RESUMEN
Los años cincuenta se han propuesto como una década bisagra en la conformación de una cultura de oposición en el ámbito estudiantil. Es la década en la que progresivamente comienza a exhibirse el agotamiento de los marcos de socialización de la dictadura a medida que el estudiantado comienza a abrirse a nuevos lenguajes y actitudes desplegados en la recuperación y construcción de proyectos políticos y de transformación social alternativos. En ello el catolicismo actuó como pasarela a partir del magisterio de una intelectualidad crítica con el nacionalcatolicismo, dispuesta a recibir las innovaciones pastorales e intelectuales del catolicismo europeo. En este artículo tratamos de marcar la línea de aprendizajes y transferencias que incidieron en la construcción de una identidad católica propia en el mundo universitario, con vistas a la elaboración de nuevos horizontes colectivos que permitiesen superar el anquilosamiento cultural y el autoritarismo franquistas. Para ello nos servimos de los espacios en el que aquel diálogo fue posible, prestando especial atención al Servicio Universitario del Trabajo, como catalizador y radicalizador de las nuevas tendencias del catolicismo, dejando constancia de su papel en la articulación de una nueva izquierda en España, representado por el Frente de Liberación Popular. Podemos concluir que las innovaciones del catolicismo francés tuvieron un papel relevante en el desenvolvimiento de aquellas dinámicas, abriendo las puertas a comprender los fenómenos de transformación de la juventud universitaria española en un contexto europeo.
Palabras clave: Juventud universitaria; autocrítica; FLP; SUT; transferencias culturales.
ABSTRACT
The fifties usually propose as a hinge decade in shaping a culture of opposition in the university milieu. That decade marks the exhaustion of the socialization frameworks of the dictatorship, as the student body begins to open up to new languages and attitudes deployed in the recovery of alternative political and social transformation projects. Catholicism acted as a footbridge, which started at the teaching of an intellectual criticism towards National Catholicism, which was willing to receive the pastoral and cultural innovations from European Catholicism. In this article, we will try to mark the line of learnings and transferences that had a bearing on the construction of an own Catholic identity in the university world. That helped to the development of new collective horizons, which would allow students to overcome the cultural stagnation and Franco’s authoritarianism. Therefore, we will use the spaces in which that dialogue was possible. We will pay special attention to the University Labor Service, which acted as a catalyst and radicalizer of the new tendencies of Catholicism. In this sense, we will highlight its role in the articulation of a new left in Spain, which was represented by the Popular Liberation Front. We can conclude that the innovations of French Catholicism had a relevant role in the development of those dynamics, opening the doors to the understanding of Spanish university youth transformation in a European context.
Keywords: University youth; self-criticism; FLP; SUT; cultural transfers.
Hoy en día es difícil explicar la conformación de una oposición a la dictadura y comprender
los fenómenos sociales y culturales de democratización de la sociedad española durante
el franquismo sin atender a la centralidad que el catolicismo ejerció como espacio
de reflexión, compromiso y movilización para una parte importante de la ciudadanía.
Esta relación ha contribuido a la superación de una historiografía del catolicismo
meramente eclesial, abriendo un cauce por el que resituar y amplificar el interés
hacia sus redes organizativas e intelectuales, pero también a su complejo entramado
ideológico, otorgando cada vez mayor importancia a su influencia en la articulación
de identidades y culturas en cuanto mediadoras de la acción política y social[2]. Estos cambios y su presencia en el panorama historiográfico español deben mucho
al trabajo de autores como Feliciano Montero
Quizás, uno de los territorios más inexplorados a este respecto sea el de la movilización
estudiantil, en el que, pese a los numerosos estudios realizados, queda por esclarecer
la influencia que ejerció el catolicismo en la formación embrionaria de una conciencia
crítica
La historiografía europea y norteamericana ha ido avanzando considerablemente en los
ámbitos de socialización desplegados por el catolicismo en la segunda mitad del siglo
xx, especialmente en las décadas inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial. Dicho
conflicto supuso un profundo acelerador de tendencias que, a pesar de estar presentes
en los años de entreguerras, arrostraron una serie de procesos de modernización, estructuración
y aceptación de nuevos contenidos teológicos y una renovada espiritualidad de participación
y compromiso temporal, fundamental en el papel cada vez más destacado de los laicos.
Fue el empuje de determinados círculos intelectuales católicos, así como de la nouvelle théologie francesa, lo que ejerció, pese a las condenas vaticanas, una influencia decisiva a
nivel europeo pero también global, pudiendo establecer una línea de pensamiento que
partiría de Europa en los años cuarenta y cincuenta, con un influjo determinante en
el Concilio Vaticano II. En esos mismos años saltaría a América Latina, sentando las
bases de la nueva teología de la liberación de finales de los años sesenta, en un
intercambio recíproco de ideas e influencias a través de redes intelectuales tendidas
en viajes, conferencias o traducciones de libros Löwy (
En este sentido, el papel de las transferencias culturales revela la necesidad de
abordar el estudio del catolicismo desde una perspectiva transnacional Valga, como ejemplo, Rodríguez Lago y Núñez Bargueño ( McAdam y Rucht (
La conjunción de catolicismo en los procesos de politización universitaria y de recomposición
de una nueva izquierda ofrece un espacio de análisis recurrente en la historiografía
internacional, pudiéndose hablar de un religious turn que vendría a matizar, o quizás más bien a completar, el relato secularizador del
desarrollo sociopolítico europeo de posguerra
Para el análisis de dichas transferencias, de las que nos ocuparemos en la primera parte del artículo, debemos acudir a las fuentes que posibilitaron la recepción de nuevas ideas, plasmadas quizás de una manera indirecta, pero determinante en la adopción de nuevas pastorales con una carga profundamente social, y del desarrollo de una nueva relación con lo temporal mediante la exaltación del compromiso católico con el mundo moderno. Para ello situaremos la influencia de las nuevas tendencias del catolicismo francés en la intelectualidad de la autocrítica de los años cincuenta, que sirvió de correa de transmisión cultural hacia el estudiantado. Por tanto, prestaremos atención a los espacios de sociabilidad y editoriales, fundamentalmente revistas universitarias, en que se desenvolvió aquel magisterio entre 1947 y 1962, que proporcionó el estímulo para un catolicismo de recorridos más amplios y abiertos al exterior, con un contenido abiertamente crítico y sembrado de aventurismo social.
Dicha recepción, especialmente en el plano pastoral, pero también en el intelectual,
proporcionó pasarelas de reconfiguración espiritual y política para algunos de los
estudiantes de los años cincuenta, muchos de ellos participantes en el Servicio Universitario
del Trabajo (SUT) Carnicer (
Con todo, cabe aclarar que dichas lecturas y aprendizajes actuaron sobre una minoría
de intelectuales y estudiantes, lo cual, lejos de restar relevancia, determinó la
apertura hacia nuevas formas de espiritualidad y religiosidad, contribuyendo a sentar
las bases de ulteriores e importantes desarrollos, especialmente en el desenvolvimiento
del diálogo cristiano marxista en España. Por lo tanto, podemos decir que, pese a
su reducido número, ejercieron un papel fundamental en la conformación de las culturas
políticas de la izquierda antifranquista, siendo un capítulo de especial relevancia
para continuar indagando en esa «arqueología del pensamiento democrático» Muñoz Soro (
El avance de las fuerzas secularizadoras desde mediados del siglo xix adquirió una nueva dimensión ante el desarrollo de la sociedad de masas, a la cual
el catolicismo dio una respuesta no solamente defensiva, sino que a través del uso
de parámetros y recursos modernos se llevaron a cabo procesos de reestructuración
organizativa e ideológica dirigidos al mantenimiento de su influencia social y cultural Clark ( Fouilloux (
Por tanto, en Francia, durante el período de posguerra, se desarrolló una tendencia radicalmente novedosa dentro del catolicismo europeo, cuyos planteamientos no dejaban de apuntar a una revisión y una reconciliación del catolicismo con la modernidad desde varias dimensiones. La de una intelectualidad católica dispuesta a renovar su compromiso con el mundo moderno, la de unos nuevos métodos pastorales hacia las clases trabajadoras y la de una modernización teológica alineada para superar las restricciones de la filosofía y los dogmas escolásticos. Pese a las condenas vaticanas de la nouvelle théologie en 1950, la sanción a algunos de sus teólogos y el control de la experiencia de los sacerdotes obreros en 1954, su influencia fue decisiva en las líneas de renovación propuestas en el Concilio Vaticano II, hasta el punto de que los anteriormente censurados Chenu y Congar participaron activamente en sus debates y resoluciones. Con todo, el catolicismo francés actuó en el panorama europeo como irradiador de estas nuevas tendencias y, en este sentido, España, pese a su aparente enclaustramiento intelectual y cultural, no fue una excepción.
La recepción en España del personalismo comunitario de Mounier, de la renovada espiritualidad
de Foucauld o de la experiencia de Simone Weil y de los sacerdotes obreros surgió,
tal como expresó Alfonso Carlos Comín, «como una brizna de esperanza» Para la recepción de las transferencias culturales, ver Chaubert ( Para una historia del FLP, García Rico (
Dicho magisterio se configuró en torno a su participación en revistas universitarias,
conferencias y su presencia en espacios como colegios mayores, residencias o, más
concretamente, la iglesia de la Ciudad Universitaria de Madrid, pudiendo dibujar parte
del mapa de la sociabilidad universitaria durante los años cincuenta, década fundamental,
en tanto que bisagra, en el proceso de ruptura política y transformación social y
cultural del estudiantado durante el franquismo García Escudero, J. M., «La generación de los hermanos menores», Alférez, 8 (30 de septiembre de 1947), p. 8.
Larés, J., «Notas sobre un catolicismo universitario», El Ciervo, 24 (abril de 1954), p. 2.
Dichas tendencias comenzaron a perfilarse ya a finales de los años cuarenta en la
revista Alférez F. C. G., «España definidora», Alférez, 8 (30 de septiembre de 1947), p. 4.
Lira, O., «Reducción de Maritain», Alférez, 2 (31 de marzo de 1947), pp. 6-7. Una actitud parecida podemos encontrar en Díez Alegría,
J. M., «A propósito de Maritain», La Hora, 18 (4 de marzo de 1949), p. 1.
Esa actitud en Alférez, creada en 1947 por colegiales del Cisneros, fue acorde con la recopilación de textos
de autores como Berdiaeff, a quien Carlos París dedicó un panegírico apreciando el
utopismo y el encaje histórico del pensamiento cristiano del autor ruso París, C., «Berdiaeff», Alférez, 14-15 (30 de abril de 1948), p. 10.
Sopeña, F., «Misiones», Alférez, 8 (30 de septiembre de 1947), pp. 1-2. Continuará habiendo referencias a Foucauld
en otras revistas: Barjau, J. M., «Entre las masas: los “petits freres” del P. Foucauld»,
El Ciervo, 19 (noviembre de 1953), p. 3.
Castro, C., «Un libro de nuestra hora», Alférez, 7 (31 de agosto de 1947), p. 2. El mismo autor sería el encargado de traducir el libro
de De Lubac, El drama del humanismo ateo, en 1949.
En este sentido, hubo una cierta recepción de la teología del trabajo de Chenu Aunque su libro Pour une théologie du travail no se traduciría en España hasta 1960, sí que existió un interés por la obra de Chenu,
como demuestra la publicación de Espiritualidad del trabajo, en 1945, publicada originalmente en francés en 1941. Ver también las referencias al
artículo de Chenu en Esprit de enero de 1952, «Una teología del trabajo», El Ciervo, 5 (18 de marzo de 1952), p. 3
También en Condomines, F., «Jacques Leclrerq», El Ciervo, 4 (2 de febrero de 1952), p. 6.
S. a. (1955).
Si en el aspecto teológico la recepción francesa fue más bien circunstancial y, en
un plano más general, ampliamente condenada tras la sanción vaticana de 1950 Fernández de Carvajal, R., «Lecciones de José Antonio», Alférez, n.º 9-10 (octubre y noviembre de 1947), pp. 1-2.
Ver una recopilación de estos en De Llanos ( De Llanos, J. M., «Términos medios no, términos altos», La Hora, 49 (5 de marzo de 1950), p. 3. Ver también, De Llanos, J. M., «Iglesia y Revolución»,
La Hora, 24 (14 de abril de 1949), p. 12.
Alonso García, M., «En torno a nuestro catolicismo», Alcalá, 23-24 (10 de enero de 1953), pp. 15-16.
Esa nueva expresividad religiosa guardaba paralelismos con el engagement y el contenido anticapitalista y tercerista del personalismo comunitario de Mounier,
que facilitó, en algunos casos, una pasarela con posibilidades de identificación ética
y transformación política a la izquierda. Esto mismo reconoce el que sería miembro
fundador del Front Obrer de Catalunya (FOC) en Cataluña José Antonio González Casanova
en sus memorias, destacando, por otro lado, el poso espiritual y profundamente social
que le habían dejado los textos de José Antonio Primo de Rivera Jutglar, A. «El sentido de camino», El Ciervo, 74 (abril de 1959), 12; Jutglar, A. «Mounier, diez años después», El Ciervo, 83 (marzo de 1960), p. 13.
Entrevista a José Torreblanca realizada el 16 de junio de 2021.
De todos modos, fue en el plano pastoral en el que las soluciones fueron más claras
y con una influencia más apreciable de los fenómenos vividos al otro lado de los Pirineos.
La experiencia de los sacerdotes obreros La obra clásica para esta primera experiencia de sacerdotes obreros sigue siendo
la de Poulat ( La novela aparecerá reseñada en Churtichaga, J., «Iglesia y proletariado en París»,
Alcalá, 11 (25 de junio de 1952), pp. 10-11, y en «Los santos van al infierno», El Ciervo, 6 (20 de mayo de 1952), p. 1.
Testimonio de Eduardo Zorita, quien sería primer director nacional del SUT. AASUT,
2007-201311.
Como vemos, la recepción de dicha experiencia tuvo una influencia decisiva en la puesta
en marcha del SUT que deberíamos integrar en todo este recorrido de la autocrítica,
y que ensamblaría buena parte de las tres dimensiones de renovación católica en una
experiencia práctica y, a la postre, fundamental en el paso de muchos universitarios
católicos a una militancia antifranquista. El canal fue proporcionado, de una manera
considerable, por una intelectualidad con una presencia muy importante en el debate
público de la primera mitad de los cincuenta, favorecida por su proximidad a Ruiz
Giménez, a través de la participación habitual de algunos de sus representantes en
periódicos y publicaciones universitarias, pero también en otras más generalistas,
como las de Aranguren en El Correo Literario
El padre Llanos tuvo, como hemos ido viendo a lo largo del texto, una intensa presencia
e influencia en el mundo universitario desde mediados de los años cuarenta, alargando
su magisterio hasta bien entrados los años sesenta a través del paso de multitud de
jóvenes universitarios y universitarias por el Pozo del Tío Raimundo. Su tarea y su
espíritu lo aproximaban, según Comín, al abbé Pierre, como hombres de talante social
y comprometidos e identificados en la acción, asumiendo una autocrítica de lo que,
habitualmente, había pecado el intelectual y el universitario, para quienes la miseria
era «algo ajeno a nuestra existencia vivida» Comín, A. C., «Un poco de autocrítica», El Ciervo, 66 (junio de 1958), p. 7.
Esta experiencia, creada por el padre Llanos en 1950 e integrada en el Sindicato Español
Universitario (SEU) desde 1952, tuvo una influencia determinante en algunos de sus
participantes, que imbuidos en los discursos joseantonianos de justicia social y del
activismo de un catolicismo que se disponían a revitalizar, vieron decaer o, por lo
menos, comenzar a tambalearse, los muros del lenguaje oficial y triunfalista del régimen.
En este sentido, el contacto con el mundo de los trabajadores resultó decisivo para
un estudiantado proveniente, en su mayoría, de la burguesía vencedora y afín al régimen.
Aquellos universitarios y universitarias descubrirían en las minas, los campos o los
puertos del país no solo la dureza y las inconveniencias del trabajo manual, sino
también «una filosofía de la vida más auténtica con la realidad», como recuerda Herman
Pesqueira, quien el verano siguiente de su paso por el SUT, y no por casualidad, marcharía
a Toulouse a conocer de cerca el trabajo de los Hermanos de Jesús de Foucauld Entrevista a Herman Pesqueira, realizada el 17 de febrero de 2021.
En esa ruptura, la propia experiencia práctica en los campos de trabajo del SUT fue
tan determinante como el entronque continuo con una intelectualidad cuyo magisterio
continuó articulándose en seminarios, confe- rencias y publicaciones estudiantiles
como referencialidad en la toma de posturas cada vez más comprometidas con la cuestión
social. En este sentido, debemos insertar al SUT en el recorrido de la autocrítica
de los años cincuenta que, más allá de su talante intelectual, dispuso de otras experiencias
con una influencia igualmente central en el posterior desarrollo a nivel social y
político del catolicismo, como fueron la Juventud Obrera Cristiana (JOC) o la Hermandad
Obrera de Acción Católica (HOAC) entre el laicado, o las Vanguardias Obreras o los
primeros sacerdotes obreros en el ámbito clerical. De hecho, fue en el SUT donde se
llevaron a cabo las primeras experiencias de este tipo, a cuyos campos de trabajo
asistieron sacerdotes y seminaristas Santomé ( Santomé, G. Una tierra nueva. AASUT 1259-1958.
Pero más allá de eso, que exigiría un estudio aparte e igualmente necesario en el
reconocimiento de las dinámicas de transformación dentro del clero español más joven
desde los años cincuenta Benzo, M., «Por la teología en la Universidad», Alcalá, 5 (25 de marzo de 1952), s. p.
Aquel método constituía una línea de encuentro del catolicismo con las condiciones
materiales, arrastrando al plegamiento de los medios de apostolado más tradicionales Entrevista a Fernando Elena, realizada el día 20 de junio de 2021. «Encuesta sobre la situación social de los obreros en las empresas españolas», AASUT
1142-1956.
Ver Gaceta del SUT de Barcelona (febrero 1962), p. 9.
Se ha podido recuperar uno de sus números, SUT. Publicaciones del «centro de estudios», 4 (6 de febrero de 1962).
El SUT, por tanto, guardaba un componente formativo y organizativo que fue, por otro
lado, fundamental en los primeros años del FLP, posibilitando la utilización de espacios
oficiales para la realización de actividades y la amplificación de un pensamiento
crítico y radical en el terreno de lo social, como apunta Isidre Molas en su testimonio,
quien reconoce, además, la deuda con la corriente del catolicismo francés de izquierda
y con los «tenores» de una intelectualidad católica progresista Entrevista a Isidre Molas, realizada el 19 de febrero de 2021.
Madrid y Barcelona fueron los distritos donde la contestación universitaria germinó
antes, provocando que en 1956 y 1957 se manifestasen públicamente los primeros síntomas
de la animadversión hacia el autoritarismo del régimen y la absoluta falta de representatividad
del SEU. Aquellas movilizaciones, minoritarias, pero con una significación determinante
en el futuro de la movilización universitaria, provocaron un cambio de dirección de
la política del SEU hacia su progresiva despolitización y la apertura hacia una mayor
participación estudiantil. Esto permitió el aprovechamiento de las estructuras del
sindicato en los puestos electivos y en la realización de actividades, fundamentalmente
culturales, por parte de los estudiantes con una militancia antifranquista Entrevista a José Torreblanca, realizada el 16 de junio de 2021.
El testimonio de José Torreblanca nos permite reconstruir el modo en que se organizaron
aquellas conferencias, cuya transcripción correspondió a Juan Anlló, militante, igual
que el anterior, de la NIU, rama universitaria del FLP Fernández de Castro (
Este documento también es citado por José Torreblanca en su testimonio, quien confirma
el papel destacado jugado por Federico Sopeña y Jiménez Marañón, rector y vicerrector
de la parroquia universitaria de Madrid, en la organización de las conferencias. Fueron
ellos quienes se encargaron de hacer de intermediarios con personas de la talla de
Laín o Julián Marías para su participación en las jornadas, que serían organizadas
oficialmente por el SUT y financiadas, por tanto, por el SEU, que se encargaría de
editar e imprimir los cientos de folletos que se repartieron entre los universitarios Entrevista a José Torreblanca, realizada el 16 de junio de 2021.
Por su parte, la labor de transcripción de Juan Anlló nos ha permitido conocer el
contenido de buena parte de las conferencias. Además de Laín o Marías, las jornadas
contaron con intelectuales consolidados, como Aranguren, pero también con otros en
ascenso, como Ignacio Fernández de Castro. De todos modos, predominó la participación
de religiosos, como el padre Llanos, José María Díez Alegría, ambos ya en el Pozo
del Tío Raimundo, Tomás Malagón, consiliario por aquel entonces de la HOAC, o los
padres Giménez Marañón o Ricardo Alberdi, de la parroquia universitaria. La plantilla
de conferenciantes muestra los espacios fundamentales desde donde se promovió la autocrítica
del catolicismo en los años cincuenta, pero también la continuidad de una nómina de
autores que ya habían participado en otros encuentros, como los cursos de verano de
la UIMP o las Conversaciones Católicas de Gredos. Algunos de ellos estaban en los
márgenes del régimen, como Julián Marías, y otros habían sido ya avisados por sus
pronunciamientos públicos, como le había ocurrido al padre Díez Alegría Entrevista a José Torreblanca, realizada el 16 de junio de 2021.
Las obras de este autor serán ampliamente leídas y sus artículos en Índice, con la que colaboraría desde enero de 1960 Fernández de Castro, I., «Hombres y máquinas», Índice, 133 (enero de 1960), p. 11.
Fernández de Castro, I., «Reforma planificada», 24, 19 (octubre-noviembre de 1961), p. 9.
Aumente, J., «Teoría sobre la revolución», Índice, 132 (diciembre de 1959), p. 11.
Aquella conferencia, que continuaba con lo ya expuesto en Del paternalismo a la justicia social, editado por Euroamérica en 1956, articulaba de una manera clara y concisa una crítica
moral y económica del orden liberal-capitalista, en tanto que la asunción de los derechos
del hombre como base jurídica desplazaba las necesidades materiales a un plano secundario,
asumiendo y legitimando las situaciones de desigualdad e injusticia social. Por ello,
exponía que aquellas necesidades debían ocupar el centro de la ordenación jurídica
y social, garantizando el acceso a todos los hombres de los bienes necesarios para
superar su natural condición de indigencia, esgrimiendo la naturaleza redentora del
cristianismo, al que va aproximando de manera cautelosa, pero evidente, al marxismo.
De este, sin embargo, rechaza su exclusivismo materialista y la dictadura del proletariado,
cuyos límites habían quedado de manifiesto en el aplastamiento de las revueltas en
Hungría y Polonia de 1956, negando la libertad individual y, por tanto, el desarrollo
integral de la sociedad. Su acercamiento al marxismo lo aproxima a las posturas de
una nueva izquierda de base cristiana y con una fuerte influencia de los planteamientos
de Mounier en la medida en que apuesta por la postura revolucionaria del catolicismo
como proyecto de emancipación política y social, situándolo como una tercera vía entre
liberalismo y comunismo Fernández de Castro, I. «Propiedad y hambre». AASUT 1207-195802.
Con todo, Ignacio Fernández de Castro será uno de los ideólogos, junto a José Aumente
y Jesús Ibañez, del recién creado FLP, en el que la influencia de Mounier será decisiva,
como reconocen las memorias de sus primeros militantes. Su mayor difusor fue Alfonso
Carlos Comín, quien, entre otras cosas, impartiría una charla en 1961 en la Facultad
de Filosofía y Letras de Barcelona con un título bastante significativo: «Presencia
de Emmanuel Mounier: respuesta al integrismo y presencia revolucionaria» Entrevista a Isidre Molas, realizada el 19 de febrero de 2021. Esto mismo es lo que
plantea el que fuera también miembro del FLP en el País Vasco, José Ramón Recalde,
en sus memorias (
No resulta extraño, pues, que las referencias a Mounier sean moneda corriente en las publicaciones del SUT, especialmente en su boletín nacional editado entre 1960 y 1961 por los también militantes del FLP, Vázquez Montalbán y Ricardo Gómez Muñoz, amplificando las transferencias del progresismo católico francés en el mundo universitario.
Si decimos que las publicaciones del SUT tuvieron un efecto amplificador es porque
estas, pese a que contaban con un público reducido y su alcance se limitaba, casi
exclusivamente, al ámbito universitario, pudieron ejercer de punto de contacto con
autores e ideas para universitarios y universitarias que no participasen en las actividades
del SUT. La documentación nos ha permitido analizar la difusión de dichas publicaciones
en el distrito de Cataluña y Baleares, donde se editó una Gaceta del SUT propia entre 1961 y 1962, período de fortalecimiento del SUT a nivel de distritos,
con un aumento considerable en la realización actividades y publicación de revistas
propias en Valencia, Granada o Santiago. Con todo, teniendo en cuenta los datos aportados
por las listas del distrito barcelonés, vemos que se repartieron a prácticamente todas
las facultades, con una presencia mayor en las facultades con mayor movilización,
es decir, Filosofía y Letras y Derecho. En total, estaban suscritos a la revista,
que era repartida gratuitamente, un total de 307 estudiantes, a los que había que
sumar otros 43 entre intelectuales y artistas, como Gabriel Celaya, Enrique Ruiz García,
Aranguren, Dionisio Ridruejo o Alfonso Sastre, mostrando el mantenimiento de un contacto
con quienes, de alguna manera, habían ejercido o seguían ejerciendo de maestros Listas de distribución de la Gaceta del SUT de Barcelona. Archivo personal de María Rosa Boada.
Jefatura Nacional del SEU. Memoria del curso 1957-58. Madrid: Departamento Nacional de Información Universitaria, p. 271.
El boletín nacional, titulado según los números SUT o Gaceta del SUT, se publicó periódicamente cada quince días, con una numeración de páginas continua,
y fue pensado, al menos inicialmente, como demuestra el subtítulo de su primer número,
como un «Boletín de textos de interés para nuestros seminarios sociales» que buscaba
«orientar socialmente a los universitarios que viven la experiencia del SUT» sin imponer
«una orientación ni un compromiso determinado» SUT, 1 (19 de marzo de 1960), p. 1.
«Sobre el compromiso», SUT, 1 (19 de marzo de 1960), 1; «Actuación de un cristiano», SUT, 16 (4 de noviembre de 1960), p. 63.
«Examen de conciencia para nuestro tiempo (sobre los universitarios)», SUT, 1 (g19 de marzo de 1960), p. 3; «Examen de conciencia para nuestro tiempo (sobre los
patronos)», SUT, 2 (2 de abril de 1960), p. 6.
SUT, 2 (2 de abril de 1960), 2; Gaceta del SUT, 14 (13 de agosto de 1960), p. 59.
Este último escribirá un artículo en el que arremetía contra la caridad y lo que denominaba
una «moral de situación», abogando por una actitud de compromiso cuyo motor se encuentra
expresamente en el Evangelio Vázquez Montalbán, M., «Las posturas insuficientes», Gaceta del SUT, 6 (4 de junio de 1960), p. 21.
«Un albergue del SUT», Gaceta del SUT, 11 (1960), p. 47.
Con todo, Ricardo Gómez Muñoz, que ocuparía la secretaría del SUT entre mayo 1961
y abril de 1962, estaba también presente, junto al felipista catalán Pedro Sariola,
en el consejo de redacción de la revista de ingenieros Arista, aprovechada en aquellos años igualmente como órgano de expresión del FLP. No es extraño
que sus contenidos muestren una evidente proximidad con los del boletín del SUT, siendo
especialmente relevante los reportajes que realiza José María Vegara, miembro del
FOC, sobre la misión obrera francesa Vegara. J. M., «Reportaje», Arista, 24 (enero de 1961), p. 18.
Vegara, J. M., «Informe: Economía y Humanismo», Arista, 26 (abril de 1961), p. 2.
Bermejo, R., «El P. Viau. Una ventana abierta a la esperanza», Arista, 28 (enero de 1962), p. 2.
La actividad de Gómez Muñoz y de buena parte de los felipistas dentro del SUT terminó
con la llegada a la jefatura nacional del SEU de Martín Villa, que colocó a un hombre
de su confianza, Enrique Calonge, en la dirección del SUT Las autoridades eran conscientes de la infiltración de militantes del FLP en el SUT,
como demuestra el informe realizado desde la Dirección General de Seguridad sobre
la organización antifranquista a raíz de la detención de una parte de su militancia
en 1962. Boletín de la DGS, 6 de abril de 1962. AHN. FC_Mº_INTERIOR-EXP_POLIC,Exp.53103H. Agradezco a Guillermo
Sáez Aznar la referencia.
Entrevista a Félix Rodríguez Prendes, realizada el 11 de junio de 2021.
No podemos obviar, por lo tanto, las fuentes e inspiraciones de naturaleza transnacional
que contribuyeron al desarrollo de una nueva izquierda durante la España franquista,
con una destacada y reconocida aportación del estudiantado universitario. Dichas transferencias
abren las puertas a situar la evolución del pensamiento político de la juventud española
en un marco europeo, analizando la mediación del cuerpo de ideas y referencias internacionales
en el contexto nacional y cultural español de los años cincuenta y sesenta. En este
sentido, la recepción de aquellas se realizó a través de procesos de recepción, apropiación
y contextualización, partiendo de las culturas políticas y tradiciones históricas
propias, devolviendo al marco nacional como espacio en el que complejizar y explicar
los fenómenos transnacionales de intercambio cultural
Una primera observación a partir de lo dicho supone el reconocimiento de las particularidades
en el despliegue intelectual y político de la nueva izquierda, que no fue, ni mucho
menos, un fenómeno unívoco ni uniforme Una idea planteada para el caso alemán por Bebnowski (
En ello, como hemos venido defendiendo, fue esencial el magisterio de una determinada intelectualidad que, galvanizada con el sustrato del falangismo radical y sus ideas de justicia social, fue capaz de articular una religiosidad combativa, participativa y abierta a su reactualización en el ámbito social y pastoral. Este fue, precisamente, el suelo local sobre el que pudieron recibirse algunas de las nuevas tendencias del catolicismo francés, rechazando, por supuesto, los contactos iniciados en algunos casos con el marxismo, pero acogiendo con entusiasmo la originalidad y la adecuación de algunas de sus líneas a las expectativas proyectadas por la autocrítica religiosa de los años cincuenta. Cumplieron, por tanto, el papel de mediadores y recontextualizadores de aquellos nuevos planteamientos teológicos, intelectuales y pastorales, desplegando su labor a través de su participación activa en revistas universitarias, seminarios, conferencias y otras actividades culturales. Fueron esos espacios los que posibilitaron un diálogo intergeneracional, aportando a la juventud universitaria más inquieta una continuidad semántica y referencial en su camino hacia nuevas oportunidades de participación y horizontes políticos que el régimen les estaba negando.
Las obras de Aranguren o Laín, las homilías de Federico Sopeña en la iglesia de la Ciudad Universitaria o los experimentos sociales del padre Llanos jugaron un papel fundamental en el trazo de los contornos de una religiosidad más sensible en lo social, abierta al diálogo con el exterior y la confrontación con la realidad. Uno de aquellos experimentos fue el SUT, que influido por el interclasismo y el obrerismo falangistas tanto como por las nuevas pastorales venidas de Francia, se convirtió en un espacio práctico de socialización de un catolicismo alternativo, desplegando una aptitud de análisis sociológico como herramienta de comprensión y transformación. Podemos decir que esa lectura racional y científica de la cuestión social estimuló la adopción de compromisos que fueron trascendiendo su naturaleza moral para producirse en el terreno de lo social y lo político.
No es extraño, por tanto, que un número considerable de estudiantes que pasaron por el SUT formasen parte del primer equipo o recabasen en las filas del FLP, organización que aprovechó el marco socializador y organizativo del servicio para sus propios fines, pudiendo subrayar la importancia de las actividades de voluntariado universitarias en el encuadramiento, socialización y el desarrollo del antifranquismo en el mundo universitario. Todo ello nos permite situar de una manera más precisa al servicio creado por el padre Llanos, que gracias a una cierta autonomía, especialmente entre 1957 y 1962, y resguardada de la censura por su pertenencia al SEU, sus conferencias y publicaciones sirvieron de espacios amplificadores de la radicalización de las posturas más aperturistas del catolicismo dentro del mundo universitario. La participación habitual en las mismas de Fernández de Castro o José Aumente fueron posibles gracias a la presencia de militantes del FLP dentro del SUT. Algunos de ellos, como Juan Anlló, de hecho colaboraron en la revista Praxis, el primer intento editorial por conjugar cristianismo y marxismo, teniendo, como era de esperar, un recorrido corto pero significativo en la evolución ideológica y cultural de la nueva izquierda en España.
Aquel diálogo iba a tener una continuidad a lo largo de los años sesenta. Hemos de
señalar que, no por casualidad, fue llevada a cabo, entre otros, por algunos de los
estudiantes que pasaron por el SUT, como fue el caso de Comín o Joan García Nieto
o uno de los habituales de la iglesia de la Ciudad Universitaria, Jesús Aguirre. El
contacto de este con la nueva teología alemana en Hamburgo y, en especial con la mística
utópica de Rahner, de quien fue su traductor al castellano, fue fundamental en la
elaboración de nuevos marcos teóricos y teológicos. De hecho, fue Aguirre quien editó
en Alianza el libro Cristianos y marxistas. Los problemas de un diálogo, en el que participaron el propio Rahner junto a otro importante teólogo alemán, Johann
Baptist Metz, e intelectuales marxistas, como Louis Althusser o Manuel Sacristán Aguirre (
Vemos, en definitiva, la importancia del papel de las transferencias culturales en el marco del desarrollo de las experiencias de renovación católica que se prolongaron hasta los años setenta, pudiendo englobarlas dentro del marco de intercambios transnacionales desde el cual se vienen a explicar las convergencias y relaciones de las movilizaciones sociales de los años sesenta. Esta es una vía que no solo permite trazar el recorrido de las ideas en un contexto global, sino que ayuda a precisar su difusión y su desenvolvimiento en unos espacios individualizados con unas determinadas particularidades. Resituar la experiencia española en dicho marco de análisis supone problematizar las narrativas que, tradicionalmente, han desatendido los espacios anómalos a las democracias occidentales, permitiéndonos profundizar en los recorridos, recepciones y recontextualizaciones de las ideas como vía de estudio de la naturaleza transnacional de las protestas de la segunda mitad del siglo xx.
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