RESUMEN
Entre 1856 y 1860 Bonaventura Mas i Calzada, capitán de Sant Feliu de Guíxols, estuvo traficando con esclavos en Zanzíbar por cuenta de la empresa marsellesa Vidal Frères, de su primo Antoni Vidal. Mas, gracias a sus conexiones con Francia y con España, consiguió consolidar su posición en un Zanzíbar conectado con el mundo esclavista de La Reunión, pero también con el de Cuba, en los últimos estertores de la trata atlántica. A través de la compleja relación entre Mas y el traficante de esclavos árabe Salim Jubran, el gobernador de Lamu y los cónsules británico y francés, este artículo pretende mostrar cómo los hombres de negocios españoles, en la segunda mitad del siglo xix, lograron implantarse en zonas que todavía no habían sido colonizadas, pero que experimentaban dinámicas imperiales muy intensas. Vidal Frères consiguió una importante presencia en un Zanzíbar en plena expansión, en un período en que el África Oriental aún estaba dominada por la aristocracia omaní, pero se articulaba cada vez más con el comercio mundial.
Palabras clave: Bonaventura Mas i Calzada; Zanzíbar; tráfico de esclavos; Vidal Frères; imperialismo.
ABSTRACT
Between 1856 and 1860, Bonaventura Mas i Calzada, captain of Sant Feliu de Guíxols, had been trafficking slaves in Zanzibar on behalf of Vidal Frères, the Marseille company of his cousin Antoni Vidal. Yet, thanks to his connections with France and Spain, he managed to consolidate his position in a Zanzibar that was connected with the slave world of La Réunion but also with that of Cuba, in the last throes of the Atlantic trade. Through the complex relationship between Mas and the Arab slave trader Salim Jubran, the governor of Lamu, and the British and French consuls, this article aims to show how Spanish businessmen, in the second half of the 19th century, managed to establish themselves in areas that were still not colonized, but that were experiencing very intense imperial dynamics. Vidal Frères got a significant presence in a rapidly expanding Zanzibar, at a time when East Africa was still dominated by the Omani aristocracy, but was increasingly linked to global trade.
Keywords: Bonaventura Mas i Calzada; Zanzibar; slave trade; Vidal Frères; imperialism.
A partir de 1858, Salim Jubran, un árabe residente en Lamu, en la actual Kenya, en
la costa oriental africana, fue uno de los proveedores habituales de esclavos de la
empresa marsellesa Vidal Frères; la historiadora Patricia Romero Curtin apunta que
Jubran era un indio musulmán, pero hay constancia de que escribía a su familia en
árabe, y los indios musulmanes de África Oriental empleaban el gujaratí o, si estaban
muy arraigados, el kiswahili y no el árabe[2]. El hermano de Salim, Saad Jubran, residente en Zanzíbar Town, la capital del archipiélago
de Zanzíbar y del sultanato de Omán, actuaba como enlace con Bonaventura Mas i Calzada,
el catalán representante de esta empresa en la zona. Aunque la actividad era ilegal
según la legislación local, el gobernador (liwani) de Lamu, Sayyid Saud Ibid.: 87.
En 1860 Salim Jubran, sin dejar de vender esclavos a Mas, empezó a colaborar con el
cónsul británico, el abolicionista Christopher Palmer Rigby, quizá a cambio de fondos
reservados. Le facilitó la correspondencia comercial que mantenía con su hermano,
que ponía en evidencia las actividades ilegales de Mas, y el cónsul se apresuró a
mandarlas a sus superiores (incluso se publicaron en los British Parliamentary Papers). Esta información contribuyó decisivamente a que el sultán de Zanzíbar decidiera
expulsar a Mas de sus territorios. Sayyid Saud no tardó en enterarse de la filtración
(quizá porque era pariente del sultán). Arrestó públicamente a Salim Jubran en Zanzíbar:
lo hizo encadenar y declaró públicamente que le mataría por haber facilitado información
a los abolicionistas. Nunca más se volvió a saber nada del comerciante de esclavos
árabe. Se rumoreaba que lo habían llevado a Lamu y que allí lo habían asesinado BPP, Class B (
En este artículo, a través del asesinato de Jubran y su relación con Mas, recogidos en los Parliamentary Papers, se analizará la situación de Zanzíbar en los últimos momentos del tráfico de esclavos atlántico y en el punto más álgido del tráfico de engagés hacia la isla de la Reunión, en un período de imperialismo informal en que el tráfico de esclavos y el abolicionismo fueron utilizados por las potencias europeas como una herramienta de penetración en el Índico. El artículo se iniciará con una descripción del Zanzíbar de los años 1850 en el contexto del Índico y sus relaciones con las grandes potencias occidentales. A continuación, se explicará el papel de Vidal Frères y de su gerente Mas en Zanzíbar en este contexto de luchas imperiales. Se dedicará especial atención a explicar las dinámicas cambiantes del tráfico de esclavos en la zona y su relación con la trata índica y atlántica, para relatar cual fue el papel de Bonaventura Mas, Salim Jubran, el gobernador de Lamu y el sultán de Zanzíbar en él. Finalmente, se analizará la evolución de las dinámicas imperiales en África Oriental y el papel que jugaron los agentes españoles en este contexto.
Por sus actividades negreras y por sus conexiones con España y con Francia, Mas se
movió en un universo que implicaba a actores muy diversos, con lógicas dispares: las
diplomacias francesa y británica, la monarquía omanita de Zanzíbar, la sociedad swahili,
las comunidades indias de la costa africana, los comerciantes de esclavos de Cuba,
los hombres de negocios marselleses... La microhistoria global puede resultar una
aproximación muy pertinente en este caso, pues permite aproximarnos a actores que
tiene lógicas políticas, económicas y sociales muy diversas. Ya indicó Francesca Trivellato
(
Analizar desde la microhistoria global la actuación de Bonaventura Vidal y la empresa
Vidal Frères en Zanzíbar puede ayudar a entender el papel de los agentes españoles
en los espacios que, sin llegar a ser colonizados, experimentaban un proceso de expansión
imperialista en la segunda mitad del siglo xix. Tradicionalmente se había tendido a presentar a España, tras la pérdida de sus colonias
continentales americanas, como un país aislado a nivel internacional. En los últimos
tiempos, por el contrario, se tiende a destacar la riqueza de las conexiones transnacionales
de España, como lo ha puesto de manifiesto recientemente un artículo de Luengo y Dalmau
(
En los últimos años, diversos estudios han dejado claro que las redes transnacionales
fueron esenciales para el tráfico ilegal de esclavos español Rodrigo Alharilla (
A través de este episodio también se puede estudiar el reclutamiento de engagés para las plantaciones de la isla de la Reunión, en la línea de estudios más globales
como los de Françoise Vergès (
Por otra parte, el caso Mas contribuye a clarificar la utilización por parte de Gran Bretaña del abolicionismo
para consolidar su hegemonía en esta parte de África. Como dejaron claro el análisis
de Richard Huzzey (
El análisis del negocio esclavista de Vidal Frères en Zanzíbar también sirve para
no dejar duda del papel determinante que jugó Gran Bretaña en el fin de la trata.
Bonaventura Vidal fue el último gran traficante de esclavos que envió cautivos hacia
Cuba. Y su actuación en África Oriental fue torpedeada sin cesar por la diplomacia
y la marina británica, que conjuntamente consiguieron expulsar al traficante catalán
de la zona, en un momento en que había una demanda altísima de esclavos africanos
en Cuba. En este caso, frente a los que relativizan el protagonismo de Gran Bretaña
en el fin de la trata atlántica, sería más bien obligado inclinarse por las tesis
de Van der Linden (
La ciudad de Zanzíbar en que se instaló Bonaventura Mas en los años 1850 no era el
paraíso turístico que es hoy, pero tampoco un rincón olvidado de África. Se trataba
de una dinámica ciudad swahili, de unos 60 000 habitantes, en plena expansión, con
un barrio central en el que vivía la élite árabe omaní y una docena de europeos, con
elegantes casas de dos a cuatro plantas y surtidos comercios. La influyente y dinámica
comunidad india vivía en otro barrio, reservado para ella; pero en la ciudad también
había muchos otros extranjeros Russell (
La presencia omaní no era nueva: en 1698 los swahilis, los habitantes de la costa
oriental africana, se sublevaron en contra del dominio portugués y pidieron ayuda
al sultanato de Omán, que les ayudó a liberarse. De esta forma, el archipiélago de
Zanzíbar pasó al control de la aristocracia omaní, que dominaba también una extensa
zona de costa a través de unos pocos enclaves costeros y de algunas largas rutas comerciales
hacia el interior
En la primera mitad del siglo xix la economía de Zanzíbar no paró de crecer. Se incrementó el tráfico de esclavos porque
la demanda creció con el establecimiento de plantaciones de caña en las islas Mascareñas Sheriff ( Sheriff ( Ibid.: 110, 342-343; Sheriff (
En las primeras décadas del siglo xix se multiplicaron en África Oriental los comerciantes procedentes de las regiones indias
de Kutch y Surat, fueran hindúes o musulmanes, que se dedicaban inicialmente a importar
telas indias. La ciudad de Zanzíbar se convirtió en un gran polo comercial que canalizaba
los intercambios de África Oriental con el Índico y el resto del mundo. El establecimiento
de un consulado británico en la zona reforzó la emigración procedente de la India,
ya que las autoridades consulares defendían a los súbditos británicos ante la justicia
local (basada en tribunales islámicos) BPP, Class B ( Sheriff (
De Zanzíbar se exportaban, hacia Hamburgo, Boston, Bombay, Marsella, Dahomey o Mandvi
(en Gujarat), productos del archipiélago, como clavo (un 19 % del total de las exportaciones
legales), cauríes (una concha usada como moneda en África Occidental, que representaba
el 14 %), cocos, copra (coco seco), aceite de coco, azúcar u orchilla (un liquen utilizado
para fabricar tintes de color púrpura), y también mercancías procedentes del continente
como marfil (un 41 %), copal (un 9 %), sésamo, cuero, caucho y esclavos. Para garantizar
la circulación de estos productos, las redes comerciales swahilis alcanzaron una gran
extensión, llegando al norte de Zambia, al este del Congo y a Uganda. Las caravanas
árabes que buscaban esclavos y marfil podían llegar hasta Capribi, al este de Angola,
y se imponían a las poblaciones locales mediante las armas de fuego. El 58 % del valor
de los productos importados correspondía a telas y vestidos de algodón (a principios
de siglo xix, procedentes básicamente de India, y posteriormente, por la desindustrialización de
este territorio, de Estados Unidos). También llegaban alambres, rifles y balas, cuchillos,
navajas y metales en lingotes. Una parte importante de estos productos era reexportada
hacia la zona continental del sultanato, Mrima. Se importaban, asimismo, objetos de
lujo como perlas, muebles, fuegos artificiales… Romero Curtin (
Zanzíbar estaba en plena inmersión en el mercado mundial, pero a diferencia de lo
que pasaba en otras partes del continente africano, los mercaderes y los poderes políticos
del sultanato tenían la capacidad de mantener el control del comercio de la zona,
incluso de la trata de esclavos Sánchez (
En 1840 el sultán Sayyid Said transfirió la capital del sultanato de Omán a Zanzíbar
y estableció allí su corte. La influencia de la isla se consolidó. Los omaníes afluyeron
hacia la zona y llegó a haber 5000 árabes en territorios insulares y continentales
del emirato, controlando el poder político y las grandes plantaciones. Esta élite
árabe con frecuencia escapaba al control del sultán Russell (
Zanzíbar firmó tratados comerciales con Estados Unidos (1833), Gran Bretaña (1839), Francia (1844) y las repúblicas hanseáticas (1859). Estos convenios fueron clave para multiplicar sus actividades comerciales. Pero estos pactos formaban parte de las estrategias occidentales de imperialismo informal que dominaban en la época. Los cónsules exigían y amenazaban, y con frecuencia ignoraban la soberanía de los territorios extraeuropeos. Las potencias occidentales incluían en los tratados bilaterales cláusulas que reforzaban su posición, como la inmunidad a los buques de su nacionalidad, la autorización automática para montar negocios para sus súbditos o incluso, la inviolabilidad, de las propiedades de estos. Los barcos franceses, británicos y norteamericanos que tocaban Zanzíbar no mostraban sus documentos a los oficiales del puerto, sino que los depositaban en su consulado, lo que limitaba las posibilidades de control de las autoridades locales.
Estos tratados también incluían el derecho de protección de los ciudadanos y súbditos de las potencias occidentales, así como de los súbditos
del sultán que trabajaban para empresas extranjeras, lo que implicaba, de facto, establecer un pluralismo jurídico por el que los europeos y sus socios tenían un trato
especial ante los tribunales. Los cónsules hasta podían hacer encarcelar a sus súbditos
en la prisión de Zanzíbar por delitos que no reconocía la legislación local. Gran
Bretaña presionó para que su protección se hiciera extensible a todos los indios, a pesar de que los originarios de Kutch,
la mayoría de los indios establecidos en África Oriental, ni siquiera eran súbditos
británicos. Lo logró en 1850. De esta forma, el consulado podía frenar las sentencias
de los tribunales de la zona sobre los indios, e incluso imponer leyes especiales
para ellos: en 1843 el sultán les prohibió el tráfico de esclavos, autorizado para
el resto de residentes en Zanzíbar. Y aunque algunos indios trataron de burlar la
ley declarándose súbditos del sultán, Gran Bretaña lo impidió Brunet (
La presencia británica en Zanzíbar no era excesiva: de los 89 buques llegados a la
isla en 1858, solo 3 eran británicos, frente a 24 de Estados Unidos, 23 de Francia
y 20 de Hamburgo. Muchas mercancías británicas llegaban a Zanzíbar a través de buques
norteamericanos. No obstante, el cónsul británico tenía una fuerte influencia en el
territorio, desbordando la que oficialmente le reconocían los tratados Russell (
En realidad, el sultán sacaba buenos réditos de su relación con los británicos, que le suministraban armas de fuego e incluso algún buque, lo que aumentó su capacidad comercial y militar (el comercio índico se realizaba mediante los dhows, pero estos no eran válidos para la navegación atlántica).
Además, Gran Bretaña medió en las peleas internas de la élite omaní. Tras la muerte del sultán Sayyid en 1856, estalló el conflicto sucesorio entre sus descendientes. Sayyid había decidido repartir el poder entre Aiyind Thuwaini, que gobernaría Muscat, y Majid, que controlaría Zanzíbar. Era una decisión controvertida porque el sultanato se regía por un sistema de monarquía electiva y la familia real no estaba de acuerdo con el reparto. Thuwaini reclamaba el control de todo el territorio y tenía el apoyo de algunos árabes de Zanzíbar.
A finales de 1859, Thuwaini trató de recuperar el control de los territorios africanos del sultanato y preparó una flota de cinco barcos, pero la expedición nunca llegó a Zanzíbar. Los británicos, alertados, enviaron un crucero desde Bombay para interceptar las naves y frenaron la operación militar de Thuwaini. Rigby protestó por el supuesto apoyo de la diplomacia francesa a Thuwaini. Aunque los franceses lo negaron, el cónsul, sin pruebas, afirmaba que le apoyaban a cambio de la cesión de un puerto en la costa africana donde practicar el tráfico de esclavos para La Reunión. En realidad, lo que realmente contravenía los tratados internacionales firmados era la intervención británica, ya que Gran Bretaña se había comprometido a mantener la integridad territorial del sultanato de Muscat-Zanzíbar.
Bargash ibn Said, un hijo de Sayyid que se había mostrado dispuesto a colaborar con
Thuwaini, lideraba en Zanzíbar la oposición a Majid con el apoyo del influyente clan
omaní El Harth. Además, contaba con la colaboración del movimiento integrista mutawwa, que acusaba a Majid de excesiva dependencia de los cristianos, y en especial de los
británicos. Pero el intento de revuelta armada de Bargash fue abortado con el apoyo
de fragatas de guerra británicas, que en octubre de 1859 desembarcaron tropas, garantizaron
que Majid se mantuviera en el poder y derrotaron a las fuerzas de Bargash. Este acabó
gozando de un exilio dorado en Bombay. De nuevo, Rigby acusó al cónsul francés Ladislaus
Cochet de complicidad con los enemigos de Majid, pero este lo negó vehementemente Russell (
La abolición de la esclavitud jugó un papel clave en la disputa diplomática por el
archipiélago. El abolicionismo formaba parte de un gran proyecto de convertir a los
esclavos en trabajadores libres al servicio del capitalismo, y Gran Bretaña no dudó
en emplear políticas contundentes para aplicarlo, a pesar de que también recurrió
masivamente al trabajo de los culíes, que difícilmente podían considerarse mano de
obra libre Ibid.: 331.
Rigby era un convencido abolicionista; sus posiciones en relación con la trata eran
más decididas que las del Gobierno británico Sheriff (
Se daba la paradoja de que Rigby, solo, sin ni siquiera compañía de otro inglés en
el territorio, debía intentar que la monarquía zanzibarita acabara con el tráfico
de esclavos, a pesar de que reconocía que el sultán Sayyid Said había sido «el mayor
traficante de esclavos del mundo» Ibid.: 95, 105.
BBP, Class B (
Rigby actuó con mucha más dureza que su antecesor. Con la colaboración de la flota
británica y la del sultán interceptó a numerosos dhows con esclavos. Asimismo, en 1859 hizo encarcelar a un indio por haber comprado un niño
esclavo. Era el primer caso de este tipo y generó una oleada de protestas entre la
población india, que poseía muchos esclavos. Pero ni siquiera una huelga de comercios
amedrantó al cónsul, que prosiguió con sus medidas antiesclavistas. Encarceló a un
rico indio que tenía 400 esclavos, y decretó la liberación de unos 6000 cautivos propiedad
de súbditos indios Russell (
Ahora bien, Rigby no estaba exento de contradicciones: creía que lo mejor para los
esclavos liberados era enviarlos a las plantaciones británicas de Mauricio, donde
en realidad los trabajadores vivían en condiciones infrahumanas y con una libertad
limitada; incluso envió allí a algunos de los cautivos liberados por la Armada británica
en aguas de Zanzíbar
El sultán se encontraba en una posición incómoda. Necesitaba la ayuda del poderío
británico, pero a su vez sabía que la lucha antiesclavista provocaba un gran rechazo
entre la población árabe. Por ello, se resistía a castigar a los traficantes que actuaban
en su territorio, tal y como le pedía continuamente Rigby, aunque en algunos casos
dio orden a su flota y a sus soldados de perseguirlos
El cónsul francés, Cochet, tenía una posición más difícil que Rigby, a pesar de que
hasta los años 1840 la influencia francesa era mayor en Zanzíbar que la británica
(y eso que los intercambios con el África Oriental apenas representaban el 0,1 % del
comercio francés) Kieran ( Russell (
El Gobierno francés en algunos casos defendió la compra de esclavos mediante el sistema
de engagés, alegando que al comprarlos se les liberaba de la esclavitud Ibid.: 72.
BPP, Class A (
A pesar de la ambigüedad de Cochet, los propietarios de dhows sabían que la bandera francesa les protegía para realizar el tráfico ilegal, y en
algunas ocasiones la usaran. No era infrecuente que los dhows de Zanzíbar o de Muscat viajaran a Mayotte (en Comores) o a Nosy Be (en Madagascar),
grandes núcleos coloniales franceses, para obtener matrícula francesa
Francia no renunciaba a disputar la hegemonía sobre el sultanato a Gran Bretaña Kieran ( Bennett (
Bonaventura Mas llegó a Zanzíbar porque el sultán buscó socios comerciales franceses.
En 1849 Sayyid Majid envió a Marsella el buque Carolina cargado de café, clavo y dátiles
para entrar en contacto con las firmas francesas. Llevaba a bordo a su secretario,
con seis magníficos caballos árabes de regalo para el presidente de la República;
su objetivo: diversificar las relaciones exteriores y comerciales de Zanzíbar mediante
un acuerdo con Francia (años antes ya había mandado un barco a Salem en una maniobra
similar) Sheriff (
La empresa Vidal Frères, dirigida por el catalán Antoni Vidal, de Sant Feliu de Guíxols,
fue, junto a la también marsellesa Rabaud, una de las primeras en instalarse en Zanzíbar,
en 1852. Las primeras compras fueron de goma copal, pero pronto mostraron un gran
interés por el sésamo y la copra, que compraban en Lamu, donde establecieron sucursales Bennett y Brooks ( Comboni (
Bonaventura Mas había sido capitán de la marina mercante y había realizado numerosos
viajes por el Mediterráneo y por el Atlántico. Era primo de Antoni Vidal. Este había
nacido también en Sant Feliu de Guíxols, en 1806, pero desde 1822 se había instalado
en Marsella con su padre, el también comerciante Antoni Vidal Olivós. A partir de
los años 1830 Antoni Vidal Calzada se fue haciendo cargo del negocio paterno y consiguió
una gran fortuna; Napoleón III le llamaba «el rico catalán de Marsella». Aunque Vidal
invirtió en múltiples sectores, como el inmobiliario, la bolsa o la banca, Vidal Frères
actuó principalmente como naviera, manteniendo relaciones comerciales con Brasil,
China, India, el Mediterráneo entero…
Aunque Antoni Vidal se instaló definitivamente en Marsella, mantuvo la nacionalidad
española y nunca perdió el contacto con Sant Feliu: poseía casas en su pueblo que
alquilaba, y compraba allí, a través de sus socios Josep Suñer y Josep Bernich, tapones
de corcho, vino, aceite, lino, anchovas, cáñamo… También encargó la construcción de
algún buque en las atarazanas locales y participó en diversas empresas comerciales
con buques de su localidad natal AMSFG, FSP0444, FSP0445, FSP0650, CRP 0459 y CRP0461; Torrent (
Tenemos documentada la presencia de Mas en Zanzíbar a partir de 1856. Allí se atribuía
la nacionalidad francesa y gozaba de la protección del consulado francés Russell ( Sheriff ( Schnapper (
Pero si nos atenemos a la información suministrada por Rigby, la principal actividad
de Mas en Zanzíbar fue el tráfico de esclavos. El comercio legal no sucedió al ilegal, sino que ambos se articularon perfectamente Comboni, (
Aunque las autoridades británicas consiguieran arrancar concesiones del sultán en
contra del tráfico de esclavos, en este territorio africano la esclavitud estaba muy
extendida, como en buena parte de los territorios del Índico BPP, Class A (
Para garantizar la renovación de la fuerza de trabajo, la trata entre la costa y el
archipiélago era constante, y hasta 1864 fue legal, incluso según los tratados entre
el sultanato y Gran Bretaña BPP, Class B (
La mayoría de los esclavos de Zanzíbar trabajaban en las shambas, pero también había muchos en la ciudad. Árabes e indios compraban chicas jóvenes como
concubinas (legitimando algunas veces a sus hijos, ignorándolos en otras, o incluso
recurriendo al infanticidio en ocasiones) Akinola ( Russell, (
La élite zanzibarita se enriquecía gracias al trabajo esclavo en las plantaciones,
pero, además, estaba implicada en las redes de tráfico porque los años centrales del
siglo xix constituyeron una auténtica edad de oro de la trata negrera en el archipiélago Russell ( Ibid.: 135.
El creciente tráfico de esclavos llegó a dejar desiertas algunas partes de la costa
oriental africana, y las expediciones en busca de cautivos tuvieron que ir cada vez
más lejos. Pero el incremento del coste de los esclavos no era problemático porque,
como consecuencia de la expansión del cultivo de azúcar en La Reunión mediante engagés, la demanda de esclavos subió y el precio llegó a doblarse Ibid.: 72, 128.
En el siglo xix los mercados tradicionales de los esclavos de Zanzíbar, el mundo árabe, Persia e India,
estaban en franco retroceso. El tráfico hacia Omán apenas alcanzaba los ochocientos
esclavos anuales Tominaga (
El grueso de los esclavos, pues, iba destinado a los nuevos mercados de Zanzíbar:
La Reunión y Cuba. Las plantaciones francesas de La Reunión no paraban de requerir
nuevos engagés, ya que el número de voluntarios indios tendía a reducirse. Y los cubanos intentaban
buscar nuevas fuentes de suministro de esclavos ante el cierre al tráfico de algunos
de los puntos habituales de compra, como Gallinas, en la actual Sierra Leona. A finales
de los años 1850, casi en los últimos estertores de la trata, los británicos detectaron
un claro incremento de las expediciones negreras de África Oriental con destino a
Cuba. Algunos negreros destinados al Caribe anclaron en el puerto de la ciudad de
Zanzíbar (diez buques con papeles españoles pararon en la isla entre 1855 y 1859)
Bonaventura Mas se dedicó tanto a la venta de esclavos para La Reunión como a la trata
hacia Cuba. A través de las cartas filtradas por Salim Jubran, la garganta profunda
del caso Mas, encontramos datos de ambas. En algunos casos quedaba claro que compraba
esclavos para la isla francesa. Saad Jubran, residente en Zanzíbar, transmitió a su
hermano Salim, en una carta, las instrucciones del catalán: debía comprar seiscientos
esclavos, especificando que sesenta tenían que ser mujeres, tal como lo exigía el
gobernador de La Reunión BPP, Class B (
En julio de 1858 Mas, desde Zanzíbar, intentó que un buque francés, el Fulton, embarcara
un cargamento de esclavos en Lamu, pero la vigilancia del sultán y del cónsul británico
frustró el intento. Mas indicó a Salim Jubran que revendiera estos cautivos, mandando
los mayores a Kilwa, donde se concentraba el mercado de esclavos para Cuba, y los
más jóvenes a algún puerto al norte de Zanzíbar, para destinarlos al mundo árabe BPP, Class B (
Es probable que el traficante catalán, en los envíos de engagés, no actuara por cuenta de Vidal Frères, sino de Régis
Hay más constancia de la participación de Mas en el tráfico hacia Cuba, último destino
del tráfico esclavista atlántico. La trata en ese momento se hacía en buena parte
mediante grandes clippers enviados por firmas españolas o de Marsella, con bandera española o francesa, que
podían cargar hasta mil doscientos esclavos
Mas, aunque residía habitualmente en Zanzíbar, tenía numerosos contactos comerciales
y políticos en Mrima que hacían posible sus actividades ilegales. Incluso disponía
de un pequeño barco, el Numa, que utilizaba para mantener el contacto entre la costa
y el archipiélago o para llevar provisiones a los esclavistas. Pero los esclavos que
enviaba del continente a Zanzíbar no viajaban en él, sino que iban a bordo de alguno
de los once dhows que el árabe Mahommed Mubarak ponía al servicio de Mas
Rigby aseguraba que en 1856 Mas ya había enviado quinientos esclavos de Lamu a La
Habana Ibid.: 66.
La implicación de Mas en la trata se puso en evidencia con el caso Caridad. En noviembre
de 1859 este bergantín con documentación española, pero sin bandera a la vista ni
con nombre pintado en el casco, llegó al puerto de la ciudad de Zanzíbar. En seguida
despertó sospechas porque venía del enclave negrero de Ibo, en el norte de Mozambique.
Además, Rigby sabía (probablemente a través del delator Jubran) que Mas había encargado
comprar esclavos en Kilwa para cargarlos en un barco que debía llegar por esas fechas.
El capitán de la nave, Iborra, libró su documentación al cónsul Cochet, quien la dio
por buena. Rigby pidió al sultán que revisaran conjuntamente estos documentos, a lo
que este accedió. Cochet se negó, alegando que Mas era «administrado del consulado»
de Francia. Muy pronto, el barco abandonó el puerto, sin mostrar documentación alguna
al sultán, para dirigirse a Lamu, con el negrero catalán a bordo. De inmediato Sayyid
Said ordenó a uno de los buques de su flota, el Iskunder Shah, armado con veintidós
cañones, que lo persiguiera BPP, Class B (
Paralelamente, Rigby colgó en la aduana de Zanzíbar un cartel en gujaratí por el que
se prohibía a los súbditos indios comerciar con Mas por su implicación en el tráfico
de esclavos. Esto podía suponer la ruina del catalán porque los indios jugaban un
papel clave en muchos sectores. Cochet reaccionó con indignación, a pesar de que el
buque iba destinado al Caribe español y no a La Reunión. Logró que se retirara el
cartel en menos de un día y abrió un duro conflicto diplomático. Envió una nota al
sultán en la que se defendía la inocencia de Mas y se alegaba que se trataba de «una
acusación injuriosa y calumniosa» contra «un agente del consulado francés, que es,
además, el representante de una de las más honorables casas francesas» Ibid.: 60.
Al fin, las pruebas contra Mas se iban acumulando. Gracias al jefe de la aduana de
Zanzíbar, un adinerado hindú, Rigby obtuvo más documentos que implicaban al catalán
en el tráfico ilegal: revelaban que había enviado dinero a Salim Jubran para comprar
cuatrocientos esclavos en Kilwa Ibid.: 58-60, 68-69; BPP, Class B (
A pesar de estas evidencias, en febrero de 1860 el Gobierno francés envió una nota
verbal al británico para quejarse de la «persecución» de Rigby contra Mas. Pero el
Ejecutivo de Londres volvió a apoyar al cónsul, indicando que los franceses estaban
mal informados Russell (
Finalmente, ante las abrumadoras evidencias, Cochet decidió retirar la protección
del consulado francés a Mas y el sultán expulsó al catalán de sus territorios. Este
se marchó a escondidas de Unguja, en una pequeña embarcación junto al traficante cubano
que vivía con él. Se instaló en Lamu, dedicándose a la trata, pero el sultán envió
un oficial para detenerlo. Al fin, el traficante catalán se fue a Adén a dirigir una
sucursal de Vidal Frères, pero intentó dejar el negocio esclavista de Zanzíbar en
marcha
En diciembre de 1860 volvió a demostrarse la culpabilidad de Mas. Un buque de la flota
del sultán interceptó la barca Formosa Estrella, de Vidal Frères, procedente de La
Habana y consignada a la agencia de la empresa marsellesa en Zanzíbar. En agosto,
cuando Mas todavía estaba en el sultanato, el Formosa Estrella había pasado por Zanzíbar,
pero el consulado francés, al sospechar que estaba destinado a la trata, le había
retirado la protección y lo había notificado al sultán. La barca marchó de Stone Town
hacia Mrima y el sultán ordenó a su flota que la vigilara. Cuando finalmente fue capturada,
no llevaba esclavos a bordo, pero estaba equipada para cargar unos seiscientos cautivos.
Toda la documentación había sido destruida. El barco llevaba más de cuatro meses en
la costa; el capitán confesó al comandante de la flota zanzibarita que no había podido
adquirir los esclavos previstos porque solo tenía efectivo para comprar a un centenar
y que había estado esperando a que Mas viniera a Kilwa a llevarle más fondos, cosa
que no había hecho (el catalán ya había sido expulsado del territorio). Además, se
pudo saber que anteriormente el Formosa Estrella había completado dos expediciones
negreras desde la costa oriental africana a la cubana isla de los Pinos. El sultán
libró el buque a la flota británica BPP, Class A (
Una semana más tarde, en Ibo, al norte de Mozambique, la flota británica interceptó
la barca Esperanza, equipada para la trata y con bandera mexicana y que había salido
en marzo de Barcelona. Iba consignada a Mas i Calzada y sus propietarios, al parecer,
eran, como en el caso del Venus, los esclavistas Zulueta y Baró (lo que hace pensar
en una asociación estable entre estos y Vidal Frères). El capitán del buque, el barcelonés
Sebastià Sabaté, reconoció que pretendía cargar esclavos en Kilwa y que Mas le había
indicado que no había cruceros antiesclavistas en la zona. Explicó también que el
dinero para la compra de esclavos era enviado desde Marsella con los barcos de Vidal
Frères. La barca también fue enviada a Ciudad del Cabo y condenada como buque negrero AHN, Ultramar, 4658, exp. 34; slavevoyages.org, id. 4881; BPP, Class A (
Entre 1858 y 1860 otros buques cargaron esclavos para Cuba en África Oriental. No
está documentado con exactitud cuántos iban dirigidos a Mas, pero el comandante del
crucero británico Lyra acusaba al capitán catalán y a su socio Bernardo de haber cargado
unos tres mil esclavos en tres o cuatro buques, entre junio y agosto de 1860, desde
la zona situada entre Lamu y Kilwa. Según el marino británico, la mayoría de estos
barcos se habrían escapado de las flotas de Gran Bretaña y del sultán
Pero hay datos contradictorios sobre las últimas maniobras esclavistas de Mas: al
parecer tuvo problemas. Se sabe que en 1859 encargó a Salim Jubran la compra de cuatrocientos
veinticuatro esclavos en Kilwa, pero como falló el barco que debía recogerlos allí,
Jubran los llevó a pie hasta Lamu en una durísima marcha en la que murieron doscientos
veinticinco cautivos. Mas se mostraría muy dolido por este hecho. Lamentaría haber
perdido 5600 dólares en la operación
Todo parece indicar que, tras la marcha de Mas, el negocio esclavista de Vidal Frères
en la costa oriental africana se derrumbó, y no porque la empresa renunciara a continuar.
Antes de escapar de Zanzíbar, Mas había dejado 3000 dólares al árabe Ahmed bin Mubarik
el Sooree, quien compró un cargamento de esclavos en Kilwa y los llevó a Zanzíbar.
Pero allí no encontró a Mas ni a ningún representante suyo y decidió devolver los
esclavos al continente. Como no pudo colocarlos a ningún comprador, finalmente los
llevó a vender a Al Mukalla, en el actual Yemen. También al gobernador de Lamu, Sayyid
Saud, le quedaron trescientos esclavos que Mas había pagado y que no pudo recoger.
Como El Sooree, terminó vendiéndolos en el mercado oriental
El asesinato de Salim Jubran provocó las iras de Rigby. El 28 de agosto se reunió
con el sultán, le acusó de vulnerar los tratados con Gran Bretaña, por los continuos
casos de trata, y exigió el cese inmediato de Sayyid Saud como gobernador de Lamu
Vidal siguió enriqueciéndose y jamás fue perseguido ni estigmatizado por su participación
en las redes negreras, ni en España ni en Francia. Sus acciones de mecenazgo en Sant
Feliu le hicieron merecer el reconocimiento público a nivel local y su pasado esclavista
no salió a la luz hasta 2018. Entonces, se eliminó su nombre de la calle principal
del pueblo. Mas mantuvo sus relaciones con las empresas francesas y se instaló como
agente de Vidal Frères en Adén, donde residió junto con su esposa. No pudo continuar
con la trata porque no solo se le prohibió permanecer en Zanzíbar, sino que además
las autoridades portuguesas, alertadas por Gran Bretaña, le vetaron el acceso a Mozambique,
uno de los últimos territorios africanos en que la trata se mantenía vigente
Mas, en 1863, en plena fiebre constructora del canal de Suez, había sugerido al Gobierno
español que tomara posesión de unos territorios próximos al estrecho de Bab el-Mandel,
en el mar Rojo, para fundar una colonia y garantizar la conexión entre la metrópolis
y los territorios del Pacífico, pero la propuesta no prosperó. No obstante, en 1868,
junto al responsable de la firma marsellesa Rabaud, Mas compró Cheik Saïd, una península
en Bab el-Mandeb, y quiso revenderla al Gobierno francés para crear una colonia en
la zona. Mas continuaba vinculado, simultáneamente, a los intereses españoles y franceses
y a sus proyectos imperiales. Finalmente, la toma de posesión no se hizo efectiva
por las protestas otomanas a París Émerit (
A pesar de la captura del Formosa Estrella, la diplomacia francesa no reconoció la
implicación de Vidal Frères en el tráfico, pero advirtió a su flota que no protegiera
a los negreros y a finales de 1859 trasladó a Cochet fuera de Zanzíbar Russell ( Russell (
Rigby tampoco salió indemne de su actuación en Zanzíbar. Se llegó a argumentar que
se había excedido en sus funciones y había resultado ser «contraproducente» para las
políticas británicas
La colaboración del sultán con las políticas británicas generó inestabilidad: en 1861
hubo graves revueltas en Lamu y en Kilwa. Las élites locales protestaban contra la
colaboración del sultán con los abolicionistas británicos. El sultán Majid respondió
con una represión ejemplar, que culminó con la muerte en detención de Abdullah ibn
Salim, uno de los líderes del clan El Harth
Las medidas antiesclavistas continuaron tras la marcha de Rigby
Bargash, el príncipe que se había opuesto a Sayyid Said y a su colaboración con los
británicos, fue nombrado sultán de Zanzíbar en 1870, a la muerte de Sayyid, y cambió
completamente de orientación. Estableció estrechas relaciones con Gran Bretaña e incluso
mantuvo una fluida correspondencia con el excónsul Rigby
La alianza entre Bargash y los británicos no sobreviviría a la carrera por África. A partir de 1880, las presiones imperiales se agudizaron. Por el tratado Heligoland-Zanzíbar de 1890, Gran Bretaña y Alemania se repartieron sus zonas de influencia, quedando el archipiélago como área británica y Mrima como alemana. Se despedazaba la soberanía zanzibarita. Cuando se murió el probritánico sultán Hamad ibn Thuwaini, en 1896, y las élites omaníes pactaron como sucesor a Khalid bin Bargash, el cónsul británico le vetó el acceso a la corona. Pese a las reticencias de Londres, Khalid subió al trono. El Gobierno británico le exigió que dejara el poder y le envió un ultimátum, que Khalid desobedeció. El 27 de agosto de 1896 estalló la guerra anglo-zanzibarita, una de las más breves de la historia. Las fuerzas británicas, desde los buques de la patrulla naval antiesclavista, bombardearon el palacio del sultán y desembarcaron tropas, matando o hiriendo a quinientos zanzibaritas; un único soldado del Ejército imperial resultó herido. Las fuerzas de Khalid se rindieron al cabo de 38 minutos y los británicos instauraron un férreo protectorado sobre Zanzíbar. Khalid escapó al África Oriental alemana.
Por sus especiales relaciones con España, Vidal Frères pudo combinar el tráfico de esclavos con Cuba con el suministro de cautivos para las plantaciones francesas de la Reunión (y con el comercio legal). La casa marsellesa encontró en Zanzíbar una plataforma idónea, ya que la monarquía omaní y la sociedad swahili dependían, para sus ingresos, del tráfico de esclavos y del trabajo esclavo. Gracias a las dinámicas imperiales francesas, Vidal Frères gozó de protección diplomática, no solo para sus actividades esclavistas en el Índico, sino también para sus expediciones con destino a Cuba.
Francia utilizaba el tráfico de esclavos para incrementar su influencia en el Índico y Vidal Frères colaboraba con sus políticas de suministro de engagés. Mientras tanto, Gran Bretaña usaba el abolicionismo, también, como una herramienta de influencia en la región. Gracias a sus maniobras de imperialismo informal, Gran Bretaña fue consolidando su posición en Zanzíbar. Bonaventura Mas se benefició de las dinámicas imperiales del momento y consolidó su presencia en la zona (en el tráfico de esclavos, pero también en otros sectores, como la compra de cauríes).
Pero las mismas dinámicas imperiales que permitieron la implantación de Mas acabaron expulsando a Vidal Frères de Zanzíbar. Al fin, las dinámicas internacionales fueron favorables a Gran Bretaña: Bonaventura Mas acabó retirándose del África Oriental y el sultanato zanzibarita acabó convertido en un protectorado. Y la población árabe siguió dominando a los africanos durante unas décadas, pero ahora bajo soberanía británica.
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