Los partidos populistas de izquierda han adquirido una creciente relevancia política en Europa desde la crisis económica de 2008, pero han sido menos estudiados que los partidos populistas de derecha radical. La presente investigación contribuye a colmar este vacío al realizar una comparación entre Podemos y FI, dos casos paradigmáticos de partidos populistas de izquierda. Se analizan dos dimensiones: el discurso y la organización interna de ambos partidos. El artículo se basa en el análisis cualitativo del contenido de documentos programáticos y organizativos publicados por ambos partidos e intervenciones públicas de sus líderes durante la etapa de surgimiento y consolidación de cada partido. El análisis permite alcanzar dos conclusiones. Primera: Podemos y FI tienen un discurso inclusivo en las dimensiones simbólica, material y política (
Left-wing populist parties have become increasingly central to European politics since the 2008 economic crisis, but have been analysed less often than radical right-wing populist parties. This research contributes to filling this gap through a comparison of
Una «ola populista» parece estar recorriendo Europa y Estados Unidos en los últimos años
El ascenso electoral de Podemos entre 2014 y 2015 atrajo el interés de numerosos investigadores (
Una ideología basada en la división de la sociedad entre la élite y el pueblo y una concepción maniquea en la que el pueblo es «puro» y la élite «corrupta», y la voluntad popular es central (
Un liderazgo carismático (
Defensa de políticas económicas keynesianas opuestas a las políticas de austeridad (dimensión material) (
Defensa de mecanismos de participación política directa (dimensión política). (
Definición del pueblo en términos no étnicos o culturales (dimensión simbólica) (
El análisis se centrará en dos dimensiones de Podemos y FI: su discurso populista y su organización interna (o estructura). En relación con el discurso, se compararán tres dimensiones: a) el origen del discurso de cada partido; b) la definición de la élite y el pueblo, y c) el uso de símbolos nacionales y referencias históricas. En lo que respecta a la organización interna, se analizarán dos dimensiones de ambos casos de estudio: a) el origen del modelo organizativo adoptado, y b) la estructura del partido. El artículo tiene tres partes: marco teórico, análisis del discurso de Podemos y FI, y análisis de la organización interna de ambos partidos.
El artículo está basado en el análisis cualitativo de declaraciones públicas de líderes de ambos partidos y documentos programáticos y organizativos publicados por ambas formaciones (programas electorales y diversos textos extraídos de sus páginas web). Los documentos han sido seleccionados con el método de «muestreo intencionado» (
El término «populismo» es un concepto controvertido dentro de la ciencia política. Para algunos autores se trata de una «estrategia» (
En este artículo se concibe el populismo como una «ideología ligera», ya que esta perspectiva permite definir al conjunto de partidos populistas (de izquierda y de derecha) y diferenciarlos del resto de partidos. En este sentido, Mudde y Rovira Kaltwasser (
Mudde y Rovira Kaltwasser (
Mudde y Rovira Kaltwasser han aplicado estas categorías al análisis empírico de dos partidos populistas latinoamericanos (el MAS boliviano y el PSUV venezolano) y a dos partidos europeos (el FN francés y el FPÖ austriaco), llegando a la conclusión de que los partidos latinoamericanos practican un populismo inclusivo, mientras que el populismo del FN y FPÖ es excluyente (
Una ideología basada en la división de la sociedad entre la élite y el pueblo, una concepción maniquea en la que el pueblo es «puro» y la élite «corrupta», y la voluntad popular es central (
Un liderazgo carismático (
Defensa de políticas económicas keynesianas opuestas a las políticas de austeridad (dimensión material) (
Defensa de mecanismos de participación política directa (dimensión política). (
Definición del pueblo en términos no étnicos o culturales (dimensión simbólica) (
Esta definición se aplicará al análisis comparado de los discursos de Podemos y FI.
Los debates sobre la relación entre populismo y democracia constituyen una de las ramas más ricas de la literatura sobre populismo, y es necesaria para el análisis de la organización interna de los partidos populistas de izquierda que se llevará a cabo en el presente artículo. Para algunos autores, existe una contradicción fundamental entre populismo y democracia porque la división de la sociedad en «dos campos irreconciliables» constituye una amenaza para el pluralismo (
Tanto Podemos como FI han sido influidos de forma determinante por el MAS, el PSUV y el partido populista ecuatoriano Alianza País. Además, ambos partidos comparten la centralidad de la figura del líder (Pablo Iglesias en Podemos y Jean-Luc Mélenchon en el caso de FI), un rasgo típico de los partidos populistas. A pesar de tener en común estas fuentes de inspiración, los contextos políticos que rodearon la creación de Podemos y FI han sido diferentes, lo que podría explicar la existencia de ciertas diferencias entre los dos tipos de discurso populista. En esta sección se compararán tres dimensiones del discurso de ambos partidos: a) el origen del discurso; b) la definición de la élite y el pueblo, y c) el uso de símbolos nacionales y referencias históricas.
La irrupción de Podemos en la escena política española estuvo precedida por el Movimiento 15M o «movimiento de los indignados», cuya influencia sobre Podemos fue tan intensa que ciertos analistas consideran que «sin el 15M, Podemos no habría existido» (
Sin embargo, el movimiento no consiguió detener las políticas de austeridad impulsadas por los Gobiernos sucesivos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), después de que el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero decidiese en 2010 el mayor recorte presupuestario de la era democrática. En este contexto de frustración y agotamiento para los movimientos sociales, en enero de 2014 un grupo de intelectuales y activistas de izquierda presentó en Madrid un manifiesto en el que proponían la constitución de una candidatura ciudadana para las elecciones europeas de mayo, llamada Podemos. Como han explicado Marzolf y Ganuza (2016), el nuevo partido utilizó en la competición electoral la influencia que el movimiento 15M había tenido sobre el discurso dominante en la sociedad española, sobre todo a través del uso del término «casta» para designar a las élites contra las que Podemos construyó su discurso político. En Podemos, la influencia discursiva del 15M se ha combinado con la de partidos populistas de izquierda latinoamericanos como el MAS de Evo Morales o el PSUV de Hugo Chávez —dirigentes de Podemos trabajaron como asesores para ambos Gobiernos y el que fue secretario político de Podemos entre 2014 y 2017, Íñigo Errejón, analizó en su tesis doctoral la estrategia discursiva del MAS (
El origen del discurso populista de FI es diferente del de Podemos, ya que es más bien el fruto de la evolución política e intelectual de Jean-Luc Mélenchon. Es cierto que en Francia también hubo un «movimiento de las plazas» (
Una de las claves de la irrupción de Podemos en la escena política española fue su discurso contra la «casta». A través del uso repetido de este término, Pablo Iglesias y los demás portavoces del partido denunciaron la existencia de una élite política y económica cuyos intereses serían —según el discurso de Podemos— opuestos a los de la mayoría de la población (el «pueblo»); la casta sería la culpable de la profunda crisis económica y social que España sufre desde 2009. Unos días después de las elecciones europeas de 2014, el líder de Podemos afirmaba que «la casta quiere mantener un sistema que nos lleva al desastre»
En relación con la definición del pueblo, Podemos adopta una perspectiva inclusiva en la dimensión simbólica (
Para nosotros, la patria es la gente. […] Les decimos a nuestros hermanos latinoamericanos que estamos orgullosos de su independencia […]. Estamos encantados de que cientos de miles de trabajadores latinoamericanos hayan venido a construir un país nuevo con nosotros
La lectura del programa electoral presentado a las elecciones generales de 2016 por la coalición Unidos Podemos
Las primeras experimentaciones de Jean-Luc Mélenchon con el populismo tuvieron lugar durante la campaña por el «no» en el referéndum de 2005 sobre el Tratado Constitucional Europeo, donde Mélenchon definió a la élite con términos como «los poderosos, los importantes, los perfumados» (
En cuanto a la definición del pueblo, FI comparte con Podemos una concepción inclusiva, no étnica. La posición de Jean-Luc Mélenchon sobre la inmigración no ha estado siempre tan clara como la de Podemos (
Por lo tanto, la definición del pueblo defendida por FI es radicalmente diferente de la de los partidos populistas ultranacionalistas como el Frente Nacional, que excluyen de su concepto de pueblo a los extranjeros y a los nacionales pertenecientes a ciertas minorías culturales o étnicas (los musulmanes son señalados frecuentemente como una amenaza por la extrema derecha) (
Como los franceses no tienen el mismo color de piel, la misma religión, las mismas costumbres y que incluso la lengua ya no es el menor denominador común, la Nación francesa no puede estar basada en una perspectiva étnica, religiosa o cultural. Solo el consentimiento al pacto político la define.
El partido de Jean-Luc Mélenchon propuso durante las elecciones presidenciales y legislativas de 2017 un amplio abanico de políticas económicas y sociales de tipo keynesiano cuyo principal objetivo era la lucha contra la pobreza y las desigualdades, así como mecanismos de profundización democrática como la posibilidad de revocar a cargos electos, la introducción de una cierta proporcionalidad en las elecciones legislativas y la flexibilización de los criterios para celebrar referendos (
Las frecuentes referencias a la patria constituyen una originalidad de Podemos en relación con la historia reciente de la izquierda española (
Igual que en el caso de Podemos, las referencias a la patria son frecuentes en el discurso de FI, lo que supone una ruptura con las claves discursivas más frecuentes de la izquierda radical francesa. A lo largo de la campaña presidencial de 2017
El análisis comparado de los discursos de Podemos y FI muestra la gran proximidad que existe entre ambos partidos, que nos lleva a incluir a ambas formaciones en la categoría del populismo de izquierda, tal y como ha sido definida en la introducción del presente artículo. Existe, sin embargo, una diferencia de intensidad en la defensa de una definición inclusiva del pueblo, ya que los portavoces de Podemos han explicitado a menudo la pertenencia de los migrantes residentes en España a su idea de pueblo, lo que no ha sido expresado de una forma tan explícita por los portavoces de FI. No obstante, el programa electoral para las elecciones presidenciales de 2017 clarificó la posición de FI sobre este tema, confirmando su pertenencia a la categoría del populismo «inclusivo» en la dimensión simbólica. Existen otras dos diferencias relevantes entre los discursos de ambas formaciones. En primer lugar, el discurso de Podemos durante el año 2014 incluyó frecuentes referencias a la Segunda República española (que se redujeron en los años siguientes), mientras que Mélenchon se refiere a menudo a la etapa jacobina de la Revolución francesa y al republicanismo social de Jean Jaurès. En segundo lugar, FI ha adoptado en sus actos los símbolos nacionales franceses (himno y bandera), mientras que Podemos no lo ha hecho, debido a la asociación de estos símbolos con la monarquía y posturas políticas conservadoras. Las dos diferencias señaladas están relacionadas con la cultura política dominante en cada país y la diferente evolución histórica de la izquierda en España y Francia.
El objetivo de esta sección es realizar un análisis comparado de la organización interna de Podemos y FI, a través de dos dimensiones: el origen del modelo organizativo adoptado y la estructura del partido.
Las características principales de la organización interna de Podemos derivan de dos orígenes contradictorios: la herencia horizontalista del movimiento 15M y la decisión de la dirección del partido de priorizar la competición electoral sobre cualquier otro objetivo político. Poco después de la presentación de Podemos en Madrid en enero de 2014, sus promotores lanzaron una recogida de firmas para apoyar su candidatura a las elecciones europeas de mayo, y obtuvieron 50 000 firmas en solo un día. Se abrió una cuenta de Facebook y durante los meses siguientes surgieron cientos de «círculos» en todo el territorio español. Marzolf y Ganuza han analizado cómo la importancia de los círculos en la primera época de Podemos estaba ligada a la herencia política del movimiento 15M, uno de cuyos principales medios de acción fue la ocupación de plazas y la celebración de asambleas ciudadanas: «Los círculos reemplazaban sin distorsiones el asambleísmo del 15M, pero integrando esta metodología en un proceso político formal» (
Sin embargo, el carácter horizontal de Podemos se vio cuestionado a partir del congreso fundacional de Podemos, la Asamblea Ciudadana de Vistalegre (Madrid), en noviembre de 2014 (conocida como «Vistalegre I»). Como se explicará en detalle más adelante, desde entonces Podemos adoptó una estructura jerárquica similar a la de los partidos tradicionales, aunque con ciertos elementos innovadores. La decisión de adoptar este modelo organizativo fue justificada por los dirigentes de Podemos como una necesidad impuesta por el intenso calendario electoral al que tuvo que enfrentarse el nuevo partido meses después de su creación. En efecto, entre 2015 y 2016 se celebraron elecciones municipales, autonómicas y dos elecciones generales. La conexión entre el modelo organizativo elegido en 2014 y el calendario electoral de 2015 fue expuesta de forma explícita por Errejón
Nuestra propuesta política está diciendo que hay una ventana de oportunidad profunda y estrecha que se puede cerrar, así que tenemos que crear una organización muy democrática, que esté en manos de los militantes, pero también, si me permites, una máquina de guerra electoral extraordinariamente rápida y eficaz, y esto no es sólo un análisis político. Va de la mano con un diseño organizativo.
El contexto político que rodeó la creación de FI en 2016 era muy diferente de la España de 2014, lo que explica parcialmente las diferencias organizativas entre ambos partidos. En 2016, el potencial electoral del Frente de Izquierda (creado en 2009 por el Partido de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon y el Partido Comunista, además de otras formaciones más pequeñas) parecía agotado. Después de haber obtenido un resultado considerable en las elecciones presidenciales de 2012 (11 %), el Frente de Izquierda obtuvo menos del 5 % de los votos en las elecciones regionales de 2015. En 2016, la vida política francesa estaba dominada por el miedo a los atentados terroristas, la hegemonía del discurso del Frente Nacional y la adopción de una línea política neoliberal y securitaria por parte del gobierno de François Hollande y Manuel Valls. En este contexto difícil para la izquierda, Mélenchon creó FI el 10 de febrero de 2016. La fundación de FI no vino precedida por un movimiento social horizontalista como en el caso de Podemos ni se produjo justo antes de una elección, lo que dio a sus creadores un amplio margen de maniobra para definir el modelo organizativo del nuevo partido. Por lo tanto, la estructura de FI es la consecuencia de las decisiones de Mélenchon y sus colaboradores.
Como se ha señalado previamente, los rasgos principales del modelo organizativo de Podemos fueron establecidos en su primer congreso fundacional, conocido como Vistalegre 1. El congreso, que tuvo lugar entre los meses de septiembre y noviembre de 2014, estuvo compuesto de dos partes: un encuentro físico y una votación por internet en la que participaron más de 100 000 personas. Se enfrentaron dos proposiciones organizativas. Por un lado, los eurodiputados Pablo Echenique, Teresa Rodríguez y Lola Sánchez, así como el partido Izquierda Anticapitalista (integrado en Podemos), propusieron un modelo organizativo en el que los círculos tomarían la mayoría de las decisiones. Por otro lado, Pablo Iglesias y la mayoría de los fundadores del partido (entre ellos Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Juan Carlos Monedero) defendieron un modelo de partido clásico. La segunda opción obtuvo el 80 % de los votos, por lo que el nuevo partido nació como una organización compuesta por una dirección estatal poderosa y direcciones territoriales relativamente autónomas. Los círculos fueron concebidos como espacios necesarios para promover la movilización ciudadana, pero no se les dio ningún poder de decisión sobre la orientación política del partido, la elección de su dirección o la selección de candidatos a las elecciones. Además, el
Los documentos organizativos aprobados en los congresos de Vistalegre I (noviembre 2014) y Vistalegre II (febrero 2017) determinan que las personas inscritas en Podemos deciden mediante votaciones telemáticas la orientación política del partido, sus candidatos a las elecciones y sus direcciones territoriales
Dos de las propuestas organizativas que se presentaron en el congreso de Vistalegre II (febrero de 2017) incluían mecanismos para limitar el poder de la dirección del partido y reforzar instituciones de control como la Comisión de Garantías Democráticas. Aunque la mayoría de las personas inscritas que participaron en las votaciones apoyó alguna de estas propuestas, el sistema mayoritario que rigió las votaciones y la ausencia de alianzas entre los sectores que promovían estas reformas tuvieron como consecuecnia la adopción de un modelo organizativo muy similar al de Vistalegre I (Podemos, 2017). Por lo tanto, las características organizativas identificadas en los párrafos precedentes siguieron vigentes en Podemos después de Vistalegre II.
El modelo organizativo de FI comparte la verticalidad de Podemos, pero también presenta rasgos diferentes. En una entrevista de 2017, Jean-Luc Mélenchon definió FI como un «movimiento», negando que se tratase de un partido. Además, Mélenchon afirmó que FI no es «vertical ni horizontal, sino gaseosa» (
Según la web de FI
Finalmente, el Espacio Político reúne a los partidos políticos que se han integrado en FI (los «comunistas insumisos» —miembros del PCF que apoyan a FI—, el Partido de Izquierda, Ensemble y Nouvelle Gauche Socialiste). El rechazo radical de la noción de partido por parte de los dirigentes de FI se manifiesta claramente en el siguiente documento de FI, dedicado al Espacio Político y publicado en la web de la organización
Este movimiento no es un partido ni un cártel de partidos. Un partido está compuesto por miembros-cotizantes, organizados en estructuras territoriales y estructuras de toma de decisión formalizadas. Los partidos tienen su utilidad. FI no pretende sustituirlos. [FI] busca una forma de organización libre de relaciones de subordinación.
En FI, los principales puestos decisorios son ocupados por las personas que dirigieron la campaña presidencial de Jean-Luc Mélenchon en 2017, que no han sido elegidos por la militancia del partido. Por otro lado, la Carta que regula el funcionamiento de los grupos de acción señala que los grupos «disponen de autonomía de acción dentro del respeto del programa
El sistema de selección de candidatos es probablemente el elemento que muestra más claramente las particularidades del modelo organizativo de FI, ya que reúne las diferentes lógicas que definen la estructura del partido: la ocupación de los principales puestos por el equipo de Mélenchon, la atribución de un poder limitado a los partidos integrados en FI y el uso del sorteo como sustituto de las votaciones por parte de la militancia. Según la web de la organización, el comité electoral está compuesto por varios integrantes del llamado «Espacio de Luchas», cuatro representantes de los partidos del Espacio Político y ocho coordinadores de grupos de acción seleccionados por sorteo. El comité es coordinado por tres dirigentes cercanos a Jean-Luc Mélenchon.
En relación con la justificación estratégica o teórica del modelo organizativo elegido por la dirección de FI, la comparación con Podemos es particularmente interesante. En el caso de FI, la decisión de construir un tipo de organización política radicalmente distinta de los partidos tradicionales no se ha justificado por elementos coyunturales (como el ciclo electoral fue utilizado para justificar el modelo jerárquico en el caso de Podemos), sino que ha estado desde el principio en el centro del proyecto político de FI. En efecto, Jean-Luc Mélenchon y otros dirigentes de FI han repetido que su proyecto no es «unir a la izquierda», como defendían el PCF y el candidato socialista a las elecciones presidenciales de 2017, Benoît Hamon, sino «federar al pueblo»
La idea no es unir a los partidos existentes «de izquierda» —algunos de los cuales se han comprometido en la aplicación de políticas que ceden a las presiones de la oligarquía financiera—. FI pretende federar al pueblo, hacer de él el actor principal de nuestra sociedad y favorecer su autoorganización. [FI] tiene la vocación de ser el movimiento del que el pueblo se apropia para derribar a la oligarquía y tomar el poder.
El análisis de los modelos organizativos de Podemos y FI muestra un punto en común importante entre ambas formaciones: la creación de una amplia red de grupos locales de militantes que disponen de autonomía para autoorganizarse y llevar a cabo campañas y acciones para apoyar el partido, pero no tienen ningún poder de decisión sobre la orientación política de la organización o la selección de candidatos. Sin embargo, son más importantes las diferencias entre los modelos organizativos de Podemos y FI. Podemos ha adoptado una estructura partidista clásica, compuesta por órganos de dirección territoriales, acompañada de algunos elementos organizativos innovadores como las primarias telemáticas y un Código Ético exigente. Por su parte, FI tiene una estructura muy diferente de los partidos tradicionales, compuesta por un conjunto de «espacios» con funciones específicas en lugar de estructuras territoriales con autoridad propia. Ambos partidos presentan una tendencia a la oligarquización, pero esta no puede considerarse como un rasgo del populismo de izquierdas, ya que es una característica de los partidos políticos en general, como señaló Michels (
Como se ha explicado anteriormente, las decisiones organizativas de FI parecen estar estrechamente ligadas a la adopción de una estrategia política populista. Por el contrario, en el caso de Podemos la jerarquización del partido a partir del congreso de Vistalegre I es una consecuencia de la priorización total por parte de la dirección del partido de los objetivos electorales, no del carácter populista de Podemos. Por otro lado, tanto en Podemos como en FI, otra razón que probablemente explica las decisiones organizativas de la dirección es el deseo de mantenerse en el poder, un rasgo común a la mayoría de las organizaciones políticas. En consecuencia, el análisis comparado de los modelos organizativos de Podemos y FI no permite establecer ninguna conclusión general sobre la relación entre el populismo de izquierda y la organización interna de los partidos.
El populismo de izquierda se ha convertido en un fenómeno central en la política europea durante los últimos años, pero ha sido analizado con menos frecuencia que el populismo de derecha radical. La presente investigación contribuye a colmar este vacío mediante el análisis comparado de Podemos y FI, dos casos paradigmáticos de partidos populistas de izquierda en Europa. El análisis empírico del discurso y la organización interna de ambas formaciones ha permitido obtener conclusiones respecto a los casos estudiados, que ayudan a identificar mejor algunos rasgos del populismo de izquierda.
El análisis de Podemos y FI ha permitido alcanzar dos hallazgos. Primero, ambos partidos defienden un populismo «inclusivo» en las tres dimensiones identificadas por Mudde y Rovira Kaltwasser (
En segundo lugar, el análisis de la organización interna de Podemos y FI muestra un solo punto en común entre ambos partidos: la creación de una red de grupos locales de apoyo que no tienen capacidad de decisión respecto a la orientación política del partido, la elección de dirigentes y la selección de candidatos. Por lo demás, las estructuras de ambas organizaciones son muy distintas: Podemos tiene una estructura jerárquica clásica similar a la de los partidos tradicionales, mientras que FI presenta una estructura original, pero que comparte con los partidos tradicionales la concentración del poder en un grupo reducido de individuos (oligarquización). El hecho de que tanto Podemos como FI presenten una tendencia a la oligarquización no implica que este sea un rasgo específico del populismo de izquierda, ya que es una característica de los partidos políticos en general. Este resultado refuerza respecto a la organización interna de los partidos la posición mayoritaria de la literatura sobre las relaciones entre populismo y democracia: no se puede establecer un modelo general de relación entre ambos. De la misma manera, el análisis realizado en el presente artículo no permite afirmar la existencia de un modelo organizativo propio del populismo de izquierda.
La ausencia de un modelo organizativo preciso ligado al populismo de izquierda implica que sería concebible un partido populista de izquierda que adopte una estructura más horizontal que la de los partidos políticos clásicos, estableciendo mecanismos para combatir la oligarquización y la burocratización. Algunos de estos mecanismos podrían ser la obligatoriedad de elecciones primarias con sistemas proporcionales para la elección de todos los dirigentes y candidatos del partido, la revocabilidad los cargos, la introducción de referendos internos obligatorios para la toma de decisiones importantes en el seno de la organización y la creación de órganos independientes que garanticen el cumplimiento de las normas internas y la resolución de conflictos.
Al autor le gustaría agradecer los comentarios de Guillermo Fernández Vázquez y Julio Martínez-Cava sobre el primer borrador del artículo.
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