RESUMEN
El artículo estudia el liderazgo económico en el primer mandato presidencial de Felipe González (1982-1986). Este ejerció como líder carismático e innovador rodeándose de un equipo económico de ministros jóvenes, de perfil elitista y técnico, así como con amplia formación universitaria. Los ministros y el presidente socialista lideraron profundas reformas de liberalización y modernización de la economía nacional para abordar la crisis económica e industrial. Algunas de dichas reformas se analizan a través de los métodos histórico y biográfico, considerando las perspectivas y relatos de los responsables económicos del primer Gobierno de González. Se muestra que las reformas económicas se realizaron bajo un liderazgo en equipo y coral entre el presidente González y sus ministros económicos, sobre todo Joaquín Almunia, Miguel Boyer y Carlos Solchaga. Tanto el presidente como los citados ministros se orientaron por un carácter pragmático y evitaron el socialismo clásico. Ello implicó abordar problemas económicos que quedaron pendientes en la Transición, y también incumplir varias promesas electorales hechas por el PSOE en las elecciones generales de 1982.
Palabras clave: Crisis económica; España; Felipe González; ministros; liderazgo en equipo.
ABSTRACT
The article deals the economic leadership in the first presidential term of Felipe González (1982-1986). He served as a charismatic and innovative leader among an economic team of young ministers, with an elitist and technical profile, as well as with extensive university training. The ministers and the socialist president led deep reforms of liberalization and modernization of the national economy to address the economic and industrial crisis. Some of these reforms are analyzed through historical and biographical methods, considering the perspectives and autobiographic stories of the economic responsible of the first government of González. It is shown that the economic reforms were carried out under a team and choral leadership between the president and his economic ministers, especially Joaquín Almunia, Miguel Boyer and Carlos Solchaga. Both the President and the aforementioned ministers were guided by a pragmatic character and avoided classical socialism. This implied addressing economic problems that remained pending in the Transition, and also failing to fulfill various electoral promises of the PSOE in the general elections of 1982.
Keywords: Economic crisis; Spain; Felipe González; ministers; team leadership.
La Transición constituyó un cambio político tipificado como «reforma pactada-ruptura pactada» (Linz y Stepan, 1996; Linz, 2019). Tal cambio supuso que las élites de la España posfranquista concentraran sus esfuerzos en varios acuerdos y pactos políticos para transformar las estructuras del régimen franquista, a través de mudanzas legislativas reformistas y rupturistas. Ejemplos de ello son: la Ley para la Reforma Política (1976), los Pactos de la Moncloa (1977), y la Constitución española (1978). Así, se desarrolló un proceso de cambio político gradualista y posibilista, pero también rupturista, liderado por Adolfo Suárez, conducido por Torcuato Fernández-Miranda y pilotado por el rey Juan Carlos I (Martorell y Juliá, 2020; Powell, 2001; Preston, 2020). Después de la aprobación de la Constitución, en diciembre de 1978, y sobre todo tras la dimisión del presidente Suárez, en enero de 1981, otros líderes protagonizaron la vida política, tales como Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Fraga (Jiménez-Díaz y Delgado-Fernández, 2016).
Sobre la Transición española existen innumerables estudios de los cambios políticos e institucionales que la conformaron (Álvarez-Junco y Shubert, 2018; Juliá, 2007; Linz y Stepan, 1996; Linz, 2019; Maravall, 1985; Powell, 2001; Preston, 2020; Tezanos, Cotarelo y de Blas, 1989; Tusell, 2007; Radcliff, 2018). Sin embargo, se disponen de pocos estudios politológicos que, considerando la situación socioeconómica vivida por España en la Transición, analicen la forma de abordarla por parte de los líderes políticos y, en particular, de los presidentes del Gobierno y sus equipos. Aunque se conocen múltiples datos y detalles sobre cómo se llevó a cabo la citada reforma pactada-ruptura pactada, se conoce menos el proceso de cambio socioeconómico producido en esta etapa democrática.
España vivió una situación muy compleja entre los años 1974 y 1984, pues este periodo
coincidió con una larga crisis económica enraizada en las crisis del petróleo de 1973
y 1979. Estas crisis llevaron al aumento del precio del crudo y de las materias primas,
la subida del paro, elevada inflación, incremento del déficit público y estancamiento
económico. Además, las políticas económicas proteccionistas promovidas por el franquismo,
en un contexto en el que las economías nacionales intensificaban su apertura al exterior
y la creciente competencia en el mercado internacional, profundizaron la referida
crisis (García Delgado y Jiménez, 2007: 480-490; Martín-Aceña, 2010; Serrano Sanz, 1994). No obstante, en plena escalada del precio del petróleo (1973-1975), la dictadura
franquista continuó subvencionando los carburantes consumidos en España, lo que llevó
a pagar unos precios irreales por los mismos. La dictadura también subvencionaba al
sector industrial del país, creado por el Instituto Nacional de Industria (INI)[1], que ya no era competitivo internacionalmente y resultó obsoleto durante la década
de 1970. La política intervencionista de la dictadura, si bien mantenía cierta estabilidad
social no exenta de crecientes protestas políticas y huelgas laborales, perjudicaba
la competitividad internacional del país. A
su vez, desde 1975, surge un modelo en el que «las fases de aceleración de la productividad
del trabajo se corresponden a las de un avance lento del PIB per cápita y viceversa»
(
Este escenario contribuyó a que España incurriese en altas tasas de inflación (por
encima del 20 % anual), en creciente déficit presupuestario, elevada deuda exterior
y en el constante aumento de la cifra de parados entre 1975 y 1985. A ello se sumó
el retorno de los emigrantes españoles procedentes de diversos países europeos durante
los años setenta, pasando muchos a engrosar las listas de desempleados. Así, se ha
dicho que en el proceso de democratización española se cruzaron dos circunstancias
que resultaron en una situación muy insegura y grave: por un lado, «una transición
especialmente precaria y notablemente dificultada por la crisis económica», y, por
otro, «una debilidad suma en las organizaciones sindicales, en las que, además, pesaba
su reciente pasado radicalmente antisistema» (
Los Gobiernos de la Transición y de la nueva democracia tuvieron que afrontar un proceso
de reformas socioeconómicas de gran calado en la medida que lo permitían las circunstancias
sociales y la correlación de fuerzas políticas. Así, en palabras de Enrique Fuentes
Quintana, ministro de Economía con el presidente Adolfo Suárez: «[había] llegado la
hora de la economía. Porque [de no resolver] con decisión nuestros problemas económicos,
[…], quedarán expuestas a graves riesgos las propias instituciones democráticas» (
Por tanto, los peores momentos de la crisis económica de los setenta coincidieron
con los años más difíciles de la transición democrática, que en España conformó «un
delicado proceso envuelto en todo tipo de amenazas potenciales. En realidad, la economía
en crisis constituía el problema político fundamental, dada la legitimidad que requiere
cualquier orden democrático, cuanto más uno emergente» (
Partiendo de este escenario, se plantean varias preguntas de investigación: ¿quiénes
fueron los inspiradores de la política económica gubernamental desarrollada entre
1982 y 1986?, ¿quiénes y cómo desempeñaron el liderazgo en materia económica durante
el primer Gobierno de Felipe González?, ¿qué papel jugó el liderazgo presidencial
de González? Para responder a estas preguntas se estudia, por un lado, el contexto
económico y político de España a finales de la década de 1970 y en la primera mitad
de la década de 1980. Por otro lado, se analiza cómo ejerció el liderazgo Felipe González
en su etapa de formación política y durante la Transición (1974-1981), así como su
desempeño en el primer mandato socialista (1982-1986) vinculado con los ministros
dedicados de la gestión económica. En consecuencia, se examinan varios acontecimientos
históricos de España que es necesario conocer para comprender algunos problemas actuales
del país (
Este artículo se propone comprobar la siguiente hipótesis: Felipe González en su primer
mandato presidencial adoptó un liderazgo carismático e innovador forjado en la Transición
a la democracia (
En efecto, el presidente González, en su primer mandato, se rodeó de un equipo de
ministros jóvenes, de extracción elitista y universitaria que habían ocupado «altos
cargos técnicos en el sector público y en el sector privado» (
En este sentido, el discurso de investidura del candidato Felipe González, pronunciado
en el Congreso de los Diputados, el 30 de noviembre de 1982, apuntaba cuatro prioridades
del citado programa electoral que, a su vez, conformaban «la base del programa de
Gobierno» (
En consecuencia, el presente artículo se centra en el análisis del liderazgo carismático
e innovador de Felipe González (
Para conocer en profundidad los procesos de liderazgo público es relevante considerar
«qué circunstancias hacen que determinados individuos se conviertan en líderes» (
El liderazgo político constituye un proceso de interacción-comunicación entre personas
(líderes y seguidores) que construyen vínculos significativos mediante variados símbolos,
tales como lemas, discursos, ideologías, programas, acuerdos, etc., en el contexto
sociopolítico y situación social en que conviven dichas personas (
Sin duda, todo liderazgo político se construye en unas circunstancias específicas
y cambiantes. En tales circunstancias, el líder experimenta su proceso de socialización
en el que aprehende su particular forma de ver el mundo, sus maneras de pensar, decir
y hacer las cosas, así como diversas habilidades políticas y, de este modo, compone
su impronta personal en la cambiante arena política. Además, las trayectorias biográficas
de los líderes expresan las estructuras sociales y políticas de dos formas generales
(
En una etapa de cambios y/o crisis socio-políticas relevantes, como la aquí estudiada,
la sociedad y los potenciales seguidores tienden a demandar líderes carismáticos,
fuertes y/o innovadores (
Para argumentar y fundamentar las ideas del artículo, se han utilizado las siguientes
fuentes: el citado discurso de investidura del presidente González ( Archivo Fundación Felipe González. Disponible en: https://bit.ly/3qHKOLa.
Archivo El País. Disponible en: https://bit.ly/3Dh5PRM.
Para Linz (
los desafíos que [planteaba] a una sociedad un acontecimiento histórico concreto y
cambios políticos o sociales irreversibles, ganándose el apoyo de la sociedad, la
aprobación del electorado y la tolerancia de las principales instituciones. Este liderazgo
se basa en arriesgarse a tomar decisiones inciertas, impopulares y peligrosas […],
extremadamente costosas a corto plazo y [que] probablemente erosionan el apoyo a estos
líderes y que contribuyen a su fracaso e incluso a su dimisión (
Precisamente, la ciudadanía demanda la función del liderazgo en contextos de crisis
e incertidumbre. Pero no todo gobernante por el hecho serlo se convierte en líder
(
Felipe González, sin embargo, ocupó la Presidencia del Gobierno de España durante
trece años y medio, de 1982 a 1996, mucho más tiempo del esperado en los líderes innovadores
y por él mismo: «Yo creía que yo iba a transitar por la política institucional poco
tiempo. Eso es lo que pensaba» (González citado en
El papel de González como líder innovador se mostró en sus primeros años en la Presidencia del Gobierno. Efectivamente, durante su primer mandato presidencial se produjeron los cambios más importantes tanto en el ámbito político-institucional (reforma del Ejército, entrada de España en las Comunidades Europeas, referéndum sobre la Organización del Tratado del Atlántico Norte, desarrollo incipiente del Estado de bienestar, etc.) como en el ámbito socioeconómico (reconversión industrial, reestructuración del sistema bancario, Acuerdo Económico y Social de 1984, reforma de las pensiones en 1985, etc.). Cada una de estas reformas fue liderada y/o legitimada por el propio presidente González, como líder innovador y carismático, así como por varios ministros con competencias económicas, principalmente Joaquín Almunia Amann (1948), Miguel Boyer Salvador (1939-2014) y Carlos Solchaga Catalán (1944).
Entre los años 1977 y 1986, se sucedieron tres presidentes en el Gobierno nacional
y una sola alternancia en el mismo. Dicha alternancia se produjo cuando Felipe González
ganó las elecciones generales de 1982, por mayoría absoluta, sustituyendo al presidente
Leopoldo Calvo-Sotelo. Así, en menos de una década se produjeron cambios cruciales
que han condicionado profundamente el sistema político y económico español hasta el
presente (
Durante la década de 1976-1986, la política española estuvo condicionada por, al
menos, cinco acontecimientos decisivos que transformaron la economía y la política.
Primero, la mencionada Transición se produjo en el contexto de la grave crisis económica
que vivía el país durante los años setenta y primeros años ochenta. Segundo, la aprobación
de la Constitución española de 1978, como momento culmen del cambio político. Tercero,
la dimisión del presidente Suárez a finales de enero de 1981, y el fallido golpe de
Estado producido pocas semanas después. Cuarto, la referida alternancia política producida
con la victoria electoral de Felipe González el 28 de octubre de 1982, que llevó al
poder al primer Gobierno plenamente socialista de la historia de España. Y por último,
en enero de 1986, tras un largo periodo de negociaciones políticas iniciado en 1977,
el país se incorporó como miembro oficial de la entonces Comunidad Económica Europea
(CEE), ahora Unión Europea (UE). Así, probablemente, el mayor logro de la Transición
fue que la mudanza política y el derribo institucional de la dictadura se produjeran
«en un contexto de crisis económica profunda, grave y mundial» (
Desde luego, los presidentes Adolfo Suárez y Felipe González vivieron un contexto
favorable para la aparición de liderazgos fuertes, innovadores y carismáticos, al
tiempo que ambos tuvieron que gestionar importantes problemas tanto en sus mandatos
como dirigentes de los partidos que regentaban como en la Presidencia del Gobierno
(
Las reformas emprendidas en el primer mandato presidencial de Felipe González fueron
lideradas de forma colectiva por el presidente del Gobierno, Miguel Boyer (ministro
de Economía, Hacienda y Comercio), Carlos Solchaga (ministro de Industria y Energía),
y en menor medida por Joaquín Almunia (ministro de Trabajo y Seguridad Social). Entre
tales reformas destacan: la reconversión industrial, el proceso de ajuste económico
para el acceso de España a Europa, la implantación del Estado de bienestar y el desarrollo
de las políticas sociales, y la reforma del sistema de pensiones (
Entre los años 1966 y 1973, Felipe González Márquez (Sevilla, 1942) se desempeñó como
profesor de Derecho Laboral en la Universidad de Sevilla y como abogado defensor de
diversas causas obreras y al amparo del sindicato UGT (Unión General de Trabajadores).
Durante este mismo período en el PSOE se produjo una reestructuración organizativa
y un debate político entre el partido del interior y el partido del exilio (
El liderazgo de Felipe González se fraguó de una forma muy natural, porque era el
mejor. Porque era el hombre que tenía más capacidad de análisis, mucha más capacidad
de convencimiento, de convencer dialécticamente, y yo creo que también era una persona
con una gran preparación. Ésas fueron las razones que después lo convirtieron también
en el líder en el cual puso sus miras la gente del «interior» cuando se planteó en
el partido la discrepancia o el enfrentamiento entre el exterior y el interior [...].
Yo creo que la capacidad de liderazgo de Felipe era natural (
El liderazgo de González empezó a institucionalizarse y legitimarse entre los años
1974 y 1982 en la arena política del socialismo. Dicho liderazgo se caracterizó por
la acelerada transformación ideológica del dirigente en su etapa de acceso al poder,
que llevó, a su vez, a la renovación y moderación ideológica del PSOE (
La visión de futuro de González, nacido y socializado en pleno franquismo en una familia
de clase media, que le dio acceso a instituciones educativas y relaciones sociales
con la élite sevillana, fue clave para entender su liderazgo en la Transición. Además,
González encarnó un liderazgo transformacional tanto en objetivos como en medios o
estilo político, al menos en sus dos primeras legislaturas como presidente (
Más allá de lo expresado, el liderazgo de Felipe González no puede entenderse sin
la evolución del PSOE entre 1970 y 1982, etapa en la que fue decisivo el papel de
sus colaboradores en los triunfos electorales socialistas. Dicho líder incorporó un
estilo visionario, participativo y transformacional de liderazgo, pues su visión y
sus actuaciones estuvieron respaldadas por sus colaboradores más cercanos, especialmente
por Alfonso Guerra entre 1982 y 1991 (íd.), pero también por Joaquín Almunia, Miguel
Boyer, Roberto Dorado, José María Maravall, Ludolfo Paramio y Carlos Solchaga. Estos
fueron los principales asesores en asuntos políticos y económicos de González entre
1974 y 1986 (
Ocurría que Felipe, que tenía cierta formación económica, por sus estudios, pero que
no era un experto en economía, tenía una extraordinaria capacidad para absorber lo
que podemos llamar «visiones económicas del mundo» y para apreciar lo más relevante
en la economía nacional e internacional, o en la economía industrial, o en la economía
financiera. Con el tiempo y hablando con gente de su equipo económico, como Boyer,
como yo, y como otros, se formó una idea muy clara de la situación, y era capaz de
exponerla de una manera mucho más fértil de cara a las audiencias y, en algún sentido,
más creíble, por ser menos técnica que la que exponíamos los que éramos economistas.
Yo creo que Felipe se ganó la confianza personal de los poderes económicos del país
de manera casi automática (
Por ello, el remate de la mudanza política-institucional y socioeconómica de la Transición
fue liderada por el presidente González (
Por tanto, entre 1982 y 1986, González contó con un enorme capital político personal
acumulado, no solo por las victorias electorales, sino por sus acciones políticas:
reestructuración económica, reforma del Ejército, integración de España en las Comunidades
Europeas, implantación del Estado de bienestar y desarrollo de políticas sociales
(
No obstante, el liderazgo carismático-transformacional del presidente González se
puso a prueba en las diversas crisis de su primer mandato presidencial. Es decir,
tuvo que abordar la complicada crisis industrial, el incremento de los desempleados
debido a las políticas de ajuste económico, las crecientes protestas laborales, y
los retos de preparar el país para su adhesión a la CEE, pasando por la celebración
del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN en marzo de 1986. Por ello,
en los primeros años de gobierno, González adoptó un carácter pragmático dispuesto
a sacrificar parte del ideario socialista para facilitar la modernización y europeización
de España. Encabezó una «socialdemocracia ligera», flexible y adaptable a su acción
de gobierno (
La crisis económica española, que se prolongó entre los años 1974 y 1984, implicó
un relevante proceso de transformación de la estructura económica nacional. Así, «la
economía de 1985 poco tenía que ver con la de 1973» (
Según ha reconocido Felipe González, varios ministros y altos cargos políticos (
A juicio de González, en su primer Gobierno existía una clara preocupación por la crisis económica del país. Por esta razón «era necesario afrontar la crisis económica: la reconversión industrial. Teníamos el foco dirigido hacia el saneamiento de los problemas endémicos de la economía de este país» (ibid.: 814).
Pese a la mayoría absoluta del PSOE, el presidente González, sus ministros y el Gabinete
del presidente intentaron buscar acuerdos, pactos y diálogos con los sindicatos y
las fuerzas políticas para tratar relevantes asuntos de Estado (crisis económica e
industrial, Estado de las autonomías, OTAN, terrorismo, etc.). Así se mostró, al menos,
en la retórica política del debate del estado de la nación de 1984, celebrado en octubre
de ese año Para una síntesis sobre el estado de la nación de 1984, véase el siguiente enlace:
https://bit.ly/3IOXd66 (consulta: 04/10/2021).
La política económica del primer Gobierno socialista de la democracia estuvo liderada
e inspirada, además de por el presidente González, por Joaquín Almunia, Miguel Boyer
y Carlos Solchaga. El segundo ejerció una influencia muy notable en la definición
de la política económica. De hecho, Boyer fue considerado un «superministro», pues
concentraba varios ministerios (Economía y Hacienda, y Comercio), que en los Gobiernos
de Suárez habían permanecido separados. Según el epistolario publicado por la Fundación
Felipe González, entre este y Boyer se mantuvo una relación de cordial amistad después
de la dimisión del último, en la que el exministro trató de influir en «asuntos de
decisión de gobierno» sobre temas económicos Véase carta de Boyer a González, fechada el 2 de diciembre de 1986, en la que se
solicita «la ubicación de la Dirección de Gastos de Personal en el Ministerio de Economía
o en el de Administraciones Públicas». https://bit.ly/35hP0tF (acceso: 27/10/2021).
La primera medida económica que tomó González, influido por Boyer, antes de la reunión
del primer Consejo de Ministros, el 5 de diciembre de 1982, fue la devaluación de
la peseta en un 8 %. Además, el Gobierno socialista el 29 de diciembre de 1982 —a
menos de un mes de su formación— aprobó el Real Decreto Ley 24/1982 sobre medidas
urgentes en materia presupuestaria, financiera y tributaria que contenía las siguientes
decisiones en política económica (Real Decreto-ley 24/1982): elevación del tipo de
interés real, establecimiento de restricciones al crédito interno para el sector privado
y repercusión paulatina del precio del petróleo en sus productos derivados Real Decreto Ley 24/1982, de 29 de diciembre, de medidas urgentes en materia presupuestaria,
financiera y tributaria, BOE núm. 314, de 31-12-1982 (pp. 35759-35773). Disponible
en: https://bit.ly/3iZ2Y73
Los ministros Almunia, Boyer y Solchaga eran economistas de profesión y tenían un
perfil más técnico que político: en la década de 1970 ejercieron como profesores en
varias universidades españolas y trabajaron en los servicios de estudios del Banco
de España (los dos últimos) y en la Oficina de las Cámaras de Comercio Españolas en
Bruselas (el primero). Los tres ministros desarrollaron un conjunto de reformas y
ajustes económicos más desde la perspectiva liberal que desde el enfoque socialista
clásico. En ello gozaron de la confianza del presidente González que apostó por un
«socialismo modernizante» que asumía como propias las políticas de liberalización
y de modernización económica (
Miguel Boyer se ocupó del Ministerio de Economía y Hacienda entre diciembre de 1982
y julio de 1985, y Solchaga fue responsable del Ministerio de Industria y Energía
en ese mismo periodo. La etapa liderada por Boyer en el citado ministerio ha sido
«calificada —tanto por la escuela liberal-conservadora como por la que podría definirse
como liberal-progresista— como la más “eficaz y fructífera de todo el periodo de la
vida política española liderada por el PSOE”» (
Y la verdad es que el presidente me apoyó durante mi gestión en Industria y, luego,
también en el Ministerio de Economía, al igual que a Boyer, mi antecesor en este Departamento.
Felipe hizo una apuesta radical por la modernización de la economía española. Algunos
sectores del Partido, identificados con el «guerrismo», contestaban nuestras políticas,
pero yo creo que lo que subyacía en estas diferencias era una lucha por el poder,
una lucha por restarnos apoyo y competencias (
Boyer, a quien el presidente González confió la política económica en sus primeros
años de gobierno, probablemente ha sido uno de los ministros con más poder de la historia
de España, llevando a cabo un conjunto de intervenciones estatales de envergadura
y sin precedentes en la economía española como, por ejemplo, la expropiación de Rumasa El Gobierno socialista expropió las propiedades del grupo Rumasa, dirigido por José
María Ruiz-Mateos, el 23 de febrero de 1983.
Por su parte, apenas la mitad de los ministros del primer Gobierno de González procedía
de las filas parlamentarias socialistas ( El Gabinete del presidente, a raíz de la reforma llevada en 1983, disponía de siete
áreas, una de las cuales se ocupaba de la economía (
En tales circunstancias, el primer mandato de González fue percibido, tanto dentro
como fuera del PSOE, como un Gobierno de «coalición entre el ministro de Economía
y todos los demás» ( Véase correspondencia entre el presidente y el ministro Boyer; carta fechada el 4
de febrero de 1985. https://bit.ly/3JNnRxE (acceso: 27/10/2021).
Véase correspondencia entre el presidente y el ministro Solchaga; carta fechada el
16 de mayo de 1985. https://bit.ly/3IFmdg8 (acceso: 11/11/2021).
Por su parte, Joaquín Almunia, ministro de Trabajo y Seguridad Social, jugó un papel
más negociador que Boyer y Solchaga, sobre todo cuando se alcanzó el Acuerdo Económico
y Social (AES) de 1984, en el cual se integró la UGT y la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE), pero se descolgó el sindicato Comisiones Obreras
(CC. OO.) Sobre las difíciles relaciones del Gobierno socialista con los sindicatos, véase
la carta de Almunia al presidente, fechada el 3 febrero de 1984. https://bit.ly/3qCt5EX (acceso: 11/11/2021).
Véase «La firma del AES», El País, 10 de octubre de 1984. https://bit.ly/3Nuqk2n (consulta: 04/10/2021).
El principal acontecimiento económico que marcó el primer mandato de Felipe González
fue la llamada eufemísticamente «reconversión industrial». Esta, realmente, supuso
el progresivo desmantelamiento del sector industrial —desindustrialización— creado
por el franquismo en los años cincuenta y sesenta ( Véase «Mensaje a la nación», en diario El País, 12 de marzo de 1984: https://bit.ly/3iDEQGR (consulta: 20/10/2021).
En el año 2003, Felipe González, con una perspectiva temporal más amplia, reconoció
que la reconversión de la industria fue el problema central para gestionar la crisis
económica: «Todo el mundo sabía que había que hacer una reconversión industrial a
fondo, empezando por los sindicatos, […]. Pero todo el mundo quería que la reconversión
empezara por otros, y no por uno mismo. Este era el gran problema […]» (
Por su parte, el apoyo de la opinión pública para llevar a cabo la llamada reconversión industrial fue muy escaso, prácticamente inexistente. El presidente González argumentó que aunque la ciudadanía comprendiera la necesidad de ejecutar la reconversión, no tenía el respaldo de la primera para llevarla a la práctica. Para él, las decisiones respecto a la gestión de la crisis industrial fueron muy difíciles: «El problema, como siempre, es que las cosas más impopulares no son las que más apoyo popular tienen. […] Nos tocó hacerla a nosotros, era nuestra responsabilidad. Y empezamos la pelea con dos o tres decisiones […] dramáticas […]» (ibid.: 826).
Sin duda, la gestión de la crisis industrial no pudo rematarse durante la etapa del presidente Suárez, pues sus prioridades públicas eran las reformas institucionales y políticas que requería la nueva democracia. Para González, dichas reformas exigían la dedicación exclusiva del presidente Suárez. No obstante, una vez que los socialistas llegan al poder, «la reconversión había que hacerla porque el país lo necesitaba. No se trataba, como se quejaban algunos, de que nos tocara hacer el trabajo sucio que no había querido afrontar la derecha» (ibid.: 829).
Por su parte, Carlos Solchaga, Ministro de Industria y Energía, rediseñó el complejo
proceso de reconversión industrial en la España de principios de los ochenta, que
según varios autores es la fase más dura de dicha reconversión (
Como era previsible, Solchaga hizo frente a numerosas críticas en el proceso de reestructuración
industrial y de reformas económicas que él encabezó. Concretamente, en el mes de junio
de 1983, UGT, CC. OO. y CEOE se situaron en contra del Libro blanco de la reindustrialización, elaborado por el Ministerio de Industria y Energía. Para CC. OO., el citado libro
no incorporaba una política de reindustrialización coherente, sino que se limitaba
al tratamiento de los sectores en crisis y las líneas generales de dicha política
eran muy parecidas a la política industrial de los Gobiernos de Suárez. Por su parte,
la CEOE centró sus críticas y dudas en el riesgo nacionalizador y el excesivo intervencionismo
derivado de algunos de los mecanismos de reconversión industrial. UGT, aunque mostró
menos críticas, planteó diversos reparos sobre la reconversión como, por ejemplo,
el ajuste previsto en las plantillas; el traspaso de trabajadores excedentarios; la
indefinición del proceso de reindustrialización; la participación sindical en las
comisiones de seguimiento; etc. Para más información al respecto, véase el siguiente reportaje periodístico publicado
en El País, el 19 de junio de 1983: «De reparos parciales de la UGT al profundo desacuerdo de
CCOO y las críticas de la organización patronal CEOE», https://bit.ly/3Nuqnv5 (consulta: 04/05/2017).
El ministro Solchaga admitió que parte de las críticas hacia él y Boyer se debieron
al insuficiente esfuerzo que ellos hicieron para explicar a la ciudadanía y al PSOE
las reformas desplegadas. Por un lado, cabe destacar la carta que el presidente remitió
a Boyer, con fecha de 27 de febrero de 1985, en la que le solicitaba «encarecidamente»
atender y priorizar las políticas públicas de empleo, concretadas en «Inversión Pública,
el Fondo de Solidaridad, y los Conciertos INEM» y «el Plan de Empleo Rural» Véase en: https://bit.ly/3qDOuxC (consulta: 27/10/2021).
En consecuencia, el primer Gobierno socialista no actuó con un enfoque unitario sobre las reformas económicas emprendidas, ya que implicaban cambios relevantes que ni los militantes del PSOE ni muchos ministros compartían en su totalidad. Solchaga admitió que existía una clara división entre Boyer y él, y el resto de ministros, en lo referente a las reformas. Así lo expresó: «Y, por lo que respecta a nuestros compañeros de Gobierno, algunos nos veían —a Boyer y a mí— como privilegiados, bajo el manto protector de Felipe González. Pero no tenían ninguna razón, era justamente lo contrario. […] Te quedabas solo» (ibid.: 104-105).
Además, Boyer y Solchaga no sentían gran predilección por la concertación social,
lo cual se mostró en un endurecimiento de las formas de hacer política y tomar decisiones
de ambos ministros, así como en el endurecimiento de la conflictividad social (
A los líderes políticos se les conoce mejor en tiempos y contextos de crisis. En estos, los líderes muestran tanto sus fortalezas como sus debilidades, puesto que han de poner en juego sus habilidades y/o capacidades de liderazgo en situaciones cambiantes e inciertas. El presente artículo analiza el liderazgo de las reformas económicas encabezadas por Felipe González en el contexto de su primer Gobierno (1982-1986). Este constituye un periodo muy significativo y paradigmático de la política española en el siglo pasado, pues se revelan diferentes problemas socioeconómicos que aún persisten en España. Por ello, se ha optado por un enfoque biográfico e histórico que permita aprehender tanto las perspectivas de los sujetos implicados como los cambios políticos-institucionales y socioeconómicos acontecidos en el país. Tales cambios han marcado la sociedad y política españolas hasta el presente.
Este artículo responde a varias preguntas planteadas en la introducción. A este respecto, cabe destacar que los inspiradores de la política económica del primer Gobierno socialista fueron tanto el presidente como sus ministros Almunia, Boyer y Solchaga. El primero ejerció un papel de coordinación, supervisión y legitimación de las reformas económicas, pero estas fueron promovidas y ejecutadas por los segundos. Así, en el área económica sobresalió la gestión del llamado «superministro» Boyer, sobre todo en lo relativo a las políticas de ajuste económico y de contención del gasto público. Sin embargo, un conjunto de importantes medidas como, por ejemplo, el AES de 1984, la reforma de las pensiones, y la reconversión industrial fueron promovidas y ejecutadas, respectivamente, por los ministros Almunia y Solchaga. Los tres ministros, de perfil tecnocrático, se inspiraron en las ideas del socialismo liberal para promover y ejecutar las reformas económicas. La priorización de estas impidió cumplir con la promesa electoral de crear nuevos empleos, debido a la dureza del ajuste económico. Por ello, entre el presidente y los citados ministros se configuró un liderazgo en equipo y/o coral para afrontar los problemas derivados de la crisis económica, arrastrados desde los años setenta y aplazados por los Gobiernos de Suárez y Calvo-Sotelo. González abordó la crisis económica mediante un liderazgo innovador y pragmático, desempeñando un papel clave en la legitimación política de dichas reformas económicas. En consecuencia, la hipótesis de partida resulta confirmada.
En efecto, el primer Gobierno de González transcurrió en un escenario de grandes dificultades socioeconómicas. En tales circunstancias, el presidente y sus ministros Almunia, Boyer y Solchaga tuvieron que abordar diversas reformas económicas estructurales, como la citada reconversión industrial, en la que se jugaron su capital político y el apoyo popular. En cualquier caso, tanto González como dichos ministros asumieron las reformas y ajustes económicos casi de manera inmediata, tras asumir sus cargos, para así responder a importantes problemas de la economía española en la Transición. Es decir, Felipe González empeñó su liderazgo y capital político en priorizar y abordar los problemas económicos nacionales durante su primer mandato, pues el enquistamiento de tales problemas llevaba a la recesión económica, poniendo en peligro las instituciones democráticas y la consolidación del nuevo régimen.
La situación socioeconómica con la que González se encontró, durante su primer mandato, condicionó la forma de gestionar los asuntos económicos. Los sindicatos y las organizaciones empresariales presionaron en diferentes direcciones para defender sus intereses en las múltiples reformas efectuadas. En estas, el presidente estuvo respaldado por el liderazgo coral de sus ministros económicos. Mientras que González y el Gabinete presidencial abordaron la dirección, coordinación y supervisión política-institucional del Ejecutivo, los citados ministros se centraron en la gestión diaria de los múltiples ajustes y reformas económicas derivadas de las variadas crisis que tuvo que gestionar el Gobierno socialista: crisis industrial, aumento del paro, recorte del gasto público. Además, hubo que atender a las exigencias económicas impuestas para la entrada de España en la CEE y su homologación con los Estados europeos más desarrollados. En enero de 1986, unos meses antes de finalizar el primer mandato de González, España ingresó como miembro de pleno derecho de la Comunidad Económica Europea. El proyecto modernizante y democratizador liderado por el presidente se vinculó a la europeización de España. Tal proyecto tenía sus pros y contras para una ciudadanía como la española que empezaba a conocer las ventajas de vivir en libertad y en Europa, al tiempo que el país padecía varios problemas estructurales, con características genuinas, como el desempleo y la desindustrialización.
El estudio presentado puede tener continuidad en futuras investigaciones que indaguen si en los siguientes mandatos presidenciales de Felipe González (1986-1996), este desempeñó un liderazgo en equipo entre él, Carlos Solchaga, Pedro Solbes y otros ministros del área económica, o bien se adoptó un liderazgo mucho más concentrado en la persona del presidente y en el Gabinete del Gobierno. Por su parte, otros estudios pueden analizar el liderazgo económico desarrollado en los ejecutivos del PSOE (2008-2011) y del PP (2011-2018) ante la crisis económica y financiera de 2008, así como el desempeño económico del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos (desde 2020).
[1] |
El INI, creado en 1941, conformó un «holding de empresas públicas que se introducirá en un amplio número de sectores industriales,
en particular aquellos que por entonces se llamaban “de cabecera”, con el propósito
más inmediato de contribuir a la sustitución de importaciones» ( |
[2] |
Archivo Fundación Felipe González. Disponible en: https://bit.ly/3qHKOLa. |
[3] |
Archivo El País. Disponible en: https://bit.ly/3Dh5PRM. |
[4] |
Para una síntesis sobre el estado de la nación de 1984, véase el siguiente enlace: https://bit.ly/3IOXd66 (consulta: 04/10/2021). |
[5] |
Véase carta de Boyer a González, fechada el 2 de diciembre de 1986, en la que se solicita «la ubicación de la Dirección de Gastos de Personal en el Ministerio de Economía o en el de Administraciones Públicas». https://bit.ly/35hP0tF (acceso: 27/10/2021). |
[6] |
Real Decreto Ley 24/1982, de 29 de diciembre, de medidas urgentes en materia presupuestaria, financiera y tributaria, BOE núm. 314, de 31-12-1982 (pp. 35759-35773). Disponible en: https://bit.ly/3iZ2Y73 |
[7] |
El Gobierno socialista expropió las propiedades del grupo Rumasa, dirigido por José María Ruiz-Mateos, el 23 de febrero de 1983. |
[8] |
El Gabinete del presidente, a raíz de la reforma llevada en 1983, disponía de siete
áreas, una de las cuales se ocupaba de la economía ( |
[9] |
Véase correspondencia entre el presidente y el ministro Boyer; carta fechada el 4 de febrero de 1985. https://bit.ly/3JNnRxE (acceso: 27/10/2021). |
[10] |
Véase correspondencia entre el presidente y el ministro Solchaga; carta fechada el 16 de mayo de 1985. https://bit.ly/3IFmdg8 (acceso: 11/11/2021). |
[11] |
Sobre las difíciles relaciones del Gobierno socialista con los sindicatos, véase la carta de Almunia al presidente, fechada el 3 febrero de 1984. https://bit.ly/3qCt5EX (acceso: 11/11/2021). |
[12] |
Véase «La firma del AES», El País, 10 de octubre de 1984. https://bit.ly/3Nuqk2n (consulta: 04/10/2021). |
[13] |
Véase «Mensaje a la nación», en diario El País, 12 de marzo de 1984: https://bit.ly/3iDEQGR (consulta: 20/10/2021). |
[14] |
Para más información al respecto, véase el siguiente reportaje periodístico publicado en El País, el 19 de junio de 1983: «De reparos parciales de la UGT al profundo desacuerdo de CCOO y las críticas de la organización patronal CEOE», https://bit.ly/3Nuqnv5 (consulta: 04/05/2017). |
[15] |
Véase en: https://bit.ly/3qDOuxC (consulta: 27/10/2021). |
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