El libro de Raúl Moreno Almendral es fruto de su tesis doctoral desarrollada en la Universidad de Salamanca, adaptada al mundo editorial, con lo que ello implica de aligeramiento. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que en sus páginas nos ofrezca unas líneas de interpretación claras sobre los fenómenos nacionales de las cuatro grandes monarquías atlánticas de la era de las revoluciones. El autor organiza de una forma coherente y estructurada la obra, con dos capítulos (el inicial y el final) dedicados a la teorización y comparación del estudio de las naciones, mientras que el núcleo de cuatro capítulos está dedicado a Reino Unido, Francia, España y Portugal. Todo el trabajo se basa en un cuantioso corpus documental de relatos de vida de distintos sujetos individuales de los citados países.

Más allá de resumir algunas de las cuestiones analizadas por Moreno Almendral sobre cada una de las naciones estudiadas, creo que es relevante comenzar haciendo hincapié en las líneas que sigue para ello, las reflexiones que lanza, sus objetivos y conclusiones. Se enmarca dentro del amplio y cultivado campo historiográfico relativo al origen, evolución y asentamiento de las naciones, así como sus grados de éxito o fracaso, cómo se imaginaban y creaban, cómo imbuían de sentimiento nacional a sus integrantes y qué resistencias se les ofrecían. El autor dinamita todo ello con sus planteamientos, siguiendo la estela de otros historiadores como Ferrán Archilés, pero llevándola más allá. Niega la mayor. Los debates de nacionalización de éxito/fracaso, nación fuerte/débil, nación premoderna/moderna no tienen sentido. Y esto es así porque la nación no se crea como algo fijo en un momento concreto y llena recipientes estancos en las sociedades para cumplir con inexistentes modelos ideales.

No, las naciones son otra cosa, son fenómenos sociales de naturaleza múltiple, cuyos lenguajes varían según los contextos. Y, además de los Estados, tradicionalmente vistos como creadores de naciones desde arriba, son los individuos quienes hacen, sienten, experimentan, viven y expresan la nación. Raúl Moreno pone en el centro al individuo, a una pluralidad de voces que de abajo hacia arriba y horizontalmente hacen nación. Muchos de ellos, además, con trayectorias vitales aceleradas y/o quebradas por la experiencia de revoluciones, guerras, secesiones y contrarrevoluciones. Conflictos políticos, en definitiva, que dieron lugar a la politización de las naciones a la par que se politizaban sus integrantes. Es esta una vía interesante que explorar, la de la politización de la nación, que configura su sentido más cercano a nuestra visión, y que enlaza con las propias dinámicas de politización múltiple de los distintos sujetos.

Junto a ello, el planteamiento de la obra se basa en una categorización analítica de las naciones, que en ningún caso fue estática y perfecta en la historia, rompiendo con dicotomías anteriores en las que era muy complicado encajar procesos de larga duración, no necesariamente evolutivos, trasatlánticos y de transición del Antiguo Régimen a los nuevos Estados liberales. Según Moreno Almendral, incluso solapándose, las naciones pueden ser en diversos momentos históricos y según los individuos: genética (que hace referencia al lugar de nacimiento); etnotípica (grupo con un conjunto de características compartidas pero no políticas); etnotípica politizada (conjunto de corporaciones del reino con el rey, con constitución entendida como leyes comunes y tradiciones, amor patriótico y reconocimiento de otros como enemigos); nación liberal (resignifica libertad y constitución, y se compone de una ciudadanía soberana con derechos), y nación romántica (hace hincapié en valores inmanentes de la nación, cultura compartida e historicismo intenso).

Es interesante, como muestran los individuos analizados, cómo se conjugan nación etnotípica y nación liberal en el mismo periodo y, además, que la nación liberal no fue solo liberal. Esto permitió apropiaciones, reapropiaciones de distintas culturas políticas y unas breves experiencias de naciones imperiales trasatlánticas. Así, la reacción al liberalismo también usó lenguajes nacionales liberales y construyó nación. De la misma forma, la América española y la portuguesa se integraron en sendas naciones y, cuando se separaron, fue por un conflicto político, no nacional ni cultural. Para entender todo esto, Moreno Almendral también insiste en la territorialización de la nación, cómo desde lo local y regional, en su diversidad y particularidad, incluso con dobles patriotismos, se pugnaba por ser el más nacional de la nación. En Reino Unido se confundía nacionalismo británico e inglés; en España se era el más español por ser gallego o aragonés; en Francia los occitanos y vendeanos resultaban «bárbaros» e incomprensibles para un parisino, pero eran nacionales, mientras que en Portugal además eran reinos Brasil y los Algarves sin problema alguno.

Además, el ejercicio de historia comparada que desarrollar Raúl Moreno es un aldabonazo más para desterrar el tópico de la excepcionalidad española, su fracaso y débil nacionalización. España transitó unos caminos similares a los de Francia y Portugal. Reino Unido es el ligeramente particular, ya que el nacionalismo británico integra otras naciones como Escocia y Gales, mientras que subordina Irlanda y no necesita de una nación liberal, pues tiene una nación etnotípica politizada de larga trayectoria desde 1688 basada en el concepto del inglés libre y el Parlamento. Por el contrario, Francia se ve sometida a los vaivenes revolucionarios desde 1789, creando su nación liberal basada en su concepto de superior civilización. España se ve sometida a la invasión, quiebra y vacío de poder de 1808, dando lugar brevemente a la nación liberal de ambos hemisferios en el período 1810-‍1812, con una reinvención de la Constitución y libertades historicistas, mientras que Portugal traslada su Estado, corte y centro político a Brasil durante doce años, lo que provocó la revolución y nación liberal portuguesa entre 1820 y 1822, mientras Brasil se separaba políticamente.

En definitiva, esta permanecerá como jalón historiográfíco en los estudios sobre qué son, cómo se construyen y cómo se sienten y expresan las naciones. Desde la historia conceptual y la historia comparada, un estudio que aporta al conocimiento histórico.