RESUMEN
Argentina se suele presentar como un ejemplo de país abierto a la inmigración masiva entre 1876 y la Gran Depresión. El trabajo intenta responder a dos preguntas: (1) si existieron razones económicas para restringir la inmigración, ¿por qué Argentina no siguió el ejemplo de los Estados Unidos, especialmente en la década de 1920?, y (2) si Argentina era un caso clásico de un sistema político dominado por los grandes propietarios de tierra e industriales, ¿por qué se introdujeron algunas medidas restrictivas a la inmigración a lo largo del tiempo? El trabajo explica las contradicciones de la política migratoria argentina centrándose en las peculiaridades de su sistema de participación política y en los intereses contradictorios de los grupos políticos. Las peculiaridades del sistema político argentino hacían muy difícil que los intereses de los trabajadores se trasladaran al Parlamento. Los trabajadores hubieran mejorado su posición con menos inmigrantes, pero la mayoría de ellos eran extranjeros no naturalizados y, por tanto, no participaban en las elecciones ni podían elegir a sus representantes. Su descontento se materializó a través de conflictos sociales y laborales que alarmaron a los grupos más beneficiados por la inmigración, que controlaban la representación política. Y, paradójicamente, fue el temor al conflicto social el que generó desde el poder las restricciones a la inmigración, intentando hacerlas compatibles con la persistencia de una política abierta.
Palabras clave: Argentina; migraciones internacionales históricas; política inmigratoria; sistema político.
ABSTRACT
Argentina is often presented as an example of a country open to mass immigration between 1876 and the Great Depression. This paper tries to answer two questions: (1) if there were economic reasons for restricting immigration, why did Argentina not follow the example of the United States, especially in the 1920s? and (2) if Argentina was a classic case of a political system dominated by large landowners and industrialists, why were some restrictive measures introduced over time? The article explains the contradictions of Argentina’s migration policy by focusing on the peculiarities of its system of political participation and the conflicting interests of political groups. The peculiarities of Argentina’s political system made it very difficult for workers’ interests to be transferred to parliament. Workers would have improved their situation with fewer immigrants, but most of them were unnaturalized foreigners and therefore did not participate in elections and could not elect their representatives. Their discontent materialized through social and labor conflicts that alarmed those groups most benefited from immigration and controlled political representation. And, paradoxically, it was the fear of social conflict that generated from the political power the restrictions on immigration trying to make them compatible with the persistence of an open policy.
Keywords: Argentina; historical international migrations; immigration policy; political system.
Las políticas migratorias de los países del Nuevo Mundo respondieron a las fuerzas de la globalización en la época de las migraciones de masas (1870-1930) de diferentes maneras. Desde una política más o menos general de puertas abiertas (sin restricciones al ingreso de mano de obra extranjera), comenzaron a levantarse algunas barreras a fines del siglo xix a medida que la mano de obra se hacía abundante en los países receptores, los salarios reales crecían más lentamente y la desigualdad aumentaba.
Las variables políticas también desempeñaron un papel en la conformación y evolución de políticas inmigratorias nacionales como resultado de la construcción de la nación, los grupos de interés y sistemas políticos más o menos democráticos o representativos. Las preferencias de la población nativa en lo concerniente a las políticas migratorias pueden también estar influidas por consideraciones no económicas; en especial el deseo de mantener la homogeneidad cultural y étnica. Los cambios en la política inmigratoria están finalmente determinados por el poder político y electoral de quienes se veían beneficiados o damnificados por la inmigración. Mientras en los Estados Unidos a partir de la década de 1890 tuvo lugar un movimiento creciente a favor de las restricciones y estas se materializaron efectivamente después de la Primera Guerra Mundial, los países de inmigración de América Latina continuaron su política inmigratoria abierta hasta comienzos de la década de 1930.
Este artículo se centra en la política migratoria Argentina entre 1876 y 1932[1]. Argentina era, después de Estados Unidos, el segundo país en número de inmigrantes
recibidos y en ningún otro país del Nuevo Mundo la inmigración tuvo un impacto tan
grande en comparación con el tamaño de la población nativa. La tasa de inmigración
neta fue del 22 ‰ en 1881-1890 y de casi el 30 ‰ en 1901-1910, frente a un 8,6 y
un 10 ‰ de los Estados Unidos en las mismas fechas Para Australia las tasas se sitúan en un máximo de 14,7 en 1881-1890, para descender
a un insignificante 0,9 en 1901-1910. Brasil alcanza un valor máximo del 10 ‰ en
el periodo 1891-1900 (
La historiografía argentina muestra que, a pesar de la preocupación creciente por la inmigración, la política de los Gobiernos argentinos no cambió radicalmente entre los años 1890 y 1930. El Gobierno argentino subvencionó la inmigración europea durante un período de tiempo muy breve a finales de la década de 1880; desde 1890 hasta la Gran depresión, los inmigrantes llegaron masivamente sin ningún tipo de subvención o ayuda del Gobierno. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Argentina aprobó restricciones de entrada para aquellos considerados políticamente peligrosos, pero los historiadores sostienen que, a pesar de todo, el país permaneció abierto a la migración internacional hasta la Gran Depresión.
Este trabajo se centra en la dimensión vertical de las políticas migratorias, la que
se desarrolla dentro de la sociedad receptora y donde se entrecruzan los intereses
y conflictos de grupos diversos La dimensión horizontal de las políticas migratorias se refiere a las relaciones
internacionales y su influencia en los procesos de difusión de las políticas entre
los distintos países. La distinción entre las dos dimensiones se encuentra bien explicada
en Fitzgerald y Cook-Martín (
La sección primera analiza la legislación y evolución de la política de inmigración argentina desde la aprobación de la ley de inmigración de 1876 hasta la Gran Depresión. La sección segunda presenta algunos de los factores que influyen en las políticas de inmigración en su orientación restrictiva a lo largo del tiempo. Un análisis de economía política y su efecto en las políticas de inmigración argentina se presenta en la sección tercera, mientras que la sección siguiente analiza las razones por las que Argentina no siguió el ejemplo americano de cierre a la inmigración durante la década de 1920 cuando además ya se habían producido cambios en el sistema electoral argentino. Las conclusiones cierran el trabajo.
Argentina ha sido considerado un caso clásico de política de inmigración liberal a
partir de la Constitución de 1853 y de la ley de inmigración de 1876. El elemento
más poderoso de la política migratoria argentina fue la Constitución liberal de 1853,
que recogía explícitamente (art. 25) la prohibición de restringir la entrada de extranjeros
y que daba a estos derechos civiles básicos tales como libertad de asociación, de
movimiento, de profesión y religión, entre otros El artículo 25 dice textualmente: «El gobierno federal fomentará la inmigración europea;
y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio
argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las
industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes».
Sobre la Ley de 1876 (ley Avellaneda) véase Fernández ( Todavía en los años 1920, el socialista Enrique Dickman avisaba de que «por el Brasil,
Chile, Paraguay y Bolivia puede entrar a la república numerosa inmigración no siempre
deseable». Citado en Reydó (
La política inmigratoria del siglo xix fue diseñada no solo para poblar la Pampa y dar valor a los abundantes recursos naturales;
también tenía el objetivo original de atraer inmigrantes culturalmente «superiores»
de la Europa del norte para terminar con la mentalidad colonial hostil al desarrollo
y «civilizar» el país
Hasta finales de la década de 1880, hubo pocas políticas activas de atracción de inmigrantes
europeos. Los italianos llegaron masivamente durante las décadas de 1870 y 1880 de
forma espontánea. Cuando el estado de Sao Paulo en Brasil anunció, tras la abolición
de la esclavitud, su programa de pasajes subsidiados desde Europa, que entró en vigor
en 1888, el Gobierno argentino se alarmó y pensó que no podrían competir en la captación
de mano de obra extranjera. No es casual, por tanto, que Argentina comenzara ese mismo
año (1887) a pagar el coste del transporte desde Europa Este es un claro ejemplo de cómo la política de inmigración de un país influye en
la política de inmigración de otro. En este sentido, los dos países más influyentes
en el caso argentino fueron Brasil y los Estados Unidos. La dimensión horizontal de
la política migratoria argentina, mediatizada por las relaciones internacionales,
se intensificó desde finales de la Primera Guerra Mundial con la creación de la Sociedad
de Naciones y las conferencias internacionales sobre inmigración.
Así, el principal giro en la política de inmigración argentina tuvo lugar entre noviembre
de 1887 y mayo de 1891, cuando el Gobierno argentino abrió oficinas en Europa para
la distribución de pasajes subsidiados. La mayoría de estos pasajes se repartió a
través de las oficinas de España, Francia y Bélgica. Devoto sostiene que una de las
razones de esta distribución geográfica fue el intento gubernamental de intentar contrapesar
la masiva presencia de los inmigrantes italianos (llegados desde la década de 1870)
con inmigrantes de otras nacionalidades Devoto (
No se trató, sin embargo, de una voluntad deliberada del Gobierno argentino por restringir
la inmigración masiva de la década de 1880 Así lo interpretan Timmer y Williamson ( Cook Martin (
A comienzos del siglo xx, las ideas originales sobre la influencia positiva de los inmigrantes en la construcción nacional habían cambiado. Los extranjeros habían llegado en gran número, llenaron las ciudades y algunos de ellos se convirtieron en una amenaza para el orden social cuando demostraron ser muy influyentes en el movimiento obrero radical (en especial, italianos y españoles). Como los inmigrantes mantuvieron mayoritariamente sus nacionalidades de origen, alrededor de la década de 1910 se desarrolló en Argentina una fuerte ideología nacionalista que enfatizaba la creencia de que los extranjeros asimilaban mal los valores nacionales.
Sin embargo, la política de inmigración resultó muy difícil de cambiar tanto en la
restricción del número de los llegados como en una mayor selección de los inmigrantes.
Entre 1899 y 1923 se presentaron en la Cámara de Diputados argentina tres proyectos
de ley y treinta y seis propuestas legislativas con relación a la política inmigratoria,
pero no se consiguió nunca modificar la antigua ley de 1876 Cámara de Diputados Argentina, Diario de Sesiones, 1909, vol. I, pp. 190-92; 1916, vol. II, pp. 1651-64; 1918/19, vol. V, pp. 581-83;
1922, vol. V, pp. 345-52, and 1923, vol. IV, pp. 677-678.
Los cambios más significativos llegaron a comienzos del siglo xx y estuvieron más relacionados con cuestiones de orden público y paz social que con
intentos serios de regular o limitar la llegada masiva de mano de obra extranjera.
La Ley de Residencia de 1902 y la Ley de Defensa Social de 1910 permitían al Poder
Ejecutivo deportar a los extranjeros involucrados en actividades políticas (fundamentalmente
anarquistas) y en el movimiento obrero radical Los conflictos laborales se intensificaron a partir de 1900: durante la presidencia
de Figueroa Alcorta se decretaron cinco estados de sitio (1906-1910).
Según Oved (
La Ley de Defensa Social de 1910 fue la culminación de casi una década de huelgas
y conflictos más o menos violentos. La ley se centraba igualmente en la prohibición
de la entrada de anarquistas al país, estableciendo la responsabilidad de empresarios
del transporte, agentes marítimos o capitanes que transportasen anarquistas, pero
la mayor parte de su articulado se dirigía a establecer prohibiciones y controles
de las actividades anarquistas y radicales dentro de Argentina. No es fácil clasificar
esta legislación como una simple política de restricción migratoria general El Congreso de los Estados Unidos aprobó en 1903 y 1907 una legislación denegando
la entrada en el país a los inmigrantes de ideología anarquista (
El intento más serio para introducir una legislación restrictiva que sustituyera a
la antigua ley de 1876 se produjo en 1923, cuando el Gobierno argentino presentó un
proyecto de ley al Parlamento muy similar a la ley de inmigración estadounidense de
1921 (aunque sin cuotas por origen nacional). El proyecto fue rechazado en la Cámara
de Diputados y el Gobierno finalmente se limitó a promulgar un decreto administrativo
que incorporaba cambios regulatorios restrictivos en la antigua ley de 1876. El decreto
de 1923 otorgó a los funcionarios de inmigración facultades extraordinarias para decidir
quién era admitido. Devoto argumenta que, si bien no hubo una restricción explícita
como en el caso de los Estados Unidos, pues la Ley de 1876 no se modificó, los diversos
reglamentos muestran una presencia creciente de obstáculos y controles administrativos Devoto ( Entre 1923 y 1927 se denegó la entrada en Argentina a 4452 inmigrantes, el 0,57 %
de la inmigración que llegó. Asdrubal Silva (
El aumento de regulaciones administrativas, en lugar de un cambio fundamental en la
ley, y el mayor poder otorgado a los funcionarios de inmigración, plantea un nuevo
problema: la discrecionalidad de los funcionarios a la hora de aplicar normativas
y decretos específicos Véase Gilboy ( Devoto ( Calavitta (
Desde sus orígenes, la legislación migratoria argentina estuvo dominada por una idea central que va a consolidarse con una persistencia extraordinaria a lo largo del tiempo: la necesidad de mano de obra para la agricultura y poblar así las zonas rurales. La disposición constitucional de prohibir la entrada de extranjeros pesó de manera notable a la hora de modificar la ley Avellaneda de 1876. Sin embargo, la idea original de los inmigrantes modernizadores se fue desvaneciendo con la llegada masiva de extranjeros que se radicaron en las ciudades y se asociaron con todo tipo de problemas laborales y sociales.
La política inmigratoria ha sido siempre sensible a las condiciones del mercado de
trabajo. Sin embargo, las leyes de inmigración están en el centro de la confluencia
de intereses tanto económicos como políticos. La tendencia hacia mayores restricciones
es paralela al aumento de la población y mano de obra en los países receptores y a
la ralentización consiguiente en el crecimiento en los salarios reales de las sociedades
que reciben inmigrantes Véase Timmer y Williamson (
Podemos resumir los cambios en la política de inmigración antes de la década de 1930
con cuatro razones fundamentales: a) un aumento de la desigualdad estará relacionado
con mayores restricciones, ya que la inmigración afecta al precio relativo de los
factores de producción, tanto a la relación entre renta de la tierra y salarios como
al aumento de la divergencia salarial entre trabajadores cualificados y no cualificados Timmer y Williamson ( Este último extremo se tratará más adelante.
Como en el resto de los países del Nuevo Mundo, la desigualdad aumentó en Argentina
entre 1870 y 1930. Hasta la Primera Guerra Mundial se produjo una redistribución de
los ingresos a expensas de los trabajadores. A partir de la década de 1880 Argentina
incorporó al proceso productivo una extensión masiva de tierras. La tierra era de
alta calidad y estaba prácticamente vacía, por lo que una política de inmigración
abierta estuvo explícitamente vinculada a la expansión de la frontera. Se necesitaba
mano de obra (y capital) para explotar la abundancia de tierra. El valor de la tierra
aumentó rápidamente y, en consecuencia, el flujo de inmigrantes que se desplazó hacia
las zonas rurales y no pudo comprar tierras se convirtió en arrendatario. Desde la
primera década del siglo xx, la escasez de mano de obra agrícola característica de las décadas de 1870 y 1880 desapareció
y la cantidad de tierra cultivable se estabilizó. La competencia entre los trabajadores
elevó el coste del arrendamiento y redujo los salarios
En el escenario contrafactual de que no hubieran llegado inmigrantes a Argentina entre
1870 y 1910, el salario real de los trabajadores argentinos hubiese sido un 21,5 %
más alto
Las condiciones del mercado laboral, y en especial el desempleo, tienen una influencia
significativa en la política de inmigración. La crisis de Baring de la década de 1890
está relacionada con altas tasas de desempleo en Argentina, pero las restricciones
a la inmigración masiva no se dieron, como sí ocurrió en Australia. En la década de
1890 el desempleo aumentó en Argentina, pero a diferencia de lo que sucedió en Australia,
la crisis no generó ninguna presión para las restricciones a la inmigración masiva
El retorno alcanzó niveles muy elevados en 1891-1895: la migración neta cayó al 8,2 % en comparación con el 38 % en 1885-1890. Así, los inmigrantes hicieron voluntariamente lo que habría hecho cualquier política de restricciones en un contexto recesivo y el efecto final fue el mismo: reducir la inmigración neta. La crisis demostró que las tensiones en un mercado de trabajo con presencia masiva de trabajadores extranjeros se resolvían mediante los retornos a Europa o la reemigración a otro país como Brasil o Uruguay. La caída en los costes del viaje permitió esta válvula de seguridad en tiempos de desempleo. Por tanto, el legado de la crisis de la década de 1890 para los responsables políticos argentinos parece ser la percepción de que las restricciones de política inmigratoria eran innecesarias, ya que los flujos de inmigración eran muy sensibles a las condiciones económicas y se contraían en escenarios económicos adversos.
Como ya se ha señalado, durante la expansión de la frontera hubo una política de inmigración
abierta debido a la necesidad de los trabajadores. Cuando la frontera comenzó a cerrarse,
la política de inmigración del Gobierno argentino intentó responder a las necesidades
del mercado de trabajo de forma paradójica e intentando resolver dos objetivos contradictorios:
se necesitaban trabajadores estacionales en las zonas rurales para la época de la
cosecha y siembra, pero los inmigrantes ya no buscaban (o no encontraban atractivo)
asentarse en las zonas rurales de forma permanente. Los inmigrantes eran cruciales
para el primer escenario de demanda de trabajadores estacionales (y no solo aquellos
que cruzaban el Atlántico anualmente, que eran los menos). Eran los trabajadores ya
radicados en las ciudades argentinas (con un alto número de inmigrantes entre ellos)
los que formaban parte de la oferta de mano de obra en época de la cosecha, y salían
y volvían a las ciudades según la demanda de mano de obra en la agricultura. Adelman
destaca que desde 1900 el mercado de trabajo argentino se caracteriza por una fuerza
laboral altamente móvil que se desplazaba entre el sector rural y el urbano Adelman ( Otros estudios muestran una imagen mucho más pesimista acerca de las oportunidades
de empleo para los trabajadores, especialmente en Buenos Aires en la década de 1920
(
¿Recibió Argentina demasiados inmigrantes? Argentina fue el país del Nuevo Mundo con
la tasa más alta de población extranjera con relación a la población nativa y, por
lo tanto, la cantidad de inmigrantes podría ser una variable pertinente para explicar
la política de inmigración. Entre 1870 y 1910 la inmigración incrementó la fuerza
de trabajo argentina en un impresionante 86 % (en comparación con el 24 % en Estados
Unidos) y representó el 60 % del aumento de la población
Un elevado porcentaje de extranjeros puede provocar hostilidad en la población nativa.
En general, los inmigrantes en Argentina tuvieron bastante éxito en los mercados laborales
urbanos. Los grupos tradicionales de inmigrantes, en especial los italianos, estaban
sobrerrepresentados entre los propietarios industriales y los propietarios de comercios Solberg, ( En Estados Unidos, Goldin (
La competencia en el mercado de trabajo entre nativos e inmigrantes está relacionada tanto con el número de extranjeros como con la calidad de los inmigrantes en términos relativos. Con datos históricos, la calidad de los inmigrantes suele estar representada por las tasas de alfabetización y los salarios en las sociedades de origen de los inmigrantes. En el caso de Estados Unidos, el cambio en los orígenes nacionales de los emigrantes de países europeos con salarios altos a países europeos con salarios bajos (la Europa del Sur y del Este) se relacionó con una disminución en la calidad de los inmigrantes que llegaban; la Comisión de Dillingham llegó a esa conclusión antes de 1914 y, en consecuencia, en Estados Unidos se incrementó la demanda de restricciones a la inmigración.
En Argentina no hubo cambios tan marcados en los países de origen de los inmigrantes a lo largo del tiempo. Antes de 1914, los orígenes nacionales de los inmigrantes permanecieron bastante estables, con un claro predominio de italianos y españoles. Los italianos y los españoles —los primeros en mayor proporción— representaron sistemáticamente más del 70 % del flujo migratorio. El reducido número de inmigrantes de Europa del Norte (Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Alemania y Suiza) disminuyó con el paso del tiempo. Los europeos del Este (principalmente Rusia) alcanzaron números importantes antes de la Primera Guerra Mundial, y las nuevas nacionalidades procedentes del antiguo Imperio otomano aparecieron en la década de 1920.
Sin embargo, los inmigrantes en Argentina no se dividieron en comunidades étnicas como los inmigrantes europeos en Estados Unidos. Los orígenes nacionales tampoco estaban correlacionados con distintos niveles de cualificación; cada comunidad extranjera presentaba un amplio espectro de ocupaciones y cualificaciones (la mayoría de ellas no cualificadas), con la excepción del pequeño grupo de inmigrantes del norte de Europa.
Las tasas de alfabetización eran más bajas en el sur de Europa que en los países del norte, pero a partir de la década de 1870 se produjo una tendencia general al alza en la alfabetización europea y el aumento fue particularmente intenso en la década de 1920. Los inmigrantes de Italia y España eran más alfabetos en las décadas de 1910 y 1920 que en 1870 debido a los aumentos generales de alfabetización en los dos países. A largo plazo, pues, la calidad de los inmigrantes de la Europa del Sur mejoró. Los bajos niveles de alfabetización podría haber sido el caso de los nuevos inmigrantes de la década de 1920, como los procedentes de Oriente Medio. Las estadísticas de inmigración argentinas muestran el 42 % de analfabetos entre los inmigrantes recién llegados en el año 1914. Sin embargo, en la década de 1920 las tasas de analfabetismo entre los inmigrantes bajaron al 18 %, a pesar del mayor número de nuevos inmigrantes.
En términos relativos, la imagen es distinta. La ley de educación argentina de 1884
tuvo como resultado un aumento notable de los niveles de alfabetización de la población
nativa (muchos de ellos hijos de extranjeros). Las tasas de alfabetización aumentaron
del 36,8 % en los años 1880 al 71,3 % en los años veinte El propósito original de la política educativa argentina (además de contrarrestar
el peso de las escuelas italianas) fue inculcar valores nacionales entre los hijos
de los inmigrantes.
Un buen número de los análisis de políticas migratorias que aparecen en la historiografía
parten del supuesto de que los intereses del capital y del trabajo están enfrentados.
En su versión más simple, los propietarios del capital serían favorables a la inmigración
masiva, pues el aumento de oferta de trabajo mantendría los salarios moderados y así
los beneficios de la industria serían mayores. Foreman-Peck plantea, asimismo, que
la propiedad del factor tierra también es importante, especialmente en las décadas
finales del siglo xix y en las economías agrícolas del Nuevo Mundo orientadas a la exportación Adelman (
La explicación parecería encajar con el caso argentino hasta 1912, año en el que se
introduce una reforma electoral que lleva a la victoria al partido de la oposición.
Es decir, si efectivamente la composición de los Parlamentos argentinos reflejaba
ese predominio de los intereses agrarios, al menos hasta 1912, esa sería la explicación
simple de por qué se impidió cualquier restricción a la entrada de inmigrantes. La
reforma electoral de ese año (sufragio masculino obligatorio y secreto) dio por primera
vez la victoria al Partido Radical en 1916, que teóricamente trasladó al Parlamento
los intereses de las clases medias urbanas y de los trabajadores
El escenario argentino es, sin embargo, más complejo. Las fronteras del papel del
Estado están difuminadas y condicionadas por aspectos ideológicos y culturales y la
multiplicidad de actores implicados (clase política, funcionarios, partidos políticos,
sindicatos… Hollifield (
Ni antes ni después de 1916 los partidos políticos argentinos fueron monolíticos en
defensa de intereses concretos. El contraste con Australia y los Estados Unidos es
muy llamativo en lo que se refiere a la postura de los partidos políticos y los representantes
de los trabajadores ante la continua llegada de trabajadores extranjeros. Ni el Partido
Radical (UCR) ni el partido Socialista ni los sindicatos argentinos fueron activos
oponentes a la política de inmigración masiva. Por el contrario, el Partido Laborista
australiano se convirtió, desde la crisis de 1890, en el más firme defensor de las
restricciones a la inmigración con el objetivo declarado de mantener elevado el nivel
de vida de la clase trabajadora australiana. No fue este el caso de la UCR, si bien
es cierto que su base social incluía tanto a la clase media como a los trabajadores
manuales. Tampoco el Partido Socialista se caracterizó por una defensa firme de los
trabajadores argentinos frente a los extranjeros. El líder del partido socialista,
Juan B. Justo, tuvo como preocupación fundamental que los inmigrantes se nacionalizaran
y pudieran votar en las elecciones legislativas y defendió la inmigración espontánea
contraponiéndola a la inmigración estimulada artificialmente por los Gobiernos, pues
esta última, según su criterio, sí afectaba a los salarios de los trabajadores argentinos El legado de la breve política de pasajes subsidiados y la oposición a fomentar la
inmigración persistirá largo tiempo en las ideas de los políticos argentinos. Figueroa
Alcorta declaraba en 1906 que «el inmigrante no se trae, se atrae». Citado en Botana
y Gallo (
La restricción a la inmigración era difícilmente viable en la Argentina anterior a
1930, puesto que este era un país constituido por inmigrantes en mayor proporción
que los Estados Unidos. Las actitudes y las actuaciones políticas relacionadas con
la inmigración fueron, por lo tanto, muy diferentes en los dos países. La elevada
movilidad social argentina hizo que los inmigrantes no permanecieran más de una generación
en los segmentos más bajos del mercado de trabajo y la sociedad; así, las posibilidades
reales de ascenso social debilitaron la base obrera del radicalismo argentino y lo
convirtieron en un partido de clases medias urbanas, a diferencia del laborismo australiano La extraordinaria movilidad ascendente de los hijos de los inmigrantes en Argentina
ha sido contrastada empíricamente por Pérez (
En Argentina nunca hubo un movimiento antiinmigración con una fuerza política importante
y organizada. No existió nada parecido al movimiento nativista americano, desde los
Know-Nothing en adelante, y ningún partido político ni organización social pareció canalizar algún
tipo de oposición a grupos étnicos concretos. La Liga Patriótica Argentina propugnó
la restricción a la entrada de extranjeros, pero se utilizó fundamentalmente a partir
de 1919 el «pavor rojo» y el peligro de extensión de ideas revolucionarias que en
ningún caso se hizo extensivo al conjunto de los inmigrantes La Liga Patriótica argentina se constituyó durante la Semana Trágica de 1919. Rodriguez Braun (
Era difícil también desarrollar un grupo de presión que defendiera los valores nativos
frente a la inmigración en un país donde hasta las elites estaban formadas en muchos
casos por inmigrantes de primera y segunda generación. Walter calcula (aunque no especifica
cómo) que los argentinos hijos de inmigrantes contribuyeron al aumento de la proporción
de electores en la provincia de Buenos Aires de un 11 % en 1912 a aproximadamente
un 22 % en 1942
El análisis de la participación electoral y el derecho de voto podría darnos algunas pistas acerca de quién estaba en condiciones de hacerse oír en la arena política. Dada la baja tasa de naturalización de extranjeros, los inmigrantes no votaban en las elecciones argentinas (excepto en las elecciones municipales), por los que los partidos políticos no tenían por qué contar con las demandas de la población inmigrante ni en sus propuestas electorales ni en sus políticas.
Los extranjeros no podían votar en las elecciones generales, y hacia 1914 solo el
1,6 % de la población nacida en el extranjero era ciudadano argentino. El aluvión
migratorio conforma también una realidad electoral peculiar. En 1895, solo el 27 %
de la población argentina total tenía derecho al voto (ya que los extranjeros, las
mujeres y los hombres nativos menores de veinte años estaban excluidos). El porcentaje
se redujo aún más en 1914 (14,5 %), debido a la afluencia masiva de inmigrantes en
la primera década del siglo xx (la mayoría de ellos hombres mayores de dieciocho años) Las mujeres no tenían derecho al voto, por lo que el porcentaje de la población con
derecho al voto debe ajustarse de acuerdo con número total de hombres nativos mayores
de edad. Los datos de población provienen de censos. El número de personas con derecho
al voto es obviamente diferente de la fracción de la población que votaba realmente
en las elecciones hasta que en 1912 el voto se hizo obligatorio.
Smith (
Las razones por las que los inmigrantes en Argentina no se convirtieron en ciudadanos
del país receptor se han debatido en muchas ocasiones. Moya concluye que las bajas
tasas de naturalización de los extranjeros se debe a la falta de incentivos para naturalizarse.
Los extranjeros tenían todos los derechos de los ciudadanos (excepto el de votar en
las elecciones nacionales), pero estaban exentos de la obligación cívica más engorrosa:
el servicio militar
Dos hechos fundamentales marcan la década de 1920. Por un lado, la adopción de una
política claramente restrictiva en Estados Unidos, y por otro, el cambio en la ley
electoral argentina (1912) y la victoria del radicalismo en 1916 con la conformación
de Parlamentos de mayoría social distinta al periodo anterior La ley Sáenz Peña estableció el voto secreto (que acabó de raíz con el voto venal
al no poder los vendedores probar el cumplimiento de su promesa), obligatorio y con
registros a cargo de una autoridad imparcial.
En los Estados Unidos el incremento de los flujos migratorios a fines del siglo xix, especialmente de inmigrantes considerados de baja calidad, y la amenaza de mayores
llegadas de inmigrantes de calidad aún inferior, dieron el impulso definitivo a los
partidarios de cerrar la puerta a los trabajadores extranjeros. Las demoledoras conclusiones
de la Comisión Dillingham acerca de los efectos negativos de la llegada masiva de
estos nuevos inmigrantes, fueron un argumento decisivo para el cambio de política La Comisión Dillingham publicó sus 44 volúmenes entre 1907 y 1911. Goldin (
En 1917, los Estados Unidos introdujeron un examen de alfabetización (en cualquier
idioma) para los inmigrantes extranjeros, aunque se admitía el ingreso de los familiares
analfabetos de un inmigrante alfabeto. Se pensaba, y así fue, que se beneficiaría
a los potenciales inmigrantes de los países más alfabetizados de Europa Noroccidental
y se desalentaría a los inmigrantes de los países menos alfabetizados de la Europa
del Sur y del Este. La amenaza del examen de alfabetización en los Estados Unidos
a los inmigrantes preocupó mucho más en Italia que en Argentina. Si se hubiera establecido
un examen de alfabetización para los inmigrantes en Argentina después de la guerra,
el flujo habría sido 21 % inferior en el quinquenio 1923-1927. En 1914, año de llegadas
masivas, un examen de alfabetización habría reducido la inmigración un 42 % Sánchez-Alonso ( Goldin (
En los Estados Unidos, al test de alfabetización le siguió, finalizada la guerra, la introducción del sistema de cuotas (1921 y 1924) según el número de nacionales ya residentes en Estados Unidos y con el claro propósito de limitar la entrada de los inmigrantes de la Europa del Sur y del Este.
Dado su peso en el mercado internacional de mano de obra, el giro de la política de
inmigración de los Estados Unidos influyó en todos los países receptores de inmigrantes
en América. Una política restrictiva en los Estados Unidos podría reorientar los flujos
hacia otros destinos. De hecho, en los años veinte parte de los inmigrantes excluidos
de los Estados Unidos fueron a la Argentina, como muestra el brusco aumento de llegadas
de Europa Central en 1923
Antes de la guerra ya existía en Argentina una preocupación creciente por las cantidades masivas de inmigrantes, pero no se tomó ninguna disposición activa para restringir las llegadas. En determinados círculos comienza también a percibirse una preocupación por la calidad de los inmigrantes, pero muy centradas en el hecho de que los inmigrantes se habían mostrado reacios a radicarse en las zonas rurales y, por lo tanto, habían contribuido a un aumento espectacular de trabajadores urbanos frente a las necesidades del campo argentino.
Sin embargo, la preocupación argentina por la inmigración masiva que comienza a manifestarse en torno al cambio
de siglo es mucho más difusa que en el caso americano. Así, comienzan a oírse voces
críticas acerca de la falsedad del mito del inmigrante como agente civilizador, se
subraya la inferioridad del extranjero con respecto a la superior civilización argentina
(el pensamiento alberdiano a la inversa) y se atribuye a los inmigrantes europeos
muchos de los problemas inherentes al proceso de modernización y crecimiento económico
La Primera Guerra Mundial intensificó todos estos debates. Entre los años 1918 y 1922
numerosas personas (intelectuales, políticos, profesionales, profesores universitarios
etc.) pusieron de manifiesto su preocupación por los cambios que la guerra y, sobre
todo, la posguerra, podían causar en la disminución de los flujos migratorios hacia
la Argentina. Particularmente activo en este debate fue el Museo Social Argentino
(junto con la Revista de Economía Argentina de Alejandro Bunge), que llevó a cabo una encuesta sobre inmigración en 1918. Por
las personalidades que participaron, muchas de ellas parte integrante de los cuadros
dirigentes del país, la encuesta resulta especialmente relevante Respondieron legisladores nacionales, ministros, diplomáticos, profesores universitarios,
directores de instituciones privadas y públicas, escritores y periodistas.
Boletín del Museo Social Argentino, año VIII, tomo VIII, 1919, «La inmigración después de la guerra», pp. 83-84. Citado
por Ramella de Jefferies ( Ibid.: 524.
En 1916 el Partido Radical, tradicionalmente en la oposición, ganó las elecciones.
La política económica de los Gobiernos radicales durante la década de 1920 no cambió
mucho en comparación la de la época anterior, pero Cook Martin sostiene que el cambio
electoral significó que la política de inmigración se convirtió en un tema de debate
popular en la prensa, especialmente cuando el presidente Alvear presentó su propuesta
de reformar la ley de inmigración en 1923
La composición del Parlamento argentino tras el cambio en la ley electoral podría
arrojar alguna luz sobre los cambios (o ausencia de) en la política migratoria en
el periodo de entreguerras. Gracias al trabajo de Darío Cantón conocemos la estructura,
composición, profesiones y origen de los parlamentarios en tres momentos en el tiempo:
1889, 1916 y 1946 Cantón ( Ibid.: cuadro 4.
El análisis de Cantón y Jorrat sobre comportamiento electoral en la ciudad de Buenos
Aires entre 1912 y 1930 tampoco permite extraer conclusiones significativas acerca
de si la inmigración determinó el sentido del voto entre los electores
Ninguno de los partidos políticos de la década de 1920 presentaba en su programa electoral
una reforma drástica de la política migratoria, con la excepción parcial del Partido
Socialista. En 1922, tras la aprobación de la primera ley de cuotas americana del
año anterior, el diputado socialista Enrique Dickman presentó un proyecto de ley al
Parlamento. El proyecto de ley no prosperó, pero su discusión parlamentaria resume
bien las ideas del Partido Socialista argentino (muchas de las cuales con tradición
antigua en la política argentina): la idea de privilegiar a la inmigración europea
frente a otro orígenes nacionales «Los socialistas argentinos quieren atraer a la flor y nata de la emigración europea
e incorporarla activamente a su vida política y social [...]. No padecemos de ningún
prejuicio de razas, pero no debemos admitir que hindúes, chinos etcéteras vengan a
la república». Mensaje del diputado Dickman. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, tomo V, pp. 345-352. En 1919 Enrique Dickman ya había presentado un proyecto de ley
y un mensaje idénticos. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 1919, tomo I, pp. 732-741.
Los socialistas insistieron siempre en la necesidad de derogar las leyes de residencia
y de defensa nacional por considerarlas inconstitucionales. Reydó (
Con todo, la política migratoria argentina (más restrictiva a partir de la Primera
Guerra Mundial) sí parece estar condicionada con el cambio en la ley electoral de
1912 y la existencia de Parlamentos más plurales. La participación política de Argentina
fue menor que la de Estados Unidos, incluso después de que la reforma electoral de
1912 hiciera que el voto fuera secreto y obligatorio. Sánchez-Alonso constata cómo,
aun teniendo en cuenta que los extranjeros no tenían derecho a votar, los cambios
electorales posteriores a 1912 tuvieron la consecuencia esperada en la política de
inmigración. Así, en la medida en que la reforma electoral estimulaba la participación
política, las restricciones a la inmigración aumentaron en Argentina
La política de inmigración argentina es un ejemplo de la multiplicidad de intereses, actores y condicionantes económicos, ideológicos y culturales. Resulta difícil separar las variables que tuvieron más peso, dado que se entrecruzaron y modificaron en el tiempo. Antes de la década de 1930, Argentina podría tener razones económicas para restringir la inmigración: una calidad relativa decreciente de los inmigrantes, el aumento de la desigualdad y el cierre de la frontera. Los trabajadores en Argentina hubieran estado mejor con una política de inmigración más restrictiva desde 1900 (al estilo de la australiana), y claramente el Gobierno argentino hubiera podido seguir el ejemplo de los Estados Unidos en la década de 1920. Sin embargo, había otras fuerzas que empujaban en dirección opuesta: se necesitaba un gran número de trabajadores durante la temporada de la cosecha y había un temor constante de una escasez de mano de obra en la agricultura y en el sector de la exportación. Los que más se beneficiaban de una abundante oferta de mano de obra (terratenientes y capitalistas urbanos) dominaban las instituciones políticas y existía una disposición constitucional explícita para fomentar la inmigración; por tanto, las restricciones a la inmigración resultaron muy difíciles de aprobar.
La explicación parece residir en el marco institucional y las posibilidades de representación política de aquellos más perjudicados por la inmigración masiva. En países con una participación electoral alta y elevados índices de naturalización de los inmigrantes, los perjudicados por la inmigración masiva pueden hacer llegar sus demandas al Parlamento y cambiar la política, como sucedió en Estados Unidos.
El sufragio universal masculino significaba algo muy diferente en un país como Argentina, donde un gran número de trabajadores no tenían derecho a votar simplemente porque eran extranjeros. En un marco institucional completamente diferente al de los Estados Unidos y otros países del Nuevo Mundo, los trabajadores inmigrantes en Argentina no podían ejercer influencia directa con su voto sobre el Parlamento.
En consecuencia, los afectados negativamente por las consecuencias de la inmigración sin restricciones desarrollaron acciones alternativas: huelgas generales, disturbios laborales y violencia. La inmigración masiva alimentó el descontento social y afectó a la política a través de medios totalmente diferentes de la representación parlamentaria. Fueron el miedo a los conflictos sociales y laborales los que dispararon las restricciones a la inmigración, desde Parlamentos donde los inmigrantes tenían una baja representación. Por su parte, dada la naturaleza restringida del sistema político argentino, no es sorprendente que la acción directa de los sindicatos anarquistas y revolucionarios atrajera más a los inmigrantes que el proceso de naturalizarse y cambiar el sistema mediante la participación en las elecciones. Contrariamente a lo que la teoría más simple de la acción política (capitalistas frente a trabajadores) hubiera pronosticado, las trabas a la inmigración masiva argentina se generaron en Parlamentos con fuerte representación de industriales y terratenientes por temor a los disturbios sociales.
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