RESUMEN
Los estudios dedicados a los efectos del terrorismo de ETA han arrastrado durante años el déficit de la falta de información sobre los heridos a causa de los atentados terroristas. Se trata de personas que, en los casos graves, han tenido que convivir desde entonces con las secuelas físicas y psicológicas del ataque. La Ley 29/2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo estableció, cinco décadas después del inicio de la actividad terrorista de ETA, un sistema indemnizatorio al que los supervivientes podían acogerse y que dio lugar a la creación de un registro oficial de heridos. Este artículo parte del estudio y análisis de dicho registro, cedido por la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo (Ministerio del Interior) al Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, y actualizado a fecha de abril de 2020. En primer lugar, se hace un repaso de la paulatina incorporación de la figura del herido a la legislación española. A continuación, se describen los datos globales. Y, por último, se demuestra la relación directa entre la evolución de la estrategia terrorista de ETA y las secuelas que provocó en las 2632 personas reconocidas oficialmente como heridas de la banda.
Palabras clave: ETA; terrorismo; víctimas; heridos; secuestrados; País Vasco.
ABSTRACT
Studies on the effects of ETA terrorism have carried over for years the deficit of information on those injured by terrorist attacks. These people have since had to live with the physical and psychological consequences of the attack. Act No. 29/2011 on the Recognition and Comprehensive Protection of Victims of Terrorism established, five decades after the start of ETA terrorist activity, a system of compensation to which survivors were entitled and which led to the creation of an official register of injured persons. This article based on the study and analysis of this register, which was handed over by the General Direction for the Support of Victims of Terrorism (Ministry of Home Affairs) to the Victims of Terrorism Memorial Centre, and updated in April 2020. Firstly, a review is made of the gradual incorporation of the figure of the injured into Spanish legislation. Then, the overall data are described. And finally, the direct relationship between the evolution of ETA’s terrorist strategy and the consequences it had on the 2,632 people officially recognised as being injured by the organization is demonstrated.
Keywords: ETA; terrorism; victims; wounded; Basque Country.
El 7 de junio de 1968 Euskadi ta Askatasuna (ETA, Euskadi y Libertad) causó su primera víctima mortal, el guardia civil de Tráfico José Antonio Pardines. Desde aquel asesinato hasta que en octubre de 2011 anunció «el cese definitivo de su actividad armada», la organización terrorista perpetró más de 3800 atentados, que han dejado un reguero de 853 víctimas mortales. Se trata de la segunda banda autóctona más letal de Europa por detrás del Irish Republican Army (IRA, Ejército Republicano Irlandés)[2].
No es de extrañar, por tanto, que ETA haya recibido una considerable atención mediática,
política, social, literaria y cinematográfica. También académica. Ya durante la Transición
fueron publicados los trabajos pioneros de José María Garmendia y Gurutz Jáuregui,
que tuvieron continuidad en los de Pedro Ibarra, John Sullivan, Florencio Domínguez,
Fernando Reinares, Ignacio Sánchez-Cuenca y Antonio Elorza, entre otros Garmendia (
Al principio la mayor parte de la bibliografía se centraba en la historia de ETA,
sus debates teóricos, su ideología, sus escisiones, su estrategia, sus vínculos con
otras fuerzas… Pese a la abundante producción académica sobre la banda, el interés
por ella dista de haberse agotado. Hoy ETA continúa siendo objeto de numerosas investigaciones
que, como es lógico, se plantean nuevos interrogantes desde perspectivas diferentes
Una de las temáticas más sugestivas que han surgido en los últimos tiempos es la de
las víctimas del terrorismo, que inauguró en 1997 el libro Contra la barbarie de José María Calleja. Siguiendo su estela, autores como Cristina Cuesta, Rogelio
Alonso, Florencio Domínguez, Marcos García y Javier Marrodán han recopilado las biografías
de las personas asesinadas por ETA. De forma cuantitativa, Luis de la Calle e Ignacio
Sánchez-Cuenca analizaron su selección como objetivos por parte de la organización
terrorista, cuestión en la que ha profundizado Raúl López Romo. José Manuel Azcona
y Matteo Re compararon la consideración de ETA y de las Brigadas Rojas sobre sus damnificados.
Francisco José Llera y Rafael Leonisio elaboraron una base de datos sobre secuestros.
En 2018 apareció una obra colectiva sobre los empresarios, directivos y profesionales
extorsionados por la banda. Ese mismo año se publicó otra dedicada a José Antonio
Pardines Calleja (
Pese a tales avances, todavía quedan algunas lagunas en los estudios acerca de las
víctimas de ETA. Una de las más significativas es la que se refiere a las personas
que sufren secuelas físicas o psicológicas de los atentados. Se trata de un déficit
extensible a todos los heridos de las diversas organizaciones terroristas que han
operado en nuestro país desde enero de 1960, fecha inicial que establece la Ley 29/2011,
de 22 de septiembre, de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo Disponible en: https://bit.ly/3vfc6Mb.
El presente artículo pone el foco en los heridos que han provocado las acciones de las distintas ramas de ETA y su entorno juvenil. En primer lugar, se explican las características de esta figura desde el punto de vista jurídico-administrativo. En el segundo apartado se analizan las cifras globales. En tercer término, se indaga en la relación entre el número y las características de los damnificados y la evolución estratégica de ETA a lo largo de la historia. En cuarto y último lugar se examinan los secuestros cometidos por la organización.
Hasta el momento las fuentes disponibles para abordar dicha materia eran la prensa,
las sentencias judiciales y las bases de datos internacionales. Ninguna de ellas aporta
detalles sobre los propios heridos y todas presentan obstáculos. Aunque en los días
siguientes a los atentados los medios de comunicación solían dar cuenta del número
de supervivientes, ese dato distaba de ser definitivo, por lo que necesita ser concienzudamente
contrastado. Más fidedignas son las sentencias emitidas por los tribunales competentes,
que establecen la verdad judicial. El problema reside en que a menudo es imposible
encontrar tales documentos, ya sea porque no han sido difundidos o porque sencillamente
no existen al tratarse de casos sin resolver. En cuanto a las estadísticas internacionales,
contamos con la Global Terrorism Database (GTD), la cual determina que en España hubo
4928 heridos por atentados terroristas entre 1970 y 2019 de los cuales 2328 serían
responsabilidad de ETA. Pese a su innegable utilidad para el análisis a gran escala,
la GTB pierde nitidez cuando bajamos a lo micro y apenas aporta información cualitativa
acerca de las víctimas, por lo que no resulta válida para examinar la actividad terrorista
de una sola banda Disponible en: https://bit.ly/3pjSYZF.
Otra fuente es la lista de heridos reconocidos por el Ministerio del Interior. Se trata de un registro oficial que incluye a quienes han recibido una indemnización por las secuelas físicas o psicológicas sufridas en un atentado. La Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo ha resuelto favorablemente el expediente de 4983 heridos en acciones producidas entre enero de 1960 y mayo de 2020. Se incluyen aquí tanto a extranjeros lesionados dentro de nuestras fronteras como a ciudadanos españoles que han sido objeto de ataques en otros países. La lista indica la nacionalidad de los heridos, su edad, su profesión, el grado de sus lesiones, las circunstancias del atentado, etc. Por tanto, se trata de la base de datos más completa, actualizada y rigurosa sobre este fenómeno en España.
Después de eliminar los datos personales, tal y como establece la legislación vigente, la Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior ha cedido ese registro oficial al Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo con propósitos científicos. Gracias a la colaboración entre ambas instituciones, se ha podido utilizar dicha lista para la elaboración de este artículo. Para complementarla cuando era necesario, también se ha recurrido a bibliografía especializada, fuentes hemerográficas, sentencias judiciales y documentación histórica procedente tanto de ETA como de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE).
La legislación española en materia de víctimas del terrorismo ha evolucionado en paralelo
a la atención que las esferas políticas y ciudadanas han prestado a las víctimas del
terrorismo desde la década de los años sesenta hasta la actualidad. Rodríguez Uribes
describe esta evolución en cuatro fases: la negación, la compasión, la solidaridad
y el tiempo de los derechos
La etapa de negación comprende desde el inicio de la actividad terrorista de ETA en
los años sesenta hasta mediados de los años ochenta. En este periodo las víctimas
viven en una situación de irrelevancia social y política frente a un discurso pujante
para legitimar el terrorismo. En este tiempo, en el ámbito legislativo se adoptan
las primeras medidas en su beneficio: decretos de pensiones extraordinarias aprobados
entre finales de los años ochenta y principios de los noventa. Entre ellos se encontraba
el Real Decreto Ley 3/1979, de 26 de enero, de Protección de la Seguridad Ciudadana,
cuyo artículo 7 declara por primera vez a las víctimas como indemnizables de los daños
sufridos a consecuencia de actos «cometidos por persona o personas integradas en grupos
o bandas organizados y armados y sus conexos» Real Decreto Ley 3/1979, de 26 de enero, sobre protección de la seguridad ciudadana.
A mediados de los años ochenta comienza la etapa de la compasión. Este período coincide
con un cambio en la estrategia terrorista de ETA, que apuesta por el uso del coche
bomba como método para perpetrar atentados indiscriminados, lo que provoca un número
más elevado de víctimas, así como una mayor exposición pública. Los damnificados comienzan
a recibir un cierto reconocimiento político y jurídico por parte del Estado. Pese
a que son los años en los que se consolidan los primeros movimientos activistas contra
el terrorismo
La situación comienza a cambiar a finales de los años ochenta y se consolida de forma
irreversible en los años noventa, durante la etapa de solidaridad. El empuje de la
Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la primera entidad cívica de carácter
nacional creada para la defensa de los derechos de las víctimas, incidió de forma
determinante para que se aprobara una nueva normativa sobre pensiones Real Decreto Legislativo 670/1987, de 30 de abril, por el que se aprueba el texto
refundido de Ley de Clases Pasivas del Estado.
Real Decreto 851/1992, de 10 de julio, por el que se regulan determinadas pensiones
extraordinarias causadas por actos de terrorismo.
Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, aprobado por Real decreto
Legislativo 1/1994, de 20 de junio, complementado por el Real Decreto 1576/1990, de
7 de diciembre, con las modificaciones del Real Decreto 851/1992, de 10 de julio.
En cualquier caso, las dos principales leyes de esta etapa de solidaridad se aprobaron
en la segunda mitad de la década de los noventa. La Ley 13/1996 de Medidas Fiscales
y del Orden Social era una norma general que pretendía «diversas reformas de contenido
estructural que afectan a la actuación, gestión y organización de la Administración».
El capítulo III se dedicaba a las «ayudas a los afectados por delitos de terrorismo»
y reconocía que las personas que hubieran sufrido daños «corporales y materiales»
tendrían derecho a ser resarcidas. El texto establecía un primer baremo indemnizatorio
para quienes padecieran lesiones definitivas o temporalmente invalidantes, por lo
que por primera vez se introducía una clasificación de la gravedad de las secuelas.
Estas medidas no tenían, en cualquier caso, un carácter retroactivo: las prestaciones
se aplicarían a hechos ocurridos a partir del 1 de enero de 1997 Ley 13/1996, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden
Social.
Tres años después entró en vigor la Ley 32/1999 de Solidaridad con las Víctimas del
Terrorismo, la primera con una mención expresa a los damnificados a causa del terrorismo.
Su aprobación por unanimidad ocurrió 31 años después del primer asesinato de ETA,
el del guardia civil José Antonio Pardines en 1968. La ley planteaba como su primer
objetivo el «tributo de honor y reconocimiento» a las víctimas de atentados terroristas.
El Estado se declaraba en la obligación de abonar las indemnizaciones independientemente
de que el condenado se declarase insolvente y aseguraba una segunda ayuda vinculada
a la responsabilidad civil por el delito Ley 32/1999, de 8 de octubre, de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo.
Tabla 1.
Indemnizaciones previstas en la Ley 32/1999 de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo
Gravedad de los daños |
Indemnización máxima
(en pesetas) |
Equivalencia en euros con IPC actualizado a 2019 |
---|---|---|
Fallecimiento | 23.000.000 | 54.235 |
Gran invalidez | 65.000.000 | 587.549 |
Incapacidad permanente absoluta | 16.000.000 | 144.627 |
Incapacidad permanente total | 8.000.000 | 72.313 |
Incapacidad permanente parcial | 6.000.000 | 54.235 |
Fuente: Ley 32/1999, de 8 de octubre, de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo.
La última etapa en la evolución de la atención político-social a las víctimas del
terrorismo se inicia con los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, cuyo impacto
en términos de visibilidad de los damnificados y del aumento de su relevancia jurídica
y política es comparable al producido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001
en Estados Unidos o los del 7 de junio de 2005 en Londres. Las víctimas se convierten
en «sujetos de derecho» en el ámbito público y en el proceso penal Ley 29/2011, de 22 de septiembre, de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas
del Terrorismo.
Tabla 2.
Grados de los daños por atentado terrorista reconocidos por la Ley 29/2011 de indemnización correspondiente en caso de existir sentencia judicial
Gravedad de los daños | Indemnización máxima por sentencia |
---|---|
Fallecimiento | 500.000 euros |
Gran invalidez | 750.000 euros |
Incapacidad permanente absoluta | 300.000 euros |
Incapacidad permanente total | 200.000 euros |
Incapacidad permanente parcial | 125.000 euros |
Lesiones no invalidantes | 100.000 euros |
Secuestro | 125.000 euros |
Fuente: Ley 29/2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo.
La ley 29/2011 se detiene en la figura del herido. En el artículo 4 lo define como personas que «que han sufrido daños físicos o psíquicos como consecuencia de la actividad terrorista y que, a los efectos de la ley, son consideradas como víctimas del terrorismo». El artículo 6.2 añade que la definición es aplicable a personas de nacionalidad española «que sean víctimas en el extranjero de grupos que operen habitualmente en España o de acciones terroristas dirigidas a atentar contra el Estado español o los intereses españoles» y a «los participantes en operaciones de paz y seguridad que formen parte de los contingentes de España en el exterior y sean objeto de un atentado terrorista».
En el capítulo segundo, sección primera, se establece un baremo con la gravedad de los daños físicos o psíquicos y se fija la indemnización máxima que el Estado puede abonar en función de la gravedad y en concepto de responsabilidad civil siempre que exista una sentencia judicial.
En el caso de no existir sentencia, el anexo I de la ley establece unas indemnizaciones sensiblemente menores: para los grandes inválidos y los reconocidos con una incapacidad permanente absoluta se reduce más de un tercio; para los fallecidos y aquellos con una incapacidad permanente total, la merma alcanza la mitad, como se muestra en la siguiente tabla.
Tabla 3.
Grados de los daños por atentado terrorista reconocidos por la Ley 29/2011 e indemnización correspondiente en caso de no existir sentencia judicial
Gravedad de los daños | Indemnización máxima sin sentencia |
---|---|
Fallecimiento | 250.000 euros |
Gran invalidez | 500.000 euros |
Incapacidad permanente absoluta | 180.000 euros |
Incapacidad permanente total | 100.000 euros |
Incapacidad permanente parcial | 75.000 euros |
Fuente: Ley 29/2011 de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo.
Las diferencias contempladas en la propia ley entre las indemnizaciones que corresponden
a víctimas con sentencia y aquellas que no la tienen han causado antes y después de
la aprobación de la norma el malestar de algunas asociaciones de víctimas. La Defensora
del Pueblo Soledad Becerril, que ocupó el cargo entre 2012 y 2017, impulsó en 2016
el «Estudio sobre los derechos de las víctimas de ETA. Su situación actual», donde
se menciona esta discrepancia. El trabajo recoge la postura de la Oficina de Asistencia
e Información a las Víctimas del Terrorismo de la Audiencia Nacional, que recalca
la existencia de «un elevado número de víctimas que han manifestado su malestar ante
el hecho de que la ley 29/2011 establezca diferencias en cuanto a la cuantía indemnizatoria
a percibir entre aquellas víctimas cuyas causas obtuvieron sentencia y aquellas que
se archivaron sin sentencia» Estudio sobre los derechos de las víctimas de ETA. Su situación actual, Defensor del Pueblo, 2016. Véase: https://bit.ly/3sKc7oi.
Para los heridos con alguna incapacidad temporal y para los secuestrados, las indemnizaciones
se calculan en función de los días que ha durado la incapacidad o el secuestro, respectivamente.
Para los heridos con incapacidad temporal, la fórmula del cálculo es IPREM/día x 2,
hasta el límite de 18 mensualidades. Para los secuestrados, IPREM/día x 3, hasta el
límite de incapacidad permanente parcial, es decir, 75 000 euros El indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM) es un índice empleado
en España como referencia para la concesión de ayudas, subvenciones o el subsidio
de desempleo. Nació en 2004 para sustituir al salario mínimo interprofesional como
referencia para estas ayudas. Véase: http://www.iprem.com.es/.
Tabla 4.
Indemnizaciones concedidas a víctimas del terrorismo en función de la gravedad de los daños en el período 2012-2018
Gravedad de los daños | Indemnización concedida en el periodo 2012-2018 |
---|---|
Fallecimiento | 82.521.947 euros |
Gran invalidez | 4.025.768 euros |
Incapacidad permanente absoluta | 15.878.634 euros |
Incapacidad permanente total | 24.949.056 euros |
Incapacidad permanente parcial | 1.236.924 euros |
Lesiones no invalidantes e incapacidad temporal | 15.919.133 euros |
Secuestro | 545.288 euros |
Fuente: Anuario Estadístico del Ministerio del Interior 2018.
Desde la entrada en vigor de la ley, en 2012, y 2018, el Estado había abonado más
de 156 millones de euros en concepto de indemnizaciones a víctimas del terrorismo.
Dos tercios de esta cantidad, como se explica en la Memoria Anual de 2018 del Ministerio del Interior, se concedieron en concepto de actualizaciones
a indemnizaciones otorgadas al amparo de normas anteriores y que, con la nueva ley,
debían actualizarse de acuerdo con los nuevos baremos. También se incluyen en dicha
cifra las indemnizaciones a amenazados, que se acercan a los cuatro millones de euros,
y las ayudas por daños materiales, en concepto sanitario o para el estudio Anuario Estadístico del Ministerio del Interior 2018. Véase: https://bit.ly/3JAHPer.
De acuerdo con los datos, desde que entrara en vigor la ley 29/2011 y hasta 2018,
el Estado abonó a los heridos por terrorismo más de 107 millones de euros. El 71 %
de los receptores de las ayudas han sido víctimas de la organización terrorista ETA
y el 19 %, víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004. El 10 % restante se
reparte entre un 2 % de víctimas del los GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas
Primero de Octubre), 2 % de otros grupos «islamistas» y el 6 % de otros grupos Íd.
Los datos del Ministerio del Interior reflejan que el terrorismo de ETA es responsable del 54 % de los heridos causados por el terrorismo en España, por lo que resulta de interés profundizar en las estadísticas con el objetivo de trazar una radiografía lo más detallada posible de los daños causados por esta organización terrorista. Para ello, como se ha mencionado, se emplearán datos facilitados por la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior actualizados con fecha de abril de 2020. Hasta entonces, el Estado había reconocido la condición de heridos a causa del terrorismo de ETA a 2632 personas. Seis de cada diez sufrieron lesiones que no revestían gravedad. Sin embargo, al 32 %, es decir, a 858 se le diagnosticaron secuelas que le causaron una incapacidad de por vida por una incapacidad permanente total o absoluta o por una gran invalidez. Este último grupo, integrado por los supervivientes con secuelas más grave, lo conforman 40 personas.
Tabla 5.
Grado de las secuelas reconocidas a los heridos de ETA
Grado reconocido | Número de heridos | Porcentaje |
---|---|---|
Gran invalidez | 40 | 2 % |
Incapacidad permanente absoluta | 221 | 8 % |
Incapacidad permanente total | 539 | 20 % |
Incapacidad permanente parcial | 58 | 2 % |
Lesiones | 1652 | 63 % |
Incapacidad temporal | 122 | 5 % |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
De las 2632 personas heridas, una amplísima mayoría, 2519, tienen nacionalidad española. El resto de supervivientes proceden de 16 países distintos, a los que se suman los 55 cuya nacionalidad no aparece especificada en los datos oficiales.
Tabla 6.
Nacionalidad de los heridos de ETA
Nacionalidad | Número de heridos |
---|---|
España | 2.519 |
Gran Bretaña | 25 |
Ecuador | 7 |
Colombia | 4 |
República Dominicana | 4 |
Italia | 3 |
Bélgica | 2 |
Perú | 2 |
Uruguay | 2 |
Venezuela | 2 |
Alemania | 1 |
Croacia | 1 |
El Salvador | 1 |
Francia | 1 |
Guatemala | 1 |
Mali | 1 |
Desconocida | 55 |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
La edad en la que las víctimas sufrieron el atentado se obtiene al realizar una resta entre la fecha de nacimiento y la del atentado. Sin embargo, se trata de un dato estadísticamente problemático, ya que no es posible obtenerlo para 457 heridos, cuya fecha de nacimiento se desconoce. En cualquier caso, de los datos disponibles se pueden obtener varias conclusiones. En primer lugar, la mayoría de los heridos causados por ETA eran personas jóvenes y en torno al 55 % tenían menos de cuarenta años. Esta idea se refuerza con otro dato: la edad media de los heridos es de 34,5 años. Otra conclusión llamativa es que 174 heridos eran menores de edad, a lo que se suma que 88 tenían menos de diez años.
Tabla 7.
Edad de los heridos de ETA
Edad | Número de heridos | Porcentaje |
---|---|---|
0-9 | 88 | 3,3 % |
10-19 | 133 | 5,1 % |
20-29 | 651 | 24,7 % |
30-39 | 579 | 22,0 % |
40-49 | 424 | 16,1 % |
50-59 | 203 | 7,7 % |
60-69 | 57 | 2,2 % |
70-79 | 20 | 0,8 % |
80-89 | 6 | 0,2 % |
90-99 | 4 | 0,2 % |
100- | 10 | 0,4 % |
Desconocida | 457 | 17,4 % |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
En sus datos oficiales, la Administración agrupa a los heridos en varios grupos profesionales que resultan especialmente afectados por la actividad terrorista. Entre ellos se incluyen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, que acumulan el 32 % de los heridos provocados por ETA. La Guardia Civil es el colectivo más atacado y acumula casi el 18 % de los lesionados. Otro 67 % corresponde a personas que no se encuadran en ninguno de los colectivos profesionales identificados, por lo que en cualquier caso serían civiles. Las cifras se completan con porcentajes reducidos de otros profesionales que, no obstante, estuvieron en el punto de mira de la organización terrorista: docentes, escoltas, políticos, empresarios, periodistas o funcionarios judiciales.
Tabla 8.
Grupo profesional al que pertenecen los heridos de ETA
Grupo profesional | Número de heridos | Porcentaje |
---|---|---|
Otros | 1764 | 67 % |
Guardia Civil | 466 | 17,7 % |
Policía Nacional | 236 | 9 % |
Policía Autonómica - Ertzaintza | 76 | 2,9 % |
Militar | 49 | 1,9 % |
Policía Municipal | 15 | 0,6 % |
Docente | 8 | 0,3 % |
Cargo público | 4 | 0,2 % |
Escolta | 4 | 0,2 % |
Político | 4 | 0,2 % |
Periodista | 3 | 0,1 % |
Magistrado, juez, fiscal | 2 | 0,1 % |
Empresario | 1 | 0,0 % |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
Aunque el siguiente apartado de este artículo profundizará en la relación entre los
heridos causados por ETA y la evolución estratégica de la organización terrorista,
resulta interesante destacar que la década que más heridos provocó su actividad terrorista
fue la primera del siglo xxi, lo que contrasta con el hecho de que los años con más víctimas mortales fueron los
llamados «años de plomo», en concreto 1980, 1979 y 1978
Tabla 9.
Heridos de ETA por década en la que se producen los atentados
Fecha del atentado | Número de heridos | Porcentaje |
---|---|---|
1960-1969 | 2 | 0,1 % |
1970-1979 | 176 | 6,7 % |
1980-1989 | 890 | 33,8 % |
1990-1999 | 636 | 24,2 % |
2000-2009 | 910 | 34,6 % |
2010-2019 | 18 | 0,7 % |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
La última variable que permite concluir la radiografía global de los heridos de ETA
es la de la provincia en la que se perpetraron los atentados. Madrid es la región
en la que se ha registrado un mayor número de heridos, 663, seguida de dos provincias
vascas, Guipúzcoa y Vizcaya, con 476 y 393 heridos, respectivamente. La cuarta provincia
es la vecina Navarra, con 201. Solo un herido de ETA ha sufrido un atentado fuera
de España, en concreto en Italia, en un ataque perpetrado el 3 de febrero de 1995
contra el teniente coronel Fernando Sacristán Ruano, agregado del Ejército del Aire
en la Embajada de España en Roma. Una bomba lapa colocada en su vehículo oficial hirió
de carácter leve al conductor, el ciudadano italiano Marco Formichella, de 33 años,
quien fue reconocido oficialmente como herido ese mismo año
Tabla 10.
Heridos de ETA por provincia en la que tienen lugar los atentados
Provincia del atentado | Número de heridos |
---|---|
Provincia del atentado | Número de heridos |
Madrid | 663 |
Guipúzcoa | 476 |
Vizcaya | 396 |
Navarra | 201 |
Burgos | 187 |
Zaragoza | 141 |
Álava | 137 |
Barcelona | 134 |
Alicante | 55 |
La Rioja | 40 |
Sevilla | 37 |
Tarragona | 32 |
Cantabria | 31 |
Granada | 23 |
Murcia | 20 |
Málaga | 14 |
Valencia | 14 |
Córdoba | 5 |
León | 4 |
Baleares | 3 |
Cádiz | 3 |
Salamanca | 3 |
Asturias | 2 |
Ciudad Real | 2 |
Soria | 2 |
Castellón | 1 |
Huesca | 1 |
Orense | 1 |
Las Palmas | 1 |
Pontevedra | 1 |
Zamora | 1 |
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
Si comparamos estos datos con los de las provincias en los que se han registrado más
asesinatos de ETA, se observa que no es Madrid, sino Guipúzcoa, la que ocupa el primer
lugar con 319 víctimas mortales, seguida de Vizcaya con 212 y la región madrileña,
con 123
Por último, las cifras facilitadas por la Dirección General de Apoyo a las Víctimas permiten calcular el tiempo que transcurrió entre el día que se perpetró un atentado y el día en el que un herido es oficialmente reconocido como tal. Si tomamos como referencia el histórico con el total de los heridos atribuidos a ETA, podemos concluir que esperaron una media de 6,5 años.
Tabla 11.
Evolución de los heridos de ETA y su entorno entre 1965 y 2016
Fuente: Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
A juicio de José María Garmendia, ETA siempre tuvo presente «la necesidad de practicar
la violencia». Sin embargo, durante su etapa inicial el grupo carecía tanto de una
estrategia clara como de medios para aplicarla, por lo que se limitó a la propaganda
y acciones de escasa entidad. El 25 de octubre 1959 ETA colocó su primera bomba, a
la que siguieron un par más. El 18 de julio de 1961 intentó, sin lograrlo, hacer descarrilar
un tren de excombatientes guipuzcoanos que acudían a San Sebastián para conmemorar
el 25.º aniversario del «Alzamiento Nacional» Garmendia (
La primera agresión física de la que tenemos constancia ocurrió a las 18:50 horas
del 6 de diciembre de 1963. Según Zutik, el órgano oficial de ETA, sus integrantes le propinaron al maestro de Zaldívar (Vizcaya)
«una paliza de la que probablemente quedará marcado. Y esto no es violencia… Esto
es autodefensa». El suceso aparece reflejado en un boletín de la Brigada de Investigación
Social. Ahora bien, el Ministerio del Interior no ha reconocido a este herido Zutik Berriak, 13-12-1963; Zutik (Caracas), 38, 1964; Carrión (
Tampoco se ha indemnizado a la segunda persona asaltada por miembros de ETA. El 22
de febrero de 1964 un guardia civil acudía a su puesto en Sestao cuando «fue de súbito
atacado por la espalda por dos individuos que le proporcionaron sendos golpes con
un objeto contundente, cayendo al suelo como consecuencia de los mismos, donde trató
de defenderse, volviendo a ser golpeado nuevamente». Además de sufrir lesiones «de
pronóstico leve», al agente le robaron su arma reglamentaria. No volvió a aparecer
hasta que el 9 de abril de 1969 fue incautada a un dirigente de ETA en la localidad
cántabra de Mogrovejo Juzgado Togado Militar Territorial n.º 43 (JTMT), sumario 22/1964.
El tercer incidente se produjo el 6 de junio de 1965 a unos kilómetros de la frontera
francesa. Una pareja de la Guardia Civil dio el alto a cinco integrantes de ETA que
despertaron sus sospechas, por lo que decidieron conducirlos al puesto de Vera de
Bidasoa (Navarra). A medio camino los etarras atacaron a los agentes, golpeándoles
hasta dejar inconsciente a uno de ellos. Los agresores huyeron. De acuerdo con Zutik, «podrían haberlos matado, pero cumplen las órdenes dadas en el sentido de evitar las
muertes en una eventualidad de este tipo. Además, su misión es otra y el encuentro
ha sido totalmente accidental». En 2006, 41 años después de los hechos, uno de aquellos
funcionarios fue reconocido por el Ministerio del Interior. A efectos oficiales, se
trata del primer herido por ETA Zutik (Caracas), 55, 6-1965; Jiménez y Marrodán (
En la IV Asamblea (1965) la organización adoptó la estrategia de acción-reacción-acción: sus actos de violencia debían provocar una represión desproporcionada por parte de la dictadura que afectase a toda la población vasca, que así se adheriría a la «guerra revolucionaria». La carencia de fondos y las disputas internas retrasaron la aplicación de este esquema, que fue ratificado en la segunda parte de la V Asamblea (marzo de 1967). Al mes siguiente ETA efectuó su primer atraco con éxito, al que seguirían otros, lo que le permitió adquirir armamento e infraestructura, así como mantener económicamente a sus líderes.
Se trató de un punto de inflexión. Los comandos de ETA colocaron bombas contra medios
de comunicación, propiedades de personas acusadas de colaborar con la Policía, repetidores,
ayuntamientos, locales sindicales, cuarteles, símbolos franquistas… En marzo de 1968
se registró una explosión en la sede central de El Correo Español que causó lesiones de carácter leve a un operario de composición y caja El Correo Español, 14 y 15-3-1968; Centro Documental de la Memoria Histórica, sentencia del sumarísimo
31/69, 12-1970.
Los integrantes de ETA perpetraron sus cuatro primeros asesinatos mediante un método
más selectivo: disparos de pistola. Las víctimas mortales fueron José Antonio Pardines
el 7 de junio de 1968; Melitón Manzanas, inspector jefe de la Brigada de Investigación
Social de San Sebastián, el 2 de agosto de ese mismo año; Fermín Monasterio, taxista,
el 9 de abril de 1969, y Eloy García Cambra, policía municipal, el 29 de agosto de 1972
Hay que esperar hasta el 18 de julio de 1969 para encontrar al segundo lesionado por
ETA indemnizado por el Ministerio del Interior: un guardia civil retirado en una explosión
en el cuartel de Fuenterrabía. Tres días después, cerca del santuario de Nuestra Señora
de Icíar (Deva), una pareja del mismo cuerpo fue tiroteada con «una metralleta calibre
9 mm especial». El sargento recibió tres impactos de bala. Ingresó en el hospital
con pronóstico «grave» y tardó casi cinco meses en curarse Unidad, 22-7-1969. JTMT, sumarísimo 75/69.
El tercer lesionado que aparece en la lista oficial es un ciudadano en San Sebastián
el 2 de abril de 1972, pero no están incluidos los dos guardias civiles heridos en
un tiroteo cerca de la ciudad ese mismo día La Hoja del Lunes (San Sebastián), 3-4-1972.
Archivo Judicial Territorial de la Comunidad de Madrid (AJTCM), sumario 142/1973
del Juzgado de Instrucción n.º 8.
El 13 de septiembre de 1974 una bomba estalló en la cafetería Rolando de la calle
Correo (Madrid). Aunque el objetivo de ETA era la Policía, solo pertenecía a dicho
cuerpo una de las trece víctimas mortales. De acuerdo con la prensa de la época, más
de setenta personas sufrieron lesiones de diversa consideración. Gracias al sumario,
sabemos que el número exacto de heridos fue 73 AJTCM, sumario 285/1974 del Juzgado Especial de la I Región Militar. ABC, 14 y 15-9-1974. La Gaceta del Norte, 14 y 15-9-1974. Archivo de TVE. Disponible en: https://bit.ly/3gSOgxa.
Una diferencia tan llamativa confirma lo que ya sugería la falta de reconocimiento
de los heridos de 1963, 1964 y 1968: el prolongado tiempo transcurrido entre los atentados
y la regulación de las ayudas ha dificultado el acceso a las mismas. Muchos damnificados
no sobrevivieron hasta ver aprobada esa legislación, no se enteraron de que podían
hacer una solicitud o no habían guardado pruebas documentales del origen de sus lesiones.
Como resultado, únicamente se ha reconocido a 28 heridos por ETA durante el franquismo.
Tuvieron que esperar una media de 26,5 años para recibir dicha ayuda La documentación gubernativa apunta a cifras superiores. Por ejemplo, según un informe
de 1978, los atentados terroristas habían dejado 434 heridos entre 1974 y 1975, el
41,4 % de los cuales serían policías o guardias civiles. Centro Memorial de las Víctimas
del Terrorismo (CMVT), Informe del orden público. Años 1970/1977, 2-1978.
Además de los mencionados, hay otros dos factores a tener en cuenta. Primero, desmintiendo
su supuesto carácter antifranquista, la actividad de la banda durante el régimen fue
muy reducida si la comparamos con la de la posterior etapa democrática: solo el 5 %
del total de sus víctimas mortales
En la base de datos del Ministerio del Interior comprobamos que la categoría profesional que acumuló más heridos fue la de los agentes de la ley. Diez policías y guardias civiles (el 35,7 % del total) sufrieron lesiones durante el franquismo: tres en la cafetería Rolando; el resto en atentados fallidos, bombas-trampa o enfrentamientos armados con los comandos.
La democratización de España coincidió con uno de los periodos más convulsos de nuestra
historia reciente, los denominados «años de plomo». Junto al golpismo, el terrorismo
fue el mayor peligro para el proceso. Entre 1976 y 1981, ambos incluidos, 449 personas
perdieron la vida y otras 397 fueron heridas en atentados. España no volvería a sufrir
un índice tal de violencia hasta la masacre yihadista del 11 de marzo de 2004 Casals (
Pese a que actuaron bandas terroristas de muy distinto signo (independentista, de
extrema izquierda, ultraderechista, parapolicial, internacional, etc.), la mayoría
de los atentados y sus damnificados llevaban el sello del nacionalismo vasco radical.
En esa etapa las distintas ramas de ETA causaron 301 víctimas mortales (el 67 % del
total) y 260 heridos (el 65,4 %)
Para comprender cómo fue posible aquella ofensiva hay que acudir a una explicación
multifactorial. La organización había llegado a su apogeo a finales de la década de
los setenta y principios de la de los ochenta, pero no se trataba de una excepción:
coincidía con el resto de la tercera oleada internacional de terrorismo
Durante la Transición ETA contaba una férrea moral de victoria, lo que le hizo despreciar oportunidades históricas como la ley de amnistía (1977), contar con dirigentes experimentados, el ingreso constante de nuevos reclutas, fuentes de ingresos (atracos, secuestros y extorsión), armamento, un entorno social fiel y muy militante, brazos políticos-electorales, medios de comunicación afines e incluso un potente sindicato. Otro elemento que incentivó la escalada terrorista fue la rivalidad entre los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA), ETA Político-Militar (ETApm) y ETA Militar (ETAm). Pese a que las tres organizaciones suelen agruparse bajo la etiqueta de «ETA», mostraban diferencias organizativas y estratégicas que conviene tener en cuenta.
Los CAA estaban compuestos por dos sectores. Buena parte de dichas células tenían
como modelo al movimiento autónomo italiano de los años setenta, por lo que su actividad
se asemejaba a la del terrorismo de extrema izquierda y a la de ETApm. Otros comandos
no compartían tales veleidades ideológicas y simplemente utilizaban dichas siglas
para operar con libertad. De acuerdo con Florencio Domínguez, los CAA fueron responsables
de 104 atentados, 32 muertes y 22 heridos
Aparecida en 1974, ETApm decía defender las «conquistas populares». Este planteamiento
teórico se plasmó en dos planos. Uno, la «propaganda armada» en respaldo de la dirección
política que ejercía Euskal Iraultzarako Alderdia (EIA, Partido para la Revolución
Vasca). Y otro, la «intervención sectorial» a favor de diversos movimientos sociales
y culturales: obrero, ciudadano, antinuclear, «anti-represivo», a favor de la amnistía
de los presos etarras, feminista, de euskaldunización...
Siguiendo la estela de las Brigadas Rojas y el IRA, ETApm fue la única que cometió
atentados ejemplarizantes que específicamente perseguían producir heridos: sus catorce
pernicidios a altos cargos de la Administración pública y empresarios que se habían trasladado
a otra parte de España huyendo del clima de terror imperante en el País Vasco y Navarra
o cuyas compañías se encontraban inmersas en un conflicto laboral. Los terroristas
solían interrogar a sus rehenes para obtener información y, en el caso de los industriales,
los amenazaban con la muerte si no accedían a las demandas de sus empleados. A las
pocas horas, eran liberados tras haber recibido uno o varios disparos en las piernas,
provocando secuelas físicas permanentes
En el verano de 1979 ETApm llevó a cabo su primera «campaña del Mediterráneo» colocando
bombas en centros turísticos de la costa. En dicho marco, el 29 de julio de 1979,
se produjeron sendas explosiones en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren
de Chamartín y Atocha. Murieron siete personas y hubo más de cien heridos según la
prensa, aunque solo diez han sido reconocidos por el Ministerio del Interior
Ahora bien, la más mortífera y la que más heridos originó de las tres ramas de ETA
fue la militar. Como señala Florencio Domínguez, ETAm había logrado convertirse en
una banda cohesionada, eficiente y bien estructurada, con medios humanos, dinero y
voluntad para ejercer la violencia. Asimismo, contaba con una estrategia clara: la
«guerra de desgaste». Sus continuos atentados, con policías y militares como blanco
preferente, pretendían presionar al Gobierno para que, ante el peligro de un golpe
de Estado, se viese obligado a cumplir la «Alternativa KAS». Ese planteamiento fue
la causa principal de que durante la Transición los uniformados se convirtieran en
el colectivo profesional con más víctimas mortales y heridos Domínguez (
Aunque ETAm seguía decantándose por métodos selectivos para cometer sus atentados
mortales, también utilizó bombas allí donde sus estragos no podían acarrearle un coste
político: fuera del País Vasco. La vecina provincia de La Rioja fue la más castigada,
con un total de 27 heridos. El 22 de julio de 1980 seis artefactos estallaron al paso
de un convoy de la Guardia Civil cerca de Logroño. De acuerdo con el registro oficial,
además de una víctima mortal, el atentado provocó lesiones a 26 personas (11 de ellas
agentes). El 27 de noviembre de ese mismo año un coche-bomba acabó con tres vidas
en Logroño y, según el listado del Ministerio del Interior, dejó secuelas físicas
a un ciudadano. En ambos casos la Audiencia Nacional establecía cifras superiores:
33 heridos en el atentado del 22 de julio de 1980 y 6 en el del 27 de noviembre Sentencia 58/96 de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional,
1-7-1996; Sentencia 119/82 de la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia
Nacional, 12-11-1982.
La intensa violencia que ETA desató durante la Transición produjo 301 víctimas mortales,
el 35,2 % de las que acumuló a lo largo de su historia. No obstante, los 260 heridos
de aquella etapa únicamente suponían el 9,8 % del total De nuevo, la documentación gubernativa apunta a cifras más elevadas. Según un informe,
ETA causó 238 heridos entre 1979 y 1981, ambos incluidos. CMVT, Datos estadísticos sobre terrorismo y delincuencia común en los años 1979, 1980, 1981
y 1982, 4-8-1982.
Siguiendo un acuerdo firmado con el Gobierno de Adolfo Suárez y ratificado por el
de Felipe González, un sector de ETApm se disolvió en septiembre de 1982. Si bien
los restos de esa banda y de los CAA continuaron actuando, desaparecerían a mediados
de los ochenta. La reducción del número de actores sería uno de los factores que contribuyeron
a la disminución del grado de violencia. ETA militar se quedó con el monopolio de
las históricas siglas. A partir de entonces fue ETA
La victoria electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1982 planteó
a la dirección de ETA ciertas dudas sobre el camino que seguir, pero solo duraron
un par de meses. Aferrándose a la estrategia de la «guerra de desgaste», la banda
volvió a matar guardias civiles, policías nacionales y militares, a los que sumó policías
locales y autonómicos. De acuerdo con Raúl López Romo, 245 uniformados fueron asesinados
entre 1982 y 1994
ETAm copió de ETApm las campañas veraniegas contra el turismo internacional. Perjudicando
a los intereses económicos españoles, la banda esperaba hacer mella en el Gobierno.
En total, ETA colocó 225 bombas en paradores, hoteles, casinos, discotecas, restaurantes,
auditorios, parques, centros comerciales, puertos deportivos, playas, ferris, oficinas
de información, estaciones de autobús, aeropuertos, autopistas o vías de tren. Lo
hizo en toda España, especialmente en la costa y en localidades emblemáticas. Florencio
Domínguez calcula que estas campañas causaron ocho víctimas mortales
Aquellas campañas tenían algo que ver con la cada vez más efectiva acción policial
y el comienzo de la cooperación francesa, que estaban permitiendo la progresiva desarticulación
de comandos de ETA. A mediados de los años ochenta era evidente que el debilitamiento
de la banda había reducido el número de sus víctimas y, por ende, su capacidad para
«acumular fuerzas» de cara a una negociación con el Gobierno. Para remediarlo, en
1985 la dirección de ETA creó los comandos Madrid y Barcelona, que empezaron a utilizar
coches bomba cargados de goma-2. Se trataba de un método mucho menos selectivo que
las armas de fuego, pero producía más damnificados con un menor riesgo para los terroristas,
que podían activar los artefactos a distancia Íd.
El 25 de abril de 1986 se utilizó esta táctica en la madrileña calle Juan Bravo. Un
coche bomba acabó con la vida de cinco guardias civiles e hirió, siguiendo el cómputo
oficial, a otras seis personas. El 14 de julio de ese mismo año un artefacto dejó
doce víctimas mortales, todos agentes, en la plaza de la República Dominicana. De
acuerdo con la sentencia de la Audiencia Nacional hubo 60 heridos El Diario Vasco, 9-11-1989.
La ofensiva de ETA contra la capital de España dejaría 277 heridos en todo el periodo,
pero, debido a la desarticulación del comando Madrid, la campaña se trasladó a Aragón
y Cataluña. El 30 de enero de 1987 una furgoneta bomba saltó por los aires al paso
de un autobús de la Guardia Civil en Zaragoza. Hubo dos fallecidos y, de acuerdo con
el listado oficial, 35 heridos. El 19 de junio estalló un vehículo con 27 kilos de
amonal y 200 litros de líquido incendiario, pegamento y escamas de jabón en el centro
comercial de Hipercor de Barcelona. El atentado dejo 21 víctimas mortales y causó
lesiones a 46 personas, según la sentencia, y a 42, según el registro del Ministerio
del Interior. El 11 de diciembre de ese mismo año un coche bomba colocado cerca de
la entrada de la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza acabó con la vida de
11 personas, entre ellas 5 niñas, y dejó secuelas a otras 83, de acuerdo con la Audiencia
Nacional, que el Ministerio del Interior ha elevado hasta 103 Domínguez (
En total, a lo largo de 1987 ETA había causado 52 víctimas mortales y 260 heridos,
lo que lo convierte en el año con más damnificados de este último tipo en toda su
historia. Esa cifra no solo era consecuencia del método poco selectivo elegido por
ETA, sino que también respondía a intento de forzar a su favor las «conversaciones
de Argel» entre representantes de la banda y del Gobierno que habían empezado en septiembre
de 1986. Como advierte Florencio Domínguez, «una constante en la actuación de ETA,
desde 1978 hasta el presente, ha sido interpretar cualquier aproximación del Gobierno,
cualquier intento de abrir cauces de diálogo, como un síntoma de debilidad del Estado,
provocada por la actividad terrorista. Automáticamente, ETA ha endurecido sus posiciones
buscando sacar el máximo partido de la supuesta debilidad de su interlocutor»
Lejos de poner contra las cuerdas al Estado de derecho, las más de 300 víctimas producidas
en 1987 fueron un acicate para lo que hasta entonces parecía imposible: la unidad
de las fuerzas democráticas. En noviembre de 1987 se firmó el Pacto de Madrid. El
12 de enero de 1988 se materializó el Acuerdo para la Pacificación y Normalización
de Euskadi, más conocido como Pacto de Ajuria Enea. Por esas mismas fechas el movimiento
pacifista cobró un fuerte impulso en el País Vasco
Por añadidura, a principios de los años noventa la lucha policial contra el terrorismo
acabó con la imagen de imbatibilidad de ETA. En julio de 1990 fue desarticulado en
Sevilla el comando Argala, responsable de la masacre de la casa cuartel de Zaragoza.
El 29 de mayo de 1991 un coche bomba explotó en la casa cuartel de Vich (Barcelona),
causando 10 víctimas mortales y 42 heridos, pero tan solo un día después el jefe del
nuevo comando Barcelona y su lugarteniente murieron en un tiroteo con la Policía.
El 29 de marzo de 1992 la cúpula de ETA fue detenida en un caserío de Bidart. Los
sustitutos de los jefes de la banda corrieron la misma suerte. La organización entró
en una grave crisis, como indica la ostensible disminución del número de heridos:
61 en 1992, 37 en 1993 y 37 en 1994
La operación policial de Bidart fue la causa última del viraje estratégico que ETA
y su entorno dieron a mediados de los años noventa. Por una parte, el nacionalismo
radical fue recomponiendo sus relaciones con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y
Eusko Alkartasuna (EA, Solidaridad Vasca) con vistas a constituir un frente abertzale (patriota), lo que se materializó en el Pacto de Estella (1998). Por otra parte, ETA
reorientó la violencia en una nueva dirección: los civiles. La estrategia de la socialización
del sufrimiento consistía en atemorizar a los vascos y navarros no nacionalistas mediante
la persecución y el asesinato de líderes y militantes del Partido Popular (PP), el
PSOE y Unión del Pueblo Navarro (UPN), así como de intelectuales, profesores, periodistas
y otro tipo de profesionales. Una treintena de víctimas mortales de la banda encajan
en este perfil. También lo hace una veintena de heridos, aunque probablemente sean
más, ya que en el registro oficial no se especifica la profesión del 76,9 % de las
personas que sufrieron lesiones. En cualquier caso, durante este periodo los civiles
ya suponían cuatro quintas partes de los heridos. La proporción de uniformados bajó
hasta el 21,1 %: 243 agentes de la ley y militares resultaron heridos. No habían salido
de la diana de ETA, pero habían sido reemplazados por los civiles como su blanco preferente Domínguez (
No obstante, entre los uniformados que habían sufrido lesiones destaca el número de
policías autonómicos, 68, cuando en la etapa anterior solo habían sido siete. Tal
crecimiento fue consecuencia de la nueva táctica que adoptó el entorno juvenil de
ETA para complementar a los atentados de la banda: el acoso, la intimidación y la
kale borroka (lucha callejera). La agencia VascoPress indicaba que, si en 1994 se habían registrado
287 incidentes en el País Vasco y Navarra, al año siguiente estos se dispararon hasta
los 924. Su repertorio incluía el lanzamiento de objetos, los cócteles molotov, el
incendio de mobiliario urbano y vehículos, los ataques a sedes de partidos democráticos,
edificios institucionales y domicilios particulares, etc. Crónica de Vascropress, 12-1-2009; López Romo (
El terrorismo de baja intensidad trataba de compensar la debilidad de ETA, pero, a
decir de Eduardo González Calleja, también servía para propiciar «una política de
enfrentamiento civil encaminada a generalizar el miedo entre los ciudadanos vascos»
y crear una fractura en la sociedad: se trataba un proyecto de ulsterización. Hay que recordar que, pese a que entre 1996 y 1997 la mitad de los ataques se dirigían
contra nacionalistas moderados, a partir de entonces la absoluta mayoría de ellos
tuvieron como objetivo a los vascos no nacionalistas. Era, además, una forma de adiestrar
y luego reclutar nuevos integrantes de la banda con los que suplir a los arrestados
Tabla 12.
Atentados de ETA y actos de kale borroka entre 1990 y 2011
Fuente: Gráfico elaborado a partir de Crónica de VascoPress, 12-1-2015 y Domínguez (
En total, según el registro oficial, el entorno de ETA causó lesiones a 102 personas
en esta etapa. La agencia VascoPress informaba de que en su año cumbre, 1996, se produjeron
1113 actos de kale borroka, que dejaron 16 heridos. No es de extrañar que para el 90 % de los vascos se tratase
de un problema bastante o muy grave Crónica de Vascropress, 12-1-2009; Llera y Leonisio ( Llera y Leonisio (
Con todo, la violencia callejera no consiguió enmascarar el declive de la banda. La
cada vez más eficaz actuación policial a ambos lados de la frontera, gracias a la
intensa colaboración francesa, no solo arrebató la iniciativa a ETA, sino que fue
desmantelando sus comandos, sus aparatos sectoriales y sus direcciones, así como a
los sustitutos de todos ellos, lo que dejó a la banda débil, desorientada, sin líderes
experimentados y con una grave crisis interna. Desde 2000 hasta 2011, ambos incluidos,
fueron arrestados 1415 presuntos miembros o colaboradores de ETA. Como la propia organización
reconocía en sus documentos internos, su capacidad letal entró en un imparable declive
a partir de 2002
ETA intentó disimularlo promoviendo la kale borroka, pero también mediante algunos atentados con explosivos muy potentes con la finalidad de provocar masacres. Ese es uno de los motivos por los que 2008 y 2009 fueron dos de los años que más heridos acumulan: 176 y 171, respectivamente. Así, la organización perpetró dos atentados con coche bomba que, si bien no se cobraron víctimas mortales, dejaron secuelas físicas en un número muy elevado de personas. Se trata de los ataques contra la Universidad de Navarra el 30 de octubre de 2008, que produjo 103 heridos, y contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Burgos el 29 de julio de 2009, que ocasionó lesiones a 165 personas.
De igual manera, ETA intentó paralizar el debate que se había abierto en su entorno
civil sobre su continuidad a través de un atentado en las torres Kio de Madrid en
enero de 2010. Fue abortado por la Guardia Civil. Prácticamente desarticulada por
la acción policial, ese año la banda solo fue capaz de causar una víctima mortal y
dos heridos. Era un síntoma de su agotamiento. Los terroristas entraron en un «parón
técnico» que en octubre de 2011 se convertiría en definitivo Íd.
Pese a que el periodo aquí analizado coincide con la fase terminal de la banda, es
en el que más heridos acumula: 1149 (77 de ellos menores de edad). Como es evidente,
la cifra no es consecuencia del incremento de los atentados de ETA, sino de que el
registro oficial se había ajustado al número real de damnificados. Por primera vez
la casi totalidad de los ciudadanos que habían sufrido lesiones en acciones terroristas
hicieron la correspondiente solicitud y fueron reconocidos por el Ministerio del Interior.
Aquel progreso se debió a tres factores. Por un lado, la existencia de una dinámica
y plural red de asociaciones de víctimas del terrorismo. Por otro, la creación en
2006 de la Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo, entre cuyas funciones
se encuentran la información y la gestión de los trámites administrativos de este
tipo. El último elemento fue la proximidad temporal entre los atentados y la regulación
de las indemnizaciones, que permitió que los heridos solo esperaran una media de 3,5
años para ser reconocidos por el Ministerio del Interior Mateo (
A lo largo de su historia, ETA ha secuestrado a 84 personas, de las que diez fueron
asesinadas Íd.
El único secuestro atribuido a la rama militar de ETA y cuya víctima aparece en el
listado oficial de heridos es el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega
Lara. El 17 de enero de 1996, con 39 años, un comando lo raptó en el garaje de su
casa de Logroño y lo recluyó en un habitáculo construido en el subsuelo de una nave
industrial de Mondragón. Su cautiverio, el más largo de la historia de ETA, se prolongó
durante 532. Cuando la Guardia Civil lo liberó, había perdido 32 kilos Sentencia 251/2020 de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
Hay una relación directa entre la evolución estratégica de ETA y las secuelas físicas y psicológicas que provocó. Al emplear métodos selectivos como las armas de fuego, durante la dictadura y la Transición las cifras de heridos se mantuvieron relativamente bajas y fueron menores que las de sus víctimas mortales. En este periodo la categoría profesional más golpeada por el terrorismo fue la de las Fuerzas de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, blanco predilecto de ETA en general y de su rama militar en particular.
A mediados de los años ochenta, debido a la incapacidad para mantener el ritmo de acciones, se hizo intensivo el uso del coche bomba, lo que hizo que se disparase la cifra de heridos. De igual manera, la proporción de víctimas civiles creció y la de agentes de la ley y militares disminuyó. Esa dinámica se acentuó aún más en la etapa de la «socialización del sufrimiento». Para disimular su debilidad organizativa, ETA perpetró atentados con explosivo que causaron muchos damnificados, mientras que su entorno juvenil se volcaba en la kale borroka. Con todo, en 2011 la banda anunció el cese de la violencia y siete años después, su disolución.
El estudio de los efectos causados por el terrorismo de ETA implica necesariamente la atención a los heridos, un colectivo compuesto por al menos 2632 personas que no dispusieron de un mecanismo legal, sistematizado y sin restricciones temporales para atender sus necesidades hasta 2011. Tanto los afectados directos como, en función de la gravedad de sus secuelas, sus familias han padecido y muchas aún padecen las consecuencias del terrorismo, a pesar de que ETA renunció a la violencia en 2011. El registro oficial del Ministerio del Interior, que incluye a los heridos reconocidos tras un trámite administrativo, no permite dar una panorámica completa porque un número indeterminado de damnificados fallecieron antes de que la legislación posibilitara solicitar el reconocimiento, nunca supieron que existía esa vía, no conservaban las pruebas que vinculaban sus secuelas a un atentado terrorista o, simplemente, prefirieron no iniciar el proceso administrativo. Sin embargo, supone el registro disponible más riguroso y el único que puede ofrecer información sociodemográfica sobre el perfil de los heridos. Además, se trata de un registro vivo, ya que los expedientes de personas que solicitan oficialmente la condición de heridos por atentados de ETA y su entorno radical siguen tramitándose. De hecho, desde 2012 y hasta abril 2020, 54 personas han sido reconocidas como heridas a causa de la actividad terrorista de ETA.
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