países del Tercer Mundo— y el movimiento estudiantil del 68 germano, configuró un nuevo marco ideológico-cultural para el desarrollo de la acción colectiva de este movimiento. Así, y dejando a un lado la mera solidaridad retórica que se había concebido hasta entonces, el movimiento del 68 alemán comenzó a reivindicar y a asumir el cambio en la relación de protagonismo en el desarrollo de la lucha revolucionaria por la emancipación. Es decir, en la medida en que la modernidad capitalista habría garantizado el dominio, la cosificación, la explotación y la propia integración sistémica de la subjetividad revolucionaria vista por Marx y Engels, la clase obrera, el nuevo grito del dolor, parafraseando a Adorno, y con él la esperanza de superarlo se emitía desde fuera de los contornos del viejo Estado del bienestar. Esto es, desde los pueblos del Tercer Mundo.

La RAF es una de las muchas herencias del 68 alemán, pero es un fenómeno a su vez radicalmente nuevo. No puede, por tanto, encorsetarse simplemente como resultado del 68, al igual que el 68 no culmina sin más en terrorismo. Sin embargo, es bien cierto que la primera generación de la RAF, aquella generación de militantes fundadora y líder de la organización desde su constitución en 1970 y hasta 1974 ‍[3], estuvo muy marcada por muchas de estas propuestas filosófico-ideológicas de aquel período. Este artículo tiene por objetivo principal resumir estas herencias de aquella primera generación.

II. EL SUJETO REVOLUCIONARIO. ALGUNAS CUESTIONES[Subir]

El 68 no había resuelto una de las cuestiones claves abiertas dramáticamente durante el mismo proceso de lucha: ¿quién debía ser el sujeto revolucionario? Las propuestas de la Escuela de Frankfurt en este sentido concreto, y, más específicamente, la obra de Herbert Marcuse de el Hombre Unidimensional, dieron pie a imaginar una clase obrera, otrora subjetividad revolucionaria, integrada en el sistema capitalista y convertida, de forma paralela, en una especie de aristocracia obrera gracias, en buena medida, al imperialismo occidental. Los estudiantes en su conexión y apoyo a las luchas del Tercer Mundo podían asumir esa entronización subjetiva por un tiempo ‍[4]. Filósofos de la misma escuela como Theodor W. Adorno y Max Horkheimer habían desarrollado obras de gran impacto sobre el movimiento, tales como la Dialéctica de la Ilustración, la Crítica a la razón instrumental o la Dialéctica negativa. En estas tres obras capitales del pensamiento de la época, el cuestionamiento se centró en el desarrollo de la modernidad iniciado a partir del triunfo de la Ilustración y la elevación de un tipo de razón instrumental que habría condenado irremediablemente la naturaleza al interior del mismo sujeto. Con el triunfo de la modernidad, por tanto, se habría elevado un tipo de razón instrumental o pragmática que condenaría a priori cualquier tipo de operación lógica no enmarcada en términos de utilidad en su afán por desmitificar el mundo. Lo que no cabe en términos de racionalidad es desechado como irracional, mítico y barbárico. De esta forma, y de manera general, lo distinto, aquello que no se deja igualar a la identidad ideal de un concepto en la síntesis dialéctica, llega a poder ser pulido, limado y en último término exterminado. Esta es la secuencia que iniciándose en la Ilustración culminaría en Auschwitz.

¿Cómo relacionar esta descripción histórico-filosófica con el plano de la subjetividad y su debate en el 68? La Dialéctica negativa adorniana, que daba el contrapunto a una dialéctica sintética que habría de acabar de forma irremediable en totalitarismo (en el exterminio de la diferencia), señalaba el camino a una fijación subjetiva netamente distinta a una suficientemente pulida subjetividad revolucionaria como la clase obrera. En otro sentido, hacía concebir la subjetividad revolucionaria desde todo lo negado de la historia. El líder estudiantil del 68 germano-occidental y doctorando de Adorno, Hans-Jürgen Krahl, llegó incluso, tal y como ya hicieran por las mismas fechas los filósofos obreristas italianos, a descartar la dialéctica entendiéndola ella misma como un reducto hegeliano inspirador de la catástrofe totalitaria. Tanto Krahl como los obreristas italianos (así como, el historiador, E.P. Thompson) llegaron entonces a considerar la cuestión de la organización espontanea como el elemento esencial en «la constitución de una subjetividad transformadora» ‍[5].

En aquel momento, Krahl imaginó la emergencia del capitalismo tardío como una reformulación general del antagonismo social, ya que bajo el nuevo capitalismo surgiría un nuevo trabajador, un trabajador intelectual, encarnado en su época por los estudiantes. Este hecho, en opinión de Krahl, descartaba las posibilidades de conferir la tradicional escisión realizada por Lenin entre esfera económica y conciencia, ya que el viejo proletariado industrial, aquel al que Lenin deseaba concienciar desde fuera, desde una posición intelectualista tenía ya entre sus compañeros de clase a los propios intelectuales ‍[6]. Esta totalidad antagónica devenida de la nueva fase de las relaciones producción, marcadas por la más absoluta subsunción real del trabajo al capital, solo podría transformarse en una subjetividad (y en el mismo momento en una subjetividad revolucionaria) desde la misma organización de la praxis espontánea, y no desde el desquite de ninguna falsa conciencia que ha de ser mediada desde fuera; desde una vanguardia. Es más, para Krahl, tal como dice Maiso, cuando se refiere en sus escritos al proletariado, «no está refiriéndose a un grupo «dado»» en el orden social existente, sino a un sujeto político aun por constituir, que debe ser el producto del movimiento mismo» ‍[7]. Krahl denuncia así no solo a Lenin, sino a Marx y al propio Adorno (y también a Marcuse, que aun distinguió con su propuesta de clase integrada la idea de la clase en sí y la clase para sí). A Marx le reprochó que:

nunca hubiera articulado la crítica de la economía política como un análisis desmitificador de las formas de falsa conciencia necesariamente inducidas por las relaciones capitalistas […] con el materialismo histórico como un análisis del tempos, condiciones y modos de la lucha de clases […]. La ausencia de mediación entre lo subjetivo y lo objetivo determina la posibilidad de pensar la revolución como un acto de autodeterminación […]. Marx es sencillamente incapaz de indicar y estudiar las condiciones subjetivas de la ruptura revolucionaria ‍[8].

Para Krahl, estas condiciones subjetivas devenían de la organización autodeterminada y autónoma de la lucha, de la actividad crítico-práctica.

Con Adorno, Krahl marcó una serie de divergencias que deben resaltarse. Krahl, lejos de articular la posibilidad a partir de Adorno de asumir un nosotros desde la no-identidad, es decir de pensar una subjetividad basada en la no-identidad como inherentemente dada en la modernidad capitalista, realzó la capacidad de su constitución positiva a partir de la acción

Carlos Altamira ha descrito esta posibilidad subversiva de la dialéctica negativa —que recogerán los autores del Open Marxism— de la siguiente manera: «Se trata de la presencia del sujeto negado en el objeto de negar, donde la relación entre sujeto y objeto no se resuelve mediante un distanciamiento y la separación autónoma [óptica de Krahl y de los obreristas italianos] del sujeto en relación al objeto […] sino mediante la disolución de esa relación», Altamira (

Altamira, C. (2006). Los marxismos de fin de siglo. Buenos Aires: Biblos.

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2018
).

‍[9]
. Tal propuesta de acción —de asunción de una praxis de la teoría crítica—, asumida como estrategia dentro de la Federación Socialista de Estudiantes Alemanes (SDS) a partir de 1967, y con el triunfo de la facción de los antiautoritarios

El triunfo de esta facción accionista antiautoritaria de los estudiantes, que se había gestado desde los tiempos de la vieja organización de la Subversive Aktion, se produjo con la presentación en 1967, en el 22 Congreso del SDS, del programa de Rudi Dutschke y Krahl titulado «La negación exige mentalidad guerrillera». La acción organizada frente a la organización para la acción se presentaba en este sentido como estrategia general de superación de las viejas formaciones del movimiento obrero, que habrían sido convertidas en el capitalismo de la segunda posguerra en meros elementos de estabilización del sistema. En 1964, Dutschke, que militaba en aquella época en la facción berlinesa de la Subversive Aktion, conocida como el Anschlag-Gruppe, señaló que «la madurez revolucionaria no cae de forma natural del cielo, sino que es […] expresión […] de la esclarecedora actividad revolucionaria de la vanguardia […]. La fuerza base de la sociedad futura, la cual es obrada por la vanguardia, puede ser solo parte de esa gente que se experimenta y se entiende a sí misma como sujeto-objeto idéntico». Klimke (

Klimke, M. (2010). The Other Alliance: Student Protest in West Germany and the United States in the Global Sixties. New Jersey: Princeton University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1515/9781400832156

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Dutschke, R. (1964). Das Verhältniss von Theorie und Praxis. Anschlag, 1, 23-27.

agosto de 1964
): 24.

‍[10]
, quienes paralelamente recogían el guante marcusiano de la importancia de la acción de los grupos marginalizados (especialmente la lucha de los pueblos del Tercer Mundo) para llevar a cabo un proceso revolucionario, chocó abiertamente con la renuncia a la praxis de Adorno y de la propia teoría crítica. De forma general, durante el ciclo de protesta del 68 germano el grupo antiautoritario integrado en el SDS trató de hacer efectiva su propuesta de desarrollo de la práctica como elemento que capacitaría casi de forma exclusiva la presencia del antagonismo. Las acciones provocativas, las ocupaciones, las sátiras, las manifestaciones, etc. se convirtieron en la totalidad expresiva del movimiento del 68 germano. Adorno había destacado ya su abdicación a la praxis y al propio accionismo estudiantil en su escrito Notas marginales sobre la teoría y la praxis. En 1969 estos estudiantes habían llegado a ocupar su despacho acusándole de traidor. Adorno afirmó que

en la medida en que el sujeto, la sustancia pensante de los filósofos, es objeto, en la medida en que forma parte del objeto, ya es práctico. La irracionalidad de la praxis [...] reanima infatigablemente la apariencia de la separación absoluta de sujeto y objeto [...]. Esta hostilidad a la teoría se convierte en el punto débil de la praxis [...]. El paso a la praxis sin teoría es motivado por la impotencia objetiva de la teoría y multiplica esta impotencia mediante el aislamiento y la fetichizacion del momento subjetivo del movimiento histórico, de la espontaneidad [...]. La praxis oportuna hoy sería sólo el esfuerzo de salir de la barbarie. [...]. A muchos les parece plausible la excusa que contra la totalidad bárbara ya sólo valen los medios bárbaros [...]. Tras la experiencia del terror nacionalsocialista y estalinista y a la vista de la perduración de la represión totalitaria, lo que hace cincuenta años y durante una fase breve pudo parecerle justo a la esperanza abstracta e ilusoria de un cambio total, la violencia, se ha quedado enredado inextricablmente en lo que habría que cambiar [...]. La dialéctica se echa a perder como sofística en cuanto se concentra de manera pragmatista en el siguiente paso, más allá del cual llega desde hace tiempo el conocimiento de la totalidad ‍[11].

El accionismo, la praxis reivindicada por Marx en las Tesis sobre Feuerbach, era, pues, para Adorno una indeseable solución sintética de la dialéctica; la práctica impedía su crítica, negándose así la misma actividad revolucionaria

Para Adorno, en opinión de Silvia Schwarzböck, «los activistas pensantes (así los llama Adorno: «denkende Aktionisten») proclaman la unidad de teoría y praxis, cuando en realidad ellos mismos marcan la tendencia al predominio de la praxis y a la difamación de la teoría. En Marx, la doctrina de esa unidad estaba animada por la posibilidad presente —ya entonces no realizada— de la acción. La situación de fines de la década de 1960 sería exactamente la contraria: se reclaman acciones en virtud de la imposibilidad de la acción. El problema, de todos modos, empezaría con la decimoprimera tesis sobre Fuerbach. El modo autoritario en que Marx la enuncia indica para Adorno que su autor no estaba demasiado seguro de su contenido. Si bien Marx, en su juventud, había exigido —contra Hegel— la crítica sin excepciones de todo lo existente, en la tesis 11 renegaba de ella. La primacía de la praxis detuvo la crítica iniciada por los jóvenes hegelianos», Schwarzböck (2008): 130.

‍[12]
. Al retomar la vía pragmatista como solución de la contradicción latente frente a la mera reflexividad crítica, se abrían para Adorno nuevamente las posibilidades de una elevación totalitaria, esto es, de formular una síntesis positiva. Aspectos que, poco antes, habían sido criticados arduamente por Adorno en la Dialéctica negativa. En relación directa con este presupuesto, otra de las figuras de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, que había publicado en 1957 la obra Estudiantes y política, consideró que si bien en 1848 un movimiento como el estudiantil podía habérsele llamado «socialismo utópico», en la época post-Auschwitz, este, debido a su irracionalismo y voluntarismo, no podía describírsele sino «como fascismo de izquierda» ‍[13]. Poco antes de este suceso, Habermas y el propio Adorno pidieron que se pusiera fin a la ocupación universitaria del denominado Seminario Espartaquista. Los estudiantes acusaron a los dos filósofos de alguaciles del Estado autoritario, cuando, tras la denuncia de Adorno y Habermas, la policía procedió al desalojo ‍[14].

Tras la muerte de Adorno en agosto de 1969, Krahl le dedicó una dura necrológica, acusándole de estar cohibiendo las potencialidades de su filosofía por la experiencia del miedo al fascismo: «De aquí que no lograra Adorno traducir su pasión privada por el sufrimiento de los condenados de esta tierra en un partidismo organizado de la teoría emancipatoria de los oprimidos». El «terrible pasado» habría obnubilado «la mirada» al viejo teórico, reduciendo su teoría crítica a meras «formas contemplativas» y a la «tradicionalización» de su filosofía ‍[15]. Pero para Adorno, al igual que para el propio Sartre con su dialéctica crítica, el momento de conciliación dialéctica pretendido a partir de la praxis suponía la reducción del antagonismo, la finitud histórica y la inescrutable elevación de la totalidad ‍[16].

III. LA PRIMERA GENERACIÓN DE LA RAF. DEL OBRERISMO ANTIIMPERIALISTA AL FRENTE ANTIIMPERIALISTA[Subir]

Entre 1969 y 1970, tres de las más importantes figuras del debate intelectual del período fallecieron o se retiraron de la primera línea. Adorno murió en 1969. A penas un año después, Krahl, su discípulo y ferviente crítico, fallecía en un accidente de tráfico. En 1968 Dutschke sufrió un grave atentado que lo retiró del liderazgo del movimiento estudiantil. En este contexto, y con la llegada del Partido Socialdemócrata al poder a fines de 1969, el movimiento estudiantil comenzó a declinar. El reflujo del movimiento, que había entrado en una oleada obrerista durante los últimos años frente a la propuesta tercermundista-antiimperialista de los decrecientes antiautoritarios, trajo consigo la formación de nuevas organizaciones políticas de izquierda. Surgieron así los denominados K-Gruppen, que desde la postura de la izquierda radical y el tradicionalismo leninista trataron de ofrecer nuevas alternativas vanguardistas, los colectivos autonomistas y, finalmente, los grupos armados como la Fracción del Ejército Rojo (RAF), que estaba liderada por un grupillo de ciertos sectores marginales y profundamente accionistas del extinto movimiento estudiantil (Andreas Baader o Gudrung Ensslin) y varias figuras de cierto relumbrón intelectualista (Ulrike Meinhof o Horst Mahler).

1. La fase obrerista[Subir]

El análisis de los textos de esta primera generación de militantes de la RAF revela bien a las claras las adherencias ideológicas al respecto de la cuestión subjetiva. En este sentido, los primeros textos de la organización mostraron un inicial momento de apego al obrerismo (más adelante se detallará en qué consistía este) y a un accionismo explícitamente violento inspirado en la teoría foquista

Gierds (

Gierds, B. (2006). Che Guevara, Régis Debray und die Focustheorie. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 182-204). Hamburgo: HIS-Verlag.

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Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.

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): 31. Quizás en cuestiones relativas a la inspiración de la RAF debiera hablarse de guerrilla urbana más que de propuestas inminentemente ruralistas como las que caracterizaron las teorías del foco de Regis Debray, Castro y el Che. La inspiración se debe concretar en los proyectos tupamaros de Uruguay o en los principios de Carlos Marighella. Véase sobre estos aspectos: Bordas, Martínez (

Bordas Martínez, J. (2015). Tupamaros. Derrota militar, metamorfosis política y victoria electoral. Madrid: Dykinson.

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Lamberg, R. (1971). La guerrilla urbana: Condiciones y perspectivas de la «segunda ola» guerrillera. Foro Internacional, 3 (43), 421-443.

1971
): 421-‍443.

‍[17]
. Posiblemente, este obrerismo se debió al giro producido en el propio movimiento de oposición extraparlamentaria en 1969, que a su vez fue resultado del comienzo de una mayor agitación en el seno de las fábricas y a una actividad autonomista de importancia en ciertas ciudades germano-occidentales. Este hecho no equivale a decir que la primera generación de la RAF pueda ser simplemente puesta al mismo nivel que otras organizaciones de extrema izquierda, tales como las Brigadas Rojas italianas, ya que en el caso de la organización germano-occidental la impronta antiimperialista estuvo siempre presente, siendo la asunción definitiva de este principio antiimperialista un hecho decisivo para la misma historia de la organización.

El primer texto de cierto calado de esta primera generación fue el denominado El concepto de la guerrilla urbana, hecho público en abril de 1971. En este escrito se explicitó no solo una evidente solidaridad antiimperialista (calificando ya a la República Federal como una metrópoli), sino la aceptación de los métodos dados en dichas luchas como vías a adoptar en países como la República Federal. El accionismo de las luchas estudiantiles no fue tanto reverenciado como elemento a partir del cual pensar una formación subjetiva desde el movimiento (opción de Krahl y de los autonomistas italianos), sino como la única vía para capacitar la formación de una vanguardia a partir de la cual poder desintegrar (desalienar) a la clase obrera. En este sentido, hay un iniciático planteamiento esquemáticamente marcusiano. Las luchas de los considerados «frentes periféricos» (los grupos marginalizados) motivarían y excitarían la lucha del «frente principal». Esto es, la lucha de la clase obrera. Los estudiantes son vistos así por la RAF, y al modo gramsciano, como un intelectual colectivo el cual, inspirado en la solidaridad con el Tercer Mundo y con las formas de la acción de lucha internacional, abría las posibilidades, mediante la praxis, de la conversión del proletariado en clase para sí. Es decir, de capacitar su concienciación a partir de la acción.

Desde las facciones antiautoritarias del movimiento estudiantil las luchas del Tercer Mundo se habían observado como vías netamente superadoras del esquematismo de la clase obrera como subjetividad dada y subjetividad revolucionaria; la existencia del Tercer Mundo era la evidencia del antagonismo dentro del sistema mundo. Sus acciones inspiradas en el antiimperialismo no se comprendían solamente como una vía de desintegración de la clase obrera, sino como un momento constitutivo de una subjetividad diferente, polimórfica, basada en la composición unitaria a partir de la acción de las demandas del común y la destrucción de las bases de desigualdad entre las poblaciones del mundo (la desintegración de la clase desde la eliminación de las causas que provocan su aristocratización: el imperialismo). Para la RAF de la primera generación, y en este texto concreto, tal disquisición es aún demasiado avanzada. Según la organización armada el movimiento estudiantil fracasó no tanto por no hacer presente esa constitución subjetiva, sino por no llevar a cabo una praxis que tuviera posibilidades de ampliar la lucha al campo obrero. El origen pequeño burgués del movimiento estudiantil habría tenido la culpa de esta insuficiencia:

El movimiento estudiantil se vino abajo cuando su forma de organización específicamente estudiantil/pequeño burguesa, el «campo antiautoritario», se demostró incapaz de desarrollar una práctica adecuada en cuanto a sus objetivos, porque no podía producirse una ampliación de su espontaneidad ni hacia las empresas ni en una guerrilla urbana capaz ni en una organización socialista de masas. Se vino abajo cuando la chispa del movimiento estudiantil —a diferencia de Italia o Francia- no se convirtió en el incendio de la pradera de las luchas de clases ampliadas.

Añadió además que al no ser los estudiantes «el sujeto revolucionario, no podía permitirse la mediación organizativa». La praxis y la praxis armada como factor de diferenciación con respecto a los estudiantes y los K-Gruppen se volvían de manera incuestionable en un símbolo que ejemplificaba el camino que debían seguir los trabajadores. La práctica se elevaba al mismo tiempo que se descartaban las lecturas. De esta forma, y siguiendo los derroteros propraxis de Krahl, la RAF señaló que «sin práctica la lectura del Capital no es más que estudio burgués» ‍[18].

En el siguiente texto teórico, conocido como La lucha armada en Europa Occidental

Este texto fue traducido por Pedro Madrigal al castellano y publicado en 1981 por la editorial Icaria bajo el título El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lucha armada (ver nota completa en el listado de referencias). Para el presente artículo se ha optado por usar dicha traducción.

‍[19]
, la RAF estableció la necesidad de la lucha armada tras constatar la imposibilidad de culminar en un sentido revolucionario las huelgas salvajes y las ocupaciones de fábricas acaecidas en Francia e Italia. La violencia como práctica extremada se imaginaba no tanto como un factor para la constitución de la subjetividad desde la experiencia del dolor, esto es, a partir de la represión que el Estado ejercería contra la población tras la práctica armada de oposición, sino como una vía de concienciación de una subjetividad ya formada. La clase obrera era invariablemente el sujeto revolucionario al que mediante la violencia había que, por un lado, mostrarle su potencialidad de transformación y, por el otro, hacer constar su posición como víctima del sistema. La violencia de la RAF se inspiraba pues en dos variables: debía ejemplificar la potencialidad práctica de la clase obrera, desvelar el sueño onírico latente de esta clase por socavar las bases del domino (y expresado a menudo en sus formas racistas y protoviolentas) y, a su vez, motivar la reacción, la represión del Estado contra esta misma clase (que a partir de la experiencia de la violencia estatal comprendería las mismas acciones de la RAF y su posición misma como agente explotado). Ambos aspectos ayudarían, por tanto, a desintegrar a la clase obrera germano-occidental y a organizar su resistencia partisana, eliminando el superyó burgués inserto entre los trabajadores ‍[20]. La guerrilla urbana propugnada por la RAF fijó en aquel momento entre sus objetivos a ciertos funcionarios del Estado como jueces, fiscales y maestros de escuela, quienes respectivamente sostendrían la legislación antiproletaria y «el funcionamiento de la fábrica formativa»

Ibid.: 70.

‍[21]
.

Precisamente a tenor de la cuestión estudiantil, la RAF marcó un salto importante en su análisis, ya que pasó de considerar al estudiantado parte de la pequeña burguesía a ver en él un sector poblacional en fase de proletarización

Ibid.: 44-45.

‍[22]
. Tal y como ya hicieran Krahl y los autonomistas italianos, la RAF se inspiró en los Grundisse de Marx para constatar la emergencia del trabajador intelectual, afirmando además que «la clase obrera la industrial [...] irá perdiendo poco a poco su coherencia preorganizativa, dada por el hecho de la existencia de una masa de grandes ejércitos de trabajadores bajo el mando único de un empresario [...]. Expresión inevitable de esta evolución de las cosas es el desclasamiento del trabajador industrial manual en la misma organización política de los trabajadores»

Ibid.: 112.

‍[23]
.

La organización, por tanto, avanzó desde su propuesta esquemática sobre la clase obrera (industrial) integrada, asumiendo de forma paralela las propuestas en torno a la formación del general intellect. Los estudiantes no eran ya una simple intelligentsia marxista errada en sus métodos de lucha, sino una clase obrera en potencia que manifestaba, en su inserción progresiva en el proceso productivo tardocapitalista, su descontento. Sin embargo, ante esta evidencia la RAF no extrajo las mismas conclusiones que los filósofos autonomistas italianos: que, dada la elevación de una nueva clase obrera intelectual, no era necesaria ya la mediación vanguardista en el proceso de lucha. La propuesta de vanguardia hecha por la RAF era, no obstante, y en líneas generales, entendida a partir de la concepción de Rosa Luxemburgo como una organización constituida no tanto para preceder y proceder a la lucha, sino como una organización constituida desde la misma lucha. La RAF debía promover estas luchas, ejemplificarlas a partir de la violencia para lograr «un revolucionamiento entre las masas» y organizar desde este punto la futura vanguardia

Ibid.: 116. Pese a ello, la revista anarquista Agit-883 publicó en diciembre de 1971 un artículo bastante duro en donde se argumentaba que la RAF había acabado asumiendo los principios organizativos leninianos, descartando así la posibilidad de la autoorganización obrera, lo cual, en esencia, los desconectaba del movimiento antiautoritario. En: «Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren», Agit-883,

Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren (1971). Agit 883, 6-12-1971. Disponible en: https://bit.ly/3qLRHJq

6-12-1971
.

‍[24]
.

Como ha indicado Jens Benicke, los primeros textos teóricos de la RAF marcaron una tendencia que buscaba superar la raíz del movimiento antiautoritario, atravesado por la teoría crítica, a partir fundamentalmente de las lecturas de Marx, Lenin y Mao. De estos tres autores extrajeron los primeros militantes de la organización la necesidad de la acción. Esta, al modo sartreano, se revelaba como la asunción de una responsabilidad ante el mundo circundante; la admisión de la libertad incondicionada. La herencia antiautoritaria, con lo propio de la escuela frankfurtiana y las críticas a la misma (Krahl)

Y de la misma escuela de la autonomía obrera italiana.

‍[25]
, quedó no obstante plasmada en la misma necesidad de la acción (Krahl), en la proyección de clase integrada para referirse a la clase obrera industrial (Marcuse) y en la concepción general del estudiantado como elemento disruptivo de la nueva fase de desarrollo de las relaciones de producción.

Siguiendo a Benicke puede indicarse que la RAF marcó en estos primeros textos, y a través de las ideas anteriores, una línea disruptiva al respecto de otros grupos obreristas que cayeron en la tradicional concepción vanguardista:

La RAF, aunque determina como sujeto revolucionario al proletariado, no tiene como factor prioritario la organización de la clase trabajadora alemana tal y como podía ocurrir al respecto de los K-Gruppen. La RAF es pues de la opinión de que [la clase trabajadora] se halla integrada en el sistema a través de la manipulación de la clase dirigente y sus medios, y que solo por medio de acciones ejemplificadoras y generadoras de conciencia [bewußtseinsschaffende Aktionen] puede ser recobrada ‍[26].

La organización fue atacada, consiguientemente, por los K-Gruppen, para quienes la RAF habría asumido el precepto frankfurtiano de clase integrada ‍[27].

2. El giro antiimperialista[Subir]

El distanciamiento con respecto a los K-Gruppen vino aumentado por el giro tercermundistia-antiimperialista experimentado por la RAF a partir de 1972. En este sentido, la RAF, que había iniciado su andadura siendo una organización que buscaba la desintegración de la clase a partir de una praxis antiimperialista, comenzó, a partir de su texto teórico de mayo de 1972 Servir al pueblo. Guerrilla urbana y lucha de clases a verse como un colectivo en apoyo directo a las luchas antiimperialistas del Tercer Mundo desde la considerada metrópoli. Es decir, desde la República Federal de Alemania. A partir de la lucha contra el imperialismo, la RAF esperaba, desde el mismo centro de ese poder imperial, lograr arrasar el proyecto reformista de la socialdemocracia y los sindicatos germano occidentales, y la principal causa de la integración de la clase obrera alemana en el sistema: su proceso de aristocratización ‍[28]. Un proceso este, por tanto, devenido de la simultaneidad de una diplomacia germano-occidental proclive al imperialismo y de una política interior relativamente expansiva en el ámbito social ‍[29]. La RAF, haciéndose eco de la propia división de clase por motivos de origen en el interior de Alemania Federal, expuso además que

las Leyes de Núremberg no están hoy en vigencia. Sí parecen estar vigor por el contrario las normas contra los estudiantes iraníes, contra los trabajadores griegos, turcos, españoles, que llegan de países con regímenes fascistas. Las multinacionales sacan provecho de la presencia del fascismo en estos países, establecen aquí [en la RFA] a los trabajadores que el fascismo allí les ofrece. Éstos escapan de la presión de una pena de muerte […] ‍[30].

La RAF señaló, por tanto, que la inmigración obrera a Alemania Federal era sustentada y provocada por las grandes multinacionales germano-occidentales. Estas, mediante su instalación y apoyo armado a los regímenes fascistas de la periferia del sistema mundo, se proveían no solo de mano de obra barata in situ, sino que provocaban una emigración por motivación política y económica, la cual era, al mismo tiempo, aprovechada en el centro capitalista a través de la división de clase

Ibid.: 127.

‍[31]
. Tal segmentación era una vía posible para la aristocratización de la clase oriunda, pero invariablemente también un camino de presión sobre el conjunto del salario: «La presión sobre el salario, la reducción de una parte de su coste en la producción, es logrado por el aprovechamiento del reducido nivel salarial en el extranjero, a través de los trabajadores inmigrados a Alemania (Gastarbeiter), a través de las inversiones interiores […]»

Ibid.: 120.

‍[32]
.

Ante esta perspectiva general, la RAF pedía a las izquierdas del país el dejar a un lado las disquisiciones entorno a la política nacional para centrarse en dinámicas de lucha internacional; «el hecho de pensar que la clase obrera germano occidental y Berlín occidental solo puedan pensar de acuerdo a una perspectiva nacional, no tiene en cuenta que el capital internacional piensa y actúa de forma internacional». Una izquierda así, ahondaría en la división y no aspiraría en ningún caso a hacer comprender a la clase obrera la realidad del capitalismo

Ibid.: 115.

‍[33]
. Es más, la RAF aseguraría que había que hacer constar que con la elevación de un modelo de producción posfordista y la consiguiente producción periférica se limitaban los alcances de cualquier protesta obrera en la metrópoli. La existencia de ingentes cantidades de obreros en la periferia del sistema reducía cualquier posibilidad de éxito de una huelga por la mejora salarial en la metrópoli: «Mientras los trabajadores ponen todo en juego, para el capital solo es una parte del juego»

Ibid.: 121.

‍[34]
. Asimismo, la organización destacó la emergencia de las nuevas luchas autónomas, asamblearias y vecinales, de huelgas protagonizadas por la clase multicultural alemana

Siguiendo a Mario Neumann y Sandro Mezzadra, se usa el concepto de «multicultural» para hacer referencia a una composición de la clase basada, y de manera amplia en la Alemania Federal, en trabajadores inmigrados. Esta clase, destacada por la RAF, comenzó a ser la protagonista, a partir de los años setenta de los conflictos huelguísticos espontáneos desarrollados en los entornos industriales más importantes del país germano occidental. Véase: Mezzadra y Neumann (

Mezzadra, S. y Neumann, M. (2019). Clase y diversidad. Sin trampas. Iruñea-Pamplona: Katakrak.

2019
): 57-‍58; Birke (

Birke, P. (2010). 60 Pfennig nicht genug. Muss eine Mark. Wilde Streiks und Gewerkschaften in der Bundesrepublik, 1967-1973. Manuskript d. Vortrages zur Konferenz, 1968 und die Arbeiter. Ein europäischer Vergleich. DGB-Bildungszentrum.

2010
).

‍[35]
, y reiteró su compromiso por la construcción de la guerrilla frente al repliegue del sistema y las propuestas reformistas.

Un mes después de aquel texto, la RAF, que en el primero de sus escritos teóricos había fijado su enemistad más preponderante con el empresariado y con los extractos más importantes del funcionariado del Estado capitalista, comenzó, motivada por su propio giro tercermundista, a realizar una serie de atentados contra las bases militares norteamericanas en la República Federal; sería la conocida como Ofensiva de Mayo. En esta ofensiva, y como reducto de su teoría iniciática, también se atacó a jueces y a la sede del grupo editorial Springer en Hamburgo.

Se dibujaba, no obstante, en la RAF, y a partir de este momento, la elaboración de una nueva filosofía de la historia que confería a la República Federal un papel subordinado frente a la política imperialista del líder del mundo capitalista, los Estados Unidos ‍[36]. En estos Estados subalternos del poder norteamericano se implantarían las bases que permitían el desarrollo de las ofensivas imperialistas contra países como Vietnam

Dicha filosofía de la historia estructurada por la primera generación de militantes tuvo su representación más acabada quizás con el texto Fragmentos de Aclaración de la Cuestión y en su apartado de «Historia de la RFA» (también conocido como «Vieja historia de la izquierda en la RFA»).

‍[37]
. En el primero de sus escritos explicando el atentado contra una base en Frankfurt, el 14 de mayo de 1972, la RAF indicó que la RFA no iba a ser por más tiempo un «hinterland seguro para los estrategas del exterminio en Vietnam»

Anschlag auf das Hauptquartier der US-Army in Frankfurt/M (1972) en Hoffmann (

Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.

1997
): 145.

‍[38]
. Igualmente, la organización reclamó a cualquier camarada que hiciera de las bases norteamericanas un objetivo.

Desde esta adopción del paradigma antiimperialista, el grupo se desligó progresivamente de la fijación subjetiva en la clase obrera para centrarse en una dinámica que ponía el acento en la lucha entre pueblos imperialistas y pueblos sometidos al imperialismo. De manera lógica, esta lucha general y prioritaria tenía una confluencia en las propias dinámicas de la lucha de clases dentro de la RFA. Pero para la RAF, comenzó a ser evidente que sin la resolución victoriosa a escala internacional de los pueblos del Tercer Mundo, cualquier lucha por la emancipación en la RFA resultaba una confrontación baldía. La lógica de la RAF era pues la siguiente: la escala nacional de la lucha de clases debe ponerse en cuestión si esta se ve subvertida por las dinámicas internacionales del capital internacional y del propio Estado nacional al servicio de este primero. La vía de la deslocalización para el logro del abaratamiento del trabajo, el incentivo al flujo de trabajadores de la periferia al centro y el apoyo militar del centro a la periferia como garantía de manutención de las dos primeras medidas, serían, en efecto, influjos directos sobre las relaciones de producción en la misma metrópoli. De manera consecuente, la RAF entendió que la única forma de comenzar cualquier lucha emancipadora en la RFA era la de hacer posible la victoria de los pueblos del Tercer Mundo, ya que la victoria de estos ayudaría a quebrar la nueva dinámica abierta por el capitalismo en su fase posfordista.

En septiembre del año 1972, el grupo proliberación de palestina, Septiembre Negro, realizó durante los Juegos Olímpicos de Múnich una acción de secuestro contra los deportistas israelíes alojados en la villa olímpica. La acción, que buscaba la liberación de varios centenares de presos palestinos y de los miembros más descollantes de la RAF, Ulrike Meinhof y Andreas Baader (detenidos en junio), se saldó con el asesinato de once atletas de la delegación israelí y con el monumental fracaso de la operación de rescate policial orquestada por el Gobierno Federal alemán. Ulrike Meinhof, presa en el penal de Ossendorf (Colonia), escribió entonces desde su celda un texto que vino a afianzar las propuestas antiimperialistas y que fue publicado sin ser discutido por otros líderes de la organización, que más tarde se distanciarían de él ‍[39]. El escrito se tituló La acción del Septiembre Negro en Múnich. Hacia la estrategia de lucha antiimperialista, y se hizo público en noviembre de 1972. En opinión de Stefan Schweizer, «el escrito de Meinhof no se encontraba ya entre los márgenes del marxismo-leninismo. Por tal motivo puede hablarse, en cierto modo, de un viraje subjetivista desde el marxismo-leninismo y, desde allí, hacia la Escuela de Frankfurt. Este giro se llevaría a término con la segunda y tercera generación de la RAF» ‍[40].

La operación del Septiembre Negro fue reverenciada por Meinhof, que describió la acción simultáneamente como antiimperialista y antifascista. La acción, que habría puesto en evidencia la escasa voluntad revolucionaria en el interior de la República Federal ‍[41], se había producido, en primer lugar, contra un país considerado por Meinhof como una potencia imperialista, Israel, y en el interior de una potencia metropolitana, la Alemania Federal. Por ello, la operación del grupo palestino fue considerada por la otrora periodista como un ejemplo de la lucha en favor de la liberación del Tercer Mundo desde el centro imperialista: «Septiembre Negro ha llevado su guerra desde la periferia árabe del imperialismo a su mismo centro. Y el centro significa: el centro del consorcio internacional, en el cual domina el mercado, en el cual la ley económica define el desarrollo político, militar, tecnológico del país [...] centro significa: Estados Unidos, Japón y la Europa Occidental bajo el liderazgo de la RFA»

Ibid.: 153.

‍[42]
.

En opinión de Wolfgang Kraushaar, Meinhof efectuaba, a través de su texto y sus propias declaraciones —como testigo en el juicio contra Mahler, realizadas en diciembre de ese mismo año— una recomposición general de su ataque contra Israel, excluyendo la posibilidad de ser atacada como antisemita. Para Meinhof —en línea con lo expresado por Žižek— Auschwitz no representaba más que la articulación ideológica de un pensamiento onírico latente, el momento utópico anticapitalista. Los judíos eran convertidos en los Geldjuden (algo así como «judíos adinerados») y el Holocausto era visto como una deformación ideológica de un genuino anticapitalismo

Žižek (

Žižek, S. (2008). En defensa de la intolerancia. Madrid: Sequitur.

2008
): 20-‍21. No deja de resultar algo irónico que Meinhof tuviera una posición tan tajante a este respecto, ya que como contaba Renate Riemeck —amiga de la madre de Meinhof y tras la muerte de esta, tutora e influencia intelectual de la futura periodista—, Meinhof recibió un fuerte impacto emocional cuando su madrina, judía y experta en literatura, Grete Ulrich, fue deportada al gueto de Theresienstadt. Véase: Lehto-Bleckert (

Lehto-Bleckert, K. (2010). Ulrike Meinhof, 1934-1976. Ihr Weg zur Terroristin. Marburg: Tectum.

2010
): 136; Prinz (

Prinz, A. (2003). Lieber wütend als traurig. Die Lebensgeschichte der Ulrike Marie Meinhof. Weinheim; Basel; Berlin: Beltz.

2003
): 43; Röhl (

Röhl, B. (2006). So macht Kommunismus Spaß: Ulrike Meinhof, Klaus Rainer Röhl und die Akte Konkret. München: Heyne.

2006
).

‍[43]
. El objetivo de Meinhof habría sido aquí, en opinión de Kraushaar, desculpabilizar «a los alemanes como colectivo nacional» ‍[44]. En este sentido, la lucha contra Israel y los israelíes no era solo legítima (incluso para los alemanes), sino una articulación coherentemente anticapitalista y, sobre todo, antiimperialista. A los efectos, Meinhof reclamaba la posibilidad de razonar la contingencia histórica del pueblo alemán, preguntándose qué habría sido de este pueblo de articular de una manera distinta los anhelos emancipatorios contra el dominio que finalmente fueron instrumentalizados por el nacionalsocialismo

Como ha destacado Jens-Christian Wagner, el trabajo forzoso establecido en los campos nazis sólo capacitaba una depuración de los pecados políticos, pero no así una «mejora» de los prisioneros «raciales». Aunque oficiosamente el trabajo los reeducaría (Arbeit macht Frei), en realidad de este solo se obtenía un final: el exterminio. El trabajo forzoso, aunque no formara parte de un programa de exterminio establecido antes de la guerra, era, en este grupo racializado, ciertamente calificable como exterminio a partir del trabajo (annihilation through labour). De esta disparidad de la significación del trabajo se obtiene, de seguir la interpretación de Meinhof, que el trabajo forzoso en los campos servía para hacer constar a los izquierdistas todo el poder del dominio capitalista y a su vez obtener una resolución capitalista al propio capitalismo: el exterminio del símbolo de su usura congénita (

Wagner, J. C. (2010). Work and extermination in the concentration camps. En J. Caplan y N. Wachsmann (eds.). Concentration Camps in Nazi Germany. The New Histories (pp. 127-148). London; New York: Routledge.

Wagner, 2010
): 131, 140-‍141.

‍[45]
.

Meinhof, en la misma línea del texto Servir al pueblo, presentó a las multinacionales como un poder protegido por los regímenes dictatoriales presentes en la periferia del sistema, a los cuales, y desde el centro, se venderían armas y tecnología encaminada a reprimir los procesos de liberación popular-nacional dados en aquellos países. Por tanto, el comienzo de toda posibilidad de emancipación social mundial se iniciaba allí, pues era en ese núcleo de la producción capitalista donde se determinaban la totalidad de las relaciones de producción. En este sentido, la periodista criticó lo que denominó el oportunismo de la izquierda en la Alemania Federal, al no concebir la posibilidad de abrir la lógica revolucionaria desde el eslabón periférico. Meinhof reclamó recordar a estas izquierdas el precepto leniniano de la «aristocracia obrera», asumiendo ya de forma evidente que el grito de dolor constitutivo de la subjetividad desde la perspectiva adorniana se oía desgarradamente no solo, pero si más nítidamente, en los países del Tercer Mundo. De la asunción constitutiva de lo negado, del desquite de todo lo afirmado por el régimen satelizado de turno para componer el sujeto periférico ideal, se componía así un nosotros en negativo

John Holloway definió este sujeto como sigue: «nosotros somos la no-identidad. La fuerza que rebasa, la fuerza que contradice toda identificación, la fuerza que desborda es la subjetividad, nosotros». En Holloway (

Holloway, J. (2007) ¿Por qué Adorno? En J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler (coords.). Negatividad y Revolución (pp. 11-16). Buenos Aires: Herramienta.

2007
): 13.

‍[46]
. El actor de la posible emancipación fue aquí ya trasladado parcialmente por Meinhof. En relación con ello, la de Oldemburgo confirió, criticando a Oskar Negt, la lucha de la RAF, y por extensión la de todas las izquierdas germano-occidentales, como una lucha inminentemente solidaria. Esta solidaridad no debía resolverse como una actitud de apoyo simple a un pueblo sometido al imperialismo. La solidaridad se mostraba en la conexión de las luchas entre «los empobrecidos de aquí y de allí» ‍[47]. Meinhof, desde esta perspectiva doble de conferir la no culpabilidad del pueblo alemán en los crímenes del nazismo y en la lucha solidaria de los sometidos del centro y de la periferia, vio la posibilidad de abrir una nueva subjetividad en el centro:

El sistema en la metrópoli ha logrado hundir de tal forma a las masas en la mierda que esta parece haber perdido el sentido de su situación de explotación y opresión, como mero objeto del sistema imperialista [...]. El sujeto revolucionario en la metrópoli es la gente que se pasa 24h al día bajo el Diktat [...]. Si los pueblos del Tercer Mundo son la vanguardia de la revolución antiimperialista, esto significa: que ella es de manera objetiva la gran esperanza de la gente de la metrópoli para su propia liberación, esa es nuestra tarea: crear la unidad entre las luchas emancipadoras de los pueblos del Tercer Mundo y la nostalgia por la emancipación allí donde emerja en la metrópoli: en las escuelas, en las Hochschulen, en las fábricas…

Ibid.: 166-167.

‍[48]

Pese a sus explicaciones, la periodista no fijó de manera evidente la subjetividad revolucionaria metropolitana como derivada del dolor propio (principal reproche de Negt). El sujeto metropolitano, según Meinhof, ya era incluso incapaz de pensar en su proceso de alienación, del cual, a su vez, extraía la única posibilidad de su felicidad a través del mero entretenimiento y el consumo de la cultura de masas. El Tercer Mundo, posiblemente como ya se hiciera en el movimiento del 68, representaba no solo un lugar ejemplificador para las acciones armadas y el lugar de inicio de la lucha de clases internacional, sino un espacio para pensar la regresión anhelante del sujeto metropolitano. Es decir, el Tercer Mundo representaba un territorio de inspiración para el regreso a la vida comunitaria en una metrópoli arrasada por la modernidad (de la cual era hijo el sujeto cosificado) y, a su vez, un tiempo que detenía el progreso que había engendrado Auschwitz. La lucha de liberación nacional de los pueblos sometidos al imperialismo, se observaba, por tanto, desde la óptica frankfurtiana de la que bebía Meinhof, y en relación a la cuestión subjetiva, como una imagen dialéctica. Una imagen que era desiderativa, la expresión del inconsciente colectivo la cual no anhelaba un mero pasado anticuado, sino la reivindicación de una prehistoria sin clases. Las luchas de los pueblos sometidos al imperialismo serían, así, «cristalizaciones objetivas del movimiento histórico» ‍[49]. La imagen que, a decir de Luís Ignacio García, representaba, en su interseccionalidad de temporalidades, el tránsito del mito a la utopía y que era esencialmente el mismo rompimiento del continuum histórico ‍[50]. El fin de la temporalidad abstracta de la ensoñación capitalista. Una temporalidad rota por un tiempo nuevo, un tiempo-ahora, que era la posibilidad de llegar a un tiempo mesiánico. Las luchas periféricas eran vistas por tanto como luchas que desde el presente permitían esa apertura hacia la recuperación de la ruina dejada por la pretensión ilustrada de la elevación subjetiva. Eran el rechazo temprano a esa formación del sujeto moderno en la periferia del sistema. La RAF debía, por tanto, coparticipar de esa lucha a fin de hacer llegar ese rechazo a una subjetividad metropolitana subsumida definitivamente a los únicos elementos que la hacían aliviar: «el consumo de masas y los mass media» ‍[51]. A decir de Schwarzböck, tales elementos componían una felicidad paradójica, una vía momentánea de escape, de «pérdida de control» a partir de experiencias «que en última instancia siguen el modelo de la embriaguez o la hipnosis» y que, una vez consumidos, cosificaban aún más al sujeto ‍[52]. La acción antiimperialista de la RAF debía, pues, atacar también las bases de esta manipulación sistémica, a fin de revelar a las masas la realidad horrorosa del sistema ‍[53].

En 1973, los líderes más importantes de la primera generación de la RAF comenzaron a realizar sucesivas huelgas de hambre desde su encierro. Leith Passmore o el propio Kraushaar han indicado que los presos y organizaciones afines tales como la Rote Hilfe (Socorro Rojo) o los «comités contra la tortura de los presos políticos en la RFA» iniciaron un proceso progresivo de mimetización de su situación penitenciaria con la vivida por los judíos en los campos nazis

Kraushaar (

Kraushaar, W. (2006). Antizionismus als Trojanisches Pferd. Zur antisemitischen Dimension in den Kooperationen von Tupamaros West-Berlin, RAF und RZ mit den Palästinensern. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 676-695). Hamburgo: HIS-Verlag.

2006
): 694. Significativamente, un boletín editado por esta última de las organizaciones llevó el título de «La lucha contra el encarcelamiento exterminativo» (Der Kampf gegen die Vernichtungshaft, Komitees gegen Folter an politischen Gefangenen in der BRD).

‍[54]
. Los textos de la RAF de la época comenzaron, por ejemplo, a utilizar el término exterminio (Vernichtung) para referirse a sus condiciones de aislamiento en las cárceles y, de modo general, para explicar cuál era el final de todo aquel que osara revelarse contra el sistema. El 8 de mayo de 1973, los presos de la primera generación de la RAF emitieron un comunicado en el que volvían a declararse en huelga de hambre e indicaban:

Hundirse [morir] o nadar. Esa es la ley del sistema. Con ella se hace el beneficio. Cada niño, cada mujer, cada hombre, todos amenazados, acojonados [eingeschüchtert], paralizados, machacados para su escarmiento. Toda alternativa en el sistema tiene reservada una putada: o vivir bajo las condiciones del capital o morirse de hambre, ser un andrajoso marginal o suicidarse [...]. Quien no alimenta esta alternativa, quien tras 10 o 15 años no interioriza esta adaptación a la socialización en los procesos de explotación del capital, quien tenga aún la cabeza llena de pájaros, la protesta en el pico y la resistencia en los músculos [...] será un enfermo [...], el cual será criminalizado o se le calificará lisa y llanamente loco [...]. Cuanto más fuerte es el pueblo y más agita la moral del sistema, el concepto de propiedad y la crisis actual, cuando la cuestión de la nación armada no sea mera música pretérita, sino materialmente presente, entonces más importantes se revelan las cárceles, cuya racionalidad ha estado siempre y está directamente dirigida a aterrorizar de forma abierta al proletariado —a exterminar [vernichten]—. En su extremo esto fueron Treblinka, Majdanek o Sobibor [...]. Las cárceles y los campos de exterminio respectivamente como penúltimas y últimas medidas contra todo tipo de resistencia ‍[55].

A decir de Passmore, durante la época se produce, en este sentido, una mutación del término imperialismo. Así, si bien «en los primeros textos de la RAF, el imperialismo fue un término vago utilizado para referirse a menudo a las acciones de EE. UU. en Vietnam, siendo el término antiimperialismo intercambiable por el de antiamericanismo. En prisión, Meinhof desarrolló su propio significado del concepto a partir del trabajo del científico social Dieter Senghaas» ‍[56]. El imperialismo alcanzaría ahora una significación corporal a partir del que los individuos y la individualidad misma era pulida o simplemente exterminada. Cuando Ulrike Meinhof murió en el penal de Stammheim (en mayo de 1976), uno de sus compañeros de filas, el también preso de la RAF Jan-Carl Raspe, señaló en una declaración que Meinhof había sido ejecutada, asumiendo que su «asesinato está en la misma línea de todos los intentos de solución emprendidos por el Estado en los últimos seis años: aniquilamiento, físico y moral, de la RAF, teniendo como objetivo a todos los grupos guerrilleros de la República Federal, para los que Ulrike ha desempeñado una función ideológica esencial» ‍[57].

La visualización de la lógica del exterminio en un país como la RFA, considerado imperialista y, a su vez, títere de la estrategia imperialista global de los Estados Unidos, seguía aquí nuevamente una proyección frankfurtiana que ya había sido asumida por los estudiantes durante el ciclo del 68. Estos se habían considerado una minoría, una subjetividad en negativo constituida de las luchas y en la reivindicación de una naturaleza que idealmente debían (auto-)reprimir si querían integrarse como sujetos —cosificados— del sistema

Como ha indicado Schwarzböck (

Schwarzböck, S. (2008). Adorno y lo político. Buenos Aires: Prometeo.

2008
): 113, Adorno en 1967, y en uno de las pocas manifestaciones a favor del movimiento estudiantil, indicó precisamente que los estudiantes habían pasado a ocupar el lugar de los judíos en la nueva Alemania.

‍[58]
. Era, en definitiva, un rechazo al proceso racional de abstracción sistémico a partir del cual el Estado (el Ulises de la Dialéctica de la Ilustración) y el modo de producción capitalista buscaban la reducción de la pluralidad sensible a la identidad ideal del concepto ‍[59]. Toda resistencia a ese proceso de abstracción, de reducción de la pluralidad, sería combatida sistémicamente, llegando a la propia producción del exterminio.

Cabe señalar una última particularidad a tenor de la discusión subjetiva en el seno de la RAF. Las antes referenciadas huelgas de hambre de los presos pueden ser interpretables no desde una simple lógica exterminativa, que se derivaría más propiamente de las medidas carcelarias como el aislamiento y la alimentación forzosa, sino desde una perspectiva combatiente. Como señaló Adorno, en los campos de concentración ya no hay «una muerte del individuo», sino del «ejemplar» ‍[60]. En este sentido concreto, el propio Adorno había indicado que la elevación del sujeto era consustancial al miedo a la muerte. Es decir, el yo se elevaba del propio descentre de la relación mimética entre el sujeto-objeto, poniéndose consiguientemente la autoconservación por encima de la posibilidad de experimentar las propias pasiones que, incondicionalmente, traían la posibilidad de morir. El movimiento estudiantil del 68, o parte de él, habría resuelto la posibilidad de retomar esas pasiones (de recentralizar la relación) desde una alternativa que caía en los mismos errores de la felicidad paradójica que criticaba. En vez de consumo de mass media, experimentación con sustancias estupefacientes ‍[61]. La única posibilidad de retomar la relación genuina, es decir, la posibilidad del logro pre o postsubjetivo, del cual se desprendería la felicidad auténtica, sería la pérdida del miedo a la muerte. Es decir, la superación de vínculo del yo con la idea de la autoconservación. Esta idea es la que se desprendía de la huelga de hambre emprendida por el preso de la RAF, Holger Meins. El masoquismo, el dejarse ir deliberadamente, como la evidencia de la superación de la condición subjetiva impuesta por el poder y la recentralización de la relación entre el hombre y la naturaleza. Cinco días antes de su muerte, Meins expresó elocuentemente en una carta dirigida a un compañero que deseaba poner fin a su huelga de hambre:

Si tú nos abandonas, eres un cerdo que divide y nos aíslas para sobrevivir [...]. Si tú no continúas la huelga de hambre con nosotros, sería mejor y más honesto si dijeras (si tu aún conoces lo que es la honestidad): «Yo vivo. Abajo la RAF. Viva el sistema de los cerdos» [...]. La victoria o la muerte, dicen las gentes de todas partes. Este es el lenguaje de la guerrilla —también de su reducida dimensión por estos lares: es decir, con la vida se está tanto como con la muerte—. Los hombres (como nosotros) que se resisten a finalizar su lucha, o vencen o mueren, en lugar de perder o morir [...]. El revolucionario en la lucha expresa todo el amor por la vida, despreciando así la muerte ‍[62].

Muy oportunamente, el filósofo Christoph Türcke ha destacado que esta adscripción al martirio de la RAF, la asunción del precepto «luchar hasta la muerte», era una virtud burguesa inserta ya en un movimiento antiautoritario y en todo el movimiento del 68, que se destacaba por tratar de eliminar los elementos de autoridad, firmeza o compromiso ‍[63]. Esta contradicción no puede sino comprenderse desde la consideración del movimiento del 68 como un movimiento atravesado por el componente del romanticismo revolucionario. Componente que, como ha indicado Michael Löwy, se sustentaba, en parte, en las lecturas de Walter Benjamin y Marc Bloch. Para este marxismo, adjetivado como mesiánico por Dominico Losurdo, el futuro emancipado se componía de los retales, de las ruinas, de un pasado arrancado de esperanzas no fructificadas en el transcurrir del progreso. La inervación en el 68 de ese gran rechazo a los resultados del progreso solo podía llevar, en contrapartida, a una recuperación de los excedentes utópicos del pasado. La voluntad masoquista, del suicidio propiamente, era en sí misma una recuperación de la disposición de la propia vida que había sido entregada al Estado con el desarrollo de la modernidad (este era el fundamento de la biopolítica foucaultiana). El suicidio se convertía así en una desposesión del poder del Estado sobre los cuerpos y, de esta forma, se proyectaba como una forma de recuperación de la soberanía, la cual se traducía en un retorno de la experiencia vital e individual. El fin del miedo a la muerte, como retorno a una condición premoderna de desobediencia: «Ahora es la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder ejerce su fuerza; la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más secreto de la existencia, el más privado» ‍[64].

IV. CONCLUSIÓN[Subir]

A lo largo del presente artículo se ha tratado de observar las proyecciones filosófico- ideológicas de la primera generación de la Fracción del Ejército Rojo. Tal y como se ha explicado, la primera generación de militantes vino hondamente marcada por cuestiones que no se habían resuelto del todo durante el ciclo del 68. Al igual que otras organizaciones surgidas en período de declive de ese último movimiento, la irresuelta cuestión de la subjetividad fue solucionada por los fundadores de la RAF con un evidente giro obrerista. Tal giro ya se había producido en el ocaso de la acción colectiva estudiantil y fue el fundamento para la creación de agrupaciones tales como los K-Gruppen. Los primeros escritos obreristas de la RAF guardaban, no obstante, dentro de una reverberación de la práctica guerrillera propia de los movimientos antiimperialistas, una significación netamente heredera del movimiento estudiantil y más particularmente con el marco de acción colectiva antiautoriario. Este marco, rechazado por los K-Gruppen, tuvo a su vez nítidas relaciones con las propuestas de los filósofos de la Escuela de Frankfurt. Desde estas perspectivas, la acción armada se concibió como una vía ejemplificadora que mostraría simultáneamente a la clase trabajadora la opresión sistémica (a partir del dolor que la represión podía causar cuando el sistema era atacado violentamente) y sus propias potencialidades revolucionarias. Así pues, la violencia ayudaría en primer lugar a desintegrar a la clase a partir del dolor que la reacción del sistema provoca sobre quien se rebela contra él. Haría constatar la inherente contradicción/ negatividad de la clase dentro del sistema, haciendo emerger un nosotros antagónico. En segundo lugar, la constancia entre los trabajadores de la existencia de una violencia ejercida desde sus intereses, ayudaría a estos a canalizar una pulsión de desquite de la presión sistémica, de la voluntad de separarse de la irracionaldiad del dominio, que a menudo acababa expresándose de forma xenofóbica.

A partir de 1972, la RAF comenzó a adentrarse en una senda antiimperialista de la que no saldrá, salvo un breve período entre 1975 a 1978, hasta su disolución en 1998. Desde este plano, el texto Servir al pueblo sirvió para plantear un esquema general a través del cual se observó la necesidad de repensar desde un punto de vista internacional la lucha de clases en la República Federal de Alemania. Solo desde la perspectiva de apoyo a las luchas emancipadoras periféricas —lugar que sustentaría la totalidad de las relaciones de producción capitalistas— se lograría desintegrar a la clase obrera en el considerado centro metropolitano, esto es, Estados Unidos o la Alemania Federal. La RAF, en este sentido, mantuvo aún el esquematismo marcusiano de sus primeros escritos, pero puso el acento en la inevitabilidad de la lucha solidaria con los movimientos de liberación antiimperialistas. Desintegrar era igual a hacer perder las condiciones para la aristocratización obrera en el centro del sistema; es decir, atacar el imperialismo. Krahl y la facción antiautoritaria del movimiento de 1968 habían imaginado que con las luchas en apoyo del Tercer Mundo no solo se subvertían las bases para el mantenimiento del modo de producción capitalista, sino que emergía de la misma praxis solidaria una nueva constitución subjetiva emancipada en la imaginada metrópoli. Meinhof comenzó en su escrito La acción de septiembre negro a incardinar sus posiciones a estos planteamientos frankfurtianos del 68. Así, las luchas en el Tercer Mundo comenzaron a ser pensadas no solo desde los dos ejes anteriores, esto es, como ejemplos para la estrategia y como necesarios puntos de partida para imaginar la lucha de clases en Alemania (y en el occidente capitalista), sino como espacios para pensar la emancipación (la deconstrucción) del formado sujeto —moderno— metropolitano. Este sujeto, que podía relacionarse con la idea de la clase integrada, sería un sujeto que como tal era formado sobre la represión de su naturaleza, de sus pulsiones, del miedo a la muerte. Un sujeto, pues, cosificado que buscaría permanentemente una pérdida de control momentáneo, un retorno fugaz a su condición presubjetiva, que una vez consumido reforzaría las condiciones de su cosificación. El Tercer Mundo representaría la posibilidad de abrir genuinamente las puertas a la emancipación. El espacio periférico y sus luchas de liberación nacional de manera más específica, concebidos así como imágenes dialécticas que hacían romper el continuum histórico del progreso que había engendrado al sujeto moderno. Si el sujeto moderno metropolitano se formaba a partir de la represión, de la adecuación a la identidad ideal del concepto, la posibilidad de la lucha, tal como lo explicó Meinhof, se hallaba en la inervación de lo negado, de la nostalgia por entroncar en todos los ámbitos con todo lo perdido en la formación subjetiva y aquello que lo volvía presente: el modo de vida comunitario por el que se lucharía en la periferia del sistema. La RAF, desde una óptica adorniana, fue consciente que esa reivindicación de lo negado suponía la posibilidad de una mayor represión contra ese nosotros negativo gestante. Aquel que se revelaba, que no se dejaba pulir, era exterminable. En esta lógica ya asumida por el estudiantado en 1968, los militantes de la primera generación de la RAF concibieron su encarcelamiento como un acto exterminador, genocida. Al sistema imperialista, puesto en un brete por la evidencia armada de un sujeto, un nosotros, inadaptado y desgarrado, solo le quedaría así la eliminación de los opositores. Algunos militantes, como Holger Meins, indicaron una vía de escape a esa perspectiva: la autoeliminación. La asunción de la posibilidad de la muerte como precio a pagar por reivindicar lo negado, valdría así de vuelta la superación de la subjetividad formada de la represión. La felicidad auténtica, no paradójica, lograda, por tanto, de la desposesión al sistema de su poder coactivo sobre los cuerpos.

NOTAS[Subir]

[1]

El presente artículo se ha financiado a través del Programa para la Formación del Profesorado Universitario (Referencia: FPU17/00816) y se enmarca dentro del grupo de investigación GIU 17/005.

[2]

Véase: Slobodian (Slobodian, Q. (2012). Foreign Front: Third World Politics in Sixties West Germany. Durham; London: Duke University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1215/9780822395041‍2012) y Weitbrecht (Weitbrecht, D. (2012). Aufbruch in die Dritte Welt. Der Internationalismus der Studentenbewegung von 1968 in der Bundesrepublik Deutschland. Göttingen: V und R.‍2012).

[3]

Sobre la cuestión cronológica y generacional de la RAF, véase: Straßner (Straßner, A. (2003). Die dritte Generation der „Roten Armee Fraktion«. Entstehung, Struktur, Funktionslogik und Zerfall einer terroristischen Organisation. Wiesbaden: Westdeutscher/GWV. Disponible en: https://doi.org/10.1007/978-3-322-91007-3‍2003): 78-‍82.

[4]

Benicke (Benicke, J. (2010). Von Adorno zu Mao. Über die schlechte Aufhebung der antiautoritäre Bewegung. Freiburg: Ça Ira.‍2010): 30.

[5]

Maiso (Maiso, J. (2018). Ascenso y caída del movimiento antiautoritario alemán. En torno a la figura de Hans-Jürgen Krahl. En E. Chamorro y A. Garrido (eds.). Fue sólo un comienzo. Pensar el 68 hoy (pp. 215-239). Madrid: Dado.‍2018): 233-‍234; Negri y Hard (Negri, A. y Hard, M. (2003). El trabajo de Dionisos. Una crítica de la forma-Estado. Madrid: Akal.‍2003): 13.

[6]

Krahl (Krahl, H. J. (2008) [1971]. Konstitution und Klassenkampf. Zur historischen Dialektik von bürgerlicher Emanzipation und proletarischer Revolution. Schriften, Reden und Entwürfe aus den Jahren 1966-1970. Frankfurt del Meno: Neue Kritik.‍2008) [1971]: 332-‍333.

[7]

Maiso (Maiso, J. (2018). Ascenso y caída del movimiento antiautoritario alemán. En torno a la figura de Hans-Jürgen Krahl. En E. Chamorro y A. Garrido (eds.). Fue sólo un comienzo. Pensar el 68 hoy (pp. 215-239). Madrid: Dado.‍2018): 231.

[8]

Cavazzini (Cavazzini, A. (2018). Class Struggles in Advanced Capitalism: Adventures of the Dialectic in the Work of Hans-Jürgen Krahl. Viewpoint, 14-04-2018. Disponible en: https://bit.ly/2ZEX0OM‍2018).

[9]

Carlos Altamira ha descrito esta posibilidad subversiva de la dialéctica negativa —que recogerán los autores del Open Marxism— de la siguiente manera: «Se trata de la presencia del sujeto negado en el objeto de negar, donde la relación entre sujeto y objeto no se resuelve mediante un distanciamiento y la separación autónoma [óptica de Krahl y de los obreristas italianos] del sujeto en relación al objeto […] sino mediante la disolución de esa relación», Altamira (Altamira, C. (2006). Los marxismos de fin de siglo. Buenos Aires: Biblos.‍2006): 265; Oberle (Oberle, E. (2018). Theodor Adorno and the Century of Negative Identity. Stanford: Stanford University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1515/9781503606074‍2018).

[10]

El triunfo de esta facción accionista antiautoritaria de los estudiantes, que se había gestado desde los tiempos de la vieja organización de la Subversive Aktion, se produjo con la presentación en 1967, en el 22 Congreso del SDS, del programa de Rudi Dutschke y Krahl titulado «La negación exige mentalidad guerrillera». La acción organizada frente a la organización para la acción se presentaba en este sentido como estrategia general de superación de las viejas formaciones del movimiento obrero, que habrían sido convertidas en el capitalismo de la segunda posguerra en meros elementos de estabilización del sistema. En 1964, Dutschke, que militaba en aquella época en la facción berlinesa de la Subversive Aktion, conocida como el Anschlag-Gruppe, señaló que «la madurez revolucionaria no cae de forma natural del cielo, sino que es […] expresión […] de la esclarecedora actividad revolucionaria de la vanguardia […]. La fuerza base de la sociedad futura, la cual es obrada por la vanguardia, puede ser solo parte de esa gente que se experimenta y se entiende a sí misma como sujeto-objeto idéntico». Klimke (Klimke, M. (2010). The Other Alliance: Student Protest in West Germany and the United States in the Global Sixties. New Jersey: Princeton University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1515/9781400832156‍2010): 55; Slobodian (Slobodian, Q. (2012). Foreign Front: Third World Politics in Sixties West Germany. Durham; London: Duke University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1215/9780822395041‍2012): 94; Kraushaar, (Kraushaar, W. (2017). Der blinden Flecken der RAF. Pössneck: Klett-Cotta.‍2017): 40; Kailitz (Kailitz, S. (2007). Von den Worten zu den Waffen? Frankfurter Schule, Studentenbewegung, RAF und die Gewaltfrage. Wiesbaden: VS Verlag.‍2007): 119; Dutschke (Dutschke, R. (1964). Das Verhältniss von Theorie und Praxis. Anschlag, 1, 23-27.‍agosto de 1964): 24.

[11]

Adorno (Adorno, T. (2009). Notas marginales sobre teoría y práctica. En T. Adorno. Crítica de la cultura y sociedad II. Madrid: Akal.‍2009): 677-‍685.

[12]

Para Adorno, en opinión de Silvia Schwarzböck, «los activistas pensantes (así los llama Adorno: «denkende Aktionisten») proclaman la unidad de teoría y praxis, cuando en realidad ellos mismos marcan la tendencia al predominio de la praxis y a la difamación de la teoría. En Marx, la doctrina de esa unidad estaba animada por la posibilidad presente —ya entonces no realizada— de la acción. La situación de fines de la década de 1960 sería exactamente la contraria: se reclaman acciones en virtud de la imposibilidad de la acción. El problema, de todos modos, empezaría con la decimoprimera tesis sobre Fuerbach. El modo autoritario en que Marx la enuncia indica para Adorno que su autor no estaba demasiado seguro de su contenido. Si bien Marx, en su juventud, había exigido —contra Hegel— la crítica sin excepciones de todo lo existente, en la tesis 11 renegaba de ella. La primacía de la praxis detuvo la crítica iniciada por los jóvenes hegelianos», Schwarzböck (2008): 130.

[13]

Kraushaar en Kraushaar (Kraushaar, W. (2006). Entschlossenheit: Dezisionismus als Denkfigur. Von der antiautoritären Bewegung zum bewaffneten Kampf. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 140-156). Hamburgo: HIS-Verlag.‍2006): 141-‍142; Wilding en Holloway et al. (Wilding, A. (2007). Flautistas de Hamelin y Eruditos: sobre las últimas conferencias de Adorno. En J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler (coords.). Negatividad y Revolución (pp. 17-36). Buenos Aires: Herramienta.‍2007): 28-‍29.

[14]

Kraushaar (Kraushaar, W. (1998). Frankfurter Schule und Studentenbewegung (Tomo 1). Hamburgo: Rogner u. Bernhard.‍1998): 333; Kailitz (Kailitz, S. (2007). Von den Worten zu den Waffen? Frankfurter Schule, Studentenbewegung, RAF und die Gewaltfrage. Wiesbaden: VS Verlag.‍2007): 196; Siebert (Siebert, R. (2010). Manifesto of the Critical Theory of Society and Religion. The Wholly Other, Liberation, Happiness and the Rescue of the Hopeless (vol. 1). Leiden: Brill. Disponible en: https://doi.org/10.1163/9789004191259‍2010): 448.

[15]

Krahl (Krahl, H. J. (2009) [1971]. La contradicción política de la Teoría Crítica de Adorno. Sin Permiso, 13-09-2009. Disponible en: https://bit.ly/2MbRQqn‍2009) [1971].

[16]

Feinmann, (Feinmann, J. P. (2008) ¿Qué es la filosofía? Buenos Aires: Prometeo.‍2008): 135.

[17]

Gierds (Gierds, B. (2006). Che Guevara, Régis Debray und die Focustheorie. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 182-204). Hamburgo: HIS-Verlag.‍2006): 182; Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 31. Quizás en cuestiones relativas a la inspiración de la RAF debiera hablarse de guerrilla urbana más que de propuestas inminentemente ruralistas como las que caracterizaron las teorías del foco de Regis Debray, Castro y el Che. La inspiración se debe concretar en los proyectos tupamaros de Uruguay o en los principios de Carlos Marighella. Véase sobre estos aspectos: Bordas, Martínez (Bordas Martínez, J. (2015). Tupamaros. Derrota militar, metamorfosis política y victoria electoral. Madrid: Dykinson.‍2015): 204-‍205 y Lamberg (Lamberg, R. (1971). La guerrilla urbana: Condiciones y perspectivas de la «segunda ola» guerrillera. Foro Internacional, 3 (43), 421-443.‍1971): 421-‍443.

[18]

Fracción del Ejército Rojo (Fracción del Ejército Rojo (1981). Concepción de la guerrilla urbana. Disponible en: https://bit.ly/2ZDI3wy‍abril de 1981): 8.

[19]

Este texto fue traducido por Pedro Madrigal al castellano y publicado en 1981 por la editorial Icaria bajo el título El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lucha armada (ver nota completa en el listado de referencias). Para el presente artículo se ha optado por usar dicha traducción.

[20]

Grupo Baader-Meinhof. Fracción del Ejército Rojo (Grupo Baader-Meinhof. Fracción del Ejército Rojo. (1981) [1971]. El moderno Estado capitalista y la estrategia de la lucha armada (traducción del alemán, Pedro Madrigal). Barcelona: Icaria.‍1981) [1971]: 63-‍65, 90-‍100.

[21]

Ibid.: 70.

[22]

Ibid.: 44-45.

[23]

Ibid.: 112.

[24]

Ibid.: 116. Pese a ello, la revista anarquista Agit-883 publicó en diciembre de 1971 un artículo bastante duro en donde se argumentaba que la RAF había acabado asumiendo los principios organizativos leninianos, descartando así la posibilidad de la autoorganización obrera, lo cual, en esencia, los desconectaba del movimiento antiautoritario. En: «Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren», Agit-883, Rote Armee Fraktion: Leninisten mit Knarren (1971). Agit 883, 6-12-1971. Disponible en: https://bit.ly/3qLRHJq‍6-12-1971.

[25]

Y de la misma escuela de la autonomía obrera italiana.

[26]

Benicke (Benicke, J. (2010). Von Adorno zu Mao. Über die schlechte Aufhebung der antiautoritäre Bewegung. Freiburg: Ça Ira.‍2010): 132.

[27]

Ibid.: 133-139; Kühn (Kühn, A. (2004). Stalin Enkel, Maos Söhne. Die Lebenswelt der K-Gruppen in der Bundesrepublik der 70er Jahre. Frankfurt; New York: Campus.‍2004): 169.

[28]

Como ha escrito Passmore, Meinhof, la autora del documento, no excluyó en el texto la exposición de la miseria social dada en la propia RFA por la época (Passmore, L. (2011). Ulrike Meinhof and the Red Army Faction: Performing Terrorism. New York: Palgrave-Macmillan. Disponible en: https://doi.org/10.1057/9780230370777‍Passmore, 2011): 114.

[29]

Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 38-‍39; Colvin (Colvin, S. (2009). Ulrike Meinhof and West German Terrorism: Language, Violence, and Identity. New York: Studies in German Literature Linguistics and Culture.‍2009): 101.

[30]

Dem Volk dienen. Stadtguerilla und Klassenkampf (1972) en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 114.

[31]

Ibid.: 127.

[32]

Ibid.: 120.

[33]

Ibid.: 115.

[34]

Ibid.: 121.

[35]

Siguiendo a Mario Neumann y Sandro Mezzadra, se usa el concepto de «multicultural» para hacer referencia a una composición de la clase basada, y de manera amplia en la Alemania Federal, en trabajadores inmigrados. Esta clase, destacada por la RAF, comenzó a ser la protagonista, a partir de los años setenta de los conflictos huelguísticos espontáneos desarrollados en los entornos industriales más importantes del país germano occidental. Véase: Mezzadra y Neumann (Mezzadra, S. y Neumann, M. (2019). Clase y diversidad. Sin trampas. Iruñea-Pamplona: Katakrak.‍2019): 57-‍58; Birke (Birke, P. (2010). 60 Pfennig nicht genug. Muss eine Mark. Wilde Streiks und Gewerkschaften in der Bundesrepublik, 1967-1973. Manuskript d. Vortrages zur Konferenz, 1968 und die Arbeiter. Ein europäischer Vergleich. DGB-Bildungszentrum.‍2010).

[36]

Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 37-‍39; Klimke y Mauschbach (Klimke, M. y Mauschbach, W. (2006). Auf der äußeren Linie der Befreiungskriege. Die RAF und der Vietnamkonflikt. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 620-643). Hamburgo: HIS-Verlag.‍2006): 633-‍634.

[37]

Dicha filosofía de la historia estructurada por la primera generación de militantes tuvo su representación más acabada quizás con el texto Fragmentos de Aclaración de la Cuestión y en su apartado de «Historia de la RFA» (también conocido como «Vieja historia de la izquierda en la RFA»).

[38]

Anschlag auf das Hauptquartier der US-Army in Frankfurt/M (1972) en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 145.

[39]

Aust (Aust, S. (2008). Baader-Meinhof: The Inside Story of the R.A.F. London: The Bodley Head.‍2008): 182; Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 42; Passmore (Passmore, L. (2011). Ulrike Meinhof and the Red Army Faction: Performing Terrorism. New York: Palgrave-Macmillan. Disponible en: https://doi.org/10.1057/9780230370777‍2011): 58; Winkler (Winkler, W. (2008). Die Geschichte der RAF. Hamburg: Rowohlt.‍2008): 219.

[40]

Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 42.

[41]

Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 151.

[42]

Ibid.: 153.

[43]

Žižek (Žižek, S. (2008). En defensa de la intolerancia. Madrid: Sequitur.‍2008): 20-‍21. No deja de resultar algo irónico que Meinhof tuviera una posición tan tajante a este respecto, ya que como contaba Renate Riemeck —amiga de la madre de Meinhof y tras la muerte de esta, tutora e influencia intelectual de la futura periodista—, Meinhof recibió un fuerte impacto emocional cuando su madrina, judía y experta en literatura, Grete Ulrich, fue deportada al gueto de Theresienstadt. Véase: Lehto-Bleckert (Lehto-Bleckert, K. (2010). Ulrike Meinhof, 1934-1976. Ihr Weg zur Terroristin. Marburg: Tectum.‍2010): 136; Prinz (Prinz, A. (2003). Lieber wütend als traurig. Die Lebensgeschichte der Ulrike Marie Meinhof. Weinheim; Basel; Berlin: Beltz.‍2003): 43; Röhl (Röhl, B. (2006). So macht Kommunismus Spaß: Ulrike Meinhof, Klaus Rainer Röhl und die Akte Konkret. München: Heyne.‍2006).

[44]

Kraushaar (Kraushaar, W. (2017). Der blinden Flecken der RAF. Pössneck: Klett-Cotta.‍2017): 245. Véase también: Becker (Becker, J. (2014). Hitler´s Children. The story of Baader-Meinhof terrorist gang. Bloomington: Author House.‍2014): 342.

[45]

Como ha destacado Jens-Christian Wagner, el trabajo forzoso establecido en los campos nazis sólo capacitaba una depuración de los pecados políticos, pero no así una «mejora» de los prisioneros «raciales». Aunque oficiosamente el trabajo los reeducaría (Arbeit macht Frei), en realidad de este solo se obtenía un final: el exterminio. El trabajo forzoso, aunque no formara parte de un programa de exterminio establecido antes de la guerra, era, en este grupo racializado, ciertamente calificable como exterminio a partir del trabajo (annihilation through labour). De esta disparidad de la significación del trabajo se obtiene, de seguir la interpretación de Meinhof, que el trabajo forzoso en los campos servía para hacer constar a los izquierdistas todo el poder del dominio capitalista y a su vez obtener una resolución capitalista al propio capitalismo: el exterminio del símbolo de su usura congénita (Wagner, J. C. (2010). Work and extermination in the concentration camps. En J. Caplan y N. Wachsmann (eds.). Concentration Camps in Nazi Germany. The New Histories (pp. 127-148). London; New York: Routledge.‍Wagner, 2010): 131, 140-‍141.

[46]

John Holloway definió este sujeto como sigue: «nosotros somos la no-identidad. La fuerza que rebasa, la fuerza que contradice toda identificación, la fuerza que desborda es la subjetividad, nosotros». En Holloway (Holloway, J. (2007) ¿Por qué Adorno? En J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler (coords.). Negatividad y Revolución (pp. 11-16). Buenos Aires: Herramienta.‍2007): 13.

[47]

Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 162.

[48]

Ibid.: 166-167.

[49]

Adorno (Adorno, T. (2008). Crítica de la cultura y sociedad. I. Primas sin imagen directriz. Madrid: Akal.‍2008): 218.

[50]

García (García, L. I. (2015). Una política de las imágenes: Walter Benjamin, organizador del pesimismo. Escritura e Imagen, 11, 111-133. Disponible en: https://doi.org/10.5209/rev_ESIM.2015.v11.50968‍2015): 111-‍133; Tischler (Tischler, S. (2013). Tres notas sobre el sujeto anticapitalista polimórfico. Acta Sociológica, 62, 31-43. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0186-6028(13)70998-8‍2013): 31-‍43; Vargas (Vargas, V. (2012). El problema del tiempo histórico y la imagen dialéctica en Walter Benjamin. Revista Latinoamericana de Filosofía, 37 (1), 85-108.‍2012): 85-‍108.

[51]

Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 166.

[52]

Schwarzböck (Schwarzböck, S. (2008). Adorno y lo político. Buenos Aires: Prometeo.‍2008): 53.

[53]

Schweizer (Schweizer, S. (2017). RAF 1.0-3.0. Ideologie, Strategie, Attentate. Waiblingen: SWB.‍2017): 176-‍189.

[54]

Kraushaar (Kraushaar, W. (2006). Antizionismus als Trojanisches Pferd. Zur antisemitischen Dimension in den Kooperationen von Tupamaros West-Berlin, RAF und RZ mit den Palästinensern. En W. Kraushaar (ed.). Die RAF und der linke Terrorismus. Tomo I (pp. 676-695). Hamburgo: HIS-Verlag.‍2006): 694. Significativamente, un boletín editado por esta última de las organizaciones llevó el título de «La lucha contra el encarcelamiento exterminativo» (Der Kampf gegen die Vernichtungshaft, Komitees gegen Folter an politischen Gefangenen in der BRD).

[55]

Die Aktion des Schwarzen September in München en Hoffmann (Hoffmann, M. (ed.). (1997). Rote Armee Fraktion. Texte und Materialien zur Geschichte der RAF. Berlin: ID-Verlag.‍1997): 187-‍188.

[56]

Passmore (Passmore, L. (2009). The art of Hunger: Self-Starvation in the Red Army Faction. German History, 27 (1), 32-59. Disponible en: https://doi.org/10.1093/gerhis/ghn076‍2009): 32-‍59.

[57]

Meinhof (Meinhof, U. (1978). Carta de una presa en la galería de la muerte y últimos escritos. (traducción P. Madrigal). Barcelona: Icaria.‍1978): 14. Cursiva añadida. Nótese el uso del concepto «solución».

[58]

Como ha indicado Schwarzböck (Schwarzböck, S. (2008). Adorno y lo político. Buenos Aires: Prometeo.‍2008): 113, Adorno en 1967, y en uno de las pocas manifestaciones a favor del movimiento estudiantil, indicó precisamente que los estudiantes habían pasado a ocupar el lugar de los judíos en la nueva Alemania.

[59]

Hernández Pacheco (Hernández Pacheco, J. (1996). Corrientes actuales filosofía. La escuela de Fráncfort. La filosofía hermenéutica. Madrid: Tecnos.‍1996): 89-‍90; Slobodian (Slobodian, Q. (2012). Foreign Front: Third World Politics in Sixties West Germany. Durham; London: Duke University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1215/9780822395041‍2012): 135-‍136.

[60]

Adorno (Adorno, T. (2005). Dialéctica negativa. La jerga de la autenticididad. Madrid: Akal.‍2005): 332.

[61]

Véase: Reinders y Fritzsch (Reinders, R. y Fritzsch, R. (2011). El Movimiento 2 de Junio Conversaciones sobre los Rebeldes del Hachís, el secuestro de Lorenz y la cárcel. Barcelona: Virus.‍2011).

[62]

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