RESUMEN

La primera edición en España de Mein Kampf de Adolf Hitler vio la luz en 1935. Se trató de una edición reducida y autorizada por los responsables nazis. El artículo refuta varias leyendas que atribuyeron sendas traducciones de la «Biblia» nacionalsocialista a los falangistas Antonio Bermúdez Cañete y Onésimo Redondo, reconstruye la historia de su publicación en la editorial Araluce de Barcelona, analiza críticamente sus contenidos, apunta al entonces representante diplomático boliviano en Berlín (y nazi) Federico Nielsen Reyes como autor de la traducción y del prólogo y, por último, efectúa una incursión en la recepción que tuvo la obra de autoficción de Hitler en las derechas españolas. Con el inicio de la Guerra Civil el libro gozó de una reedición en Ávila en 1937, ahora ya publicada directamente por la editorial del NSDAP.

Palabras clave: Adolf Hitler; nacionalsocialismo; totalitarismo; Mein Kampf; Falange Española; fascismo; historia de Alemania; historia de España.

ABSTRACT

The first Spanish edition of Mein Kampf by Adolf Hitler was published in 1935. It was an abridged edition authorized by the Nazis. This article refutes two legends in circulation which point to the Falangists Antonio Bermúdez Cañete and Onésimo Redondo as the authors of two translations of the National-Socialist “Bible”. It reconstructs the history of its publication by the publishing-house Araluce in Barcelona, and critically analyses its contents. It identifies the Bolivian diplomatic representative in Berlin (and Nazi) Federico Nielsen Reyes as the author of the translation and of the introduction to the book. Finally, it delves into the reception of Hitler’s self-fiction across the spectrum of the Spanish right-wing. With the breakout of the Civil War, a second edition of the book was published in 1937 in Ávila by the publishing house of the NSDAP.

Keywords: Adolf Hitler; National Socialism; totalitarianism; Mein Kampf; Spanish Falange; fascism; German History; Spanish History.

Cómo citar este artículo / Citation: Casquete, J. (2019). La primera edición española de Mein Kampf. Revista de Estudios Políticos, 184, 197-‍223. doi: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.184.07

SUMARIO

  1. RESUMEN
  2. ABSTRACT
  3. I. INTRODUCCIÓN
  4. II. ¿UNA TRADUCCIÓN DE MEIN KAMPF EN ESPAÑA ANTES DE 1935? DOS LEYENDAS
  5. III. DOS EDICIONES QUE SON UNA: DE BARCELONA A ÁVILA
    1. 1. Edición de Araluce de 1935
    2. 2. Mi lucha de 1937
  6. III. FEDERICO NIELSEN REYES, «ADALID DEL TOTALITARISMO»
    1. 1. Traductor de Mi lucha, diplomático y nazi boliviano
    2. 2. Prólogos de Nielsen Reyes a Mi lucha. Análisis
  7. IV. RECEPCIÓN DE MI LUCHA EN ESPAÑA
  8. V. CONCLUSIONES
  9. Agradecimientos
  10. NOTAS
  11. Bibliografía
  12. Versiones de Mi lucha mencionadas en el texto

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

La obra autobiográfica y programática de Adolf Hitler, la «figura desencadenante» ( ‍Koschorke, A. (2016). Adolf Hitlers «Mein Kampf». Zur Poetik des Nationalsozialismus. Berlín: Matthes und Seitz.Koschorke, 2016: 11) del nacionalsocialismo, despertó un súbito interés en todo el mundo tras su acceso al poder en enero de 1933. Pioneros en la iniciativa de verter Mein Kampf a otros idiomas fueron los británicos, que ya desde principios de ese mismo año se afanaron en la tarea de publicar el prontuario nazi

En adelante reservaremos la rúbrica de Mein Kampf para referirnos al original alemán, y Mi lucha para especificar la edición española.

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. Tenían gran parte del trabajo adelantado. Por iniciativa propia, Edgar Dugdale, un antiguo oficial de guerra que había pasado por las aulas de Eton y Oxford, llevaba tiempo trabajando en traducir Mein Kampf al inglés. Eher Verlag, la editorial del NSDAP

Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

‍[3]
, otorgó su permiso para publicar una versión abreviada. El libro apareció publicado en octubre de 1933 en Londres con el título de My Struggle, y como My Battle en Boston ( ‍Kellerhoff, S. F. (2015). «Mein Kampf». Die Karriere eines deutschen Buches. Stuttgart: Klett-Cotta.Kellerhoff, 2015: 264-‍267). Hasta 1941, cuando aparecieron traducciones en varios países escandinavos (Noruega, Suecia, Finlandia), en Flandes y en Croacia, las autoridades nazis bloquearon la publicación en el extranjero de ediciones completas del libro de Hitler ( ‍Plöckinger, O. (2011). Geschichte eines Buches: Adolf Hitlers ‘Mein Kampf’. Múnich: Oldenbourg. Disponible en: https://doi.org/10.1524/9783486705645.Plöckinger, 2011: 197). De ahí que (y ciñéndonos ahora a las ediciones autorizadas) la versión mencionada en inglés, las diferentes ediciones italianas de la década de 1930 (ibid.: 199;  ‍Plöckinger, O. (2016). Zur internationalen Rezeption von «Mein Kampf» vor 1945. Totalitarismus und Demokratie 13 (2), 11-‍44. Disponible en: https://doi.org/10.13109/tode.2016.13.1.10.Plöckinger, 2016: 11-‍44, esp. 36-‍38), la edición francesa de 1938 (Hitler, 1938) y, tal y como tendremos ocasión de comprobar en breve, la edición española de 1935 (y la de 1937), sean en todos los casos traducciones parciales, aunque cada una distinta entre sí, es decir, con diferentes selecciones de textos del original. La edición española, publicada con el título de Mi lucha, presenta una peculiaridad con respecto al resto de ediciones parciales en los principales idiomas europeos. Las ediciones en inglés y francés respondieron a la iniciativa privada de empresas editoriales; las dos italianas, por su parte, vieron la luz auspiciadas por el régimen fascista. En ambos casos el impulso editor fue endógeno. En el caso español todo apunta —tal y como comprobaremos— a que la iniciativa partió directamente de Alemania.

El artículo recorrerá las siguientes estaciones. En primer lugar, repasaremos dos leyendas de amplia difusión que atribuyen sendas traducciones de Mein Kampf a Antonio Bermúdez Cañete y a Onésimo Redondo. A continuación, nos centraremos en el análisis de la génesis y rasgos maestros de las dos ediciones (que, comprobaremos, en realidad se trata de la misma con modificaciones menores) de Mein Kampf al español y publicadas en España, la primera en 1935 y la segunda dos años más tarde. Dejaremos a un lado otras publicaciones que vieron la luz en países hispanoamericanos durante dicha década, puesto que existe constancia de otras dos ediciones abreviadas, una publicada en Argentina y otra en Chile

Mi lucha, Buenos Aires, Luz Ediciones Modernas. Tiene una extensión de 250 páginas, y la traducción la firma Alberto Saldivar P. Se trata de una edición traducida de la versión en inglés de Dugdale. El registro bibliográfico de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina especula con que la edición sea de 1935 porque el libro no recoge dicha información. La edición chilena, tal y como figura en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Chile, es: Mi lucha, Valparaíso, Impr. Cultura, 1936, y consta de 254 páginas. Otra edición de título homónimo y de 267 páginas de extensión (no figura la editorial), disponible en la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales de México, es incapaz de datar incluso la década, figurando en el catálogo como «19--».

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. Tampoco cubriremos las ediciones impresas en España a partir de entonces hasta la actualidad, todas ellas parciales. En tercer lugar, nos ocuparemos de la figura del traductor, según los datos conocidos (porque nunca llegó a plasmar su firma en el libro) el diplomático y nazi boliviano Federico Nielsen Reyes, la figura clave de que la obra autobiográfica y programática de Hitler fuese vertida al español. En un último apartado nos haremos eco de la recepción que el libro tuvo en círculos fascistas y conservadores españoles.

II. ¿UNA TRADUCCIÓN DE MEIN KAMPF EN ESPAÑA ANTES DE 1935? DOS LEYENDAS[Subir]

España no fue ninguna excepción en el espíritu de la época, ávido de conocer de primera mano, y en su caso emular, el ascenso meteórico y la conquista del Estado por la versión alemana del totalitarismo. En un informe sobre el año 1933, Graf von Welczeck, a la sazón embajador alemán en España desde 1926, informaba a su Gobierno de que la toma del poder había sido «recibida de forma favorable en los sectores derechistas del país, entre algunos incluso con júbilo» ( ‍Böcker, M. (2000). Antisemitismus ohne Juden. Die Zweite Republik, die antirepublikanische Rechte und die Juden. Spanien 1931 bis 1936. Frankfurt am Main: Peter Lang.Böcker, 2000: 168). El resuelto antimarxismo y antiliberalismo incrustados en el programa y la praxis del movimiento nazi recién establecido en el poder explican el atractivo que despertó inicialmente la figura del Führer en España. No obstante, en el informe sobre el año siguiente Welczeck advertía del descontento mostrado en círculos católicos con el régimen recién establecido (ibid.: 171).

En la historiografía española circulan dos leyendas que especulan con diferentes proyectos de traducción del «el primer libro dictatorial del siglo xx» ( ‍Koschorke, A. (2016). Adolf Hitlers «Mein Kampf». Zur Poetik des Nationalsozialismus. Berlín: Matthes und Seitz.Koschorke, 2016: 37). Son conjeturas que bien carecen de la evidencia empírica o registro histórico necesarios, bien son exageraciones manifiestas.

La primera leyenda apunta a que el periodista y economista Antonio Bermúdez Cañete tradujo varios capítulos de Mein Kampf destinados a aparecer algún día en forma de libro. Bermúdez Cañete fue estudiante en Múnich a mediados de la década de 1920, donde asistió en directo al comienzo de la conquista de la calle por las tropas pardas. Fue uno de los firmantes de un manifiesto programático fascista publicado en marzo de 1931 en el número fundacional del semanario falangista La Conquista del Estado (LCE)

«Nuestro manifiesto político», La Conquista del Estado, 14 de marzo de 1931.

‍[5]
. Entre octubre de 1932 y febrero de 1935 Bermúdez Cañete se desempeñó como corresponsal en Berlín del diario católico El Debate, pero al cabo criticó el racismo, el ateísmo y las derivas «socialistas» de los nazis. Acabó convertido en un personaje incómodo para el régimen alemán, razón por la cual fue expulsado del país por, según rezaba la notificación oficial de que le hicieron entrega, «actividad contra el Estado» y por «información malévola y calumniosa durante meses»

El Debate, 26 de enero de 1935.

‍[6]
. Tras asumir a continuación la corresponsalía de su periódico en París, en las elecciones de febrero de 1936 fue elegido diputado en las listas del bloque conservador y católico de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Un mes después de la insurrección, Bermúdez Cañete fue detenido por patrullas republicanas en Madrid, encerrado en una checa, y asesinado a tiros.

El origen de la leyenda de la traducción de capítulos de Mein Kampf por Bermúdez Cañete se remonta a una antología de artículos publicados en LCE en 1939, donde el editor del volumen sostuvo que «[Bermúdez Cañete] tradujo antes que nadie en España varios capítulos de Mein Kampf, de Adolfo Hitler, que proyectábamos editar bajo el título de Mi batalla» ( ‍Aparicio, J. (1939). Prólogo. En La conquista del Estado. Barcelona: Ediciones FE.Aparicio, 1939: XI). De esta especie se han hecho eco diversos investigadores, aunque sin aportar prueba alguna ( ‍Payne, S. G. (1997). Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español. Barcelona: Planeta.Payne, 1997: 140;  ‍Velarde Fuertes, J. (2008). Introducción para la obra de un español importante: Antonio Bermúdez Cañete. En J. Velarde, E. de Diego, R. Sánchez Lissen, y J. M. Cansino (coords.). Antonio Bermúdez Cañete. Periodista, economista, político (pp. 11-54). Madrid: Actas.Velarde Fuertes, 2008: 17;  ‍Sala Rose, R. y Garcia-Planas, P. (2014). El marqués y la esvástica. César González-Ruano y los judíos en el París ocupado. Barcelona: Anagrama.Sala Rose y García Planas, 2014: 130;  ‍Núñez Seixas, X. M. (2015). Falangismo, nacionalsocialismo y el mito de Hitler en España (1931-‍1945). Revista de Estudios Políticos, 169, 13-‍43. Disponible en: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.169.01.Núñez Seixas, 2015: 23). La atribución es una exageración que sobrevalora la empresa, porque en efecto hubo proyecto, pero fue en extremo incipiente: unas pocas páginas en total, correspondientes a fragmentos de dos capítulos del original, ambos del segundo volumen

Mein Kampf consta de dos volúmenes. El primero, más autobiográfico, apareció publicado en julio de 1925. El segundo, con un énfasis más ideológico y organizativo, apareció en diciembre de 1926. Hasta 1930 fueron vendidos por separado.

‍[7]
. En el número 6 de LCE apareció un artículo firmado por «Adolf Hitler» bajo el título de «Propaganda y organización política», y presentado como un artículo «Especial para «La Conquista del Estado»»

LCE, 18 de abril de 1931, p. 3.

‍[8]
. En realidad, se trata de extractos del capítulo 11 del segundo volumen de Mein Kampf. No aparece ningún crédito que permita identificar al traductor. Mes y medio más tarde, en el número 12 de la misma revista apareció publicada una parte del capítulo 1, asimismo del segundo volumen. Lo firmaba «Hitler», pero tampoco contenía crédito del traductor. El capítulo original llevaba por título «Cosmovisión y partido», retitulado en LCE como «La mecánica de los viejos partidos parlamentarios». Precisamente en el número 12 (y en los tres números anteriores, todos ellos correspondientes al mes de mayo de 1931) se anunciaba que Mi batalla estaba en prensa, y no se volvió a anunciar su publicación

LCE, 30 de mayo de 1931, p. 12.

‍[9]
. Esta traducción fue publicada nuevamente en 1933 con el mismo título en otro órgano del fascismo español, la Revista JONS

Revista JONS, diciembre de 1933, pp. 309-315. Agradezco a Ferran Gallego su amabilidad al poner a mi disposición estas publicaciones del fascismo español, así como su erudición a la hora de interpretarlos.

‍[10]
. En 1931 Bermúdez Cañete era colaborador asiduo de LCE. Todos los indicios apuntan a él como traductor. Sin embargo, la traducción no debió absorberle demasiada energía: en los cientos de artículos que publicó en El Debate a partir de finales de 1925 y hasta 1936 tan solo hizo referencia a la obra magna del nacionalsocialismo en seis ocasiones, tres de ellas posteriores a mayo de 1935 y, por lo tanto, con la edición de Mi lucha ya presente en el mercado español

Las citas se corresponden a artículos publicados en las siguientes fechas: 22 de enero de 1933; 3 de enero de 1934; 3 de noviembre de 1934; 11 de mayo de 1935; 29 de febrero de1936; 1 de marzo de 1936. Curiosamente, en las tres primeras referencias se refiere a la obra de Hitler como Mi lucha, y en las tres últimas, con la versión española ya disponible, habla de Mein Kampf. Todas las referencias al libro son genéricas, excepción hecha de la referencia de febrero de 1936, donde incorpora una cita que remite directamente del original alemán, y no a la traducción española.

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.

La segunda de las supuestas traducciones de Mein Kampf al español en España se atribuye a Onésimo Redondo. Redondo ocupó una plaza de lector de español en la Handelshochschule de Mannheim durante el curso académico de 1928-‍29, adonde habría llegado sin apenas conocimientos de alemán ( ‍Tomasoni, M. (2017). El Caudillo olvidado. Vida, obra y pensamiento de Onésimo Redondo (1905-‍1936). Granada: Comares.Tomasoni, 2017: 27-‍38). Según Ferran Gallego, «a Redondo le interesaba mucho más la versión racista, antisemita y, sobre todo, comunitaria de un movimiento en que la exaltación del Estado cedía paso a la valoración suprema de la nación, por lo que indicó abiertamente su preferencia al nacionalsocialismo, llegando a desdeñar al fascismo [italiano. Nota: J. C.] como un movimiento excesivamente pragmático» ( ‍Gallego, F. (2014). El evangelio fascista: la formación de la cultura política del franquismo. Barcelona: Crítica.Gallego, 2014: 177-‍178).

Según informaciones no contrastadas, Redondo se embarcó en la misión de traducir Mein Kampf. Por la influencia que ejerce sobre otros investigadores que se acercan al tema, entre dichas fuentes cabe destacar a Paul Preston, quien se refiere a Redondo como «aspirante a nazi y traductor de Mein Kampf» ( ‍Preston, P. (1998). Las tres Españas del 36. Barcelona: Plaza y Janés.1998: 116). El origen de la atribución hay que rastrearlo en la edición de las obras completas de Onésimo Redondo, donde sus responsables afirman: «Y ante los primeros hombres de poca fe que empiezan a murmurar del periódico [se refiere a Libertad, una publicación fascista. Nota: J. C.], Onésimo Redondo gasta su tiempo en traducir y llevarlos a las páginas de «Libertad» capítulos enteros de un hombre desconocido en España en aquellos días que llaman Hitler» ( ‍Redondo, O. (1954-‍1955). Obras completas (2 vols.). Madrid: Dirección General de Información.Redondo, 1954-‍55: 256).

Citado según:  https://es.scribd.com/doc/12599993/Obras-Completas-de-Onesimo-Redondo (acceso: 19 de septiembre de 2018).

‍[12]
Matteo Tomasoni, máxima autoridad en la vida y pensamiento de Redondo, no ha encontrado evidencia alguna de que la aseveración tenga visos de verosimilitud. Lo que sí que está fehacientemente acreditado, precisamente por Tomasoni, es que Redondo estuvo activamente implicado en la traducción (del francés) y publicación de una versión de Los protocolos de los sabios de Sión ( ‍Tomasoni, M. (2017). El Caudillo olvidado. Vida, obra y pensamiento de Onésimo Redondo (1905-‍1936). Granada: Comares.Tomasoni, 2017: 262-‍269)

Agradezco a Matteo Tomasoni sus clarificadoras explicaciones en comunicación personal que refutan categóricamente la existencia de una traducción de Mein Kampf por parte de Redondo.

‍[13]
. Además, su limitada exposición al idioma alemán y su exigua competencia lingüística no parecen credenciales suficientes como para embarcarse en una empresa de tanta complejidad como es traducir el prontuario de Hitler. El bagaje lingüístico de Redondo se resumía en: escasos conocimientos previos a su llegada a Alemania, un curso académico de residencia en el país, y haber tomado clases particulares de un compañero docente sobre una base de amistad.

Así pues, y desde antes de la toma nazi del poder, jóvenes estudiantes españoles fascistas conocieron de primera mano el despliegue del movimiento hitleriano con su programa de palingenesia nacional, su antimarxismo y antisemitismo, ingredientes todos ellos aglutinados alrededor de un líder carismático por encima de cualquier control parlamentario o de otro orden. Sin embargo, pese al interés por Mein Kampf, Alemania no fue el principal referente del incipiente fascismo español, articulado desde 1934 en la Falange Española y de las JONS (FE-JONS). La mayoría de sus cuadros dirigentes consideraban el modelo italiano de ascenso al poder (por la vía insurreccional y no la electoral) como el modelo más apropiado para España, donde el racismo nazi tenía peor encaje, entre otras razones porque condenaba a los pueblos latinos a un papel subordinado.

Hasta aquí las leyendas sobre traducciones de Mein Kampf de las que, a fecha de hoy, no hay mayores evidencias empíricas que ratifiquen su verosimilitud o, en su caso, que ponderen su alcance. Sin embargo, resulta elocuente que los rumores sobre traducciones del libro de Hitler emanasen todos del campo del fascismo español que, si bien en general estuvo más atento y sintió mayor afinidad por su homólogo italiano, siempre contó con devotos de la religión política nazi que siguieron con atención las evoluciones del movimiento y, después de 1933, del régimen del Tercer Reich.

III. DOS EDICIONES QUE SON UNA: DE BARCELONA A ÁVILA[Subir]

Las ediciones de Mi lucha publicadas en España en la década de 1930 son dos, ambas parciales y autorizadas. O, tal y como constataremos a continuación, una misma edición con ligeras variaciones: una aparecida en 1935 en Barcelona de la mano de la Casa Editorial Araluce, y una segunda publicada dos años más tarde en Ávila directamente por la editora del NSDAP. Por las razones que desmenuzaremos en breve, hablaremos de la edición de Ávila como una segunda edición corregida.

1. Edición de Araluce de 1935[Subir]

La historia fehacientemente documentada de Mein Kampf en español en España arranca en 1935 con la publicación de una traducción bajo el título de Mi lucha. La cubierta del libro, ilustrada con una foto en color de Hitler ataviado con la camisa parda y extraída del catálogo fotográfico de Heinrich Hoffmann (la misma foto que figuraba en las ediciones alemanas de esos años), lleva el título de Autobiografía en su parte inferior, y el nombre «Adolf Hitler» en la superior ( ‍Hartmann, Ch., Vordermayer, Th., Plöckinger, O. y Töppel, R. (eds.) (2016). Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition. Múnich: Institut für Zeitgeschichte.Hartmann et al., 2016: I, 68). Precisamente, la cubierta es el único lugar del libro donde figura el término «Autobiografía», probablemente una táctica comercial para presentarlo como un producto más atractivo a un público amplio. En la portada interior se produce un cambio de título: el rótulo de Autobiografía que figuraba en la cubierta ahora desaparece por completo, y ya figura solo como Mi lucha.

La versión española es una versión abreviada del original y autorizada por la editorial Eher. Está traducida directamente del alemán, particularidad en la que se insiste en la portada interior. Apareció publicada en la Casa Editorial Araluce, de Barcelona, con una extensión total de 355 páginas, que incluye una «Introducción» firmada por el traductor (volveremos más tarde sobre ella). Su precio de venta era de diez pesetas. La capital catalana se presentaba como un lugar propicio para una publicación de esa naturaleza. Allí se publicó una de las primeras valoraciones del fascismo italiano bajo Mussolini de la mano de Vicente Clavel ( ‍Clavel, V. (1923). El fascismo. Ideario de Benito Mussolini. Barcelona: Cervantes.1923), y también allí se organizaron algunos grupos fascistas de cierto alcance antes de la Segunda República (La Traza, Peña Ibérica, Peña Nos o Ego, y también el Partido Laborista Nacional liderado por Eduardo Aunós)

Agradezco estas informaciones a una de las personas evaluadoras del artículo.

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La elección de la editorial resulta un tanto singular. La Casa Editorial Araluce fue fundada en las postrimerías del siglo xix por Ramón de San Nicolás Araluce. Desde el inicio de su andadura la editorial Araluce se especializó en una oferta dirigida al público infantil y juvenil ( ‍Llanas i Pont, M. (2005). L’edició a Catalunya: el segle XX (fins a 1939). Barcelona: Gremi d’Editors a Catalunya.Llamas i Pont, 2005: 247-‍250;  ‍Chumillas i Coromina, J. (2016). Publicaciones de la Casa Editorial Araluce [Semblanza]. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Disponible en: https://bit.ly/2K8nzXN.Chumillas i Coromina, 2016). Un catálogo de diciembre de 1934 da cuenta de unos cuatrocientos títulos, todos en español (es decir: ninguno en catalán), de los cuales ciento ochenta se reparten entre varias colecciones dirigidas al público infantil. Todos los libros de su catálogo ofrecían «la garantía de que tienen censura eclesiástica»

El Siglo Futuro, 30 de abril de 1935, num. 18 290, p. 16.

‍[15]
, en este caso sancionada por el obispado de Barcelona. A mitad de camino entre una oferta destinada al público juvenil y el adulto, las colecciones de literatura de ficción incorporaban un significativo elenco de escritores hispanoamericanos. Además del ámbito de especialización infantil y juvenil, contaba en su catálogo con obras de ciencia, tecnología, arte, historia y geografía (con varios volúmenes sobre la historia y colonización de América), y pedagogía, aunque no hay rastro de autores völkisch o nazis. Por último, Araluce disponía de una sección de ciencias experimentales y aplicadas con más de cuarenta títulos de manuales, prácticos y docentes, especializados en diferentes artes y oficios.

De este somero repaso a los ámbitos de especialización de Araluce en vísperas de la salida al mercado de Mi lucha en 1935 se desprende que, a priori, nada apunta a que se tratase de una editorial con un fondo en el que encontrase fácil acomodo la obra de un estadista vivo postulando una ideología racista y totalitaria. No se trataba, pues, de una editorial con un perfil ideológico señalado, aunque sí preocupada por ajustarse a los parámetros morales de la Iglesia.

¿Tuvo cabida la publicación del prontuario de Hitler en la editorial Araluce en las actividades financiadas por los nazis en España durante la Segunda República? La documentación original que diese cuenta de las actividades del NSDAP en España se ha perdido en gran parte. Existen pruebas de que en 1934 la organización del partido en España subvencionó la publicación de más de 164 artículos en unos treinta periódicos; en los primeros cuatro meses de 1935 se insertaron por esta vía unos 68 artículos en veinticinco periódicos ( ‍Viñas, Á. (1974). La Alemania nazi y el 18 de julio. Madrid: Alianza.Viñas, 1974: 146;  ‍Böcker, M. (2000). Antisemitismus ohne Juden. Die Zweite Republik, die antirepublikanische Rechte und die Juden. Spanien 1931 bis 1936. Frankfurt am Main: Peter Lang.Böcker, 2000: 239). La publicación por Araluce de Mi lucha bien pudo haber formado parte del despliegue propagandístico nazi para modelar la opinión pública española en una dirección acorde con sus intereses, aunque no disponemos de registro documental alguno que lo corrobore.

La de Araluce de 1935 es una edición abreviada del original, con la siguiente estructura antes de dar paso al libro de Hitler en sí. En primer lugar figura una «Introducción», obra del traductor del libro. Le sigue el prólogo de Hitler que figura en el original alemán, traducido íntegramente. En tercer lugar está el recuerdo que Hitler dedica a los «mártires del movimiento», asimismo recogido en su totalidad. Por último, figuran unos «Datos biográficos de Adolfo Hitler», presentados de forma esquemática y que ocupan cuatro páginas, y que abarcan desde el nacimiento de Hitler hasta el 10 de marzo de 1935, fecha en que «el pueblo alemán celebra con gran júbilo la reincorporación del Sarre a la soberanía del Reich». Las ediciones en inglés, francés e italiano no recogen este resumen de la vida de Hitler, por lo que se trata de una singularidad de la edición española. Este apartado biográfico debió de completarse poco antes del cierre de la impresión del libro, puesto que Mi lucha fue presentado en la tercera edición de la Feria del Libro de Madrid, organizada por la Agrupación de Editores Españoles entre el 5 y el 20 de mayo de ese mismo año y en la que la Casa Editorial Araluce ocupó una de las 45 casetas

Abc, 5 de mayo de1935, p. 32.

‍[16]
. Es posible, pues, datar la aparición del libro en el mercado español con relativa precisión entre mediados de marzo y finales de abril de 1935. La obra fue impresa en los talleres gráficos de la Imprenta Layetana, en Barcelona, la única impresión de que gozó esta edición. En vísperas de la clausura de la feria del libro, Araluce publicitaba Mi lucha en anuncios en prensa como un éxito

Abc, 18 de mayo de 1935, p. 33.

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La edición española, igual por lo demás que las ediciones de Dugdale, la francesa y las italianas, omite tres peculiaridades de la edición alemana: el registro de personas y de temas (que en Mein Kampf figura al comienzo del libro, antes del prólogo, práctica ciertamente atípica), el epílogo del original y los encabezamientos por temas de las páginas, confeccionados para el primer volumen por Josef Stolzing-Cerny, redactor del Völkischer Beobachter, y por Rudolf Hess para el segundo volumen ( ‍Hartmann, Ch., Vordermayer, Th., Plöckinger, O. y Töppel, R. (eds.) (2016). Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition. Múnich: Institut für Zeitgeschichte.Hartmann et al., 2016: I, 284, nota núm. 118).

Después de estos prolegómenos en la antesala del libro, con una mezcla de apartados importados directamente del original (el prólogo de Hitler y la dedicatoria) y de otros epígrafes añadidos por los editores de la edición española (la introducción y los datos biográficos: la primera redactada ex profeso; de los datos biográficos no se conoce la procedencia, pero por lo prolijo y propagandístico todo apunta a que fue dictado por los nazis), el grueso del libro consiste en una traducción resumida de todos y cada uno de los capítulos del original, respetando su mismo orden y estructura, esto es, una primera parte de doce capítulos, y una segunda parte con otros quince. En la versión española el primer volumen del libro ocupa 162 páginas de un total de 328 (el 49,39 % del total), una vez descontados los apartados iniciales; en el original alemán son 406 páginas sobre 785 (el 51,69 %). En términos porcentuales, pues, la edición española se mantiene fiel al original.

Si desde un punto de vista estadístico la versión española refleja con notable precisión el original alemán, ¿se puede decir otro tanto una vez reparamos en los contenidos? ¿Hay algún aspecto esencial del ideario hitleriano que esté castrado o atemperado en la edición de Araluce? Todos los rasgos que permiten caracterizar a la ideología hitleriana como incivil, inmoral y antidemocrática están incorporados en el libro, sin camuflar ni filtrar nada sustancial. El ultranacionalismo, el racismo y antisemitismo «fanático»

Erika Mann fue una de las primeras autoras o autores en llamar la atención sobre la perversión del lenguaje por el nacionalsocialismo, cambiando la valencia negativa de unos descriptores por su opuesto: «Hay una serie de términos que por lo general en el mundo solo se emplean en sentido negativo a los que los nazis otorgan un significado positivo. «Fanatismo» es uno de dichos conceptos, así como adjetivos tales que «encarnizado», «despiadado», «brutal», «ciego», incluso «bárbaro»» (

Mann, E. (1997) [1938]. Zehn Millionen Kinder. Die Erziehung der Jugend im Dritten Reich. Hamburgo: Rowohlt.

1997 [1938]: 155
). Victor Klemperer siguió su estela abundando en uno de los adjetivos implícitos en la serie de Mann, en el de «fanático» (

Klemperer, V. (1975) [1957]. LTI. Notizbuch eines Philologen. Leipzig: Reclam.

1975 [1957]: 77-‍83
).

‍[18]
, el conglomerado «anti-» (antimarxismo, antipacifismo, antifeminismo, antiliberalismo, antiparlamentarismo), la visión de género que recluye a la mujer a la esfera privada, la interpretación de la historia, el organicismo que concibe a la persona como un medio para un fin, el proyecto pedagógico diseñado para ajustar a los individuos en tanto que piezas de la «comunidad nacional» (Volksgemeinschaft), la política exterior y la idea del «espacio vital» o el proyecto biopolítico para depurar cuerpos extraños o «defectuosos» del cuerpo nacional son todos ellos rasgos del pensamiento de Hitler perfectamente traslúcidos en la edición de Araluce.

El capítulo XI del primer volumen, traducido como «La Nacionalidad y la Raza», está considerado por los especialistas como el «capítulo más conocido» del libro ( ‍Zehnpfennig, B. (2006). Hitlers Mein Kampf. Eine Interpretation. Múnich: Wilhelm Fink.Zehnpfennig, 2006: 127), o como su «capítulo ideológico clave» ( ‍Wirsching, A. (2015). Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition des Instituts für Zeitgeschichte. Aus Politik und Zeitgeschichte. Disponible en: https://bit.ly/2G1XkhG.Wirsching, 2015: 9-‍16, esp. p. 11). Aun siendo el que mayor recorte en términos relativos sufre de toda la traducción (representa un 4,88 % en la edición española, frente al 6,62 % que representa en el original), en él no se omite nada fundamental del ideario de Hitler. El antisemitismo visceral y rabioso que destila el capítulo queda reflejado de forma diáfana en la selección española: el cruce de razas conduce inexorablemente a la degeneración de la raza superior, la aria, la única «creadora de cultura», que conoce el «espíritu de sacrificio» y que cabe definir como idealista, en el sentido de que sus integrantes son capaces de sacrificar sus intereses particulares en aras del colectivo. En las antípodas del ario estaría el judío, el «gran maestro de la mentira», el «parásito» por excelencia habituado a lo largo de la historia a incrustarse en el «organismo» de otros pueblos. Los judíos constituirían una raza, y no una religión, que tiene en la francmasonería y sobre todo en la prensa sus armas fundamentales para invadir y corromper cuerpos nacionales extraños, y al marxismo como su ideología vehicular. Todos estos ingredientes, que constituyen el núcleo del ideario racista de Hitler, están negro sobre blanco en la versión española.

2. Mi lucha de 1937[Subir]

La primera edición de Mi lucha en España data de mediados de 1935. Tras la sublevación militar, si el aparato de propaganda nazi quería seguir manteniendo el libro en el mercado y hacerlo llegar a la opinión pública española, no tenía otra alternativa que reeditarlo en un territorio no sometido a los vaivenes bélicos. Así se explica que en 1937 apareciese una nueva edición del libro de Hitler en «zona nacional». En realidad, se trata de una segunda edición corregida en aspectos de limitada trascendencia.

La nueva edición apareció publicada en Ávila, ciudad y provincia afecta a la insurrección militar desde el primer momento. Ya no vino editada por una casa comercial, sino que ahora está directamente patrocinada por el NSDAP. La portada es la misma que en la edición de Araluce, con la fotografía de Hoffmann, pero con una diferencia reveladora: desaparece la rúbrica de «Autobiografía», y en su lugar se titula simplemente Mi lucha. La traducción es la misma que la de Araluce, destacándose nuevamente que se trata de una traducción directa del alemán y que estaba autorizada por la «Editora Central del Partido Nacionalsocialista. Franz Eher Nachf. G.m.b.H. Munich/Alemania». Su precio de venta era de catorce pesetas.

La edición de Ávila consta de 367 páginas, pero la paginación no se corresponde con la edición de Araluce, de 355 páginas. Tiene la misma estructura y contenidos que la primera, con el añadido de una introducción adicional de dos páginas de extensión, asimismo firmada por «El traductor». Se trata, por lo demás, de una edición que corrige muchas de las deficiencias formales que salpicaban la primera edición: erratas de impresión, problemas de puntuación y acentuación, y algún que otro error de traducción en conceptos no esenciales al ideario nazi. Son correcciones formales que mejoran la edición anterior, pero que no añaden nada novedoso a la versión preexistente.

III. FEDERICO NIELSEN REYES, «ADALID DEL TOTALITARISMO»[Subir]

1. Traductor de Mi lucha, diplomático y nazi boliviano[Subir]

Si hay una figura central en la historia de la publicación de Mi lucha en español, esa es Federico Nielsen Reyes. Sin su concurso la historia de la edición de la obra de Hitler al español y en España hubiese sido sin duda muy distinta, o no hubiese tenido lugar.

Nielsen Reyes nació en La Paz, Bolivia, el 9 de enero de 1904. Fue el primogénito de seis hermanos (cinco hermanos y una hermana) en una familia de la alta burguesía acostumbrada a recibir en su domicilio a miembros de la clase dirigente del país, como Hernando Siles Reyes, máximo responsable del Partido Nacionalista y presidente del país entre 1926 y 1930

Las notas biográficas y algunos datos relevantes (por lo que cuenta, también por lo que silencia) de la vida de Nielsen Reyes proceden de un libro de recuerdos de su hermana, la quinta de los seis hermanos (

Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.

Nielsen de Gaspar Reyes, 1989
).

‍[19]
. El padre, Federico Thomas Nielsen, natural de Schleswig-Holstein, puso con veintitrés años rumbo a Bolivia en compañía de dos amigos. Cuando Nielsen Reyes se matriculó en la Universidad de Berlín en 1927, consignó que la profesión de su padre era «químico»

Agradezco esta información al personal del archivo de la Universidad Humboldt de Berlín.

‍[20]
. Es probable que su madre, Sara Reyes Díaz de Oliver, tuviese lazos de familia con el presidente Siles Reyes. Ello ayudaría a explicar la progresión profesional de Federico: «Desde muy joven alternó con frecuencia en los círculos de los poderosos del dinero y de aquellos de renombre internacional», según su hermana ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 106). Mediaran o no lazos de sangre, lo cierto es que la familia y el presidente se frecuentaban. El segundo hermano de la saga Nielsen Reyes, Walter, que fue un estrecho colaborador del presidente Siles Reyes, recuerda que «más de una vez estuvo en casa de mis padres, a la hora vespertina, para saborear un plato criollo y un vaso de chicha cochabambina; quedábase charlando hasta las ocho o nueve» ( ‍Crespo Rodas, A. (1985). Hernando Siles. El poder y su angustia. La Paz: Siglo.en Crespo Rodas, 1985: 148).

Federico Nielsen Reyes cursó sus estudios hasta el bachillerato en el Colegio Nacional Ayacucho de La Paz, fundado en 1826, por cuyas aulas han pasado hasta hoy once presidentes del país.

http://www.comunicacion.gob.bo/?q=20130918/12708 (acceso 3 de febrero de 2018).

‍[21]
Tras cumplir el servicio militar en el Regimiento Bolívar de Artillería en Viacha, a los diecinueve años ingresó en la Administración pública como secretario auxiliar en el Ministerio de Instrucción Pública. Tres años más tarde, en mayo de 1926, y a la edad de veintidós años, fue nombrado agregado civil en la legación de Bolivia en Berlín. Su hermana lo recuerda en vísperas de su partida «arrodillado escuchando la misa que mamá mandó celebrar en casa con motivo de su viaje» ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 16). Una vez instalado en la capital alemana, continuó sus estudios de Derecho y Política Económica iniciados en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. En el registro de la Universidad Friedrich Wilhelm de Berlín figura como matriculado en la Facultad de Económicas entre el 10 de mayo de 1927 y el semestre de invierno del curso 1928-‍29, la misma en la que impartió un curso introductorio a la Historia Económica de Sudamérica en alemán

Agradezco esta información al personal del archivo de la Humboldt Universität de Berlín. La información sobre el curso en: Ascherson (

Ascherson, F. (1930). Kalender der deutschen Universitäten und Hochschulen. Winter-Semester 1930/31. Leipzig: Barth.

1930: 25
).

‍[22]
.

Su progresión profesional en el cuerpo diplomático fue meteórica. Dos años después de llegar a la capital alemana, en 1928, y a los veinticuatro años de edad, Nielsen Reyes fue ascendido de agregado civil a la categoría de segundo secretario. En 1932, cuando su hermana Emmy llega a Berlín para proseguir sus estudios de pintura y residir con él y su cuñada, ya era primer secretario

La residencia familiar estaba ubicada en la calle Markgraf-Albrecht, anexa a Kurfürsterdamm. A esas alturas Nielsen Reyes acababa de contraer matrimonio por el rito católico con Ilse Kütscher, hija de Karl Kütscher, consejero del Ministerio de Agricultura, y de Margarethe Gottschalk. «La novia —recoge su cuñada Emmy— tenía muchas cualidades, era culta y hablaba el español» (

Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.

Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 18
). La familia Nielsen ocupaba una vivienda en el mismo edificio que la legación de Bolivia en Alemania (ibid.: 22).

‍[23]
. Con el tiempo asumió funciones adicionales en su desempeño: se hizo cargo del consulado tras la renuncia de Heinrich Mendelsohn como cónsul honorario de Bolivia (se exilió a Gran Bretaña durante el Tercer Reich), y ejerció de inspector general de Consulados en Europa. En esa condición acudió a Barcelona en agosto de 1939. La prensa española, ya fascistizada y sometida a la censura, se hizo eco de la visita: «El señor Nielsen-Reyes, visitó la España Nacional en 1937, y como resultado de su viaje de entonces publicó en la Prensa de América diversos artículos enalteciendo la obra del Generalísimo, y cuando en febrero de este año, desempeñaba en su país la subsecretaría de Asuntos Exteriores Bolivia reconoció al Gobierno de España»

Hasta el 1 de abril de 1939, con la firma por Franco del último parte de guerra, la contienda no estuvo oficialmente acabada, pero a la altura de febrero numerosos países (Gran Bretaña y Francia, entre otros) ya habían reconocido al nuevo régimen.

‍[24]
. La misma nota de prensa glosó así las credenciales ideológicas de Nielsen Reyes: «El ilustre visitante es un viejo adalid del totalitarismo habiendo realizado en este orden de ideas una amplia labor de publicista, como conocedor profundo que es del III Reich, por haberse desarrollado la mayor parte de su vida diplomática en Berlín»

La Vanguardia Española, 2 de agosto de 1939.

‍[25]
. Tres años antes, entre el 4 y el 10 de noviembre de 1936, Nielsen Reyes participó en Feldafing (cerca de Múnich) en la Primera Conferencia Anticomunista Internacional Secreta (la Anti-Komintern, bajo los auspicios del Ministerio de Propaganda nazi), donde hizo una presentación sobre la Ley de Prohibición del Partido Comunista en Bolivia

«Protokoll der Ersten Vertraulichen Internationalen Antikommunistischen Konferenz in Feldafing bei München vom 4. bis 10. November 1936», Politisches Archiv des Auswärtigen Amtes, R 100336, p. 14. En la conferencia participaron delegados de veinte países, entre ellos España con de Armas y Gourié, enviado especial de Franco, y Mauricio Carlavilla del Barrio y J. M. Aniel-Quiroga, ambos representantes de Falange. Los delegados acordaron por unanimidad escoger el término «Alcázar» como «símbolo del movimiento mundial antibolchevique» (ibid.: 20). Carlavilla del Barrio efectuó una exposición (recogida íntegra como anexo en las actas de la reunión) sobre «La lucha contra el bolchevismo en España» (ibid.: 88-97).

‍[26]
. Este tipo de actividades dieron pie a los servicios secretos aliados para clasificarle como nazi. En plena Segunda Guerra Mundial, un memorándum hecho llegar al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, se refería a Nielsen Reyes (que regresó a Bolivia en 1939) como «un gran propagandista nazi en Sudamérica»

Documento original disponible en: http://bit.ly/2Xu57dN, p. 6 (acceso: 1 de septiembre de 2018).

‍[27]
.

Según Emmy Nielsen Reyes, el principio rector de la trayectoria profesional y política de su hermano fue servir a su patria: «Nada lo detuvo en esa ferviente dedicación al servicio de su país. El sentimiento patriótico era un ideal ardiente que regía su vida» ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 23). Una patria concebida al modo nazi en un sentido racista, podríamos decir. Si Hitler en Mein Kampf, bebiendo de la tradición antisemita de matriz völkisch, puso en el punto de mira a los judíos, los supremacistas latinoamericanos en países con una población indígena significativa hallaron en el proyecto genocida nazi una fuente de inspiración para «solucionar» el «problema indio». Bolivia era uno de esos países en los que la elite tradicional aspiraba a «blanquear» el país, por ejemplo diseñando políticas migratorias después de la guerra para atraer a inmigrantes europeos en general ( ‍Conea-Rosenfeld, M. M. (2000). Wartime Bolivia and Refugees from Nazism: A Unique Case [tesis]. University of Miami.Conea-Rosenfeld, 2000: 3), y alemanes en particular. Nielsen Reyes desempeñó un papel clave en este ensayo de ingeniería poblacional. Tras la Segunda Guerra Mundial representó a Bolivia durante quince años en el Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas (CIME), una organización transnacional con sede en Ginebra fundada en 1951 con una triple misión: a) trasladar refugiados a países que ofreciesen oportunidades de establecimiento definitivo; b) satisfacer las necesidades de mano de obra de los países de ultramar, proporcionando inmigrantes europeos, y c) contribuir al mejoramiento económico y social de los países latinoamericanos mediante la migración selectiva ( ‍Gómez de la Serna, G. (1974). Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas. Revista de Instituciones Europeas, 1 (2), 723-‍730.Gómez de la Serna, 1974: 723-‍730, esp. 723). Emmy Nielsen Reyes, refiriéndose a la labor de su hermano al frente de dicho comité, apostilló que «el CIME cooperó en forma efectiva al país con la repatriación de profesionales graduados en Alemania y que trabajaban en ese país» ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 73). ¿Cabría especular con la posibilidad de que el CIME operase como una plataforma para dar cobijo a antiguos nazis que huían de los tribunales de guerra implantados por las potencias vencedoras en la inmediata postguerra? El antiguo SS Klaus Barbie por ejemplo, el Carnicero de Lyon, llegó a Bolivia en 1955. El semanario Der Spiegel concluyó en un artículo de 1981 que emigrantes nazis alemanes «se encuentran como en casa desde hace años»

Der Spiegel, 11 de mayo de 1981, p. 163.

‍[28]
.

La especulación no sería del todo extemporánea. Antes incluso de ocupar su destino en Berlín, existen vagos indicios de que Nielsen Reyes se destacó por su labor de difusión de la ideología nazi en Bolivia ( ‍Conea-Rosenfeld, M. M. (2000). Wartime Bolivia and Refugees from Nazism: A Unique Case [tesis]. University of Miami.Conea-Rosenfeld, 2000: 337-‍338). Es posible que, tratándose de un integrante de la elite del país con excelentes contactos en las más altas instancias, se sirviese de su posición para obtener un destino en la capital alemana y así desempeñar labores de mayor valor agregado para la consolidación y expansión del movimiento nazi. Constan, en este sentido, dos servicios de trascendencia histórica que Nielsen Reyes prestó al nacionalsocialismo. En orden cronológico, el primero fue facilitar desde su secretaría en la embajada los trámites para que Ernst Röhm firmase un contrato para incorporarse al Ejército boliviano como instructor militar; el segundo —lo que aquí nos ocupará en mayor detalle— fue ser el autor de la primera traducción autorizada de Mein Kampf al español. Los repasamos a continuación.

A iniciativa del país andino, entre 1909 y 1942 el Ejército boliviano contó con una presencia ininterrumpida de varias decenas de oficiales alemanes, excepción hecha de los años que duró la Primera Guerra Mundial ( ‍Brockmann S. R. (2007). El general y sus presidentes: vida y tiempos de Hans Kundt, Ernst Röhm y siete presidentes en la historia de Bolivia, 1911-‍1939. La Paz: Plural Editores.Brockmann, 2007: 447-‍450;  ‍Hancock, E. (2008). Ernst Röhm. Hitler’s SA Chief of Staff. Nueva York: Palmgrave.Hanckock, 2008: 95-‍104). Si hasta 1918 las misiones militares tuvieron carácter oficial, es decir, fueron negociadas de Estado a Estado, tras la firma del Tratado de Versalles la presencia de oficiales alemanes en Bolivia respondió a la iniciativa privada, no contando su presencia con el aval de los sucesivos Gobiernos de la República de Weimar ni después por lo demás tampoco del Tercer Reich. El aliciente era económico: a partir de 1911 el salario que ofrecía el Ejército boliviano a los instructores alemanes era superior al de los oficiales del propio Ejército alemán. Esta fue la vía por la que Röhm se trasladó a Bolivia. Firmó un contrato por dos años (prorrogable) entre enero de 1929 y diciembre de 1930, con una remuneración de mil bolivianos durante el primer año de servicio, y de mil cien bolivianos durante el segundo año (1 boliviano = 1,5 marcos-oro), salario que equivalía al sueldo del jefe de Estado Mayor boliviano. El más prominente de los militares de origen alemán presentes en Bolivia entonces era Hans Kundt. Kundt fue reclutado en 1911 para reorganizar el Ejército boliviano según el modelo prusiano. Durante la Primera Guerra Mundial se reincorporó al Ejército alemán, para regresar de nuevo a Bolivia en 1921. Provisto de la nacionalidad de su país de adopción, en 1923 fue nombrado jefe del Estado Mayor (equivalente a ministro de Guerra) durante un breve lapso de tiempo. En enero de 1929, Kundt y Röhm, entre otros oficiales de origen alemán, fueron contratados por el Gobierno de Siles Reyes: el primero, de nuevo, como jefe del Estado Mayor; Röhm como teniente coronel ( ‍Hancock, E. (2012). Ernst Röhm versus General Hans Kundt in Bolivia, 1929-‍1930? The Curious Incident. Journal of Contemporary History, 47 (4), 691-‍708. Disponible en: https://doi.org/10.1177/0022009412451287.Hanckock, 2012: 691-‍708, esp. 696-‍697). Según el historiador y periodista boliviano Robert Brockmann, Kundt no accedió de grado a que Röhm se sumase a su contingente, y sólo una orden del presidente Siles Reyes le obligó a obedecer ( ‍Brockmann S. R. (2007). El general y sus presidentes: vida y tiempos de Hans Kundt, Ernst Röhm y siete presidentes en la historia de Bolivia, 1911-‍1939. La Paz: Plural Editores.Brockmann, 2007: 458;  ‍Hancock, E. (2012). Ernst Röhm versus General Hans Kundt in Bolivia, 1929-‍1930? The Curious Incident. Journal of Contemporary History, 47 (4), 691-‍708. Disponible en: https://doi.org/10.1177/0022009412451287.Hanckock, 2012: 697).

Tampoco el embajador alemán en Bolivia, Hans Gerald Marckwald, se mostró entusiasmado al conocer la noticia de que Röhm había llegado al país para entrenar a sus fuerzas armadas: «¿Este caballero es realmente el representante militar alemán adecuado aquí?», se preguntó ( ‍Hancock, E. (2008). Ernst Röhm. Hitler’s SA Chief of Staff. Nueva York: Palmgrave.Hanckock, 2008: 99). El nombramiento de Röhm no encuentra una explicación sencilla, habida cuenta de su significado perfil ideológico, y no precisamente respetuoso del orden establecido: miembro de primera hora del NSDAP (fue una de las pocas personas que se tuteaban con Hitler), participó en el intento de golpe de Estado de noviembre de 1923 en Múnich (por lo que cumplió cinco meses de condena en la cárcel), y en 1925 fue durante unos meses el máximo responsable de las Tropas de Asalto nazis, las SA. Recordemos que Nielsen Reyes era en esos momentos segundo secretario de la embajada. No disponemos de evidencia que demuestre documentalmente la intervención de la embajada boliviana en Berlín, aunque Nielsen Reyes, en tanto que su secretario, no pudo ser ajena a ella. Brockmann apunta que en la contratación de Röhm medió directamente la legación boliviana en Berlín ( ‍Brockmann S. R. (2007). El general y sus presidentes: vida y tiempos de Hans Kundt, Ernst Röhm y siete presidentes en la historia de Bolivia, 1911-‍1939. La Paz: Plural Editores.Brockmann, 2007: 457). De lo que sí tenemos constancia es de que Nielsen Reyes y el ya máximo responsable de las SA confraternizaron tras el regreso de este último a Alemania. Al finalizar su contrató inicial de dos años en Bolivia, Röhm preservó una excedencia indefinida del Ejército boliviano, trámite que efectuaba periódicamente en la embajada ( ‍Hancock, E. (2008). Ernst Röhm. Hitler’s SA Chief of Staff. Nueva York: Palmgrave.Hanckock, 2008: 103;  ‍Hancock, E. (2012). Ernst Röhm versus General Hans Kundt in Bolivia, 1929-‍1930? The Curious Incident. Journal of Contemporary History, 47 (4), 691-‍708. Disponible en: https://doi.org/10.1177/0022009412451287.Hanckock, 2012: 706). Con ese motivo, o por amistad personal, Röhm visitó ocasionalmente la legación de Bolivia, y de paso también la casa de su secretario: «Röhm amaba extraordinariamente a Bolivia», afirmó Nielsen Reyes. «Solía venir alguna vez a mi casa y tocaba en el piano el himno nacional boliviano, que conocía de memoria. Era un hombre culto, muy inteligente y leal a Hitler, hasta donde yo estaba en situación de saber» ( ‍Crespo Rodas, A. (1985). Hernando Siles. El poder y su angustia. La Paz: Siglo.en Crespo Rodas, 1985: 245). También se prestaban favores mutuamente. En una ocasión, el periodista norteamericano de la agencia Associated Press en Berlín y merecedor del Premio Pulitzer en 1939, Louis P. Lochner, recordó una charla sostenida a principios 1930 con Röhm gracias a la mediación del «secretario de la legación boliviana». Ambos nazis se presentaron juntos en su oficina, convencidos de que había llegado el momento de que la agencia de noticias norteamericana tuviera noticias de primera mano del máximo responsable del movimiento. Röhm, a su vez, intercedió para que Lochner mantuviera un encuentro en Múnich con «el jefe» ( ‍Lochner, L. P. (1943). What about Germany? Londres: Hodder and Stoughton.Lochner, 1943: 79).

Entre las actividades de Nielsen Reyes en Berlín se contó organizar la participación de Bolivia en los Juegos Olímpicos de 1936. Uno de los tres deportistas bolivianos participantes fue su hermano Arnold, que hizo las veces de abanderado. A partir de entonces, Federico Nielsen Reyes estuvo ligado en su país al mundo del deporte, llegando a ser presidente del Comité Olímpico Boliviano. Suya es la letra del himno de los deportistas olímpicos bolivianos, titulado Sanos y fuertes que, con su exaltación de la patria, la camaradería y el honor, vehicula mensajes muy queridos a los nazis.

El honor (Ehre) es uno de los conceptos centrales de la moral del nacionalsocialismo (

Gross, R. (2010). Anständig geblieben. Nationalsozialistische Moral. Frankfurt am Main: Fischer.

Gross, 2010: 21
). Véase al respecto el Código de honor de las SA (Ehrenordnung für die SA der NSDAP, Múnich, 1933, en: Archivo del Institut für Zeitgeschichte, Múnich, Db 052.025 b).

‍[29]
Dice así:

Sanos y fuertes, la frente altiva,

baña el sol nuestra tierra nativa,

ya marchamos al rítmico son,

vivo late cada corazón.

Coro:

Camaradería, honor,

lucha caballerezca [sic], valor.

¡Adelante! ¡Adelante!

¡Deportistas, Adelante!

Por el deporte viril y fuerte

A la Patria amamos con fervor.

Si la inacción significa Muerte,

el dinamismo es vida y vigor.

Nielsen Reyes, pues, era algo más que un diplomático prestando un servicio a su país en Alemania; era un nazi con los mejores contactos en la elite dirigente del nacionalsocialismo.

2. Prólogos de Nielsen Reyes a Mi lucha. Análisis[Subir]

Las introducciones de la versión española, tanto a la primera como a la segunda edición, vienen firmadas por «El traductor» que, según diversas fuentes, fue Federico Nielsen Reyes

Así lo recogen, por ejemplo, el catálogo en línea WorldCat ( http://www.worldcat.org/title/mi-lucha/oclc/638186889, acceso: 10 de julio de 2018), el diario El País (25 de abril de 1981) y Der Spiegel (núm. 20, 11 de mayo de 1981, p. 161), medio este último que añade que Nielsen Reyes adornaba su escritorio con un busto de Hitler, y que su hijo, Roberto Nielsen, ocupó el puesto de jefe de seguridad bajo la dictadura del general Luís García Meza (1980-‍1981).

‍[31]
. Aquí estriba un servicio suyo capital para la propagación de la ideología nacionalsocialista en España y Latinoamérica. El hecho de que su identidad permanezca oculta en el libro tenía a buen seguro que ver con su función diplomática. Una vez acabada la guerra y Nielsen Reyes ya reinstalado en su país, reivindicar su implicación en Mi lucha no era precisamente un timbre de gloria. Porque, como veremos a continuación, los dos prólogos para las ediciones españolas no son el trabajo de un profesional distanciado del material que traduce, sino el de un apóstol convencido de la causa nazi. Ambos destilan un compromiso personal con el proyecto liberticida y etnocida liderado por Hitler, alejado de cualquier ensayo de la asepsia o distanciamiento, por no hablar de la crítica o de denuncia, que sería de esperar en un integrante del cuerpo diplomático de cualquier país. Son el producto de un nacionalsocialista «fanático» que expone orgulloso los principios rectores y supuestos logros de la religión política nazi.

El prólogo a la edición de Barcelona abarca cuatro páginas, y arranca etiquetando Mi lucha como «el catecismo del movimiento nacionalsocialista». El atributo de «catecismo» ya había circulado antes en un contexto parangonable: Hitler lo utilizó en su prólogo a un libro de Gottfried Feder publicado en 1924, al que exaltó en parecidos términos que Nielsen Reyes hizo con Mi lucha: «El cuerpo escrito de nuestro movimiento ha adquirido con él [con el libro. Nota: J. C.] su catecismo» ( ‍Feder, G. (1924). Der Deutsche Staat auf nationaler und sozialer Grundlage. Múnich: Deutschvölkische Verlagsbuchhandlung.Feder, 1924: 3). En los años en que Nielsen Reyes tradujo el libro era moneda de uso corriente referirse a la obra de Hitler como la «Biblia» del nacionalsocialismo ( ‍Vitkine, A. (2009). Mein Kampf. Histoire d’un livre. París: Flammarion.Vitkine, 2009;  ‍Plöckinger, O. (2011). Geschichte eines Buches: Adolf Hitlers ‘Mein Kampf’. Múnich: Oldenbourg. Disponible en: https://doi.org/10.1524/9783486705645.Plöckinger, 2011: 349-‍356;  ‍Kellerhoff, S. F. (2015). «Mein Kampf». Die Karriere eines deutschen Buches. Stuttgart: Klett-Cotta.Kellerhoff, 2015: 14). Sin embargo, a un católico practicante como Nielsen Reyes el símil le debió de parecer un exceso hiperbólico de resabios paganos, por lo que optó por rebajar el libro a la categoría menos pretenciosa de «catecismo».

La denuncia del marxismo, una de las obsesiones del nazismo, encuentra asiento en el prefacio del boliviano. Refiriéndose a Hitler, Nielsen Reyes sostiene que su «recia personalidad» le hizo «dueño de la verdad de su causa al impulsar un vigoroso movimiento de exaltación nacional llamado a aniquilar el marxismo que estaba devorando el alma popular de Alemania» (Hitler, 1935: 6). Otro vector del ideario nazi, la idea de la comunidad nacional según líneas raciales, aparece asimismo incrustado en el prólogo: «Hitler […] sabe que dentro de la estructura de un pueblo y de su economía no caben preferencias odiosas, sino un espíritu de mutua comprensión y de justa valoración del rol de cada uno y de su esfuerzo en el conjunto de la nacionalidad». Y prosigue: «La ideología hitleriana, en este orden, es de una elevada ética, porque busca en el individuo la ponderación del mérito por el trabajo» (ibid.: 7). En una valoración más de parte, y replicando el guión marcado por el aparato propagandístico al mando de Goebbels, Nielsen Reyes presenta al nacionalsocialismo como una ideología «constructiva y, por tanto, pacifista, pero no pacifista en el sentido de aceptar la imposición de violencias internacionales contrarias a la dignidad y al honor de un pueblo soberano […]. El pacifismo nacionalsocialista se inspira, por tanto, en principios elementales del Derecho y descansa sobre la unidad moral del pueblo alemán» (ibid.: 8).

Para concluir el prólogo, el piadoso nazi boliviano presenta el estado totalitario del Tercer Reich como modelo «de una nueva forma de Estado», adaptando sus valores y líneas maestras «a sus propias necesidades, [a] los pueblos amantes de su nacionalidad y ávidos de progreso y de renovaciones sociales» (ibid.: 9).

Otro de los temas rectores del ideario nazi, el antisemitismo, no merece referencia directa alguna en el prólogo. El proyecto supremacista nazi, que contemplaba a la «raza» judía como contrapunto de la aria, no tenía fácil traslación al contexto español, donde desde la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos en 1492 reinaba un «antisemitismo sin judíos» ( ‍Böcker, M. (2000). Antisemitismus ohne Juden. Die Zweite Republik, die antirepublikanische Rechte und die Juden. Spanien 1931 bis 1936. Frankfurt am Main: Peter Lang.Böcker, 2000) y, en cualquier caso, este era de matriz religiosa más que racial. Tampoco la traducción de las enseñanzas del nazismo a Latinoamérica era inmediata, porque la población de origen judío en el subcontinente americano era irrelevante en términos estadísticos. Allí la «adaptación» a que se refiere Nielsen Reyes apunta más bien a la población indígena de numerosos países, como el suyo mismo, Bolivia, donde conformaba una amplia mayoría.

La edición de Ávila mantiene la misma estructura en cinco bloques que la edición de Araluce (introducción, prólogo de Hitler, dedicatoria y datos biográficos de Hitler, cuerpo del libro), a los que se añade una nueva introducción a la segunda edición, asimismo firmada por «El traductor», está fechado en octubre de 1937. El apartado con los datos biográficos de Hitler y del movimiento por él liderado abarca consecuentemente hasta poco antes: la última entrada da cuenta de la «histórica visita» de Benito Mussolini a Alemania entre el 26 y el 29 de septiembre de 1937, que habría servido para consagrar «la amistad italo-alemana y su invariable propósito de servir al mantenimiento de la Paz» (Hitler, 1937: 18). En términos de extensión la nueva introducción ocupa dos páginas, la mitad que el primero.

Con la perspectiva que dan los cinco años del nacionalismo en el poder, Nielsen Reyes presenta el libro como «la pauta del trabajo constructivo de la Nueva Alemania»; el Tercer Reich se revela como «la encarnación genuina de la ideología hitleriana» (ibid.: 11). El prologuista vuelve a insistir en los temas que ya le ocuparon en la primera edición, con excepción del marxismo en tanto que «problema» alemán, una vez eliminadas sus estructuras organizativas (partidos, sindicatos) y sus líderes recluidos en campos de concentración o forzados al exilio.

Con esta excepción, los vectores que articulan el prólogo son los mismos que en la primera edición: por un lado una presentación ultranacionalista y organicista de la comunidad nacional y, por otro lado, el papel del nacionalsocialismo como garante de la paz. Presenta un panorama idílico, ejemplo de una comunidad nacional sin resquicios de pluralidad en lo relativo a los objetivos compartidos: «El pueblo alemán representa en la actualidad un bloque cohesionado por la fe nacional que supo inculcarle el autor genial de su resurgimiento» (ibid.: 11). Fe nacional que, al igual que en Italia, se articula alrededor de «la idea de patria» concebida en términos homogéneos y, por supuesto, raciales. El autor del prólogo se remite a un discurso de Mussolini el 28 de septiembre pronunciado en Berlín durante su visita reciente al Reich, en el que desmintió que los regímenes fascistas fuesen dictaduras, puesto que gozarían de un apoyo popular desconocido en otros regímenes donde «bajo el manto de los llamados «derechos humanos inviolables», la política está dominada por el poder del dinero, del capital, de las sociedades secretas y, finalmente, por los grupos políticos que luchan entre sí» (ibid.: 11-12).

La Alemania superadora de la humillación de Versalles y del nefasto experimento democrático es ahora «el mejor baluarte de la paz europea» frente al peligro bolchevique. Aquí precisamente introduce Nielsen Reyes una referencia a España, del todo ausente en el primer prólogo, «donde el Generalísimo Franco sostiene denodada lucha para salvar a su glorioso pueblo de la garra comunista» (ibid.: 12)

Nielsen Reyes visitó España en 1937 (La Vanguardia Española, 2 de agosto de 1939).

Un detalle que merece la pena traer a colación, porque revela el origen hispanoamericano del traductor, es la utilización del sustantivo «sud» en la primera edición de Mi lucha. En el español peninsular la forma habitual es «sur», no así en Hispanoamérica, donde en diferentes países, entre ellos Bolivia, aunque hoy en día poco usado, «sud» está contemplado por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. En la familia Nielsen Reyes parece que el sustantivo tenía predicamento; su hermana Emmy también lo utiliza en su libro de recuerdos de su hermano publicado más de medio siglo más tarde, donde hace referencia a «América del Sud» (

Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.

Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 71
). Seguramente porque un lector peninsular la expresión pensaría que se trataba de una errata (de una más), en la segunda edición fue corregido por «Sur».

‍[32]
. Habida cuenta del marcado carácter apologético y ultranacionalista del prólogo, que el traductor opte por el pronombre posesivo «su» en lugar de «nuestro» es una prueba de que no se trataba de un español, sino de un hispanoamericano. Frente al internacionalismo soviético, la alternativa era el jingoísmo vehiculado por el triunvirato formado por Hitler, Mussolini (ambos plasmados en régimen) y Franco, que libraba en el momento de redactarse el prólogo una guerra civil contra las fuerzas defensoras del orden republicano. Nielsen Reyes pone punto final al segundo prólogo subrayando la necesidad de adaptar el programa ultranacionalista a cada país para alcanzar un orden mundial armónico: «Sólo la concepción de un nacionalismo idealista-socialista, propio de la comunidad de cada pueblo, llegará a crear en el mundo las premisas de un orden superior de sincera comprensión y de paz entre las naciones que respetan sus tradiciones y honran su historia» (ibid.: 12).

IV. RECEPCIÓN DE MI LUCHA EN ESPAÑA[Subir]

El ascenso al poder del nacionalsocialismo fue recibido con simpatía, incluso con euforia, en el espectro ideológico fascista y conservador en la España de la Segunda República. En un primer momento contemplaron a Hitler como el «agarrotador del marxismo»

La expresión es del jesuita vasco Manuel Aguirre Elorriaga en un artículo de 1934 publicado en una revista cristiana. Los jesuitas fueron expulsados de España en 1932. Cita en: Böcker (2000: 189).

‍[33]
, merecedor de atención y émula para salvar a España del peligro rojo y ateo. Poco después, sin embargo, ya desde 1934, se empezó a matizar el entusiasmo por el régimen recién instalado en Alemania, y emergieron las críticas al nacionalsocialismo en el espectro antirrepublicano español, católico casi por definición, por sus derivas neopaganas, su postura con respecto a las iglesias y su antisemitismo ( ‍Böcker, M. (2000). Antisemitismus ohne Juden. Die Zweite Republik, die antirepublikanische Rechte und die Juden. Spanien 1931 bis 1936. Frankfurt am Main: Peter Lang.Böcker, 2000: 212).

Ya hemos constatado que los fascistas de Falange se contaron entre los primeros que saludaron el advenimiento del régimen nazi. El espectro ideológico católico conservador, por su parte, prestó asimismo estrecha atención a los acontecimientos que estaban teniendo lugar en Alemania. Uno de sus máximos animadores fue el periodista y escritor Ramiro de Maeztu, en cuya trayectoria intelectual hay un hilo conductor que vertebra su obra: el nacionalismo. Poco antes de ser asesinado por milicianos republicanos en noviembre de 1936, escribió: «Mi vida de escritor estuvo consagrada casi exclusivamente al problema de mi patria» (en González Cuevas, 2003: 22). El fascismo atrajo su interés (aunque en rigor no llegase a ser fascista) en tanto que dique anticomunista (ibid.: 23). Maeztu pronunció una conferencia en 1932 ante un exclusivo público integrado por nostálgicos de un orden social elitista y aristocrático bajo el título de Hitler, su triunfo y su programa. «El patriotismo exaltado, exasperado» era uno de los vectores que habían de servir de guía a las derechas españolas para emular la popularidad del régimen fascista italiano y del movimiento hitleriano; otro «el espíritu de solidaridad social» que mostrase al trabajador que sus verdaderos aliados estaban en las derechas

Acción Española, 16 de mayo de1932, pp. 538-541.

‍[34]
.

Maeztu había publicado pocas semanas antes una serie de artículos sobre Hitler en las páginas del Abc

Se trata de los siguientes artículos: «El milagro de Hitler» (Abc, 20 de abril de 1932); «Hitler racista» (Abc, 27 de abril de1932); «Hitler en Viena» (Abc, 4 de mayo de 1932).

‍[35]
. Uno de ellos estaba dedicado a Mein Kampf, en el que abundaba en las ideas de la conferencia citada. Se titulaba «El milagro de Hitler». Para explicar dicho milagro Maeztu se remitía al libro de Hitler, del que llevaba —sostuvo— leída la mitad del original. No le parecía un buen escritor, pero tampoco le resultaba imprescindible, porque —y la idea procede de Hitler— «los movimientos políticos no los hacen los escritores, sino los oradores»

El biógrafo intelectual de Maeztu, Pedro Pablo González Cuevas, especula con la posibilidad de que Maeztu asistiera a mítines de Hitler, pues además de con su ideología y obra, parecía también familiarizado con su oratoria (

González Cuevas, P. C. (2003). Maeztu. Biografía de un nacionalista español. Madrid: Marcial Pons.

González Cuevas, 2003: 283
).

‍[36]
. Dos ideas eran a su juicio las que articulaban el programa plasmado en el libro: «la Patria y el trabajo». En términos organizativos, el gran logro de Hitler había sido unir a «buena parte del nacionalismo y del socialismo en un mismo partido». No se olvida del antisemitismo que atraviesa Mein Kampf, estereotipos y prejuicios incluidos: «Los judíos son ricos, tienen en sus manos los grandes periódicos y no figura, que yo sepa, entre sus máximas la del perdón de las injurias»

Abc, 20 de abril de 1932, p. 3.

‍[37]
.

Precisamente Abc dio una amplia cobertura a la aparición de la versión española de Mi lucha

Abc, 12 de junio de 1935, p. 8.

‍[38]
. Una reseña firmada por Juan Ignacio Bermejo recomendaba a las derechas españolas fijarse en las técnicas de propaganda expuestas en el libro de Hitler para conquistar a las masas, ruta inexcusable para replicar los éxitos conseguidos por el nacionalsocialismo en Alemania. Bermejo concluyó su reseña del modo siguiente: «Se trata de un libro que no se resume. Este articulito no puede ser más que un ligero entremés, antegusto de una comida copiosa y sustanciosa que ofrece la obra del Führer».

La revista ilustrada Blanco y Negro, dependiente del mismo grupo editorial que el Abc, publicó una extensa reseña de Mi lucha en su número del 23 de junio de 1935. La firmaba Andres Revesz, un periodista originario del Imperio austrohúngaro y de expresión alemana. Se titulaba «Mi lucha, base de la política hitlerista», y tenía cinco páginas de extensión. Cada página venía ilustrada por una viñeta extraída de la revista satírico-política Kladderadatsch (tres en total), de la asimismo publicación satírica semanal Die Brennessel (una viñeta) y del Völkischer Beobachter (una viñeta). Por su extensión, por el acompañamiento ilustrado (con materiales de difícil acceso en España) y, sobre todo, por su encendido tono apologético, cabe pensar que tras la reseña en cuestión estuviesen los responsables nazis en España, y que fuese uno de esos artículos financiados con cargo a los presupuestos de propaganda nazis.

V. CONCLUSIONES[Subir]

El público español potencialmente interesado en acceder sin mediaciones al «catecismo del nacionalsocialismo» disfrutó desde muy pronto de la posibilidad de hacerlo. Con la publicación en 1935 de Mi lucha, España se convirtió en uno de los primeros países en contar con una versión autorizada (eso sí, parcial) del prontuario hitleriano. Hasta entonces había habido un proyecto de traducir y publicar Mein Kampf en español, a ejecutar por Bermúdez Cañete, pero fue en extremo embrionario y, además, no hay constancia de que estuviese autorizado por las autoridades responsables nazis.

En la empresa de editar Mein Kampf en España desempeñó un papel clave el diplomático boliviano Federico Nielsen Reyes. Nazi de primera hora, e integrante de la elite del país andino, Nielsen Reyes estuvo destinado en la embajada de su país en Berlín entre 1926 y 1939. Amigo de Ernst Röhm y estrecho colaborador del ministerio de propaganda nazi, cumplía todos los requisitos para acometer la tarea de verter Mein Kampf al español: era un nazi «fanático», tenía la competencia lingüística suficiente y disfrutaba de los mejores contactos con el régimen. Todo apunta a que el impulso para traducirlo procedió directamente de Alemania, sin intervención de actor español alguno.

Las dos ediciones del libro, la primera de Barcelona y la segunda de 1937 en Ávila, no escluyen ninguno de los temas que cubre el original alemán, ni tampoco ignoran ninguno de sus capítulos. Las diatribas del original contra el marxismo, la democracia o los judíos, por limitarnos a algunos de los principales destinatarios del odio nazi, figuran en la selección de las ediciones de manera diáfana; ni siquiera camufla el racismo que postula Hitler, que arrojaba de forma implícita a los países meridionales de Europa a una «raza» de segundo orden.

Agradecimientos[Subir]

Las siguientes personas merecen todo mi agradecimiento por la ayuda prestada: Martín Alonso Zarza, Gonzalo Álvarez Chillida, Carlos Collado Seidel, Noé Cornago, Rafael Cruz, Ferrán Gallego, Michael Grüttner, Amaia Guerrero, Fernando Molina, Xosé Manoel Núñez Seixas y Matteo Tomasoni. Un evaluador/a efectuó comentarios que enriquecieron el texto. Un evaluador/a efectuó comentarios que enriquecieron el texto. Mención especial merece Othmar Plöckinger, por su impulso, estímulo y disponibilidad permanentes.

NOTAS[Subir]

[1]

Este artículo forma parte de un proyecto de investigación subvencionado por la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación (ref. HAR2015-64920-P, MINECO/FEDER), en el marco de un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (ref. GIU 17/005).

[2]

En adelante reservaremos la rúbrica de Mein Kampf para referirnos al original alemán, y Mi lucha para especificar la edición española.

[3]

Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

[4]

Mi lucha, Buenos Aires, Luz Ediciones Modernas. Tiene una extensión de 250 páginas, y la traducción la firma Alberto Saldivar P. Se trata de una edición traducida de la versión en inglés de Dugdale. El registro bibliográfico de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina especula con que la edición sea de 1935 porque el libro no recoge dicha información. La edición chilena, tal y como figura en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Chile, es: Mi lucha, Valparaíso, Impr. Cultura, 1936, y consta de 254 páginas. Otra edición de título homónimo y de 267 páginas de extensión (no figura la editorial), disponible en la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales de México, es incapaz de datar incluso la década, figurando en el catálogo como «19--».

[5]

«Nuestro manifiesto político», La Conquista del Estado, 14 de marzo de 1931.

[6]

El Debate, 26 de enero de 1935.

[7]

Mein Kampf consta de dos volúmenes. El primero, más autobiográfico, apareció publicado en julio de 1925. El segundo, con un énfasis más ideológico y organizativo, apareció en diciembre de 1926. Hasta 1930 fueron vendidos por separado.

[8]

LCE, 18 de abril de 1931, p. 3.

[9]

LCE, 30 de mayo de 1931, p. 12.

[10]

Revista JONS, diciembre de 1933, pp. 309-315. Agradezco a Ferran Gallego su amabilidad al poner a mi disposición estas publicaciones del fascismo español, así como su erudición a la hora de interpretarlos.

[11]

Las citas se corresponden a artículos publicados en las siguientes fechas: 22 de enero de 1933; 3 de enero de 1934; 3 de noviembre de 1934; 11 de mayo de 1935; 29 de febrero de1936; 1 de marzo de 1936. Curiosamente, en las tres primeras referencias se refiere a la obra de Hitler como Mi lucha, y en las tres últimas, con la versión española ya disponible, habla de Mein Kampf. Todas las referencias al libro son genéricas, excepción hecha de la referencia de febrero de 1936, donde incorpora una cita que remite directamente del original alemán, y no a la traducción española.

[12]

Citado según: https://es.scribd.com/doc/12599993/Obras-Completas-de-Onesimo-Redondo (acceso: 19 de septiembre de 2018).

[13]

Agradezco a Matteo Tomasoni sus clarificadoras explicaciones en comunicación personal que refutan categóricamente la existencia de una traducción de Mein Kampf por parte de Redondo.

[14]

Agradezco estas informaciones a una de las personas evaluadoras del artículo.

[15]

El Siglo Futuro, 30 de abril de 1935, num. 18 290, p. 16.

[16]

Abc, 5 de mayo de1935, p. 32.

[17]

Abc, 18 de mayo de 1935, p. 33.

[18]

Erika Mann fue una de las primeras autoras o autores en llamar la atención sobre la perversión del lenguaje por el nacionalsocialismo, cambiando la valencia negativa de unos descriptores por su opuesto: «Hay una serie de términos que por lo general en el mundo solo se emplean en sentido negativo a los que los nazis otorgan un significado positivo. «Fanatismo» es uno de dichos conceptos, así como adjetivos tales que «encarnizado», «despiadado», «brutal», «ciego», incluso «bárbaro»» ( ‍Mann, E. (1997) [1938]. Zehn Millionen Kinder. Die Erziehung der Jugend im Dritten Reich. Hamburgo: Rowohlt.1997 [1938]: 155). Victor Klemperer siguió su estela abundando en uno de los adjetivos implícitos en la serie de Mann, en el de «fanático» ( ‍Klemperer, V. (1975) [1957]. LTI. Notizbuch eines Philologen. Leipzig: Reclam.1975 [1957]: 77-‍83).

[19]

Las notas biográficas y algunos datos relevantes (por lo que cuenta, también por lo que silencia) de la vida de Nielsen Reyes proceden de un libro de recuerdos de su hermana, la quinta de los seis hermanos ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989).

[20]

Agradezco esta información al personal del archivo de la Universidad Humboldt de Berlín.

[21]

http://www.comunicacion.gob.bo/?q=20130918/12708 (acceso 3 de febrero de 2018).

[22]

Agradezco esta información al personal del archivo de la Humboldt Universität de Berlín. La información sobre el curso en: Ascherson ( ‍Ascherson, F. (1930). Kalender der deutschen Universitäten und Hochschulen. Winter-Semester 1930/31. Leipzig: Barth.1930: 25).

[23]

La residencia familiar estaba ubicada en la calle Markgraf-Albrecht, anexa a Kurfürsterdamm. A esas alturas Nielsen Reyes acababa de contraer matrimonio por el rito católico con Ilse Kütscher, hija de Karl Kütscher, consejero del Ministerio de Agricultura, y de Margarethe Gottschalk. «La novia —recoge su cuñada Emmy— tenía muchas cualidades, era culta y hablaba el español» ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 18). La familia Nielsen ocupaba una vivienda en el mismo edificio que la legación de Bolivia en Alemania (ibid.: 22).

[24]

Hasta el 1 de abril de 1939, con la firma por Franco del último parte de guerra, la contienda no estuvo oficialmente acabada, pero a la altura de febrero numerosos países (Gran Bretaña y Francia, entre otros) ya habían reconocido al nuevo régimen.

[25]

La Vanguardia Española, 2 de agosto de 1939.

[26]

«Protokoll der Ersten Vertraulichen Internationalen Antikommunistischen Konferenz in Feldafing bei München vom 4. bis 10. November 1936», Politisches Archiv des Auswärtigen Amtes, R 100336, p. 14. En la conferencia participaron delegados de veinte países, entre ellos España con de Armas y Gourié, enviado especial de Franco, y Mauricio Carlavilla del Barrio y J. M. Aniel-Quiroga, ambos representantes de Falange. Los delegados acordaron por unanimidad escoger el término «Alcázar» como «símbolo del movimiento mundial antibolchevique» (ibid.: 20). Carlavilla del Barrio efectuó una exposición (recogida íntegra como anexo en las actas de la reunión) sobre «La lucha contra el bolchevismo en España» (ibid.: 88-97).

[27]

Documento original disponible en: http://bit.ly/2Xu57dN, p. 6 (acceso: 1 de septiembre de 2018).

[28]

Der Spiegel, 11 de mayo de 1981, p. 163.

[29]

El honor (Ehre) es uno de los conceptos centrales de la moral del nacionalsocialismo ( ‍Gross, R. (2010). Anständig geblieben. Nationalsozialistische Moral. Frankfurt am Main: Fischer.Gross, 2010: 21). Véase al respecto el Código de honor de las SA (Ehrenordnung für die SA der NSDAP, Múnich, 1933, en: Archivo del Institut für Zeitgeschichte, Múnich, Db 052.025 b).

[30]

Vgl. Nielsen Reyes de Gaspar, Federico, S. 62 und 221. Otras versiones más recientes aparecen con ligeras modificaciones, la más reseñable de las cuales es que el «honor» ha sido reemplazado por el «vigor».

[31]

Así lo recogen, por ejemplo, el catálogo en línea WorldCat (http://www.worldcat.org/title/mi-lucha/oclc/638186889, acceso: 10 de julio de 2018), el diario El País (25 de abril de 1981) y Der Spiegel (núm. 20, 11 de mayo de 1981, p. 161), medio este último que añade que Nielsen Reyes adornaba su escritorio con un busto de Hitler, y que su hijo, Roberto Nielsen, ocupó el puesto de jefe de seguridad bajo la dictadura del general Luís García Meza (1980-‍1981).

[32]

Nielsen Reyes visitó España en 1937 (La Vanguardia Española, 2 de agosto de 1939).

Un detalle que merece la pena traer a colación, porque revela el origen hispanoamericano del traductor, es la utilización del sustantivo «sud» en la primera edición de Mi lucha. En el español peninsular la forma habitual es «sur», no así en Hispanoamérica, donde en diferentes países, entre ellos Bolivia, aunque hoy en día poco usado, «sud» está contemplado por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. En la familia Nielsen Reyes parece que el sustantivo tenía predicamento; su hermana Emmy también lo utiliza en su libro de recuerdos de su hermano publicado más de medio siglo más tarde, donde hace referencia a «América del Sud» ( ‍Nielsen Reyes de Gaspar, E. (1989). Federico Nielsen Reyes. Recuerdos de su hermana. La Paz: Proinsa.Nielsen de Gaspar Reyes, 1989: 71). Seguramente porque un lector peninsular la expresión pensaría que se trataba de una errata (de una más), en la segunda edición fue corregido por «Sur».

[33]

La expresión es del jesuita vasco Manuel Aguirre Elorriaga en un artículo de 1934 publicado en una revista cristiana. Los jesuitas fueron expulsados de España en 1932. Cita en: Böcker (2000: 189).

[34]

Acción Española, 16 de mayo de1932, pp. 538-541.

[35]

Se trata de los siguientes artículos: «El milagro de Hitler» (Abc, 20 de abril de 1932); «Hitler racista» (Abc, 27 de abril de1932); «Hitler en Viena» (Abc, 4 de mayo de 1932).

[36]

El biógrafo intelectual de Maeztu, Pedro Pablo González Cuevas, especula con la posibilidad de que Maeztu asistiera a mítines de Hitler, pues además de con su ideología y obra, parecía también familiarizado con su oratoria ( ‍González Cuevas, P. C. (2003). Maeztu. Biografía de un nacionalista español. Madrid: Marcial Pons.González Cuevas, 2003: 283).

[37]

Abc, 20 de abril de 1932, p. 3.

[38]

Abc, 12 de junio de 1935, p. 8.

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Wirsching, A. (2015). Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition des Instituts für Zeitgeschichte. Aus Politik und Zeitgeschichte. Disponible en: https://bit.ly/2G1XkhG.

[36] 

Zehnpfennig, B. (2006). Hitlers Mein Kampf. Eine Interpretation. Múnich: Wilhelm Fink.

Versiones de Mi lucha mencionadas en el texto[Subir]

My Struggle (1933). London: Hurst&Blackett (publicado en Houghton Mufflin, Boston, como My Battle). Trad. Edgar Dugdale.

Mi lucha (1935). Barcelona: Araluce. Trad. Federico Nielsen Reyes.

Mi lucha (1935?). Buenos Aires: Luz Ediciones Modernas. Trad. Alberto Saldivar P.

Mi lucha (1936). Valparaíso: Impr. Cultura.

Mi lucha (1937). Ávila: NSDAP. Trad. Federico Nielsen Reyes.

Ma doctrine (1938). París: Fayard. Ed. y trad. François Dauture y Georges Blond.