RESUMEN
Este artículo analiza la política migratoria del gobierno de Chile para controlar la llegada y circulación de ciudadanos chinos procedentes de países fronterizos (Perú y Bolivia) a inicios del siglo xx. Similar a lo sucedido en otros países de las Américas, la inmigración china generó las primeras leyes de control y exclusión de inmigrantes y obligó a fortalecer los controles fronterizos terrestres a través de un sistema de identificación. Estos esfuerzos produjeron a su vez una serie de tensiones bilaterales entre Chile, Perú y Bolivia. El estudio se sustenta en el análisis de documentos emitidos y recibidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y Perú, la Intendencia de Tacna y periódicos de Lima (Perú), Santiago, Valparaíso y Arica (Chile). Se concluye que la inmigración china en Chile configuró el espacio transfronterizo al dar paso a las primeras medidas de control migratorio en el país a inicios del siglo xx. El éxito del control migratorio de chinos se debió a los esfuerzos de diversos funcionarios públicos y agentes fronterizos que, desde sus posiciones en ciudades fronterizas como Arica o en los consulados en Asia en Hong Kong o Tokio, se alinearon con los anhelos del Gobierno central de restringir el ingreso de inmigrantes no deseados al país.
Palabras clave: Inmigración china; políticas migratorias; Chile; Perú; Bolivia.
ABSTRACT
This article analyzes the Chilean government’s migration policy to control Chinese citizens’ arrival and circulation from border countries (Peru and Bolivia) at the beginning of the 20th century. Similar to what happened in other countries in the Americas, Chinese immigration provoked the first laws to control and exclude immigrants and forced the strengthening of border controls through an identification system. These efforts produced a series of bilateral tensions between Chile, Peru, and Bolivia. The study is based on the analysis of documents issued and received by the Ministry of Foreign Relations of Chile and Peru, the Municipality of Tacna, and newspapers from Lima (Peru), Santiago, Valparaíso, and Arica (Chile). We conclude that Chinese immigration in Chile shaped the borderland and gave way to the country’s first migration control measures in the early decades of the 20th century. The success of Chinese migration control was due to the efforts of various public officials and border agents who, from their positions in border cities such as Arica, or in the consulates in Asia in Hong Kong or Tokyo, aligned themselves with the wishes of the central government to restrict the entry of unwanted immigrants to the country.
Keywords: Chinese immigration; migration policies; Chile; Peru; Bolivia.
En abril de 2021, el Gobierno de Chile promulgó una nueva ley de migraciones, un proceso que se inició en 2018 con la regularización del ingreso y permanencia de personas de nacionalidad haitiana y venezolana. La nueva ley ha sido ampliamente criticada por académicos y organizaciones migratorias. De acuerdo con estos grupos, la prioridad de la ley no está en la integración de las personas migrantes, sino en las restricciones al territorio y la implementación de expulsiones[2]. Como señala el investigador Luis Thayer, la ley se basa en la premisa de que la migración se podrá ordenar, suponiendo que las personas que no cuenten con una visa tramitada en su país de origen desistirán de ingresar al país, cuestión refutada por el volumen de ingresos clandestinos en los últimos años[3]. El control migratorio no solo ha significado un aumento sostenido en los ingresos no autorizados, sino que una redirección de los flujos migratorios a los países vecinos, especialmente en Perú, pues muchos de los inmigrantes que tenían como destino final Chile decidieron quedarse en ese país donde el control es menor[4].
La implementación de normativas destinadas al control migratorio de un grupo específico
de extranjeros no es un fenómeno nuevo en Chile. La preocupación actual del país por
las políticas migratorias nos invita a reflexionar sobre los tempranos esfuerzos realizados
para restringir el ingreso de inmigrantes no deseados. En las primeras décadas del siglo xx, Chile, y en particular las provincias del norte del país, experimentó un incremento
del número de extranjeros procedentes de países vecinos, Europa, Asia y Medio Oriente[5]. Este fenómeno trajo consigo discusiones respecto a los procesos migratorios y controles
transfronterizos. Como señala Pablo Yankelevich para el caso mexicano, las políticas
estatales de control de la inmigración extranjera respondieron, por un lado, a los
requerimientos del mercado de trabajo que reclamaba mano de obra y ocupación de los
territorios y, por otro, a un «orden político encargado de velar por una unidad cultural
capaz de garantizar la existencia de una comunidad política de dimensión nacional Para el caso de América Latina, el historiador Jeffrey Lesser ha sido uno de los
pioneros en utilizar la categoría de inmigrante no deseado para referirse a la experiencia migratoria de japoneses, judíos, sirios, libaneses,
entre otros. Véase Lesser (
El objetivo de este artículo es analizar la inmigración china a Chile y sus efectos
en la delimitación y control del espacio fronterizo en el norte del país durante las
primeras décadas del siglo xx. En estas regiones residía la mayoría de estos extranjeros y se situaban los principales
puntos de ingreso al territorio chileno. Junto a ello se busca estudiar el accionar
de una serie de funcionarios públicos para limitar su ingreso, y de esa manera cumplir
con las indicaciones —en su mayoría de carácter confidencial En diciembre de 1918 se promulgó en Chile la ley n.° 3446 que impedía la entrada
al país y la residencia de «elementos indeseables», el cual apuntaba a personas condenadas
por delitos y extranjeros considerados como susceptibles de alterar el orden social
y político. El componente racial o nacional no fue parte de esta ley.
Este trabajo se inserta en los estudios migratorios y transfronterizos que han tenido
una importante renovación en los últimos años. En 2014, el historiador Michael Goebel
daba cuenta de que una parte importante de la literatura sobre las migraciones en
América Latina y el Caribe se había enfocado en historias particulares de un grupo
étnico o nacional que arribaba a un país específico Goebel ( Díaz et al. (
En cuanto a los estudios transfronterizos sobre la región, en las últimas décadas
ha existido una complejización de las perspectivas de análisis acerca del espacio
fronterizo entre Chile, Perú y Bolivia, considerado más allá que una división geopolítica.
Especial atención le han dado los investigadores al periodo comprendido entre la guerra
del Pacífico (1879-1883) y la crisis económica de 1929 Norambuena (
Con el objetivo de contribuir a estos dos campos de estudio, este artículo estudia
la política migratoria hacia los inmigrantes chinos en Chile y particularmente en
regiones fronterizas desde una perspectiva transnacional, centrado en circulaciones
y efectos de políticas migratorias desde una perspectiva regional latinoamericana Para este caso, entendemos la historia transnacional como el movimiento de la gente,
las ideas, las tecnologías y las instituciones a través de las fronteras nacionales
y que concierne al periodo posterior a la aparición del Estado nación (
La investigación tiene como punto de inicio 1906, año en que el diputado chileno Malaquías Concha presentó el primer proyecto de ley tendiente a prohibir la inmigración china a Chile, mientras que el punto de cierre será 1937, fecha en que Chile y Bolivia suscribieron un acuerdo para controlar la frontera terrestre entre ambos países. Sin embargo, la investigación se centrará en la década de 1920, cuando los fenómenos antes mencionados —migración clandestina y conflictos bilaterales— se harán más patentes. El artículo está dividido en tres partes. En la primera de ellas se exploran de manera general las políticas migratorias chilenas tendientes a restringir el ingreso de inmigrantes chinos en el país, señalando los principales argumentos detrás de este anhelo. Posteriormente, se analiza la situación de la inmigración china en los países vecinos de Chile (Perú, Bolivia y Argentina), la cual generaba mayor preocupación e interés de las autoridades y opinión pública chilena. Finalmente, se estudia la llamada inmigración clandestina y los esfuerzos de las autoridades por controlar la circulación de inmigrantes y fortalecer las fronteras.
Durante el siglo xix e inicios del siglo xx, prevaleció en Chile una política migratoria selectiva, con una clara preferencia hacia
la población europea sobre la de carácter fronterizo o procedente de Asia. En 1845,
el poder ejecutivo puso en marcha una serie de campañas con el fin de atraer inmigrantes
europeos para poblar y modernizar el sur del país. Para lograr tal propósito, a partir
de 1882 y hasta principios del siglo xx, el Gobierno estableció diversas agencias de colonización en países europeos, como
Italia. No obstante, dichos proyectos no tuvieron el éxito deseado por las autoridades
Ante la imposibilidad de atraer a un número masivo de colonos europeos, como lo estaban
haciendo Argentina o Brasil, surgieron voces que sugirieron la introducción de trabajadores
chinos al país. Sin embargo, primó la idea de que no era conveniente permitir su ingreso.
En 1880, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Rafael Larraín, solicitó
a un chileno residente en California, Francisco Casanueva, una reseña sobre la inmigración
china a ese estado con el fin de evaluar si era conveniente o no para Chile. Casanueva
concluyó que sus «ideas, idioma, gobierno, religión i costumbres contrarias a nuestra
civilización i bienestar» eran motivos suficientes para no permitir la introducción
de cualquier persona del «Celeste Imperio»
Este panorama cambió después de este conflicto bélico con la ocupación por parte de
Chile de territorios que pertenecían a Bolivia (Antofagasta) y Perú (Tarapacá, Tacna
y Arica), ya que estos (en particular Tarapacá) contaban con un importante porcentaje
de población asiática que trabajaba en diferentes faenas, como las guaneras (imagen 1). El censo posterior a la guerra, realizado en 1885, daba cuenta de un aumento explosivo
en el número de residentes chinos en la provincia de Tarapacá, que ascendía a 540
individuos. La población china superaba a la de otras colonias, como los italianos,
alemanes y españoles, solo superada por los británicos. Sin embargo, el peso demográfico
de la colonia china seguía siendo relativamente marginal si lo comparamos con el resto
de Chile: según el censo efectuado en 1920, con 1954 individuos representaba el 1,62 %
de los extranjeros residentes en el país y tan solo 0,05 % de la población total
Imagen 1.
Mapa de la provincia de Tacna, espacio fronterizo entre Chile, Perú y Bolivia
Fuente: Mapoteca de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Disponible en: https://bit.ly/3U4qXDr.
La incorporación de este grupo de inmigrantes al territorio nacional no estuvo exenta
de polémicas como consecuencia de un fuerte ambiente antichino que estaba tomando
forma en América Latina, y que se tradujo en la publicación de artículos periodísticos
discriminatorios, manifestaciones públicas e incluso violencia física hacia dichos
inmigrantes McKeown ( Lin Chou ( Palma y Ragas (
La prensa y las revistas misceláneas chilenas jugaron un rol clave al reproducir noticias
racistas y xenófobas «Inmigración de asiáticos», El Mercurio, 2-03-1907; «La expulsión de los chinos en Norteamérica», El Mercurio, 2-01-1907.
Por su parte, medios de prensa del norte del país se hicieron eco del discurso antichino
imperante en los medios antes señalados. En el caso de Arica, en las primeras décadas
del siglo xx diarios como El Ferrocarril y La Aurora regularmente transcribían artículos chilenos y peruanos desfavorables a la inmigración
china, junto con ataques dirigidos a la colonia asiática local. A modo de ejemplo,
en 1917 La Aurora de Arica reprodujo un artículo de La Prensa de Lima con el encabezado: «En la casa de un chino. Una niña de once años sacrificada.
Crimen abominable» «En la casa de un chino», La Aurora, 26-09-1917.
«La carestía en Arica», El Ferrocarril, 16-08-1919.
Esta propagación de un discurso antichino en la sociedad chilena tomó más fuerza con
el pasar de los años y se tradujo en un afán de limitar el número de migrantes chinos
que ingresaban al país. De hecho, ya en el año 1889 la memoria del Ministerio de Industria
y Obras Públicas preconizaba la idea de prohibir la «introducción de individuos de
raza asiática» Honorable Cámara de Diputados de Chile, Sesión Ordinaria n.° 47. Sesión de 10 de
agosto de 1906. Disponible en: https://bit.ly/3KvGvwC.
La idea de legislar al respecto se mantendrá en los siguientes años, solicitada principalmente
por autoridades de la zona norte del país. En estas regiones, autoridades políticas
y parte de la opinión pública hicieron sentir su malestar por el ingreso masivo de
extranjeros, especialmente desde 1906 cuando la empresa naviera Toyo Kisen Kaisha
inauguró la ruta Hong Kong-Chile «Inmigración asiática», El Pacífico, 27-02-1918.
Este proyecto no prosperó, pues en el mes de abril de dicho año el intendente de Tarapacá,
Recaredo Amengual, solicitó al Gobierno que se dictara una ley suprimiendo este tipo
de migración «Inmigración asiática», El Pacífico, 4-04-1918.
Lo anterior no impidió llevar a cabo medidas restrictivas para el ingreso de chinos
al país, las cuales en su mayoría fueron de carácter confidencial. Esto se concretó,
por ejemplo, el 16 de abril de 1914, cuando se despachó el Decreto n.° 597 del Ministerio
del Interior, solicitado por el consulado chileno en Hong-Kong, que estableció estrictas
normas sanitarias para la entrada de inmigrantes a Chile. El mencionado decreto estipulaba
que todo extranjero que deseara ingresar al país debía contar con un «certificado
de salud expedido por el médico cirujano designado por el cónsul de Chile residente
en el puerto de embarque» Archivo Histórico Vicente Dagnino, Universidad de Tarapacá, Arica, Fondo Intendencia
de Tacna y Gobernación de Arica (en adelante AHVD), vol. 350, folio s/n, oficio n.°
829 de la Intendencia de Tacna, 29 de julio de 1914.
AHVD, vol. 326, folio 171, oficio confidencial n.° 1004 de la Gobernación de Arica,
15 de octubre de 1915.
Siguiendo esta línea y en contra de lo que señalaba la ley respecto a la inmigración
libre, el Gobierno resolvió confidencialmente impedir el desembarco de chinos en Arica:
«Aunque un pasajero pueda desembarcarse libremente en cualquier puerto intermedio,
esa libertad ha sido denegada en Arica para los chinos, conformándome a las instrucciones
reservadas al respecto del Ministerio de Relaciones Exteriores» AHVD, vol. 332, folio 82, oficio n.° 203 de la Gobernación de Arica, 27 de marzo
de 1918.
Íd.
Como señalamos anteriormente, las primeras décadas del siglo xx estuvieron marcadas por un profundo sentimiento anti chino en varios países de América
Latina y el Caribe, que llevó a que diversos Gobiernos desarrollaran políticas de
restricción migratoria. En Chile, la prensa siguió de cerca la situación de dicha
inmigración, las causas que llevaron al mayor control y las reacciones que estas políticas
ocasionaron. Pese a la distancia geográfica, se reproducían telegramas del exterior
que daban cuenta de las leyes antiasiáticas en diversos países de las Américas. Por
ejemplo, en 1907 El Mercurio de Valparaíso informaba de la gran revuelta popular contra unos 2000 chinos en Vancouver,
Canadá. Estos fueron expulsados violentamente de sus casas por una turba que llegó
a quemar la efigie del gobernador Dunsmuir «por no haber tomado medidas para impedir
la inmigración de asiáticos» «Canadá. Capital de los inmigrantes chinos», El Mercurio, 28-03-1903.
Las autoridades siguieron de cerca el aumento de la migración china en Perú. Ello
llevó a que el Gobierno chileno y la prensa prestaran atención a la situación de la
inmigración en ese país, pues entre 1903 y 1908 habían ingresado 11 742 chinos, los
cuales se sumaban a los más de 100 000 que habían ingresado entre 1849 y 1874 Rodríguez Pastor ( La bibliografía sobre la presencia china en Perú en el siglo xix es extensa.Ver, entre otros: Stewart (
Desde su inicio, la inmigración china generó críticas por parte de varios sectores
peruanos, quienes consideraban que los costos raciales para el país eran muy elevados.
Este argumento se repetiría más tarde en Chile. Como señalaba el diario El Comercio en abril de 1904, «no debe buscarse el pretexto, ya manoseado, de la escasez de brazos
para traer hombres de una raza degradada por sus costumbres y sus vicios, que entre
nosotros toman carta de ciudadana y contribuyen al envilecimiento de nuestro pueblo» «La inmigración asiática», El Comercio, 28-04-1904.
Parte de los argumentos para frenar su ingreso radicaban en el peligro que según muchos
sectores —especialmente médicos— significaba para la raza e higiene, razón por la
cual a fines de diciembre de 1907 el Gobierno peruano comenzó a exigir a todos los
chinos que quisieran ingresar al país contar con un pasaporte sanitario «Resolución Suprema 22 de diciembre de 1907. Inmigrantes asiáticos. Pasaporte a todos
los chinos», citado en Lavorería (
En respuesta a estas revueltas populares, el Gobierno peruano emitió a los pocos días
un decreto para suspender la inmigración china, lo que originó la protesta de la Legación
china
Por su parte, la migración china a Argentina tuvo un menor efecto para Chile. Por
lo tanto, no fue considerada como una amenaza para el Gobierno, pues se desarrolló
principalmente en la segunda mitad del siglo xx y con cifras muy inferiores a Perú. Anterior al establecimiento de relaciones diplomáticas
entre Argentina y la República de China, las cifras de inmigrantes chinos eran reducidas.
Por ejemplo, según el tercer censo nacional de 1914, en el país residían 462 ciudadanos
chinos, una cifra muy marginal si se toma en consideración a otros grupos de inmigrantes
como los italianos, que casi llegaban a un millón por esos años. Este grupo carecía
de representación y protección diplomática, y ante cualquier tipo de trámite de índole
personal o comercial debían acudir a los consulados chinos ubicados en Santiago o
Río de Janeiro
A diferencia de las políticas migratorias chilena y peruana, que durante las primeras
décadas del siglo xx restringieron el arribo de inmigrantes chinos, Bolivia tuvo un importante acercamiento
con la República de China, que se tradujo en la apertura del territorio boliviano
a los inmigrantes chinos y en un proyecto destinado a atraer a dichos migrantes. El
3 de diciembre de 1919, ambos países establecieron relaciones diplomáticas, las que
se concretaron con la firma de un Tratado de Amistad durante la Conferencia de Washington
que tuvo lugar a fines de 1921 e inicios de 1922 República de Chile. Archivo Nacional de la Administración, Santiago (ANA-MRREE),
Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, vol. 2535, sin folio, oficio s/n de la
Legación china en Santiago, 5 de julio 1926.
Desde el fin de la guerra del Pacífico (1879-1883), según señalan Sergio González
y Sandra Leiva, la frontera chileno-boliviana estuvo «en transición», ya que estaba
sujeta a un litigio diplomático
Por tanto, este tratado suscrito entre ambos países tenía implicaciones principalmente
en el ámbito comercial, referido a la circulación de mercancías, pero no a la libertad
de tránsito de personas. Sin embargo, con este tratado las fronteras entre estos países
siguieron abiertas de facto desde y hacia las regiones salitreras chilenas para satisfacer la gran demanda de
mano de obra requerida por la industria del nitrato Tapia (
La falta de control marítimo y principalmente terrestre significó que durante la década
de 1920, y pese a las políticas restrictivas por parte de Chile, los inmigrantes chinos
siguieran ingresando al país atraídos por el movimiento comercial de la industria
salitrera, que le permitió la apertura de negocios minoristas en diversas ciudades
y pueblos del norte del país. En los puertos, especialmente en Iquique, se comenzaron
a aplicar protocolos de control de identidad, y desde 1921 las autoridades chilenas
en China comenzaron a exigirles certificado sanitario, junto con un examen médico
y de vacunación Ibid.: 45.
Sin embargo, el control terrestre seguía siendo el gran punto débil del sistema de
migraciones. Es necesario tener en consideración que por estos años recién se estaba
implementando el control efectivo, y el uso de documentos de identidad confiables
con un sistema de fotografía era incipiente. Como señala José Ragas para el caso peruano,
si bien existieron proyectos de identificación a través de la utilización de fotografías
y huellas dactilares desde mediados del siglo xix en Perú y América Latina, estos se orientaron en un primer momento a la población
carcelaria
Pese a que la legislación peruana había suspendido la inmigración china en 1909, en
la práctica continuó en los años siguientes. Según Adam McKeown, el principal problema
que enfrentó el Gobierno para controlar la inmigración china fue el fraude y la corrupción AHVD, vol. 170, folio 39, oficio confidencial n.° 2 de la Intendencia de Tacna, 14
de enero de 1916.
Las acusaciones sobre el mal manejo de la inmigración asiática también se dieron de
forma inversa. Perú responsabilizó a las autoridades chilenas por el ingreso de inmigrantes
chinos en su territorio. Por ejemplo, en agosto de 1914 el cónsul peruano en Hong
Kong comunicaba al oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores que cada
día aumentaba el número de pasajeros chinos que se embarcaban con destino a puertos
chilenos, especialmente Iquique. Sin embargo, «su propósito no es otro que poder desembarcar
por todos los medios posibles en el Callao, burlándose de la vigilancia de nuestras
autoridades marítimas» República de Perú, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lima (AMRREE),
Fondo Correspondencia, vol. 659, carpeta 1, oficio s/n del Consulado General del Perú
en Hong Kong, 7 de agosto de 1914.
AMRREE, Fondo Correspondencia, vol. 643, carpeta 10, oficio s/n del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 18 de julio de 1913.
Sin embargo, la circulación terrestre de inmigrantes chinos generó mayores desafíos
para el Gobierno y tensiones a nivel bilateral respecto a la responsabilidad de cada
uno de los países de custodiar las fronteras terrestres. Sería recién en la década
de 1930 cuando Chile firmó acuerdos con los países vecinos para controlar las fronteras.
Posteriormente a la guerra del Pacífico, la Administración chilena favoreció la libertad
de los empresarios de las faenas salitreras, que requerían numerosa mano de obra.
Se contrataron a «enganchadores», cuya función era atraer obreros procedentes tanto
de Chile como de los países vecinos para que prestaran sus servicios en el desierto
de Atacama. Para las autoridades chilenas, el control de la frontera del Sama con
Perú se centró en el control del contrabando fronterizo y el cobro de derechos aduaneros
sobre los productos procedentes del sur peruano AHVD, vol. 132, folio 138, decreto n.° 127 de la Intendencia de Tacna, 28 de diciembre
de 1921.
El Tratado de Lima fue una oportunidad para ejercer un mayor control de la inmigración
terrestre que se venía discutiendo desde inicios de la década de 1920, especialmente
con el caso de la inmigración china. En julio de 1929, Perú y Chile firmaron un tratado
con el fin de resolver el problema fronterizo de Tacna y Arica, resultando en la división
del territorio en dos partes y estableciéndose la línea divisoria denominada Concordia.
En el mismo tratado, el artículo 9 señalaba que las partes contratantes celebrarían
un convenio de policía fronteriza para los territorios adyacentes a la línea divisoria,
y que dicho convenio debía entrar en vigor tan pronto el departamento de Tacna regresara
bajo la soberanía del Perú «Decreto n.° 110. Ordena el cumplimiento del Tratado celebrado entre los Gobiernos
de Chile y el Perú», promulgado el 28 julio de 1929, Ley Chile. Disponible en: https://bit.ly/3ZEsd1d.
«Ley n.° 4871», promulgada el 13 de agosto de 1930, Ley Chile. Disponible en: https://bit.ly/3MfDvGi.
Anterior a la implementación de este sistema de control fronterizo, la circulación
en los pasos fronterizos era habitual y sin mayores controles. Como señalaba el cónsul
chileno en Hong Kong, Arnaldo Astroza, recogiendo los datos proporcionados por el
intendente de la provincia de Tarapacá en 1925, en la región residían 3634 chinos
«de los cuales una parte considerable habrían entrado por la pampa de forma clandestina» ANA-MRREE, vol. 2470, sin folio, oficio n.° 40 del Consulado General de Chile en
Hong Kong, 18 de abril de 1925.
Sin embargo, fue la inmigración china a Bolivia la que generó mayor preocupación —y tensiones— de las autoridades locales y consulares en Hong Kong, pues el ingreso de ciudadanos chinos a ese país dependía de puertos chilenos, seguido por un traslado terrestre hasta territorio boliviano, principalmente a través del ferrocarril de Arica a La Paz que había sido inaugurado en el año 1913. El tratado de 1904 delimitó la frontera entre las dos naciones, la cual estaría demarcada por importantes geosímbolos naturales, como ríos, altas montañas y volcanes. El control de pasajeros se realizaba en las estaciones del ferrocarril; sin embargo, miles fueron las personas que transitaron desde los valles bolivianos atravesando el altiplano y los valles precordilleranos de Tarapacá, para llegar a la pampa salitrera.
El convenio internacional de tránsito entre estos dos países recién se implementó
en septiembre de 1937, centrado en pasajeros en tránsito, uno de los principales puntos
de conflicto entre las dos naciones. Según el artículo primero, el visado de pasaportes
en tránsito por territorios o puertos chilenos sería libre para los bolivianos y extranjeros
con destino o con procedencia de Bolivia, y chilenos o extranjeros en tránsito por
territorio boliviano con destino a Chile, luego de acreditar la identidad a través
de un pasaporte o salvoconducto
El tratado puso fin a una serie de controversias entre ambos países que se inició
principalmente en 1920 con el proyecto migratorio boliviano de atraer trabajadores
chinos a su territorio. Como se ha señalado anteriormente, durante estos años la política
chilena respecto a la inmigración china comenzó a endurecerse y varios representantes
de Chile en el extranjero, especialmente Francisco Rivas Vicuña a cargo de la Legación
chilena en Tokio, se sumarán a los esfuerzos para reducir al máximo las autorizaciones
otorgadas a ciudadanos chinos para emigrar a Chile. Será este diplomático quien advirtiera
al ministro de Relaciones Exteriores de que la migración china a Bolivia significaba
un importante retroceso al respecto. Posterior al establecimiento de relaciones diplomáticas
entre la República de China y Bolivia en 1919, el Gobierno de Bolivia había comenzado
a fomentar la inmigración china a través de sus cónsules en Asia. Rivas Vicuña estimaba
«esta determinación boliviana como un serio peligro para nosotros, siendo fuera de
duda que los emigrantes chinos, sabedores de las mejores condiciones de trabajo en
Chile no tardarán en abandonar las regiones del Altiplano para inundar nuestras salitreras» República de Chile, Ministerio de Relaciones Exteriores. Archivo General Histórico,
Santiago (MRREE-AGH), vol. 837, sin folio, oficio s/n de la Legación chilena en Tokio,
21 de abril de 1920.
Los esfuerzos de Rivas Vicuña como representante de Chile en Tokio para limitar el
número de pasaportes a territorio chileno generarían una serie de tensiones diplomáticas
entre Chile y Bolivia. En 1919 Rivas Vicuña había celebrado un acuerdo confidencial
con la compañía Toko Kisen Kaisha para que permitiera embarcar con destino a Chile
solo a personas que contaran con el pasaporte y visa emitidas por la Legación chilena
en Tokio MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 760, sin folio, oficio s/n de la Legación chilena
en Tokio, 14 de agosto de 1919.
MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 760, sin folio, oficio s/n de la Legación chilena
en Tokio, 9 de abril de 1919.
Ante dicho panorama, el cónsul boliviano decidió recurrir a otros cónsules chilenos
en China y Japón, especialmente a Edgardo Rojas Huneeus en Hong Kong y Arturo Larraín
en Yokohama (Japón), quienes según Rivas Vicuña se habían mostrado abiertos a otorgar
pasaportes con destino a Chile, contrario a sus esfuerzos y a los deseos del Ministerio
de Relaciones Exteriores. En el caso de la entrega de pasaportes en tránsito, Rivas
Vicuña señalaba que mientras él se había negado a dar estos permisos para Chile, en
mayo de 1920, numerosos chinos se habían embarcado al país con la autorización del
cónsul de Yokohama. Por esta razón solicitaba al ministro de Relaciones Exteriores
que prohibiera a los cónsules de Japón visar pasaportes chinos, y reiteraba la necesidad
de que el Gobierno chileno emitiera un reglamento especial para el resguardo de la
frontera terrestre, para que los chinos no ingresaran al país por el ferrocarril de
Arica o el de Antofagasta MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 828, sin folio, oficio s/n de la Legación chilena
en Tokio, 1 de junio de 1920.
En los siguientes años existirá consenso respecto a que la solicitud de visas en tránsito
para ingresar a Bolivia por parte de ciudadanos chinos era una excusa para quedarse
en las ciudades del norte de Chile. Así lo señalaba el ministro de Relaciones Exteriores,
Antonio Huneeus, de forma confidencial al cónsul de Chile en Japón en mayo de 1926:
«El Ministerio desconfía mucho de la veracidad de los chinos que solicitan pasaportes
de tránsito, pues su objeto, generalmente, es el de burlar a nuestras autoridades
policiales y quedarse en Chile» MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 1051B, sin folio, oficio n.° 3 del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 25 de mayo de 1926.
Íd.
Al parecer, las sospechas del ministro de Relaciones Exteriores no eran del todo erradas,
pues la Dirección General de Policía en diversas oportunidades recibió solicitudes
de chinos en tránsito para quedarse en el territorio. Así lo informaba su director
al ministro de Relaciones Exteriores, el cual comunicó que en febrero de 1927 habían
arribado al puerto de Arica once chinos con pasaportes otorgados por el cónsul chileno
en Yokohama, pero en tránsito a Bolivia. Sin embargo, cuatro de ellos habían solicitado
a las autoridades de Arica quedarse en el país, solicitud que fue negada, otorgándole
la opción de continuar su camino a Bolivia o regresar al país de origen MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 1074B, sin folio, oficio n.° 17 del Ministerio de
Relaciones Exteriores, 8 de febrero de 1927.
Otra de las estrategias que utilizaban los inmigrantes chinos para ingresar y quedarse
en el país —según el ministro de RREE— era ingresar a Bolivia y luego solicitar una
visa a Chile aduciendo que querían retornar a su país. Para los ministros, como Conrado
Ríos, los inmigrantes chinos llegaban a Bolivia «con el propósito de burlar nuestras
leyes de inmigración y luego poder venir a nuestro país» MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 271, sin folio, oficio n.° 7 del Ministerio de Relaciones
Exteriores, 21 marzo de 1927.
ANA-MRREE, vol. 2617, sin folio, oficio s/n de la Legación china en Santiago, 12
de abril de 1927.
En los casos en que el Gobierno chileno se vio impedido para rechazar las solicitudes
aprobadas por la cancillería boliviana en China, y con el fin de no ahondar en los
conflictos entre ambos países, se optó por aprobarlas, pero incrementando el control
de los recién llegados. El ministro de Relaciones Exteriores solicitó a los intendentes
de Tacna, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Valparaíso destinar recursos policiales
con el fin de vigilar a los inmigrantes chinos que desembarcaban en la ciudad con
pasaportes «en tránsito» hasta que efectivamente dejaran el país MRREE-AGH, Fondo Histórico, vol. 1051B, sin folio, oficio s/n del Ministerio de Relaciones
Exteriores, 23 de julio de 1926.
Chile, al igual que el resto de las naciones latinoamericanas, vio en la inmigración una posible solución para el desarrollo de la industria y la solución a la falta de trabajadores en áreas claves para la economía. Sin embargo, a diferencia de países como Perú o Bolivia en distintas épocas, nunca fomentó una política migratoria destinada a atraer migración asiática. Muy al contrario, diversas autoridades en el país y consulados en Asia impulsaron una serie de trabas burocráticas para desalentar la inmigración china a Chile, especialmente desde la década de 1920. La limitación de su ingreso se apoyaba en un discurso racista y antichino que se observaba en varias ciudades del país, visibilizado a través de numerosos artículos periodísticos y discursos políticos de la época.
Pese a este discurso antichino, el país nunca prohibió de manera explícita la inmigración china como sí lo hizo, por ejemplo, Perú. Existió una clara dicotomía entre el discurso diplomático oficial en la relación con China, que buscaba mantener lazos diplomáticos cordiales con un mercado importante para el salitre, y la extraoficial que apuntaba a impedir su ingreso en el país. Esta política se puede observar en una serie de restricciones que quedan de manifiesto en la correspondencia de carácter confidencial entre los diversos ministros de Relaciones Exteriores con autoridades locales —como el intendente de Tacna— o con los cónsules de Chile en el extranjero. En 1918, el Gobierno de Chile promulgó una ley que limitaba el ingreso de «elementos indeseables», que en su origen apuntaba a extranjeros condenados por delitos y a aquellos que alteraban el orden social y político. Sin embargo, observamos que en la década del 1920 lo indeseable se hace extensivo a los chinos por su condición racial.
Similar a lo sucedido en los Estados Unidos tras la implementación de la Ley de Exclusión China de 1882, el control del ingreso de este grupo de inmigrantes llevó al Gobierno chileno a establecer las primeras políticas de control migratorio de un grupo de extranjeros en particular, en especial en las fronteras terrestres, que hasta la década de 1920 eran permeables y flexibles. Así, el espacio fronterizo se transformó en un territorio en disputa diplomática a causa de la inmigración china y la falta de controles efectivos que permitían a estos extranjeros circular libremente entre Chile, Perú y Bolivia.
Los conflictos con Perú radicaban en acusaciones mutuas de permitir la circulación de inmigrantes chinos, y con ello dejar ingresar a inmigrantes «no deseados» a los respectivos territorios. Con Bolivia, la situación se tornó aún más tensa a nivel diplomático a partir del momento en que este país desarrolló relaciones con China y necesitó de los puertos chilenos para ingresar a la nación a decenas de inmigrantes chinos. Chile consideró que la inmigración china a Bolivia era una excusa de estos extranjeros para quedarse en el país, por lo que impidieron el ingreso y en diversas oportunidades el desembarco en los puertos chilenos de inmigrantes chinos con visa de tránsito a Bolivia. La circulación terrestre de chinos, también llamada «inmigración clandestina», generó una serie de tensiones diplomáticas entre Chile y los países vecinos que se intentaron resolver mediante acuerdos bilaterales relativamente tardíos —1929 para el Tratado de Lima con Perú y 1937 para la Convención Migratoria con Bolivia— mediante los que los tres países regularizaron sus protocolos de controles fronterizos. Sin embargo, se puede observar que, a lo largo del periodo estudiado, la inmigración se mantuvo en las provincias del norte de Chile y la comunidad china incrementó su presencia en las sociedades receptoras.
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