RESUMEN
A comienzos de 1961, centenares de cubanos que huían del régimen instaurado por Fidel Castro comenzaron a llegar a España, donde el Gobierno de Franco y distintas organizaciones benéficas les proporcionaron asistencia. La mayoría de ellos lo contemplaba como un país de tránsito hacia Estados Unidos, pero pocos tenían los medios para llegar a su destino. Cuando el flujo fue aumentando, se hizo necesaria la intervención de organismos internacionales como el ACNUR y el CIME. Este artículo muestra los resultados de una investigación sobre las primeras etapas de un fenómeno que alcanzó los 100 000 refugiados en poco más de una década. Las fuentes utilizadas para ello proceden fundamentalmente de fondos gubernamentales y de los organismos internacionales implicados. A partir de su análisis, se intenta cuantificar este exilio, explicar las circunstancias que rodearon su recepción en España, indagar en las motivaciones detrás de los actores que participaron y analizar las repercusiones que todo ello tuvo en las relaciones del Gobierno franquista con los Estados Unidos.
Palabras clave: España; franquismo; refugiados cubanos; Estados Unidos; CIME.
ABSTRACT
In early 1961, hundreds of Cubans fleeing from the regime established by Fidel Castro began to arrive in Spain where Franco’s government and several charities were providing aid. The majority of these refugees considered Spain to be a temporary stop on their journey to the United States, but few had the means to reach their destination. As the influx of Cuban refugees increased, intervention from international organizations such as UNHCR and ICEM became necessary. This article presents the results of research on the first stages of a phenomenon that affected 100,000 refugees in little more than a decade. The sources relied upon are mainly from government archives and records kept by the international organizations involved. Based on their analysis, this article aims to quantify this exile, explain the circumstances surrounding their reception in Spain, examine the motivating factors behind the actors’ participation, and analyze the repercussions all of this had on the relations between the Franco administration and the United States.
Keywords: Spain; Franco regime; Cuban refugees; United States; ICEM.
No es frecuente pensar en la España del franquismo como un país de asilo. Cómplice de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y causa misma del exilio republicano, la dictadura de Franco no guarda correspondencia con la imagen que se espera de un país receptor de refugiados. Sin embargo, ese es el papel apenas recordado que hubo de cumplir ante el éxodo masivo de cubanos que siguió al triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro. Aunque la situación económica de España a comienzos de los sesenta distaba de ser idónea, y pese a que el Gobierno de Francisco Franco trató de preservar las relaciones diplomáticas con el régimen del que huían, decenas de miles de cubanos encontraron refugio en un país con el que, por otra parte, mantenían estrechos vínculos afectivos y de sangre.
Conocemos bastante sobre el exilio cubano en la España de hoy, sobre su perfil demográfico y su nivel de integración, pero es muy poco lo que sabemos de este fenómeno durante el franquismo y prácticamente nada lo que puede encontrarse sobre sus primeros estadios, entre 1961 y 1963, cuando comenzaron a llegar los primeros refugiados. Este es, por tanto, el marco cronológico en que se inscribe la presente investigación para analizar en detalle las características iniciales de un proceso que continúa en el presente.
El artículo comienza con un breve contexto histórico que contempla la coyuntura tanto desde la óptica de la Guerra Fría como en una perspectiva hispanoamericana, para después ofrecer una caracterización de ese movimiento transoceánico y una aproximación a su importancia cuantitativa. Tras ello, se examinan las primeras reacciones del Gobierno español y la opinión pública ante la llegada de los refugiados y se analizan las complicaciones políticas e ideológicas que surgieron cuando la dimensión de la crisis obligó a intervenir a varios organismos internacionales. Por último, se atiende a la incidencia de todo ello en las relaciones hispano-estadounidenses, a partir de un incidente acaecido en 1963.
Las fuentes primarias utilizadas en la elaboración de este artículo proceden en su mayoría del Archivo General de la Administración (AGA), donde se albergan los fondos del Ministerio de Asuntos Exteriores, y de la biblioteca de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Este organismo, con sede en Ginebra, fue el encargado de realizar la mayoría de los traslados desde España hacia Estados Unidos en un momento en que aún se denominaba Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas (CIME). De manera complementaria, se han consultado fuentes microfilmadas de la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL) y diversos repositorios en línea. Antes de profundizar en el análisis de esta documentación, en todo caso es preciso mencionar la bibliografía existente sobre el tema, la cual, si bien no muy abundante y con lagunas evidentes, ha constituido una referencia preliminar a la hora de abordar la investigación.
Quizás por la aparente paradoja que supone contemplar la España de Franco como un
país de asilo, no es mucha la atención que se ha dedicado a este asunto específico
en el conjunto de los estudios sobre el franquismo, por lo demás tan fecundos[1]. Una excepción son los trabajos de Matilde Eiroa ( Por ejemplo, Sempere-Souvannavong (
Sobre el tema que es objeto del presente artículo, existen trabajos centrados en las
relaciones diplomáticas entre España y Cuba que aluden a este período, como los de
Joaquín Roy ( González y Aguilera ( Naranjo Orovio (
Una breve monografía sobre la emigración cubana en España, publicada en 1994 por Consuelo
Martín y Vicente Romano, incluye el estudio más completo que puede encontrarse sobre
el fenómeno durante los sesenta. No obstante, sus conclusiones se ven difuminadas
por el acusado sesgo ideológico de sus interpretaciones Salpican el texto juicios de valor como el siguiente: «Los que han abandonado la
Cuba revolucionaria no han sido precisamente los más valientes» (
Por otra parte, como cabe suponer, son muchas las investigaciones sobre el exilio
cubano hacia Estados Unidos durante ese período y varias aluden a España con la intención
de establecer una comparación entre los dos países como destinos de aquel flujo. Entre
esos trabajos destaca un artículo de Maryellen Fullerton (
La victoria de las tropas de Fidel Castro y la salida de Fulgencio Batista de La Habana,
el 1 de enero de 1959, marcó el inicio del éxodo cubano. Las primeras personas que
decidieron abandonar el país fueron los cuadros de la dictadura y los magnates estadounidenses.
Les siguieron los grandes terratenientes, empresarios y financieros, preocupados por
las leyes de nacionalización promulgadas por el nuevo Gobierno revolucionario entre
1960 y 1961 Tales como la Primera Ley de Reforma Agraria o la Ley de Recuperación de Bienes Malversados.
Durante los dos primeros años de la Revolución, el régimen de Castro impuso pocas
restricciones a esa emigración. Después, entre 1961 y 1963, las salidas continuaron
siendo legales, pero aquellos que decidían emigrar debían abandonar todas sus posesiones
en la isla. La mayoría partió hacia Estados Unidos. Durante las primeras cuatro décadas,
casi tres cuartas partes de un total de 900 000 exiliados, según fuentes cubanas,
decidió huir hacia el país que de facto había controlado la isla desde fines del siglo xix García Quiñones (
Ante esa preferencia masiva por Estados Unidos, cabe preguntarse qué posición relativa correspondió a España como país de destino. Pero antes de valorar su importancia cuantitativa, a lo que se dedicará el siguiente apartado, es preciso considerar su significado cualitativo, que adquiere una dimensión distinta al ampliar el foco y contemplar el fenómeno como un episodio más en los flujos de ida y vuelta que a lo largo de los siglos habían caracterizado las relaciones entre Cuba y la península, circunstancia que va a dominar esta crisis por encima incluso de la lógica bipolar que impregnaba las relaciones internacionales durante el período.
La afinidad existente entre dos países sometidos a dictaduras de signo tan opuesto
puede tenerse por una «relación peculiar», empleando la expresión de Joaquín Roy ( Juan Pablo de Lojendio e Irure era embajador de España en La Habana desde 1952. El
20 de enero de 1960 irrumpió en los estudios de la televisión cubana para reprender
a Fidel Castro en directo por unas declaraciones realizadas contra España. El Gobierno
cubano lo expulsó inmediatamente del país. Véase una relación completa del incidente
en De Paz Sánchez ( El agradecimiento de Fidel Castro llegó hasta el punto de decretar tres días de luto
por la muerte de Franco. Y en una entrevista concedida en 1985 a Juan Luis Cebrián,
Castro afirmaba: «Franco no se portó mal, hay que reconocerlo. […] No tocar a Cuba
fue su frase terminante. El gallego supo habérselas. Que se portó bien, caramba».
Juan Luis Cebrián, «“América Latina está en una situación explosiva”. Declaraciones
a El País del presidente cubano, Fidel Castro», El País, 20-1-1985.
Sobre la naturaleza fascista de la dictadura, véase Sánchez Recio (
Al mantenimiento de las relaciones diplomáticas entre España y Cuba contribuyó, claro
está, la existencia de intereses nacionales que defender por una y otra parte. Los
beneficios derivados del comercio, la existencia de presos políticos de origen español
o las reclamaciones de bienes incautados son factores que impelieron al Gobierno español
a conservar los lazos políticos con la isla Sobre estas cuestiones, acúdase a las obras ya referidas de Roy (
El franquismo trató de apropiarse de aquel pasado a través de la doctrina de la hispanidad,
enunciada por Ramiro de Maeztu y articulada políticamente por el ministro Alberto
Martín-Artajo en su proyecto de Comunidad Hispánica de Naciones De Maeztu (
Cuando estos comenzaron a llegar, España era todavía un país de emigración. Apenas
en 1959 se había aprobado Plan Nacional de Estabilización Económica, que pretendía
impulsar la economía de un país que aún arrastraba las consecuencias de la Guerra
Civil y la posterior autarquía. A la altura de 1961, la precariedad del mercado laboral
empujaba anualmente a más de 150 000 españoles a marchar al extranjero en busca de
trabajo En 1961 emigraron 34 370 españoles hacia ultramar y 124 574 hacia Europa. Solo un
año antes, en 1960, Europa había superado por primera vez a América como destino de
la emigración. Véase Sanz Lafuente (
Que una buena parte de esos ciudadanos cubanos (tal vez la mayoría) son también españoles, bien por haber nacido en España o por ser hijos de españoles. En ambos casos tienen derecho a recobrar la nacionalidad de la Madre Patria.
Que los que no se encuentran en ese caso son también hermanos nuestros, por descender igualmente de españoles. España —«eje espiritual del mundo hispánico»— no puede abandonarles. En ningún caso, pues, podemos considerar a los cubanos como simples refugiados extranjeros.
Que en Cuba, desde tiempo inmemorial, encontraron puertas abiertas los emigrantes
españoles, y que por conducto de ellos llegaban a España muchos millones de pesetas
oro todos los años «El exilio cubano en España», ABC, 17-1-1962, p. 32.
Entre los artículos publicados por el diario durante ese mismo mes sobre los cubanos llegados a España, había uno que incidía de manera especial en su condición de refugiados:
La dureza inmisericorde de nuestro tiempo está planteando un grave problema humano,
de proyección histórica y trascendencia vital: el de los refugiados, esos hombres
que, perseguidos y privados de patria, ruedan por el mundo con el dolor moral y material
de sus vidas desechas. Cierto que este problema existió también en otras épocas, pero
nunca con el volumen y la significación que alcanza en la nuestra «Los refugiados cubanos», ABC, 13-1-1962, p. 3.
El párrafo anterior puede resultar llamativo, y no ya porque entre en aparente contradicción
con el apoyo del franquismo al Gobierno de Castro, algo en lo que se acaba de incidir.
No menos disonante suena el llamamiento a la solidaridad con las personas «perseguidas
y privadas de patria», considerando que justo en 1962, con la represión de las huelgas
mineras en Asturias de fondo, Franco deportó a varios de los asistentes en Múnich
al IV Congreso del Movimiento Europeo, bautizado por la prensa como «contubernio».
Ante esto, la explicación más evidente de la buena disposición hacia los refugiados
cubanos es el marcado carácter anticomunista del régimen. El anticomunismo era uno
de los fundamentos ideológicos del régimen y tanto en documentación oficial como en
la propia prensa se trasluce en todo momento la preocupación franquista por la inclusión
de Cuba en la órbita soviética Por ejemplo, «Los comunistas cubanos profanan los templos cometiendo sacrilegios
religiosos», ABC, 7-5-1961, p. 87; «La persecución religiosa en Cuba forma parte de un plan rigurosamente
ateo-comunista», ABC, 19-5-1961, p. 35; «Se afirma que más de cuatro mil soldados soviéticos han desembarcado
en Cuba», ABC, 9-8-1962, p. 19.
A Cuba emigraron, durante generaciones, muchísimos españoles que allí encontraron
una segunda patria, en la que obtuvieron, con su legítimo esfuerzo, positivos beneficios,
parte de los cuales sirvieron aquí, más tarde, para obras de gran alcance espiritual,
social y económico. Por tanto, además de la caridad cristiana y la solidaridad de
raza, hay también motivos de gratitud y de justicia para atender ahora a los refugiados
que nos llegan de Cuba «Los refugiados cubanos», ABC, 13-1-1962, p. 3.
Más allá del cinismo que pueda percibirse en la anterior exhortación y considerando
la represión que el Gobierno de Franco seguía ejerciendo sobre muchos connacionales,
todo indica que la idea de hispanidad fue el principal estímulo a la hora de poner
en marcha los mecanismos de acogida a los refugiados. Lo fue en mayor grado incluso
que el anticomunismo, sin que haya que presuponer por ello un componente político
menor. Como indica González de Oleaga ( Íd.
Los exiliados comenzaron a llegar a España en noviembre de 1959, aunque no lo hicieron
de forma masiva hasta enero de 1961, tras la ruptura de las relaciones diplomáticas
entre Cuba y Estados Unidos. Consumado ese distanciamiento, los vuelos de Iberia y
los buques de la Compañía Trasatlántica Española se convirtieron en vía principal
de salida para todos aquellos que deseaban abandonar la isla. Hubo países latinoamericanos
que también mantuvieron abiertas sus líneas de comunicación con Cuba —como Venezuela,
Colombia y México—, pero el Gobierno español ofrecía más facilidades de transporte
y ponía menos trabas a la obtención de un visado Tal como figura en las fuentes y ha observado García-Montón (
Ahora bien, ¿de qué cifras estamos hablando? El fenómeno no es fácil de cuantificar,
sobre todo durante los primeros años, debido a la ausencia de un registro centralizado,
un problema ya apuntado en las fuentes de la época «In view of the fact that Cuban refugees are not centrally registered in Spain, it
will be difficult for you to obtain realistic figures». Carta de G. C. Watson a Edgar
Storich (13-12-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110.
Con todo, en las fuentes consultadas pueden hallarse informaciones diversas que arrojan
luz sobre la importancia cuantitativa del fenómeno. Un memorándum del ACNUR, elaborado
en una fecha tan temprana como septiembre de 1961 a partir de datos de la Dirección
General de Seguridad Española, indica que en aquel momento vivían en España 5000 cubanos
que habían abandonado su país de origen después del 1 de noviembre de 1959 Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9-1961), AGA, Caja 82/16249,
R. 6526, E. 25. Copias posteriores de este informe elevan la cifra hasta 8000 cubanos,
sin aclarar el motivo de esta diferencia.
Otro texto, elaborado por quien fuera jefe de la Misión del CIME en Madrid algo más
de una década después, Gaspar Gómez de la Serna ( Clasificación por nacionalidades en fin de cada año, Anuarios de 1963, 1970 y 1980, fondo documental del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Recuperado de internet: https://bit.ly/3LIxVZw.
Gráfico 1.
Estadística de residentes cubanos en España (1953-1973)
Fuente: elaboración propia a partir de los Anuarios de 1963, 1970 y 1980 (fondo documental del INE).
El número de residentes de origen cubano creció a lo largo de la década siguiente
hasta alcanzar en 1973 el máximo de 12 188. La razón de este pico podría hallarse
en la aprobación por parte del Gobierno de Estados Unidos, el año anterior, de un
plan de choque que suprimió algunas restricciones impuestas a la entrada de refugiados
cubanos desde España «Report of the Director on the work of the Committee for the year 1973» (16-4-1974),
p. 13, NYPL, Actas del CIME (microfilm), MC/1087.
Aquellos que arribaban a España procedentes de la isla, ¿eran cubanos o españoles?
Por irrelevante que pueda parecer la pregunta, no solo supone una dificultad añadida
a la hora de elaborar una estadística. En principio, la diferencia entre poseer o
no la nacionalidad española determinaba de forma sustancial la situación legal de
estas personas tras su llegada. Sin embargo, debido a los fuertes vínculos familiares
entre ambas orillas del Atlántico, así como a la ausencia muchas veces de un pasaporte
que aclarase la cuestión, no resultaba fácil a las autoridades españolas discriminar
entre connacionales y extranjeros. En vista de esto, su actitud estuvo marcada por
la tolerancia ya desde comienzos de 1961, como se deduce de las palabras del cónsul
general en La Habana: «Aquellos que por necesidades de trabajo o de defensa de sus
intereses han tenido que adquirir la nacionalidad cubana pero han conservado su afecto
y tienen sus miras puestas en la tierra nativa y para todos los efectos, […] se consideran
y se tienen por españoles» Carta de Miguel Cordomí (La Habana, 8-2-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 20.
Ese tono inclusivo también puede hallarse en las palabras del ministro de Asuntos
Exteriores, Fernando María Castiella, a mediados de ese mismo año: «Ha llegado el
momento de hacer frente a la situación planteada por la continua llegada a España
de cubanos, casi todos ellos de inmediato origen español o incluso españoles a tenor
de nuestra legislación, como consecuencia de la situación política en Cuba» Carta de Fernando María Castiella a Camilo Alonso Vega (Madrid, 13-6-1961), AGA,
Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
Es indudable que en el discurso de las autoridades sobrevolaba la idea de hispanidad
antes apuntada. No en vano, Castiella puede ser considerado como el máximo exponente
de la doctrina hispanista en política exterior, por encima incluso de su predecesor,
Alberto Martín-Artajo
Es muy difícil calcular exactamente el número de españoles que, conservando su nacionalidad,
integran la colonia española en la república de Cuba. En los registros consulares
no está inscripta sino una pequeña parte. El número de españoles de origen, nacionalizados,
es mucho mayor. La nacionalización fue considerada casi obligatoria en muchas de las
esferas de actividad de nuestros emigrantes y condición sine qua non para desempeñar
ciertos cargos y empleos privados. Los hijos de padres y madres españoles, los antiguos
residentes, mayores hoy de 63 años, que eran súbditos españoles antes de la independencia,
además de constituir la mayoría de la nación, fundamentan el lazo indestructible de
los intereses económicos, morales y culturales que nos unen al archipiélago cubano «Resumen de la situación de los intereses españoles en Cuba» (Madrid, 23-4-963),
AGA, 82/19350, R. 7938.
Aparte del hecho de que los cubanos más longevos habían sido españoles antes de 1898,
eran muchas las familias de españoles que se habían establecido en Cuba desde tan
solo una generación atrás, muchas veces huyendo de la Guerra Civil española, y que
ahora deseaban regresar tras el éxito de la Revolución cubana Por supuesto, no todas estas personas volvieron a España ni acaso lo desearon, especialmente
los exiliados republicanos con mayor compromiso político. En un documental, Alicia
Alted (
La salida de españoles repatriados o con pago de pasajes depende exclusivamente de
las Autoridades cubanas, que siguen el criterio de prioridad fundada casi exclusivamente
en los bienes que dejan los súbditos cubanos o de otros países, y de los cuales se
incauta el Estado. En cuanto a las repatriaciones de españoles, […] son repatriados
o se les otorga la vigencia de salida, al parecer, según el criterio antes mencionado,
ya que en todos los casos de personas que tienen solicitada la repatriación, estas
Autoridades seleccionan a su arbitrio, sin que ni este Consulado General, ni la Compañía
Iberia puedan intervenir en esta selección Carta de Marcial Rodríguez Cebral a la Dirección de Emigración (La Habana, 15-10-1964),
AGA, 82/19350, R. 7938.
Ya fuese debido a este escaso margen de maniobra, a la voluntad política inspirada por la doctrina de la hispanidad, a su combinación con el anticomunismo o a la mera dificultad para concretar la nacionalidad de los refugiados, lo cierto es que la Administración española dispensó la misma atención a todos los que llegaban al país huyendo del régimen castrista. Ahora bien, presuponer la nacionalidad española de todos ellos no tenía solo consecuencias positivas: por un lado, implicaba la extensión a estas personas de los mismos derechos que poseía la ciudadanía que vivía bajo el Gobierno de Franco; pero, por otro, poseer la nacionalidad del país de recepción les privaba de la condición legal de refugiados y les negaba la posibilidad de viajar a Estados Unidos bajo esta figura.
La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados definía como tal a toda
persona que «debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión,
nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre
fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera
acogerse a la protección de tal país». Mas luego puntualizaba: «En los casos de personas
que tengan más de una nacionalidad, se entenderá que la expresión “del país de su
nacionalidad” se refiere a cualquiera de los países cuya nacionalidad posean; y no
se considerará carente de la protección del país de su nacionalidad a la persona que,
sin razón válida derivada de un fundado temor, no se haya acogido a la protección
de uno de los países cuya nacionalidad posea» Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (adoptada en Ginebra el 28-7-1951),
capítulo I, artículo 1: definición del término «refugiado». Recuperado de internet:
https://bit.ly/3uV3acY. La definición original aludía a las víctimas de los «acontecimientos ocurridos antes
del 1 de enero de 1951», si bien luego se extendería su aplicación más allá de esa
fecha.
Además, existía otra circunstancia que desvanecía cualquier certeza al respecto. España
no reconocía el texto de la Convención, dado que esta recogía también la definición
de refugiado establecida por la Constitución de la Organización Internacional para
los Refugiados (OIR), que señalaba al franquista como Gobierno persecutor al englobar
en aquella categoría también a «los republicanos españoles y otras víctimas del régimen
falangista en España» Constitución de la OIR, anexo II, en ONU, Treaty Series. Treaties and internacional agreements registered or filed and recorded
with the Secretariat of the United Nations, 18/283 (1948), pp. 102-105. Recuperado de internet: https://bit.ly/3u5MQXo.
A efectos legales, es complicado afirmar con rotundidad si se trataba o no de refugiados, tanto como si eran o no cubanos. Podría parecer que detenerse en estas precisiones formales trivializa la trascendencia del fenómeno como drama humano. Sin embargo, de la discusión en torno a estas cuestiones dependería directamente el destino de decenas de miles de personas. En cuanto a la terminología utilizada en este artículo, y siguiendo el mismo criterio empleado en las fuentes de la época, se alude a todas ellas como «refugiados» y «cubanos» en sentido extenso, a riesgo de simplificar la complejidad legal y humana que subyace a estas expresiones.
A comienzos de 1961, la asistencia a los refugiados que llegaban a España provino
principalmente de organizaciones benéficas que trabajaban en el país. Estas se encargaron
de proporcionar alojamiento, alimentación básica, cuidado médico, transporte y ayuda
en la búsqueda de empleo en los casos de mayor necesidad. La más representativa quizás
sea la Sociedad Cubana de Beneficencia, creada décadas atrás para auxiliar a los cubanos
sin medios suficientes para volver a la isla. Su sede estaba en Madrid y contaba con
delegaciones en Oviedo, La Coruña, Barcelona y Santander. En sus inicios era de carácter
apolítico, pero tras el triunfo de la Revolución centró su actividad en la recaudación
de fondos con los que ofrecer asistencia básica a los «cubanos que, víctimas del comunismo,
se encuentran hoy en España» «La Sociedad Cubana de Beneficencia atenderá a los refugiados de su país», ABC, 7-1-1961, p. 33.
Con ese propósito, la Sociedad fundó una Comisión Especial, compuesta por voluntarios
tanto cubanos como españoles encargados de facilitar alojamiento y desayuno a los
refugiados, así como de sufragar algunos traslados a Estados Unidos. En la prensa
se publicaba un apartado de correos al que los «cubanos necesitados de protección»
podían dirigirse exponiendo su caso Íd.
La Sociedad Cubana de Beneficencia […] han venido a visitarme para exponer los problemas
crecientes con que tienen que enfrentarse para ayudar a los cubanos y a sus familiares
que se encuentran en situación precaria, debido a los acontecimientos y estado en
que se encuentra Cuba. Con sus reservas están atendiendo las pensiones de niños enviados
aquí para evitar su deportación a Rusia y a los diferentes tipos de personas desplazadas
que se han quedado sin medios de vida. Al mismo tiempo procuran resolver estas situaciones
facilitando el viaje a quienes encuentran en los Estados Unidos alguna solución. De
momento las pensiones mensuales ascienden a 35.000 pesetas. Para gastos de viaje de
aquellas personas que pueden marchar a los Estados Unidos necesitan del orden de las
50.000 pesetas Carta de Antonio María de Oriol a Fernando María Castiella (Madrid, 9-3-1961), AGA,
Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. Además, la sociedad llevaba un detallado registro con
información personal de cada uno de los refugiados, que puede consultarse en este
mismo expediente.
No menos relevante fue el papel desempeñado por las instituciones asistenciales del
franquismo y algunas organizaciones vinculadas a la Iglesia. Las fuentes muestran
que, ya en abril de 1961, Cáritas ofrecía a los refugiados cubanos dos comidas al
día en el comedor que Auxilio Social administraba en la calle General Martínez Campos,
en Madrid Carta de Antonio María de Oriol a Fernando María Castiella (Madrid, 20-4-1961),
AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
Sobre Auxilio Social y la política asistencial del franquismo, véase Cenarro Lagunas
( Carta de Fernando María Castiella a Antonio María de Oriol (Madrid, 4-4-1961), AGA,
Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
En otra carta ya aludida en el apartado anterior, Castiella afirmaba que «el Gobierno
español no puede mantenerse al margen de un problema como el de los exiliados cubanos,
tanto desde el punto de vista político como del meramente humanitario» Carta de Fernando María Castiella a Camilo Alonso Vega (Madrid, 13-6-1961), AGA,
Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
Carta de Julián P. Dodero al Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 27-7-1961),
AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
Quizás tuviéramos la oportunidad de poder aprovechar esta favorable coyuntura para
conseguir que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas modificase o paliase en cierto
modo el artículo […] de la Constitución de la extinguida Organización Internacional
de Refugiados, recogido en el Convenio de Ginebra de 1951 relativo al Estatuto de
los Refugiados que sirve de base a la actuación del mencionado Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados y que contiene conceptos políticos de carácter
tendencioso para el Gobierno español Informe de Eduardo García-Ontiveros (30-9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E.
25.
Bien fuera con el propósito de conseguir un lavado de cara internacional, bien con el de ampliar los canales para la difusión de propaganda, hubo intentos de utilizar el problema de los refugiados cubanos con fines políticos, sin que ello deje de se compatible una preocupación real por aquel que era considerado un «pueblo hermano». En cualquier caso, esas tentativas pasaron a un segundo plano cuando, a lo largo de 1961, la progresión de la crisis desbordó la capacidad de gestión del Gobierno y las organizaciones benéficas.
Durante la primera mitad de ese año, la Sociedad Cubana de Beneficencia pudo asistir
a unas 600 personas con fondos que provenían, tal como se ha indicado, de donativos
y colectas, una fuente de ingresos que se reveló insuficiente cuando el flujo comenzó
a incrementarse exponencialmente. Tras gastar la mayoría de los 14 500 dólares que
había reunido hasta el momento, la sociedad se declaró incapaz de mantener su sistema
de acogida a partir del 1 de agosto y delegó en Cáritas su parte en la gestión del
problema. Sin embargo, Cáritas tampoco disponía de medios suficientes para asumir
esa carga, máxime teniendo en cuenta que el 4 de agosto se esperaba la llegada a La
Coruña de un buque con 585 refugiados más Carta de Julián P. Dodero al Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 27-7-1961),
AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
El 11 de agosto, Francisco Javier Elorza, director general de Organismos Internacionales,
admitía «verdadero interés por nuestra parte en recibir el mayor auxilio posible de
la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados» Carta de Francisco Javier Elorza al delegado general de la Comisión Episcopal (Madrid,
11-8-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25.
Nota del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 11-8-1961), AGA, Caja 82/16249,
R. 6526, E. 25.
La oficina del ACNUR, consciente de un problema que venía observando desde lejos,
pidió permiso al Gobierno español para que un miembro del organismo visitara España
a fin de conocer de primera mano la situación de los refugiados. Ante el visto bueno
de las autoridades franquistas, Jean Heidler aterrizó el 17 de septiembre de 1961
en Madrid, donde pudo visitar algunas de las entidades públicas y privadas implicadas
en la gestión de la crisis, como Cáritas, Auxilio Social o la Sociedad Cubana de Beneficencia Informe de Eduardo García-Ontiveros (30-9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9-1961), AGA, Caja 82/16249,
R. 6526, E. 25.
En su informe, Heidler ofrece también detalles relativos a la situación económica de esas personas. Aunque muchas sobrevivían gracias a la ayuda de familiares y amigos, el delegado del ACNUR estimaba que entre el 20 y el 40 % de aquellas necesitaban asistencia material básica por la falta de esos contactos locales. Asimismo, Heidler confirmaba que la intención de la mayoría de los refugiados era la de establecerse en Estados Unidos. Ente el 80 y el 95 %, según sus indagaciones, pretendía ir a este país desde España, pero muy pocos podían hacerlo debido a insuficiencia de medios y a las dificultades para obtener un visado. Respecto a esto último, aporta el dato de que el consulado general de los Estados Unidos en Madrid recibía unas 100 solicitudes al día, pero que solo era capaz de emitir entre 5 y 10 visados diarios por la falta de personal.
El informe incide de manera especial en la compleja situación legal de los miles de
cubanos en España y, concretamente, en las dificultades derivadas de su inclusión
o no en el mandato del ACNUR. Por un lado, pesaba la ausencia de España en la Convención
de Ginebra; por otro, Heidler era consciente de que muchas de estas personas tenían
un pasaporte español o un visado que les garantizaba la residencia permanente y los
mismos derechos que a cualquier ciudadano español, lo que suponía un inconveniente
a la hora de conseguir su reconocimiento legal como refugiados según el derecho internacional.
«Probably the most difficult problem is that of establishment of refugee status»,
advertía en otro informe quien luego llegaría a ser director del CIME, John F. Thomas Carta de J. F. Thomas a G. C. Watson (28-9-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History
Section, SIT-00-110.
Para salvar el escollo legal, el ACNUR, el CIME y las autoridades españolas consideraron
incluso la posibilidad de que la Dirección General de Seguridad emitiera un pasaporte
especial, válido durante nueve meses, en el que constaran las palabras «Refugiado
de origen cubano» Íd. Betts et al. (
Consideraciones legales aparte, Heidler intuía la crisis humanitaria que podía originarse
si el número de llegadas a España seguía creciendo y las entidades benéficas que hasta
el momento se habían encargado del problema agotaban sus recursos. Incluso las familias
que habían acogido a algunos refugiados, advertía, no podrían extender su ayuda más
allá de unos pocos meses. El rápido deterioro que observaba en el sistema de acogida
español, entonces, le llevó a proponer en su informe un plan de acción que constaba
de dos objetivos principales: garantizar la subsistencia básica de los refugiados
y facilitar su traslado a Estados Unidos, ayudándoles a conseguir un visado y costeándoles
todo o parte del viaje Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9- 1961), p. 6, AGA, Caja
82/16249, R. 6526, E. 25.
El 27 de septiembre se reunieron en Ginebra delegados del ACNUR y el CIME para estudiar
la información recabada por Heidler. En la reunión también estuvieron presentes el
Comité Internacional de Rescate (IRC) y la International Catholic Migration Commission
(ICMC), dos organismos que jugarían un papel clave en la recepción de los refugiados
en España. Asistió además un representante del United States Escape Program (USEP),
creado por el Departamento de Estado para proporcionar asistencia a los refugiados
procedentes de los países comunistas, lo que da una idea del componente ideológico
que tendría la ayuda prestada a España. A partir de las propuestas plasmadas en el
informe, elaboraron un programa que el Alto Comisionado hizo llegar al Gobierno español
por carta el 24 de octubre, y que diferenciaba entre soluciones temporales y permanentes Carta de Félix Schnyder a Fernando María Castiella (Ginebra, 24-10-1961), AGA, Caja
82/16249, R. 6526, E. 25.
Con ese fin, el ACNUR ofreció sus buenos oficios ante el Gobierno estadounidense para
simplificar el proceso de obtención del visado. Y, más importante, se acordó utilizar
un fondo rotatorio para financiar los traslados, cuyo coste medio se calculaba en
180 dólares por persona. El principal contribuyente sería el Gobierno norteamericano,
si bien se esperaba que también el español participara con alguna cantidad Íd. Sobre la actividad del organismo en España, véase Redondo Carrero ( Carta de Edgar Storich al director del CIME (Madrid, 30-10-1961), Biblioteca de
la OIM, ICM History Section, SIT-00-110.
La obligación inicial de España, en realidad, solo cubría aquel primer contingente
de refugiados, a pesar de que se sabía que el número pendiente de trasladar era muy
superior. Tras varias negociaciones, el Gobierno español accedió finalmente a contribuir
con 20 dólares por cada desplazamiento ulterior El 15 de diciembre de 1961, el Consejo de Ministros aprobó un crédito de 2 millones
de pesetas (unos 33 000 dólares al cambio) para este fin. Carta de Edgar Storich al
director del CIME (Madrid, 19-12-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section,
SIT-00-110.
Ley 7/1971 sobre concesión de un crédito extraordinario al Ministerio de Asuntos
Exteriores (aprobada el 30-3-1971), BOE, 78, 1 de abril de 1971, pp. 5296 y 5297.
Así pues, el programa de traslados siguió adelante. En los meses siguientes a su puesta
en marcha se fue puliendo un procedimiento que, pese a varios cambios y algunos contratiempos,
se mantuvo en vigor durante más de una década. A su llegada, los refugiados cubanos
eran atenidos por el IRC y la Comisión Católica Española de Migración (CCEM) —filial
española de la ICMC—, que proporcionaban a todo aquel que lo necesitaba alojamiento
y manutención, así como asistencia sanitaria y legal. Después, en coordinación con
el CIME, estas organizaciones se encargaban de tramitar el visado estadounidense y
la reserva de plazas para el viaje. Conseguidas ambas cosas, este organismo procedía
al traslado de los refugiados en una embarcación de la Compañía Trasatlántica, un
vuelo de Iberia o un vuelo chárter. Una vez en Estados Unidos, la delegación del CIME
correspondiente se encargaba de recibir a estas personas y de ponerlas en contacto
con los familiares o amigos que tuvieran en el país El proceso está descrito con todo detalle en las actas del Primer Curso Hispano Americano
sobre Migración celebrado en Madrid, en octubre de 1963. Cristina de Ferrando, «Procedimientos
de embarque en los distintos programas. Australia y los refugiados cubanos», Primer Curso Hispano Americano sobre Migración, III, Madrid, 1963, Biblioteca de la OIM.
El programa de traslados, pese a conseguir el acuerdo de todas las partes implicadas,
provocó importantes roces entre España y Estados Unidos. Aunque se ha dicho antes
que, con el propósito de alimentar la disidencia y minar la base social del régimen
castrista, el Gobierno estadounidense había hecho grandes concesiones en su política
migratoria, esa excepcionalidad no siempre se mantuvo con la misma convicción en lo
referido a los refugiados cubanos procedentes de España. Muestra de ello es el conato
estadounidense de suspensión del programa en 1963, que a punto estuvo de originar
un serio conflicto justo una década después de la firma de los llamados Pactos de
Madrid, aquellos que habían supuesto la apertura internacional de España y su definitiva
integración en el bloque occidental tras un largo período de aislamiento
El difícil equilibrio entre la deferencia hacia el aliado estadounidense y la defensa
de los intereses españoles en Cuba fue una fuente constante de problemas para el Gobierno
de Franco. Su negativa a secundar la prohibición de comerciar con la isla causó irritación
en Washington, sobre todo tras la Crisis de los Misiles, cuando se exigió el cumplimiento
del embargo no solo a las empresas estadounidenses, sino a todas las del mundo libre. La crisis se fue enquistando a lo largo de 1963, año en el que Estados Unidos amenazó
directamente a España con privarla de la ayuda económica si alguno de sus buques siquiera
hacía escala en un puerto cubano
A comienzos de 1963, más de un año después de la entrada en funcionamiento del programa
de traslados, unos 2500 refugiados cubanos habían viajado ya desde España hacia Estados
Unidos a través del CIME. La cifra de los que permanecían a la espera de realizar
esa travesía se aproximaba a los 10 000, mientras que las entradas desde Cuba seguían
aumentando a un ritmo de 300 al mes Carta de H. M. Dreyer a Mr. Kiddle (29-8-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History
Section, SIT-00-110; Cristina de Ferrando, «Procedimientos de embarque en los distintos
programas. Australia y los refugiados cubanos», Primer Curso Hispano Americano sobre Migración, III, Madrid, 1963, Biblioteca de la OIM.
To maintain consistency in United States policy and action US financial assistance
in the transport of Cuban national from points of departure in Spain to the United
States is herewith discontinued. Such assistance is not available to Cubans on any
other route of travel to the United States. You are therefore advised that movements
of Cuban nationals from points in Spain to the United States will not qualify hereafter
in 1963 for payment of the US per capita contribution to ICEM for transport Telegrama de Abba P. Schwartz a Bastian Haveman (29-3-63), Biblioteca de la OIM,
ICM History Section, SIT-00-110.
La decisión desconcertó al CIME y al Gobierno español. Washington se desentendía de
toda asistencia financiera y urgía al cese de los traslados aun si ello suponía cancelar
vuelos ya programados. Para entender los motivos de una decisión tan contundente,
es preciso aludir a la ley de inmigración estadounidense de 1924, que entre otras
medidas destinadas a restringir la inmigración establecía cupos según el país de origen Pubic Law 68-139. An Act to limit the immigration of aliens into the United States,
and for other purposes (aprobada el 26-05-1924). Recuperado de internet: https://bit.ly/3x5rVFT.
Aunque preocupado por la decisión, el director del CIME, Bastian Haveman, prefería
no contrariar al Gobierno estadounidense. El organismo estaba financiado en la mayor
parte con su dinero y era impensable que maniobrase al margen de sus designios Porter Jarrell, «Aide memoire for inclusion in the Director’s brief on matters to
be discussed with the U.S. Delegation» (16/8/1963), Biblioteca de la OIM, ICM History
Section, SIT-00-110.
Al llegar la noticia a España, un comité de refugiados presidido por Ramón Zaydín
(quien había sido primer ministro de Cuba ente 1942 y 1944) envió a Gómez de la Serna
un memorándum. Se exponían ahí múltiples razones contra la cancelación de los vuelos,
algo que supondría «condenar una vida de terror y posiblemente a la muerte» a miles
de personas «Memorandum to M. Gaspar Gomez de la Serna, chief, ICEM Mission in Madrid» (9-1963),
Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110.
Nota de Joseph B. McFadden (2-9-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section,
SIT-00-110.
Con todo, el CIME trató de buscar destinos alternativos para los refugiados que permanecían
en España. El Gobierno que se mostró más dispuesto a recibirlos fue el australiano,
pero, claro, a los cubanos no les agradaba la idea de cambiar la reunión con sus familiares
en Estados Unidos por un destino incierto en las antípodas Carta de E. K. Rahardt a Gómez de la Serna (1-10-1963), Biblioteca de la OIM, ICM
History Section, SIT-00-110.
Carta de G. Gómez de la Serna a José Luis Los Arcos y Elío (20-9-1963), Biblioteca
de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110.
Carta de G. Maselli al director del CIME (15-1-1964), Biblioteca de la OIM, ICM
History Section, SIT-00-110.
El programa se reanudó. El 3 de diciembre salió de Madrid un nuevo vuelo fletado por
el CIME, ACNUR concedió una nueva ayuda de 10 000 dólares, y el Gobierno español decidió
incrementar también su contribución al programa Íd.; Carta de Werner Wille a M. Cordt-Møller (21-1-1964). Biblioteca de la OIM,
ICM History Section, SIT-00-110.
Public Law 89-732. An Act to adjust the status of Cuban refugees to that of lawful
permanent residents of the United States (aprobada el 2-11-1966). Recuperado de internet:
https://bit.ly/3qZdy24. Nota informativa sobre la admisión en Estados Unidos de cubanos procedentes de España
(Madrid, 21-2-1966), AGA, Caja 82/20244, R. 8320, E. 20.
Gráfico 2.
Traslados desde España por el CIME (1961-1974)
Fuente: elaboración propia a partir del Report of the director on the work of the Committee, NYPL, Actas del CIME (microfilm), MC/1009, MC/1033, MC/1087 y MC/1126.
Como muestra el gráfico anterior, el traslado de refugiados cubanos a Estados Unidos llegó a convertirse en el principal cometido del CIME en España, muy por encima del transporte de trabajadores españoles a América Latina, el cual había sido su propósito inicial. En la progresión de ambas líneas intervienen muchos factores, desde la recuperación económica de España, que paulatinamente deja de ser un país de emigración, hasta los cambios en la política migratoria del Gobierno estadounidense. En cualquier caso, la acusada inversión de la tendencia revela la magnitud que adquirió el problema de los refugiados cubanos en suelo español, así como la creciente implicación de los organismos internacionales en la búsqueda de una solución.
A modo de resumen, puede decirse que más de 10 000 refugiados cubanos llegaron a España entre 1961 y 1963, como comienzo de una corriente que decuplicaría en poco más de una década. Al haber tenido que abandonar sus bienes en la isla, y sin familiares cercanos que pudieran ayudarles, a su llegada muchos hubieron de ser socorridos por organizaciones benéficas, públicas y privadas, que les proporcionaron alojamiento y manutención. La mayoría de esos refugiados pensaba en España como un país de tránsito hacia los Estados Unidos, pero durante aquellos inicios solo una quinta parte pudo llegar a su destino final debido a la falta de medios. El progresivo aumento del volumen de refugiados varados hizo la situación insostenible para las instituciones benéficas y para el propio Gobierno español, que hubo de solicitar la intervención de organismos internacionales como ACNUR y el CIME, con mayor capacidad para gestionar crisis de esta clase.
La hospitalidad mostrada por el Gobierno español hacia los refugiados, que llegaba al punto de no hacer distinción entre quienes podían demostrar orígenes españoles y quienes no, puede explicarse por un anticomunismo que era consustancial al régimen franquista. Al fin y al cabo, esta era también la razón del trato privilegiado concedido al exilio cubano por el Gobierno estadounidense en el conjunto de su política migratoria. Sin embargo, a diferencia de este último, el Gobierno de Franco nunca rompió los vínculos con el régimen de Fidel Castro, e incluso ignoró las presiones de Washington que le conminaban a interrumpir el comercio con la isla. En este caso, el mantenimiento de las relaciones también se justifica por la existencia de intereses nacionales que era preciso defender. Pero hay otra explicación, por encima de las anteriores, que serviría para conciliar las actitudes, en principio contradictorias, mostradas por el Gobierno español hacia el Gobierno de Castro y hacia los cubanos que huían de la isla: la hispanidad, eje vertebrador de la política exterior del franquismo hacia América Latina.
Desde luego, la recepción de los refugiados cubanos en la España de Franco es un fenómeno
que encierra múltiples paradojas. Ahora bien, puede hallarse cierta lógica en la maraña
de contradicciones adoptando una perspectiva de larga duración que tenga en cuenta
la fuerza que sobre Cuba y España seguían ejerciendo las inercias del pasado, a veces
instrumentalizadas de manera consciente, pero siempre más poderosas que las demandas
de un nuevo orden mundial en el que, después de todo, los dos países ocupaban una
posición periférica. Es este el sentido en el que también debe interpretarse la advertencia
que ya en 1963 realizó Eric Hobsbawm: «Cualquier intento de analizar la política latinoamericana
en términos europeos solo crea confusión» Hobsbawm (
[1] |
Sería difícil esbozar siquiera una síntesis representativa de las obras de calidad
publicadas en los últimos años sobre temas tan variados como la política exterior
del franquismo, la represión, el exilio cultural, el papel de la Iglesia o la oposición
antifranquista. Para una idea cabal del estado de las investigaciones, véase Ortiz
Heras ( |
[2] |
Por ejemplo, Sempere-Souvannavong ( |
[3] |
González y Aguilera ( |
[4] |
Naranjo Orovio ( |
[5] |
Salpican el texto juicios de valor como el siguiente: «Los que han abandonado la
Cuba revolucionaria no han sido precisamente los más valientes» ( |
[6] |
Tales como la Primera Ley de Reforma Agraria o la Ley de Recuperación de Bienes Malversados. |
[7] |
Véase Del Alcázar y López ( |
[8] |
García Quiñones ( |
[9] |
Fullerton ( |
[10] |
Juan Pablo de Lojendio e Irure era embajador de España en La Habana desde 1952. El
20 de enero de 1960 irrumpió en los estudios de la televisión cubana para reprender
a Fidel Castro en directo por unas declaraciones realizadas contra España. El Gobierno
cubano lo expulsó inmediatamente del país. Véase una relación completa del incidente
en De Paz Sánchez ( |
[11] |
El agradecimiento de Fidel Castro llegó hasta el punto de decretar tres días de luto por la muerte de Franco. Y en una entrevista concedida en 1985 a Juan Luis Cebrián, Castro afirmaba: «Franco no se portó mal, hay que reconocerlo. […] No tocar a Cuba fue su frase terminante. El gallego supo habérselas. Que se portó bien, caramba». Juan Luis Cebrián, «“América Latina está en una situación explosiva”. Declaraciones a El País del presidente cubano, Fidel Castro», El País, 20-1-1985. |
[12] |
Sobre la naturaleza fascista de la dictadura, véase Sánchez Recio ( |
[13] |
Sobre estas cuestiones, acúdase a las obras ya referidas de Roy ( |
[14] |
De Maeztu ( |
[15] |
En 1961 emigraron 34 370 españoles hacia ultramar y 124 574 hacia Europa. Solo un
año antes, en 1960, Europa había superado por primera vez a América como destino de
la emigración. Véase Sanz Lafuente ( |
[16] |
«El exilio cubano en España», ABC, 17-1-1962, p. 32. |
[17] |
«Los refugiados cubanos», ABC, 13-1-1962, p. 3. |
[18] |
Por ejemplo, «Los comunistas cubanos profanan los templos cometiendo sacrilegios religiosos», ABC, 7-5-1961, p. 87; «La persecución religiosa en Cuba forma parte de un plan rigurosamente ateo-comunista», ABC, 19-5-1961, p. 35; «Se afirma que más de cuatro mil soldados soviéticos han desembarcado en Cuba», ABC, 9-8-1962, p. 19. |
[19] |
«Los refugiados cubanos», ABC, 13-1-1962, p. 3. |
[20] |
Íd. |
[21] |
Tal como figura en las fuentes y ha observado García-Montón ( |
[22] |
Levenstein ( |
[23] |
«In view of the fact that Cuban refugees are not centrally registered in Spain, it will be difficult for you to obtain realistic figures». Carta de G. C. Watson a Edgar Storich (13-12-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[24] |
Levenstein ( |
[25] |
Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. Copias posteriores de este informe elevan la cifra hasta 8000 cubanos, sin aclarar el motivo de esta diferencia. |
[26] |
Clasificación por nacionalidades en fin de cada año, Anuarios de 1963, 1970 y 1980, fondo documental del Instituto Nacional de Estadística (INE). Recuperado de internet: https://bit.ly/3LIxVZw. |
[27] |
«Report of the Director on the work of the Committee for the year 1973» (16-4-1974), p. 13, NYPL, Actas del CIME (microfilm), MC/1087. |
[28] |
Carta de Miguel Cordomí (La Habana, 8-2-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 20. |
[29] |
Carta de Fernando María Castiella a Camilo Alonso Vega (Madrid, 13-6-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[30] |
Sepúlveda Muñoz ( |
[31] |
«Resumen de la situación de los intereses españoles en Cuba» (Madrid, 23-4-963), AGA, 82/19350, R. 7938. |
[32] |
Por supuesto, no todas estas personas volvieron a España ni acaso lo desearon, especialmente
los exiliados republicanos con mayor compromiso político. En un documental, Alicia
Alted ( |
[33] |
Carta de Marcial Rodríguez Cebral a la Dirección de Emigración (La Habana, 15-10-1964), AGA, 82/19350, R. 7938. |
[34] |
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (adoptada en Ginebra el 28-7-1951), capítulo I, artículo 1: definición del término «refugiado». Recuperado de internet: https://bit.ly/3uV3acY. La definición original aludía a las víctimas de los «acontecimientos ocurridos antes del 1 de enero de 1951», si bien luego se extendería su aplicación más allá de esa fecha. |
[35] |
Constitución de la OIR, anexo II, en ONU, Treaty Series. Treaties and internacional agreements registered or filed and recorded with the Secretariat of the United Nations, 18/283 (1948), pp. 102-105. Recuperado de internet: https://bit.ly/3u5MQXo. |
[36] |
«La Sociedad Cubana de Beneficencia atenderá a los refugiados de su país», ABC, 7-1-1961, p. 33. |
[37] |
Íd. |
[38] |
Carta de Antonio María de Oriol a Fernando María Castiella (Madrid, 9-3-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. Además, la sociedad llevaba un detallado registro con información personal de cada uno de los refugiados, que puede consultarse en este mismo expediente. |
[39] |
Carta de Antonio María de Oriol a Fernando María Castiella (Madrid, 20-4-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[40] |
Sobre Auxilio Social y la política asistencial del franquismo, véase Cenarro Lagunas
( |
[41] |
Carta de Fernando María Castiella a Antonio María de Oriol (Madrid, 4-4-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[42] |
Carta de Fernando María Castiella a Camilo Alonso Vega (Madrid, 13-6-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[43] |
Carta de Julián P. Dodero al Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 27-7-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[44] |
Informe de Eduardo García-Ontiveros (30-9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[45] |
Carta de Julián P. Dodero al Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 27-7-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[46] |
Carta de Francisco Javier Elorza al delegado general de la Comisión Episcopal (Madrid, 11-8-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[47] |
Nota del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid, 11-8-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[48] |
Informe de Eduardo García-Ontiveros (30-9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[49] |
Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[50] |
Carta de J. F. Thomas a G. C. Watson (28-9-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[51] |
Íd. |
[52] |
Betts et al. ( |
[53] |
Jean Heidler, «The situation of Cuban refugees in Spain» (9- 1961), p. 6, AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[54] |
Carta de Félix Schnyder a Fernando María Castiella (Ginebra, 24-10-1961), AGA, Caja 82/16249, R. 6526, E. 25. |
[55] |
Íd. |
[56] |
Sobre la actividad del organismo en España, véase Redondo Carrero ( |
[57] |
Carta de Edgar Storich al director del CIME (Madrid, 30-10-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[58] |
El 15 de diciembre de 1961, el Consejo de Ministros aprobó un crédito de 2 millones de pesetas (unos 33 000 dólares al cambio) para este fin. Carta de Edgar Storich al director del CIME (Madrid, 19-12-1961), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[59] |
Ley 7/1971 sobre concesión de un crédito extraordinario al Ministerio de Asuntos Exteriores (aprobada el 30-3-1971), BOE, 78, 1 de abril de 1971, pp. 5296 y 5297. |
[60] |
El proceso está descrito con todo detalle en las actas del Primer Curso Hispano Americano sobre Migración celebrado en Madrid, en octubre de 1963. Cristina de Ferrando, «Procedimientos de embarque en los distintos programas. Australia y los refugiados cubanos», Primer Curso Hispano Americano sobre Migración, III, Madrid, 1963, Biblioteca de la OIM. |
[61] |
Viñas ( |
[62] | |
[63] |
Carta de H. M. Dreyer a Mr. Kiddle (29-8-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110; Cristina de Ferrando, «Procedimientos de embarque en los distintos programas. Australia y los refugiados cubanos», Primer Curso Hispano Americano sobre Migración, III, Madrid, 1963, Biblioteca de la OIM. |
[64] |
Telegrama de Abba P. Schwartz a Bastian Haveman (29-3-63), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[65] |
Pubic Law 68-139. An Act to limit the immigration of aliens into the United States, and for other purposes (aprobada el 26-05-1924). Recuperado de internet: https://bit.ly/3x5rVFT. |
[66] | |
[67] | |
[68] |
Porter Jarrell, «Aide memoire for inclusion in the Director’s brief on matters to be discussed with the U.S. Delegation» (16/8/1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[69] |
«Memorandum to M. Gaspar Gomez de la Serna, chief, ICEM Mission in Madrid» (9-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[70] |
Nota de Joseph B. McFadden (2-9-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[71] |
Carta de E. K. Rahardt a Gómez de la Serna (1-10-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[72] |
Carta de G. Gómez de la Serna a José Luis Los Arcos y Elío (20-9-1963), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[73] |
Carta de G. Maselli al director del CIME (15-1-1964), Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[74] |
Íd.; Carta de Werner Wille a M. Cordt-Møller (21-1-1964). Biblioteca de la OIM, ICM History Section, SIT-00-110. |
[75] | |
[76] |
Public Law 89-732. An Act to adjust the status of Cuban refugees to that of lawful permanent residents of the United States (aprobada el 2-11-1966). Recuperado de internet: https://bit.ly/3qZdy24. Nota informativa sobre la admisión en Estados Unidos de cubanos procedentes de España (Madrid, 21-2-1966), AGA, Caja 82/20244, R. 8320, E. 20. |
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