RESUMEN
La Secretaría de Difusión y Turismo (SDT) fue la política oficial de medios argentina más ambiciosa desde la época del primer peronismo. En este trabajo se reconstruyen los aspectos principales de esta experiencia olvidada por la historiografía, a partir del estudio de publicaciones periodísticas de la época, entre otras fuentes orales y escritas consultadas. La intención es comprender el objetivo general perseguido por la política comunicacional de la dictadura del general Onganía y aportar al conocimiento de los vínculos que se traman entre proyectos políticos autoritarios y medios de comunicación. El trabajo parte de la hipótesis de que el proyecto de la SDT se propuso una reestructuración de todo el sistema de medios (estatal y privado), orientado a dar sustento a una dictadura que intentó administrar desde arriba los tiempos de la política económica y social y de la participación política. De manera complementaria, la SDT se propuso construir una imagen de la dictadura argentina en el exterior, que presentase de manera positiva a una población de costumbres liberales que producían y consumían sin censura todo tipo de bienes culturales. El artículo presenta los límites y contradicciones que experimentó esta política, pero destaca su carácter fundacional en términos de consolidar la actuación del Estado en medios, una lógica que se continuaría en la dictadura y postdictadura de las siguientes dos décadas.
Palabras clave: Medios de comunicación; autoritarismo; Estado; política comunicacional; Onganía.
ABSTRACT
The Office of Information and Tourism (Spanish acronym: SDT) was the most ambitious official Argentine media policy after the time of the first Peronism. This work reconstructs the main aspects of this experience forgotten by historiography, from the study of journalistic publications of the time, among other oral and written sources. The aim is to understand the general objective pursued by the communicational policy of the dictatorship of General Onganía and to contribute to the knowledge of the links that are forged between authoritarian political projects and the media. The hypothesis is that the SDT project proposed a restructuring of the entire media system (state and private), aimed at supporting a dictatorship that set out to administer from above the times of economic and social policy. and political participation. In a complementary way, the SDT set out to build an image of the Argentine dictatorship abroad, which would positively present a population of liberal customs that produced and consumed all kinds of cultural goods without censorship. The article presents the limits and contradictions of this policy but highlights its foundational character in terms of consolidating the State’s actions in the media, a logic that would remain in the dictatorship and post dictatorship of the following two decades.
Keywords: Media; authoritarianism; State; communication policy; Onganía.
Durante los años 1967 a 1969 el Gobierno dictatorial del general Juan Carlos Onganía desplegó ingentes esfuerzos por desarrollar una importante política comunicacional oficial. Uno de los pilares de su estrategia fue la creación de la Secretaría de Difusión y Turismo (SDT), el organismo estatal argentino de medios más grande y de objetivos más ambiciosos desde la época del primer peronismo.
Esta experiencia, así como la del conjunto de la política comunicacional de la dictadura
autodenominada Revolución argentina (1966-1973) no han sido problematizadas hasta
hoy en absoluto. Los pocos estudios que abordaron el rol del Estado en el más amplio
campo de la cultura en la época, por su parte, se concentraron en el control represivo
oficial sobre espacios y circulación de obras[2]. Estos trabajos parten de asumir de maneras más o menos explícitas «la alianza de
la espada y la cruz» Se denomina mito de la nación católica a la matriz interpretativa que afirma al catolicismo
como fundamento constitutivo de la identidad nacional (
Estudios recientes han hecho énfasis en zonas de la dictadura que se apartaron de
la lógica represiva y se orientaron a la construcción de consenso por parte del régimen Gomes ( Cosse ( Para el caso de Brasil, ver Ortiz (
El estudio de la SDT ofrece nuevos elementos para volver sobre una discusión canónica
respecto a la experiencia política de la Revolución argentina: la de la relación del
autoritarismo con los procesos de modernización. Desde esta óptica, y a partir del
análisis de la política comunicacional, puede volver a pensarse uno de los desafíos
clave del Estado burocrático-autoritario, que para O’Donnell asumió la forma de una
paradoja de imposible resolución: cómo articular las mediaciones entre Estado y sociedad
sin provocar una reactivación política O’Donnell (
La humorada de Primera Plana que abre este artículo apuntaba a afirmar que la gestión de Frischknecht había desarrollado un proyecto inviable que pasaría al olvido sin dejar ningún legado. El olvido efectivamente sucedió, tanto a nivel social como historiográfico. Pero interesa preguntarse por las razones de esta omisión. Y quizás no deberíamos apresurarnos a asociar olvido con fracaso.
El punto de partida para comprender el proyecto de la SDT, y esta es la hipótesis
que guía este trabajo, es que la política comunicacional estuvo acorde a los objetivos
de consolidar un régimen dictatorial que perdurase en el tiempo, en el marco de un
proceso de expansión y masificación de medios de comunicación regidos por un marco
legal liberal. A una presidencia establecida por la fuerza, sin plazos preestablecidos
y que se proponía imponer profundas transformaciones en los órdenes económico, político
y social Ramírez Llorens ( Delgado (
La concepción de la SDT se inspiró explícitamente en la experiencia que venía desarrollando
el Ministerio de Información y Turismo español desde un lustro atrás. Este organismo
desplegó una cuidada estrategia de branding destinada a promover la imagen de España como marco para el despliegue de vínculos
económicos con Estados Unidos y Europa
El trabajo ha sido realizado principalmente a partir del relevamiento sistemático
de publicaciones de época He relevado todos los números de las publicaciones empresariales Gaceta de los Espectáculos y Heraldo del Cine, de las publicaciones de actualidad política Primera Plana y Confirmado (salvo números faltantes) y de las publicaciones de interés general y espectáculos
Gente y TV Guía (salvo números faltantes). También he consultado para momentos puntuales la revista
Extra y el diario La Prensa. Por último, he utilizado el buscador de las colecciones digitales de los periódicos
New York Times y ABC de Madrid, para recuperar noticias sobre Argentina en aquella época.
Comenzaré con una breve reseña de la trayectoria de Federico Frischknecht, el secretario
de Difusión y Turismo en este período. Su desempeño previo a su asunción en la SDT
y la posición que ocupaba en el círculo de confianza de Onganía permiten contextualizar
la experiencia. Describiré a continuación el encuadramiento de la SDT dentro de la
estructura del Poder Ejecutivo, así como el proceso de expansión, concentración y
verticalización de los medios estatales. Analizaré los esfuerzos para competir y condicionar
a los medios de comunicación privados, así como la estrategia para promocionar al
país en el extranjero. Haré una muy breve mención a proyectos que quedaron truncos
debido a la crisis política abierta por el Cordobazo Se conoce como Cordobazo a la rebelión obrera y popular que tuvo lugar los días 29
y 30 de mayo de 1969. Los manifestantes se enfrentaron a la policía con proyectiles,
bombas molotov y armas, forzándola a autoacuartelarse. El Cordobazo fue el momento
de mayor intensidad en el marco de un ciclo de importantes protestas y estallidos
que tuvieron lugar durante el año 1969 en las ciudades de Buenos Aires, La Plata,
Corrientes, Mendoza, Rosario y en la propia Córdoba. Más allá de su virulencia, el
Cordobazo fue muy significativo porque se desplegó en un contexto de reivindicaciones
que excedían los reclamos sectoriales para presentarse como una oposición antiautoritaria
y revolucionaria al Gobierno de Onganía (
En julio de 1966, invocando la lucha contra la infiltración marxista, la dictadura decidió intervenir las universidades nacionales y acabar con su autonomía. Federico Frischknecht fue elegido decano interventor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Tenía entonces treinta y seis años y era docente de la Facultad desde los veintiuno. Además, integraba el directorio de más de veinte empresas y era un influyente miembro del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA).
El puesto era estratégico para el éxito de la nueva política universitaria, dado que
Económicas era la unidad académica de mayor matrícula estudiantil de la universidad
más grande del país Para 1966, dos de cada cinco estudiantes universitarios cursaban en la UBA y, a su
vez, dos de cada diez inscriptos en la UBA se anotaban en la Facultad de Ciencias
Económicas.
«Universidad ¿Un año perdido?», Primera Plana, 3-1-1967.
Buch ( Según Carlos María Gelly y Obes, fue el interventor de la Universidad de Buenos Aires,
Luis Botet, quien acercó a Frischknecht al Gobierno («Carlos María Gelly y Obes oral
history with Robert A. Potash», 12-7-1984). Por su parte, la revista Primera Plana decía que fue por gestión del jefe de la Policía Federal Mario Fonseca («Gobierno-ejército:
jugando con fuego», Primera Plana, 8-8-1967). En cambio, Extra afirmaba que «sus dotes de analista y organizador» impresionaron al presidente («Argentina:
los odiados», Extra, 8-1969).
La creación de la SDT tensionó las disputas entre distintos grupos de la alianza de
poder. A poco de asumir, el general Julio Alsogaray —protagonista principal del golpe
de Estado del año anterior, comandante en jefe del Ejército y figura máxima del sector
de la alianza de gobierno caracterizado como liberal— exigió con vehemencia la renuncia
de Frischknecht a raíz de un comentario que este había realizado en el ámbito de IDEA Existieron distintas interpretaciones sobre los motivos del ataque de Alsogaray («Argentina:
los odiados», Extra, 8-1969; «Gobierno-ejército: jugando con fuego», Primera Plana, 8-8-1967).
Nores Bodereau era hijo del entonces rector de la Universidad de Córdoba y exinterventor
de esa provincia, Rogelio Nores Martínez, y sobrino del director del diario católico
Los principios. Hasta la pelea con Frischknecht se desempeñaba como director de Prensa de la SDT,
cargo que equivalía al antiguo de secretario de Prensa de la Presidencia.
Por su capacidad de sobreponerse a los conflictos con distintos sectores de la alianza
que sostenía a Onganía, la prensa lo apodó «el Zar» «Se lo dio por cadáver político media docena de veces: su renuncia habría sido solicitada
sucesivamente, por el ministro de Economía, dos comandantes en jefe del Ejército,
un exembajador, un exsubordinado. En fin, que Federico Frischknecht [...] ha alcanzado
una definición por omisión: es el strongman, el hombre importante cerca del Presidente. Simplemente, porque éste no lo ha dejado
irse» («Un hombre importante», Confirmado, 31-10-1968).
«Los que rodean a Onganía», Primera Plana, 20-2-1968.
«Jorge Klappenbach oral history with Robert A. Potash», 29-6-1990). Jorge Klappenbach
fue director de Asuntos Legales de la Subsecretaría Legal y Técnica hasta 1969, y
luego subsecretario. Klappenbach afirmó que Frischknecht y el secretario general de
la Presidencia, el general Héctor Repetto, eran los funcionarios de contacto permanente
que discutían de política con Onganía.
Desde el punto de vista académico, Frischknecht estuvo vinculado al liberal Centro de Estudios sobre la Libertad y fue temprano introductor en el país de autores neoliberales de la talla de Ludwig Von Mises y Milton Friedman. Sin embargo, el rechazo del sector liberal de las Fuerzas Armadas expresa que nunca fue visto como propio por ese grupo. Tampoco había participado en ninguno de los espacios de socialización católicos de los que habían surgido los paternalistas, con los que como vimos también mantuvo disputas. Desarraigado de ambas almas de la Revolución, el culto a la racionalidad administrativa que demostró en su gestión y en varias de sus obras teóricas tientan a encuadrarlo como tecnócrata. Pero en términos de periodismo y medios Frischknecht era un absoluto lego y, como vimos, llegó a su puesto por su compromiso con la represión cultural del Gobierno tanto o más que por la expectativa de que ofreciera una resolución técnica al problema de la comunicación gubernamental.
Lecturas recientes sobre los dos grandes grupos que componían la alianza de gobierno
plantean que, más allá de importantes diferencias, ambos defendían en última instancia
el rol subsidiario del Estado y la descentralización Gomes (
La ley de ministerios sancionada con posterioridad al golpe de Estado establecía la incumbencia de la cartera de Interior en la regulación de los medios de comunicación privados y la promoción del sistema de telecomunicaciones nacional. Dentro de su órbita se encontraban un puñado de organismos con competencias muy específicas en medios. La Secretaría de Comunicaciones estaba encargada de la administración de las empresas estatales de correo y telecomunicaciones, así como de la regulación del espacio radioeléctrico (incluida la asignación de licencias de radio y televisión). Dentro de esta secretaría funcionaban el Consejo Nacional de Radio y Televisión (CONART) y la Administración de Emisoras Comerciales de Radio y Televisión. El primero de los entes estaba encargado de regular y supervisar las transmisiones de emisoras estatales y privadas. El segundo coordinaba al Canal 7 de televisión y a treinta estaciones de radio, todas señales de propiedad estatal, pero organizadas como empresas con fines comerciales. Por su parte, el Instituto Nacional de Cinematografía (INC) y la Comisión Honoraria de Contralor Cinematográfico también comenzaron a depender del Ministerio del Interior a partir de la sanción de la ley. El objetivo del primer organismo era promover y proteger la actividad cinematográfica privada. Por su parte, el segundo se encargaba de la calificación y censura de películas cinematográficas. Por fuera del Ministerio del Interior, la Secretaría de Prensa, que dependía directamente de presidencia, se encargaba de proporcionar información oficial y promover la obra de gobierno, así como mantener informado al presidente. Estos seis organismos, en conjunto, llevaban adelante los distintos aspectos de la política comunicacional del Gobierno.
Desde un primer momento el Gobierno tuvo cierta noción de la importancia de desarrollar
una estrategia comunicacional. Sin embargo, sus primeros acercamientos, inorgánicos
y netamente represivos, fueron rechazados con eficacia por los principales empresarios
y organizaciones de prensa. A las primeras y abstractas expresiones de Onganía sobre
el comportamiento responsable que debía observar la prensa «Expuso el Primer Magistrado los propósitos del gobierno», La Prensa, 5-8-1966.
«Prensa», Confirmado, 12-1-1967.
«Se insiste con la Ley de Prensa», La Prensa, 8-12-1966.
«Drafting of press law stirs concern in Argentina», New York Times, 9-12-1966.
«Argentina worries about her image», New York Times, 8-1-1967.
Más allá de este verdadero frente externo, diciembre de 1966 es también un momento
de crisis interna, atravesado por insistentes rumores sobre la posibilidad de que
Onganía fuera desplazado del poder debido al fracaso del plan económico, el incremento
de la conflictividad sindical, la agitación estudiantil y, en suma, la pérdida de
confianza de la burguesía en el proyecto que el presidente encarnaba El proyecto de ley de universidades prohibía la actividad política en el ámbito académico,
acababa con el cogobierno y autorizaba el control policial y la intervención del Poder
Ejecutivo. Las leyes de arrendamiento rural y locaciones urbanas eliminaban protecciones
al arrendatario y el locador. El proyecto de racionalización administrativa permitía
despedir a empleados estatales sin causa. El de represión del comunismo prohibía trabajar
en el Estado, ejercer la docencia o poseer un medio de comunicación a personas que
el Gobierno considerase comunistas. Todas estas medidas, anunciadas en febrero de
1967, se implementarían gradualmente en el transcurso del año. Se trata de las leyes
17 245 (abril 1967), 17 253 (mayo), 17 343 (julio), 17 368 (julio) y 17 401 (agosto).
«Difusión», Confirmado, 16-2-1967; «Nuevo ministerio», Confirmado, 9-2-1967.
Finalmente, la Secretaría de Prensa fue convertida en Difusión y Turismo en junio de 1967. Heredó de su antecesora las direcciones de Planes y de Difusión. De la Secretaría de Transportes del Ministerio de Economía absorbió la Dirección Nacional de Turismo. Y del Ministerio del Interior captó a la Administración de Emisoras Comerciales y el INC. Por su parte, la Secretaría de Comunicaciones, el CONART y la Comisión de Contralor Cinematográfico quedaron en la órbita del Ministerio del Interior.
No es claro el criterio por el cual se eligieron los organismos que se encuadraron
en Difusión y Turismo. La inclusión del INC hace difícil sostener que se tratase de
una oficina que agrupaba medios de comunicación masivos de propiedad estatal (la tarea
de este ente era promover la producción cinematográfica privada). Por su parte, Frischknecht
fracasó en su intención de incorporar a la Comisión de Contralor Cinematográfico,
así como a la Dirección de Parques Nacionales. La Prensa mencionaba la oposición de secretarios y ministros a ceder organismos a la nueva secretaría «¿Reaparecerá agrandada la Secretaría de Prensa y Difusión?», La Prensa, 31-5-1967.
Frischknecht desplazó de sus cargos a los directores de Turismo y de la Administración de Emisoras Comerciales, y se puso personalmente al frente de esos entes. Aceptó, en cambio, que el director del INC se mantuviera en su puesto, pero más allá de afirmaciones públicas en sentido contrario, se eliminó la autarquía de la que gozaba esta oficina. En conjunto, la SDT no funcionaba como un mero agrupamiento de organismos, sino como una organización central con múltiples ramificaciones.
Según afirmaciones del propio Frischknecht, en sus inicios la secretaría tenía 4198
empleados «Argentina: los odiados», Extra, 8-1969.
Durante la dictadura de Aramburu se había decidido la reprivatización de las editoriales
periodísticas que durante el peronismo habían adquirido empresarios afines a ese Gobierno.
Si bien la licitación había sido llevada a cabo, diversos litigios entre el Estado
y los privados adquirientes atravesaron las presidencias de Frondizi, Guido e Illia.
Solo se respetó a LW1 Radio Universidad de Córdoba.
Lo que sea que el Gobierno se propuso realizar con la expropiación de periódicos resultó
fallido, dado que con el tiempo el Estado llegó a distintos acuerdos con quienes habían
adquirido las empresas a finales de la década de 1950 Con la excepción de la estatalización de Crítica, establecida en 1972. La Mañana llegó al final de su pleito en 1968, por medio de la ley 17 983, mientras que el conflicto
con Democracia y Noticias Gráficas quedó saldado en 1973 con la sanción de la ley 20 287. Otras unidades gráficas no
expropiadas también debieron tramitar su salida de la declaración de utilidad pública,
dado que la ley 17 387 de todos modos las alcanzaba. Los edificios de los tres talleres
gráficos capitalinos quedaron definitivamente en manos del Estado.
«Ataque a la libre empresa», Juan, 16-8-1967.
Mochkofsky (
En relación con la radiofonía, la absorción de las radios universitarias reforzaba
una presencia del Estado en el medio cercana al monopolio. En líneas generales es
posible decir que el Estado tenía las estaciones más importantes de las ciudades más
grandes, relegando a la iniciativa privada las zonas que resultaban comercialmente
menos atractivas o directamente inviables De las once radios comerciales de la ciudad de Buenos Aires, ocho —más de dos tercios—
eran estatales. En 1967 el Gobierno clasificó a las emisoras en diez categorías, de
la A a la J según sus ganancias. Las únicas tres radios que obtuvieron categoría A
eran estatales —y de la SDT—, y las once de la categoría J eran privadas —de pequeños
pueblos de la Patagonia, el Noroeste y el Nordeste del país—.
«El pensamiento vivo de Frischknecht», Primera Plana, 11-3-1969: 40.
En este sentido, también se tomó la medida de cancelar los contratos de alquiler de
espacios, que permitían que empresarios privados produjeran programas en emisoras
estatales El alquiler de espacios implica que un productor abona un monto por un tiempo de
aire y lo explota a su propio riesgo, teniendo completa libertad para definir la programación
y la venta de publicidad.
En cuanto a la estatización de Télam, los beneficios de poder controlar una agencia
de noticias propia resultaban evidentes: todos los canales de televisión y radios
y la mayoría de los periódicos estaban suscriptos a su servicio Según Primera Plana, solo La Nación y La Prensa no contaban con los servicios de Télam («Copropietario de sí mismo», Primera Plana, 23-4-1968)
Según Bargach y Suárez ( «Un hombre importante», Confirmado, 31-10-1968.
La medida referida a la televisión se basaba en el decreto 6854 del año 1962. Lo
relativo a radios, en cambio, no encontraba antecedentes. Sin diarios ni revistas
oficiales, la pauta en publicidad gráfica se destinaba inevitablemente a medios privados.
Los anuncios respecto a las decisiones que tomar en Canal 7 fueron recurrentes durante
la gestión de Frischknecht, y pueden deberse tanto a diversos intentos de distinta
suerte como a la ansiedad por demostrar eficiencia en relación con un medio del que
el propio Gobierno subrayaba insistentemente su déficit financiero. Entre los anuncios
que no fueron o resultaron abortados rápidamente, destacan la promesa por hacer un
canal cultural sin publicidad comercial, privatizarlo parcialmente, desarrollar una
red nacional por microondas, transmitir en colores, vender programación a señales
privadas del interior y exigir a los canales estatales provinciales a contratar la
programación de la señal. Entre lo que efectivamente se hizo, destacan los despidos
de personal y la eliminación de los espacios alquilados, al igual que había sucedido
en el caso de la radio. Por último, se estableció que el 10 % de los ingresos de las
37 radios de la SDT debían ser redistribuídos a Canal 7, lo que termina de expresar
el poder económico del multimedio estatal. La posición dominante de la SDT en radios
contrastaba con la situación de la televisión, donde solo una señal estaba en manos
del Estado nacional. Si bien esta tenía presencia en zonas importantes del interior
del país por medio de repetidoras Para la fecha, las repetidoras estaban ubicadas en Santa Fe, Rosario y Chivilcoy.
Para el período que abarca este artículo solo se tiene registro de la existencia de
una repetidora de señales privadas: la de la localidad de Los Cocos del Canal 12 de
Córdoba
Hasta aquí he desarrollado las apuestas principales de la política de concentración
de medios de la SDT: empresas gráficas, agencia de noticias, publicidad oficial, radios
y Canal 7. Sin embargo, no todo fue acumulación. En 1968 los noticieros cinematográficos
todavía tardaban algunos días en aparecer en las pantallas de los cines céntricos
y muchos meses en llegar a puntos remotos del interior del país La resolución 827/68 del INC establecía que para gozar del beneficio de la cuota
de pantalla los noticieros debían proyectarse dentro de las primeras dieciséis semanas
de haber sido realizados en las salas de localidades de más de 10 000 habitantes.
En pueblos más pequeños se permitía la exhibición hasta la semana veintitrés; es decir,
hasta cinco meses después de editado el noticiero. Esto nos permite inferir su lentísima
circulación.
Los noticieros cinematográficos eran privados, pero el vital apoyo económico estatal
los hacía mantenerse cercanos al Gobierno y tener una mirada política oficialista
o paraoficial ( «Duro golpe asestó Federico Frischknecht a los noticieros», Heraldo del Cinematografista, 9-10-1968.
La expansión de radios, editoriales y agencia de noticias no impidió que en los dos años de gestión de Frischknecht, la planta de empleados de la SDT disminuyera alrededor de un 30 %. El propio Frischknecht se jactaba de haber despedido a 1431 trabajadores. La SDT no concentraba por el mero hecho de acumular medios y tampoco apuntaba únicamente a la racionalidad presupuestaria. El ajuste fue de la mano de un rediseño de una política que pretendía ser por demás activa y expansiva.
Frischknecht apostó muy fuerte para hacer de Canal 7 —una señal que casi no figuraba
en las mediciones de audiencia— una emisora líder que disputara en igualdad de condiciones
con el resto de los privados. Luego de un inicio dubitativo y marcado por la conflictividad,
la programación con la que se inauguró 1968 tradujo literalmente esta idea al captar
para la señal oficial importantes programas y estrellas que hasta entonces habían
estado en la competencia privada. De manera más general, el canal imitó las propuestas
que estaban marcando tendencia. La segunda mitad de la década de 1960 experimentó
la expansión y consolidación del periodismo televisivo, provocando una fuerte competencia
entre los canales privados y generando un gran interés en la audiencia. Pronto el
canal estatal se convirtió en el más periodístico de todos, con su propio noticiero
en tres ediciones y el horario central de todas las noches dedicadas a programas de
actualidad. La dictadura entretenía informando Ramírez Llorens (
Los números de rating no acompañaron este proyecto. Sin embargo, en 1969 la SDT decidió redoblar la apuesta.
Volviendo sobre sus pasos, Frischknecht se asoció con Héctor Ricardo García para coproducir
un programa ómnibus que ocupara las tardes de los sábados y compitiera con una de las propuestas más importantes
e icónicas de la época: Sábados circulares de Nicolás Mancera, que se emitía por el canal líder de audiencia, el 13 En 1968 García había tenido tres programas en Canal 7: La hora del ídolo, Séptima edición y Carpa siete. Para la época de lanzamiento de 7 y ½ animaba con sus programas las noches de los lunes y los viernes de la emisora. Ramírez
Llorens (
Más allá de que la idea de compartir la producción de la programación radiotelevisiva
iba en contra de la política establecida por el propio Frichknecht respecto a las
señales oficiales, la elección del socio resulta llamativa. García estaba lejos de
presentarse como un personaje dócil para el oficialismo. Para 1969, era propietario
del diario Crónica —el periódico que más crecía y que en ese momento se estaba convirtiendo en el vespertino
de mayor circulación— y de Radio Colonia. Además, para entonces ya estaba en conversaciones
avanzadas para la adquisición de Canal 11 «En 48 horas habrá decisión sobre si cambia el control de Teleonce», Gaceta de los espectáculos, 13-5-1969. El diario Crónica salió a la calle en julio de 1963. Radio Colonia fue
adquirida por García en diciembre de 1965. Finalmente, el control de Telerama, la
productora de contenidos de Canal 11, sería obtenido por García en diciembre de 1970
y el propio Canal 11 a mediados de 1971. García también era propietario de las revistas
Así es Boca y Así. Según García, el obierno de Onganía hizo gestiones para intentar impedir que se concrete
el traspaso propietario de Radio Colonia, que por esa razón finalmente quedó a nombre
de un testaferro. La información está tomada de la autobiografía de García (1993).
Sospecha que se alimentaba por el espacio que en sus medios se daba a informar sobre
el expresidente, incluyendo la publicación de dos reportajes en el exilio, en 1955
y 1964 —este último realizado por el propio García—.
Justamente, en la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento, en la otra orilla del
Río de la Plata, a cincuent kilómetros de Buenos Aires.
El acuerdo habla del tamaño de la apuesta de Frischknecht. La experiencia que había arrojado 1968 era que salir a competir no era una simple cuestión de capacidad económica y menos de voluntad. Había que tener conocimientos sobre el funcionamiento de los medios y los gustos populares. Lograr el objetivo de ser competitivos en televisión le exigió a Frischknecht imbricar intereses de Gobierno y empresarios, incluso aunque las trayectorias previas no dieran buenas garantías a la sociedad.
Si en televisión el Gobierno tenía que hacer ingentes esfuerzos para intentar equipararse
con la competencia privada, en cambio la estatal Radio Belgrano era líder de audiencia
y encabezaba una cadena de emisoras que cubrían una importante extensión del país.
Desde esta posición dominante, el Gobierno podía imponer reglas de juego. En marzo
de 1969 la SDT prohibió la reiteración de canciones grabadas en las señales de propiedad
del Estado La resolución 53/69 de la Secretaría de Difusión y Turismo establecía que cada emisora
dependiente de la SDT solo podía pasar una vez por día cada canción, hasta siete canciones
del mismo autor y no más de una canción por cada sello discográfico cada treinta minutos.
Entre 1967 y 1969 la cantidad de discos de 33 1/3 (que predominaban en ese entonces
en el mercado) prácticamente duplicaron su volumen de ventas, pasando de 15 a 27 millones
de unidades por año (
Sin embargo, el sentido de la medida era más profundo. Los argumentos giraban en torno a la discusión sobre la calidad de la música (y de manera indirecta, del gusto popular), el rol del Estado en la promoción (selectiva) de la producción sonora local y la utilización de la música para la difusión de una identidad nacional. A su vuelta del festival folklórico de Cosquín de 1969, Frischknecht declaró:
La radio es el medio más fuerte de promoción de la música de todo tipo; eso está comprobado
[...]. Si el Gobierno es propietario [...] de la más poderosa red de emisoras de radio,
tiene que estar por supuesto interesado en la creación musical y en la difusión de
la música tradicional argentina, que hace un poco a la cohesión social. El Gobierno
tiene la obligación de usar ese instrumento para promover la difusión musical. Por
supuesto, no de cualquier música, sino de la de calidad «El pensamiento vivo de Frischknecht», Primera Plana, 11-3-1969.
Frischknecht entendía que para poder influir en el sistema de medios primero había
que convertirse en un actor dominante. Esto permitiría comprender por qué en radio
se trabajó primero en la concentración y verticalización de las emisoras, para luego
tomar medidas sobre el contenido que apuntaban a transformar las reglas de juego de
toda la industria musical. En cambio, respecto a la televisión, resulta evidente que
el Gobierno no estaba dispuesto a afectar los derechos adquiridos por los licenciatarios
privados para la explotación de las señales televisivas, lo que sin dudas hubiera
implicado una sonora condena de organizaciones empresariales internacionales y quizás
de Estados extranjeros Para la época, las productoras asociadas a los canales 11 y 13 seguían controladas
por las cadenas norteamericanas ABC y CBS, respectivamente.
En cinematografía, el Gobierno tenía el control de todo el régimen de subsidios a
la producción privada Desde 1957 existía un complejo sistema de apoyo a la producción cinematográfica.
Una utilización discrecional del régimen podía provocar la quiebra intencionada del
productor y, de hecho, en numerosas ocasiones se utilizó de esta manera (
En agosto de 1969, cuando Frischknecht acababa de alejarse de la SDT, se formalizó
la creación del «fondo para el desarrollo de la producción de papel prensa y pasta
de celulosa», que se venía planificando desde hacía casi un año El proyecto se debatió en profundidad en la revista Confirmado, sobre todo respecto a las implicancias del monopolio estatal del papel de diarios.
Ver los números 174 a 178, publicados entre el 17 de octubre y el 14 de noviembre
de 1968.
En este momento la empresa se concibió como de propiedad completamente estatal. Luego
de la caída de Frischknecht el proyecto perdió impulso, aunque continuó su periplo.
Finalmente devino en la fábrica Papel Prensa, una empresa de capitales mixtos cuya
historia está brutalmente atravesada por intereses políticos y empresarios. Sobre
Papel Prensa entre 1969 y 1978, ver Borrelli ( El régimen de promoción de la industria nacional editora de publicaciones unitarias
y periódicas sería sancionado en enero de 1970 (ley 18.573), pero finalmente solo
consistió en un beneficio impositivo puntual.
Decisiones tales como el control de la pauta publicitaria oficial y del régimen de subsidios cinematográficos, las restricciones a la emisión de música y los proyectos de regulación de la actividad editorial y de control de insumos para diarios pone de relieve que lo que estaba en juego para la SDT no era simplemente una más efectiva propaganda del Gobierno. El Estado buscaba ubicarse en espacios estratégicos que le permitieran incidir en los medios privados y operar sobre el conjunto de la industria cultural. La SDT estaba relevada de amonestar, multar y censurar, tareas que competían al Ministerio del Interior. Sin embargo, ejercía una tarea complementaria al intentar condicionar o promover económicamente a los privados, al competir o asociarse con ellos, abrir y obturar espacios de difusión, constituir instancias de legitimación. En suma, de construir para el Estado una posición dominante desde la que imponerse como un orientador en los distintos medios de comunicación.
Un análisis completo de la SDT no puede dejar de lado el importante esfuerzo de proyección internacional de la imagen del Gobierno de Onganía. Este marco engloba la política turística desarrollada por la SDT, que en la opinión de Frischknecht era donde su gestión había logrado los avances más tangibles. Su descripción detallada excede los objetivos de este artículo: baste mencionar que se desarrolló un Plan Nacional de Turismo que estableció zonas que promover, en las que se crearon o mejoraron aeropuertos y caminos, se alentó la instalación de hoteles de cadenas internacionales y se realizó publicidad para incrementar las visitas a esas zonas.
En la interacción entre medios de comunicación y discurso sobre el turismo se desplegó
un ambicioso proyecto de diplomacia cultural. Fue sin dudas la experiencia más importante,
innovadora y fracasada en este sentido la estatalización del Festival Internacional
de Cine de Mar del Plata en 1968, evento hasta entonces realizado por entidades gremiales
cinematográficas privadas y en el que la SDT depositó muchas expectativas de proyectar
hacia el exterior una imagen moderna y pluralista del Gobierno de Onganía Ramírez Llorens (
La SDT se embarcó también en la edición de dos publicaciones de difusión internacional.
En septiembre de 1968 comenzó a editarse Información Argentina Solo pude acceder al número 16, por lo que lo que la descripción y conclusiones deben
ser consideradas provisorias.
Desde marzo de 1969 la revista Argentina se sumó a la oferta de Información Argentina. Argentina era una publicación bilingüe (castellano e inglés), distribuida en embajadas y por Aerolíneas Argentinas, de cuidadosa impresión a todo color en papel ilustración de alto gramaje, que a través de artículos y fotografías intentaba dar una idea atractiva, moderna y positiva del país. La revista combinaba artículos sobre turismo, cultura, deportes, desarrollo tecnológico, historia, obras del Gobierno y hasta panoramas de actualidad. La miscelánea puede condensarse en la imagen de un país con una importante tradición histórica y cultural propia, de grandes atractivos naturales, que en sus principales núcleos urbanos está habitada por una sociedad moderna, joven y plural, de gran desarrollo científico-tecnológico y dirigida por un Gobierno de grandes logros. Por caso, en el número 3, de junio de 1969, se presentan notas que van desde las Cataratas del Iguazú, pasando por el desarrollo del rayo láser en el país hasta la construcción de un extenso túnel subfluvial. Argentina puede ser entendida incluso dentro de un esfuerzo mayor de promoción de una marca país que incluyó hasta la normalización de los formatos, tamaños y tipografías que debía utilizar el Estado en la edición de afiches, folletos, revistas y libros de carácter oficial.
La revista se destaca por el modo en que presenta la producción y el consumo cultural
en Buenos Aires. La nota «Manuel Mujica Láinez: persona y personaje» (1969) ofrece
una breve reseña del escritor argentino, destaca de manera central su novela Bomarzo, la transposición a ópera de la obra y el éxito obtenido en las ciudades de Washington
y Nueva York. Omite, en cambio, toda mención a la censura que la obra sufrió en 1967,
cuando la municipalidad de Buenos Aires canceló su estreno, ya programado, en un teatro
oficial, así como a las manifestaciones públicas posteriores del escritor en contra
de la censura del Gobierno Frischknecht había estado involucrado indirectamente en un hecho de censura vinculado
al escándalo de Bomarzo. En julio de 1967, la dirección de Canal 7 impidió que el programa Séptima edición emitiese entrevistas al escritor y a Alberto Ginastera, compositor de la música. En
conferencia de prensa Frischknecht avaló lo actuado por el director del canal y expresó
abiertamente que no se había interesado por leer una carta que Mujica Láinez y Ginastera
le habían enviado («El secretario de difusión habló con los periodistas», La Prensa, 1-8-1967).
Si bien el Ente de Calificación Cinematográfica creado en diciembre de 1968 por ley
18 019 estaba fuera del organigrama de la SDT, Frischknecht emitió una normativa que
establecía la actuación conjunta del Ente y el INC —que sí estaba dentro de su órbita—
(
El Gobierno se borraba a sí mismo en estas historias, eludiendo los conflictos de
los que formó parte. Pero no se trataba solo de construir una visión idílica, por
armoniosa, de las relaciones entre Estado y sociedad, sino de reelaborar hechos conflictivos
de proyección internacional en los que el Gobierno había quedado impugnado. Existió
una búsqueda activa por ir hacia los temas en los que Onganía había sido señalado
de intolerante, retrógrado y fascista, ofreciendo una nueva versión de los hechos
en la que existiría consenso en proclamar la simpatía oficial hacia las nuevas expresiones
y consumos culturales. Así, la revista se muestra pluralista y moderna al presentar
en el exterior, de modo reelaborado, cierta diversidad de la producción y el consumo
cultural local, que el Gobierno reprimía fronteras adentro. La revista parece institucionalizar
una estrategia que ya denunciaba Mujica Láinez con motivo de la prohibición de Bomarzo, cuando declaró que «lo que se conceptúa beneficioso para expedirlo allende las fronteras
nacionales, se tacha de no apto para nuestro consumo interno» «Opina M. Mujica Láinez sobre la prohibición de Bomarzo», La Prensa, 23-7-1967.
Paradójicamente, uno de los factores de deterioro de la imagen de Onganía en el extranjero
lo provocaba la propia existencia y funcionamiento de la SDT. En lo que sigue no puedo
pretender ser exhaustivo, dado que la propia fórmula de «imagen de un país en el exterior»
resulta inagotable, amén de imprecisa. Me concentraré en las repercusiones de la política
comunicacional de Onganía y la SDT en dos periódicos de países con un vínculo muy
diferente con Argentina: New York Times y ABC de Madrid. New York Times cubrió la creación de la SDT en dos notas publicadas el 31 de mayo y el 2 de junio
de 1967 «Argentina plans wider press role», New York Times, 31-5-1967; «Argentine plan for new agency scored as threat to free press», New York Times, 2-6-1967.
Original en inglés. Una comparación que adquiría una connotación particularmente severa en el contexto
de este diario, que había sido expropiado durante el Gobierno de Perón.
«Argentines balk at press proposal», New York Times, 28-4-1968; «Regime in Argentina buys shares of a news agency», New York Times, 16-4-1968
«Libertad de expresión y reunión en la República Argentina», ABC, 20-2-1968.
Frischknecht le ahorró al Estado 1000 millones de pesos por su contabilidad. Pero
la imagen del Gobierno quedó reducida a cero. El Cordobazo nos costó 3000 millones
de pesos… ¿Dónde está el negocio? «Un coronel en la cartelera», Extra, 8-1969.
Dos meses después del Cordobazo, el nuevo secretario de Difusión y Turismo, coronel
Luis Premoli, hacía este balance sobre la gestión de su antecesor Frischknecht, relevado
de su cargo en el recambio de Gabinete posterior al levantamiento obrero de mayo de
1969. Frischknecht renunció el 23 de junio de 1969. Todo indica que tenía intención de continuar
en el cargo, pero se alejó a pedido de Onganía. Premoli se encargó de aclarar públicamente
que su política sería muy diferente a la de Frischknecht, y en los hechos comenzó
un camino que terminaría con la disolución de la Secretaría de Difusión y Turismo
en 1971.
La estructura de medios de comunicación que implementó Frischknecht estaba en diálogo con el conjunto del modelo autoritario que promovía la dictadura. Por decirlo en otras palabras, el proyecto llevado adelante por la SDT era coherente con la idea de una Presidencia que se planteaba administrar desde arriba los tiempos de la política económica y social y de la participación política. A este modo de entender el ejercicio del poder en la constitución de un orden denomino utopía autoritaria. El proyecto de Frischknecht fue considerado ficcional por sus detractores luego de la crisis política que desnudó que la propia utopía autoritaria de la dictadura se había tornado irrealizable. Los motivos del hundimiento del proyecto de la SDT, pero también las claves de su concepción y desarrollo, no pueden disociarse de la deriva experimentada por el propio Gobierno del que formaba parte.
En los medios en los que tenía una posición dominante (radio, cine), el Gobierno pretendió ejercer un rol regulador e incidir en las instancias de legitimación cultural. Dar espacio —u obturarlo— a distintos productos culturales, apuntando a la calidad que estos tenían a los ojos de la SDT resultó una estrategia que apuntaba en definitiva a incidir sobre la circulación de las obras y el gusto popular. En donde no tenía una posición fuerte (televisión), luchó por encumbrarse y debilitar a las empresas privadas. En otras zonas (prensa escrita) todavía luchaba en 1969 por alcanzar una posición relevante. Sin embargo, en el extranjero el escenario resultaba por completo diferente. Allí el Gobierno no tenía forma de influir, por lo cual se adaptó a seguir la tendencia de lo que entendía consagrado, sin importarle que implicara contradecirse con su política interna.
Las innovaciones de la revista Argentina, la programación de Canal 7, el desfinanciamiento de los noticieros cinematográficos, la regulación de la música en radios, la estatización del festival de cine de Mar del Plata y la creación de la categoría de largometraje de interés especial expresan en conjunto que el equipo de Frischknecht reflexionó activamente sobre la especificidad de cada medio y el rol que debían jugar en la política de comunicación del Gobierno. Así, la SDT asumió el desafío de entender las transformaciones institucionales y estéticas de los nuevos medios que se estaban expandiendo y su efecto en el conjunto del sistema de medios, para adaptarse a estos cambios. La espada y la cruz son el fondo sobre el que se proyecta esta experiencia, pero no agotan la explicación. Para controlar los medios de comunicación el Gobierno terminó apostando a una estrategia que eludía la represión directa, aunque se agotaba en regular, capturar o imitar lo que estaba disponible. En última instancia esto implicaba reforzar, expandir y legitimar el sistema de medios, con todo lo que eso implicaba en términos de intentar articular los procesos de modernización de las costumbres y de mundialización de la comunicación con el mito de la nación católica y la doctrina del enemigo interno. En este sentido, mostró su aliento modernizador y su intención de controlar, también «desde arriba», las posibilidades de mediación entre Estado y sociedad que ofrecía la cada vez mayor masificación de los medios de comunicación.
Estos cruces implicaban, sin embargo, una limitación insalvable porque la política
comunicacional debió hacer equilibrio dentro del país entre las aspiraciones censoras
que no podía concretar de manera directa —pero orientaban la política—, junto a la
necesidad de colaboración de los medios privados para la puesta en práctica de estrategias
que pudieran condicionar a los propios privados, dado que era en estos espacios donde
se desarrollaba en buena medida el saber experto en medios A fines de la década de 1960, el campo académico de los estudios de comunicación
todavía no había emergido como tal en Argentina. Ver Rivera (
Por su parte, el juego entre interior y exterior provocó la contradicción de que algunas de las estrategias desplegadas para la construcción de un consenso interno desprestigiaban a la dictadura fronteras afuera, poniendo en riesgo la efectividad de las estrategias para legitimar al Gobierno en el extranjero. El branding español mostraba al mundo una dictadura que estaba atravesando un proceso de apertura política, mientras que el argentino, inspirado en la estrategia franquista, debía disimular a una dictadura firmemente decidida a intensificar la coerción estatal en comparación a los años inmediatos anteriores. El conjunto de tensiones internas y externas acumuladas expresan las debilidades de la apuesta de Frischknecht.
La crítica de Premoli al ajuste presupuestario en medios estatales realizado por Frischknecht
oculta lo central: que los despidos de personal fueron estratégicos para el proceso
de concentración de la toma de decisiones. Lejos de debilitar la política comunicacional
del Gobierno la reforzaban en el sentido de su control vertical. Si bien algunas medidas
puntuales implementadas por la SDT volvieron rápidamente atrás luego de 1969, en líneas
generales es notable la capacidad que tuvo de consolidar una estructura de comunicación
estatal y un sentido de los modos de utilización de medios oficiales que perduró mayormente
intacto por las siguientes dos décadas, atravesando la siguiente dictadura y su posdictadura.
Las relativamente pocas transformaciones grandes que ocurrieron posteriormente —notablemente,
la estatización de los canales privados de la ciudad de Buenos Aires en 1973-1974— Sticotti (
La revisión de esta experiencia invita una vez más a preguntarse cuáles son los modos de participación del Estado en la comunicación compatibles con un orden y un modo de vida democráticos. El periplo seguido por Frischknecht dentro del Gobierno permite problematizar este punto: de participar del proyecto de eliminación de la autonomía universitaria pasó a liderar el proyecto de concentración y verticalización de medios de comunicación oficiales. El punto en común de ambas experiencias es la utilización de estructuras estatales previamente existentes del campo de la cultura y la comunicación, que fueron rediseñadas y ampliadas para ser puestas al servicio de un proyecto opresor.
[1] |
«Designaciones para todos los gustos», Primera Plana, 1-7-1969. |
[2] |
Avellaneda ( |
[3] | |
[4] |
Se denomina mito de la nación católica a la matriz interpretativa que afirma al catolicismo
como fundamento constitutivo de la identidad nacional ( |
[5] |
Gomes ( |
[6] |
Cosse ( |
[7] |
Para el caso de Brasil, ver Ortiz ( |
[8] |
O’Donnell ( |
[9] |
Altamirano ( |
[10] |
Ramírez Llorens ( |
[11] |
Delgado ( |
[12] |
Rosendorf ( |
[13] |
Sánchez Sánchez ( |
[14] |
He relevado todos los números de las publicaciones empresariales Gaceta de los Espectáculos y Heraldo del Cine, de las publicaciones de actualidad política Primera Plana y Confirmado (salvo números faltantes) y de las publicaciones de interés general y espectáculos Gente y TV Guía (salvo números faltantes). También he consultado para momentos puntuales la revista Extra y el diario La Prensa. Por último, he utilizado el buscador de las colecciones digitales de los periódicos New York Times y ABC de Madrid, para recuperar noticias sobre Argentina en aquella época. |
[15] |
Se conoce como Cordobazo a la rebelión obrera y popular que tuvo lugar los días 29
y 30 de mayo de 1969. Los manifestantes se enfrentaron a la policía con proyectiles,
bombas molotov y armas, forzándola a autoacuartelarse. El Cordobazo fue el momento
de mayor intensidad en el marco de un ciclo de importantes protestas y estallidos
que tuvieron lugar durante el año 1969 en las ciudades de Buenos Aires, La Plata,
Corrientes, Mendoza, Rosario y en la propia Córdoba. Más allá de su virulencia, el
Cordobazo fue muy significativo porque se desplegó en un contexto de reivindicaciones
que excedían los reclamos sectoriales para presentarse como una oposición antiautoritaria
y revolucionaria al Gobierno de Onganía ( |
[16] |
Para 1966, dos de cada cinco estudiantes universitarios cursaban en la UBA y, a su vez, dos de cada diez inscriptos en la UBA se anotaban en la Facultad de Ciencias Económicas. |
[17] |
«Universidad ¿Un año perdido?», Primera Plana, 3-1-1967. |
[18] | |
[19] | |
[20] |
Buch ( |
[21] |
Según Carlos María Gelly y Obes, fue el interventor de la Universidad de Buenos Aires, Luis Botet, quien acercó a Frischknecht al Gobierno («Carlos María Gelly y Obes oral history with Robert A. Potash», 12-7-1984). Por su parte, la revista Primera Plana decía que fue por gestión del jefe de la Policía Federal Mario Fonseca («Gobierno-ejército: jugando con fuego», Primera Plana, 8-8-1967). En cambio, Extra afirmaba que «sus dotes de analista y organizador» impresionaron al presidente («Argentina: los odiados», Extra, 8-1969). |
[22] |
Existieron distintas interpretaciones sobre los motivos del ataque de Alsogaray («Argentina: los odiados», Extra, 8-1969; «Gobierno-ejército: jugando con fuego», Primera Plana, 8-8-1967). |
[23] |
Nores Bodereau era hijo del entonces rector de la Universidad de Córdoba y exinterventor de esa provincia, Rogelio Nores Martínez, y sobrino del director del diario católico Los principios. Hasta la pelea con Frischknecht se desempeñaba como director de Prensa de la SDT, cargo que equivalía al antiguo de secretario de Prensa de la Presidencia. |
[24] |
«Se lo dio por cadáver político media docena de veces: su renuncia habría sido solicitada sucesivamente, por el ministro de Economía, dos comandantes en jefe del Ejército, un exembajador, un exsubordinado. En fin, que Federico Frischknecht [...] ha alcanzado una definición por omisión: es el strongman, el hombre importante cerca del Presidente. Simplemente, porque éste no lo ha dejado irse» («Un hombre importante», Confirmado, 31-10-1968). |
[25] |
«Los que rodean a Onganía», Primera Plana, 20-2-1968. |
[26] |
«Jorge Klappenbach oral history with Robert A. Potash», 29-6-1990). Jorge Klappenbach fue director de Asuntos Legales de la Subsecretaría Legal y Técnica hasta 1969, y luego subsecretario. Klappenbach afirmó que Frischknecht y el secretario general de la Presidencia, el general Héctor Repetto, eran los funcionarios de contacto permanente que discutían de política con Onganía. |
[27] |
Gomes ( |
[28] |
De Riz ( |
[29] |
«Expuso el Primer Magistrado los propósitos del gobierno», La Prensa, 5-8-1966. |
[30] |
«Prensa», Confirmado, 12-1-1967. |
[31] |
«Se insiste con la Ley de Prensa», La Prensa, 8-12-1966. |
[32] |
«Drafting of press law stirs concern in Argentina», New York Times, 9-12-1966. |
[33] |
«Argentina worries about her image», New York Times, 8-1-1967. |
[34] |
O’Donnell ( |
[35] |
El proyecto de ley de universidades prohibía la actividad política en el ámbito académico, acababa con el cogobierno y autorizaba el control policial y la intervención del Poder Ejecutivo. Las leyes de arrendamiento rural y locaciones urbanas eliminaban protecciones al arrendatario y el locador. El proyecto de racionalización administrativa permitía despedir a empleados estatales sin causa. El de represión del comunismo prohibía trabajar en el Estado, ejercer la docencia o poseer un medio de comunicación a personas que el Gobierno considerase comunistas. Todas estas medidas, anunciadas en febrero de 1967, se implementarían gradualmente en el transcurso del año. Se trata de las leyes 17 245 (abril 1967), 17 253 (mayo), 17 343 (julio), 17 368 (julio) y 17 401 (agosto). |
[36] |
«Difusión», Confirmado, 16-2-1967; «Nuevo ministerio», Confirmado, 9-2-1967. |
[37] |
«¿Reaparecerá agrandada la Secretaría de Prensa y Difusión?», La Prensa, 31-5-1967. |
[38] |
«Argentina: los odiados», Extra, 8-1969. |
[39] |
Durante la dictadura de Aramburu se había decidido la reprivatización de las editoriales periodísticas que durante el peronismo habían adquirido empresarios afines a ese Gobierno. Si bien la licitación había sido llevada a cabo, diversos litigios entre el Estado y los privados adquirientes atravesaron las presidencias de Frondizi, Guido e Illia. |
[40] |
Solo se respetó a LW1 Radio Universidad de Córdoba. |
[41] |
Con la excepción de la estatalización de Crítica, establecida en 1972. La Mañana llegó al final de su pleito en 1968, por medio de la ley 17 983, mientras que el conflicto con Democracia y Noticias Gráficas quedó saldado en 1973 con la sanción de la ley 20 287. Otras unidades gráficas no expropiadas también debieron tramitar su salida de la declaración de utilidad pública, dado que la ley 17 387 de todos modos las alcanzaba. Los edificios de los tres talleres gráficos capitalinos quedaron definitivamente en manos del Estado. |
[42] |
«Ataque a la libre empresa», Juan, 16-8-1967. |
[43] |
Mochkofsky ( |
[44] |
De las once radios comerciales de la ciudad de Buenos Aires, ocho —más de dos tercios— eran estatales. En 1967 el Gobierno clasificó a las emisoras en diez categorías, de la A a la J según sus ganancias. Las únicas tres radios que obtuvieron categoría A eran estatales —y de la SDT—, y las once de la categoría J eran privadas —de pequeños pueblos de la Patagonia, el Noroeste y el Nordeste del país—. |
[45] |
«El pensamiento vivo de Frischknecht», Primera Plana, 11-3-1969: 40. |
[46] |
El alquiler de espacios implica que un productor abona un monto por un tiempo de aire y lo explota a su propio riesgo, teniendo completa libertad para definir la programación y la venta de publicidad. |
[47] |
Según Primera Plana, solo La Nación y La Prensa no contaban con los servicios de Télam («Copropietario de sí mismo», Primera Plana, 23-4-1968) |
[48] |
Según Bargach y Suárez ( |
[49] |
«Un hombre importante», Confirmado, 31-10-1968. |
[50] |
La medida referida a la televisión se basaba en el decreto 6854 del año 1962. Lo relativo a radios, en cambio, no encontraba antecedentes. Sin diarios ni revistas oficiales, la pauta en publicidad gráfica se destinaba inevitablemente a medios privados. |
[51] |
Para la fecha, las repetidoras estaban ubicadas en Santa Fe, Rosario y Chivilcoy. Para el período que abarca este artículo solo se tiene registro de la existencia de una repetidora de señales privadas: la de la localidad de Los Cocos del Canal 12 de Córdoba |
[52] |
La resolución 827/68 del INC establecía que para gozar del beneficio de la cuota de pantalla los noticieros debían proyectarse dentro de las primeras dieciséis semanas de haber sido realizados en las salas de localidades de más de 10 000 habitantes. En pueblos más pequeños se permitía la exhibición hasta la semana veintitrés; es decir, hasta cinco meses después de editado el noticiero. Esto nos permite inferir su lentísima circulación. |
[53] |
Los noticieros cinematográficos eran privados, pero el vital apoyo económico estatal
los hacía mantenerse cercanos al Gobierno y tener una mirada política oficialista
o paraoficial ( |
[54] |
«Duro golpe asestó Federico Frischknecht a los noticieros», Heraldo del Cinematografista, 9-10-1968. |
[55] |
Ramírez Llorens ( |
[56] |
En 1968 García había tenido tres programas en Canal 7: La hora del ídolo, Séptima edición y Carpa siete. Para la época de lanzamiento de 7 y ½ animaba con sus programas las noches de los lunes y los viernes de la emisora. Ramírez
Llorens ( |
[57] |
«En 48 horas habrá decisión sobre si cambia el control de Teleonce», Gaceta de los espectáculos, 13-5-1969. El diario Crónica salió a la calle en julio de 1963. Radio Colonia fue adquirida por García en diciembre de 1965. Finalmente, el control de Telerama, la productora de contenidos de Canal 11, sería obtenido por García en diciembre de 1970 y el propio Canal 11 a mediados de 1971. García también era propietario de las revistas Así es Boca y Así. Según García, el obierno de Onganía hizo gestiones para intentar impedir que se concrete el traspaso propietario de Radio Colonia, que por esa razón finalmente quedó a nombre de un testaferro. La información está tomada de la autobiografía de García (1993). |
[58] |
Sospecha que se alimentaba por el espacio que en sus medios se daba a informar sobre el expresidente, incluyendo la publicación de dos reportajes en el exilio, en 1955 y 1964 —este último realizado por el propio García—. |
[59] |
Justamente, en la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento, en la otra orilla del Río de la Plata, a cincuent kilómetros de Buenos Aires. |
[60] |
García ( |
[61] |
La resolución 53/69 de la Secretaría de Difusión y Turismo establecía que cada emisora dependiente de la SDT solo podía pasar una vez por día cada canción, hasta siete canciones del mismo autor y no más de una canción por cada sello discográfico cada treinta minutos. |
[62] |
Ulanovsky et al. ( |
[63] |
Entre 1967 y 1969 la cantidad de discos de 33 1/3 (que predominaban en ese entonces
en el mercado) prácticamente duplicaron su volumen de ventas, pasando de 15 a 27 millones
de unidades por año ( |
[64] |
«El pensamiento vivo de Frischknecht», Primera Plana, 11-3-1969. |
[65] |
Para la época, las productoras asociadas a los canales 11 y 13 seguían controladas por las cadenas norteamericanas ABC y CBS, respectivamente. |
[66] |
Desde 1957 existía un complejo sistema de apoyo a la producción cinematográfica.
Una utilización discrecional del régimen podía provocar la quiebra intencionada del
productor y, de hecho, en numerosas ocasiones se utilizó de esta manera ( |
[67] |
El proyecto se debatió en profundidad en la revista Confirmado, sobre todo respecto a las implicancias del monopolio estatal del papel de diarios. Ver los números 174 a 178, publicados entre el 17 de octubre y el 14 de noviembre de 1968. |
[68] |
En este momento la empresa se concibió como de propiedad completamente estatal. Luego
de la caída de Frischknecht el proyecto perdió impulso, aunque continuó su periplo.
Finalmente devino en la fábrica Papel Prensa, una empresa de capitales mixtos cuya
historia está brutalmente atravesada por intereses políticos y empresarios. Sobre
Papel Prensa entre 1969 y 1978, ver Borrelli ( |
[69] |
El régimen de promoción de la industria nacional editora de publicaciones unitarias y periódicas sería sancionado en enero de 1970 (ley 18.573), pero finalmente solo consistió en un beneficio impositivo puntual. |
[70] |
Ramírez Llorens ( |
[71] |
Solo pude acceder al número 16, por lo que lo que la descripción y conclusiones deben ser consideradas provisorias. |
[72] |
Frischknecht había estado involucrado indirectamente en un hecho de censura vinculado al escándalo de Bomarzo. En julio de 1967, la dirección de Canal 7 impidió que el programa Séptima edición emitiese entrevistas al escritor y a Alberto Ginastera, compositor de la música. En conferencia de prensa Frischknecht avaló lo actuado por el director del canal y expresó abiertamente que no se había interesado por leer una carta que Mujica Láinez y Ginastera le habían enviado («El secretario de difusión habló con los periodistas», La Prensa, 1-8-1967). |
[73] |
Si bien el Ente de Calificación Cinematográfica creado en diciembre de 1968 por ley
18 019 estaba fuera del organigrama de la SDT, Frischknecht emitió una normativa que
establecía la actuación conjunta del Ente y el INC —que sí estaba dentro de su órbita—
( |
[74] | |
[75] | |
[76] |
«Opina M. Mujica Láinez sobre la prohibición de Bomarzo», La Prensa, 23-7-1967. |
[77] |
«Argentina plans wider press role», New York Times, 31-5-1967; «Argentine plan for new agency scored as threat to free press», New York Times, 2-6-1967. |
[78] |
Original en inglés. |
[79] |
Una comparación que adquiría una connotación particularmente severa en el contexto de este diario, que había sido expropiado durante el Gobierno de Perón. |
[80] |
«Argentines balk at press proposal», New York Times, 28-4-1968; «Regime in Argentina buys shares of a news agency», New York Times, 16-4-1968 |
[81] |
«Libertad de expresión y reunión en la República Argentina», ABC, 20-2-1968. |
[82] |
«Un coronel en la cartelera», Extra, 8-1969. |
[83] |
Frischknecht renunció el 23 de junio de 1969. Todo indica que tenía intención de continuar en el cargo, pero se alejó a pedido de Onganía. Premoli se encargó de aclarar públicamente que su política sería muy diferente a la de Frischknecht, y en los hechos comenzó un camino que terminaría con la disolución de la Secretaría de Difusión y Turismo en 1971. |
[84] |
A fines de la década de 1960, el campo académico de los estudios de comunicación
todavía no había emergido como tal en Argentina. Ver Rivera ( |
[85] |
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