Cuando parecía que había dicho prácticamente todo sobre Carl Schmitt, el schmittólogo Jerónimo Molina (Universidad de Murcia), acompañado esta vez por el profesor español afincado en Chile José Díaz Nieva (Universidad Santo Tomás), vuelve a sorprendernos y presenta un nuevo ejemplar a su ya larga producción sobre el Maquiavelo alemán. Se trata de una completísima bibliografía en español sobre Carl Schmitt. En palabras de los autores, es «un libro denso y compacto» que da fe de los libros, artículos, correspondencia y entrevistas de Schmitt en nuestra lengua; y, asimismo, referencia, como fuentes secundarias y terciarias, los libros, artículos, reseñas, noticias de prensa, actas de congresos, prefacios, epílogos, memorias universitarias, recensiones, novelas, dietarios e —incluso— obituarios sobre Schmitt que han visto la luz en España e Hispanoamérica. Los textos referenciados se cuentan por centenares. El material schmittiano recopilado, simplemente, abruma al lector. Pero, en todo caso, se justifica la labor emprendida habida cuenta de que se produce un libro sobre Schmitt cada dos semanas.
Mas si no fuese suficiente con lo anterior, esta Bibliografía panhispánica de Carl Schmitt (1926-2022) viene acompaña de un «prefacio para franceses» (Alain de Benoist), un «prólogo para españoles (de los dos hemisferios)» (José Díaz Nieva y Jerónimo Molina), un «epílogo para argentinos con unas apostillas iberoaméricas» (Pablo Anzaldi), un «epílogo para italianos» (Carlo Gambescia) y un «epílogo para alemanes» (Günter Maschke). Textos que complementan y enriquecen la bibliografía. Y, precisamente por su alto valor, merecen ser comentadas un par de cuestiones allí vertidas.
Jerónimo Molina (Contra el «mito Carl Schmitt», Ediciones Espuela de Plata, Sevilla, 2019) y Miguel Saralegui (Carl Schmitt pensador español, Trotta, Madrid, 2016) han puesto de manifiesto la íntima conexión vital entre Carl Schmitt y España. Según el último, «Schmitt debe ser considerado español por un motivo muy sencillo: su familia lo es. Siempre manifestó su entusiasmo ante la españolidad de su descendencia» (Saralegui, 2016: 12). Además, el autor alemán empleó a Donoso en sus análisis, amén de su aprecio por Quevedo y otros escritores españoles. Pero ¿justifica esto que haya de ser considerado un pensador exclusivamente hispano?
En su epílogo, Carlo Gambescia sostiene que Schmitt es, en verdad, un «pensador italiano, mediterráneo». Soporta su tesis en que el autor germano «es muy apreciado en Italia, país Mediterráneo y, en cierto modo y por antonomasia, el Sur de Europa». Schmitt tuvo discípulos italianos de todas las tendencias. Desde los comunistas que lo rescataron para su causa en los años sesenta y setenta del pasado siglo hasta la derecha, pasando por autores «centrados», como pueda ser Bobbio, con los que Schmitt mantuvo correspondencia. Pero más allá de lo meramente biográfico, Gambescia apunta que Carl Schmitt es un «pensador italiano» porque la pretensión de dominar la irracionalidad humana partiendo de que esta es un hecho es característica común a Maquiavelo, Vico, Ferrari y Miglio, o sea, es la nota compartida por los grandes realistas políticos del país de Dante. El realismo político italiano parte, según Gasmbescia, de que el hombre es un ser racional pero también irracional y, por consiguiente, dicho realismo trata dominar la irracionalidad desde la razón. El criterio de lo político schmittiano, con su distinción entre amigos y enemigos, sería un intento de racionalizar lo irracional (violencia). Mas ¿justifica esto que Schmitt haya de ser considerado un pensador italiano?
Respondamos a nuestra primera pregunta. «La obra de Carl Schmitt, evoca García-Pelayo, ha tenido no solo la primera, sino también la más extensa acogida y difusión» en España (García-Pelayo, 2019: 489). Carl Schmitt nos visita por vez primera en 1929. Asiste a una corrida de toros y queda fascinado. De la mano de esta vivencia, su nombre empieza a sonar en España por mediación de Eugenio D’Ors y de Nicolás Pérez Serrano. Sus libros se traducen al español por autores «de izquierdas». Sánchez Sarto traduce Der Hüter der Verfassung (El defensor de la Constitución) el mismo año de su publicación en alemán (1931). Tres años más tarde, en 1934, Francisco Ayala hace lo propio con la Teoría de la Constitución; epocal obra que ha sido decisiva en la formación de constitucionalistas españoles e hispanoamericanos[1].
Esta buena recepción española de Schmitt, empero, cambia en 1934. Recuérdese que el
autor germano, nada más llegar Hitler al poder en 1933, se afilia al NSDAP. Desde
ese momento, y durante dos años y medio, Carl Schmitt deviene un intelectual comprometido.
Un mes después de la noche de los cuchillos largos, en Der Führer schützt das Recht, justifica la matanza ordenada por Hitler en contra de las SA y de los leales a Röhm.
Esta conversión en «jurista de cámara del nacionalsocialismo» (Gurian) hace que los
profesores españoles tomen distancia. Pérez Serrano, que había traducido la tercera
edición de El concepto de lo político, la guarda en un cajón Finalmente, esta obra —El concepto de lo político, edición de 1933— fue traducida por Francisco Javier Conde bajo el título El concepto de la política (Estudios políticos, Cultura Española, Madrid, 1941). La traducción de Conde fue clave, pues puso este
clásico político a disposición del público español e hispanoamericano durante varias
décadas hasta, finalmente, ser desplazada por la (mejorable) edición de Rafael Agapito
para Alianza Editorial (1991).
Sin embargo, Schmitt no iba a permanecer mucho en el olvido. Jóvenes profesores, como
Francisco Javier Conde o Manuel García-Pelayo, que habían hecho estancias con él en
1934 y 1936, respectivamente, pronto lo rescatan. Así que tras la guerra, en el Instituto
de Estudios Políticos y en la Revista de Estudios Políticos, Schmitt continuó sonando, sobre todo en la época de Conde como director (1948-1956).
Olimpia Begué Cantón, alumna del Instituto durante esa época, recuerda que García-Pelayo,
un derrotado de la guerra rescatado por Conde para la Secretaría del Instituto, insistía,
una y otra vez, en «la utilidad de las categorías schmittianas» para analizar la realidad
política: la vinculación entre teoría política e historia, la autonomía de lo política
respecto de otros órdenes, la importancia del pensamiento racional para dominar la
irracionalidad —siempre presente en la realidad política— y descubrir su lógica, etc.
(
Tras la instauración de la democracia en 1978, Schmitt siguió y sigue sonando en la academia y periódicos españoles. Desde hace cuarenta años, no hay publicación en la que no se cite al maestro alemán. Esto prueba, como acertadamente sostienen los autores de la bibliografía, que la relación de Schmitt con nuestro país «no es una simple aventura o una experiencia pasajera o aislada», pues «abundan los estudios y las referencias a su influencia sobre el pensamiento jurídico y político español, que es inmensa y continua, con modulaciones, desde hace casi cien años».
¿Pero la conexión entre Schmitt y España, su patria por elección, según él mismo confesó, justifica que pueda ser considerado un «pensador (solo) español»? En su epílogo, Maschke no tiene dudas. Asevera que, «en la historia del pensamiento político alemán, Schmitt es… ¡un cuerpo extraño!». El Maquiavelo germano, según Maschke, no tiene precursores germanos: Hobbes es inglés, Bodino francés, Donoso español, etc. Ergo, concluye, Schmitt no es un pensador alemán. Mas esta tesis, creemos, no es acertada. Schmitt, como argumenta Alain de Benoist en el prefacio, sí es un pensador alemán. Un autor muy ligado vitalmente a España y a Italia, pero un autor profundamente germano. Alemania no deja de estar presente ni en su mente ni en sus escritos. Ni Romanticismo político (1919) ni la Teoría de la Constitución (1928) ni su Defensor de la Constitución (1931), entre otros, pueden entenderse sin la preocupación continua y constante por la realidad política alemana en su pensamiento. Ahora bien, sus análisis sobre el parlamentarismo, el liberalismo, la teología política, la política como realidad autónoma, etc., son aplicables universalmente y, en este sentido, Carl Schmitt es un pensador europeo universal.
Por idénticas razones, debe rechazarse la tesis de Gambescia. Postura, por lo demás,
que pretende otorgar la nacionalidad italiana a todo realista político. Pues si lo
que determina la italianidad de un pensador es su intento de racionalizar lo irracional
a partir del reconocimiento de su existencia, habría que concluir, por ejemplo, que
un nacionalista alemán, como Hermann Heller, es italiano o que un patriota español,
como García-Pelayo, también lo es. Eso sí, siguiendo a Gambescia, no habría duda de
que Mussolini fue el mayor realista político italiano de la historia, porque nadie
como él supo explotar racionalmente el mito, es decir, lo irracional, creando nuevos
mitos El fundador del fascismo clamaba orgulloso, el 24 octubre de 1922, que había creado
un gran mito, la nación: «Noi abbiamo creato il nostro mito. Il mito è una fede, è
una passione. Non è necessario che sia una realtà. È una realtà nel fatto che è un
pungolo, che è una speranza, che è fede, che è coraggio. Il nostro mito è la Nazione,
il nostro mito è la grandezza della Nazione!». Schmitt se maravillaba ante la creación
de este mito mussoliniano y concluía que «la energía de lo nacional es mayor que el
mito de la lucha de clases», puesto que «los mitos más fuertes reposan en lo nacional»
(
En su libro sobre el proceso constituyente de 1977-78, el profesor Carlos Ollero
dice que Schmitt es un autor no muy democrático (
Por nuestra parte, quizá por deformación profesional, creemos que el Schmitt de Weimar
es el mejor. El «Kronjurist de Weimar» ( En una carta de 1982 enviada desde el Tribunal Constitucional, García-Pelayo reconoce
a Schmitt: «He seguido constantemente su pensamiento y he contribuido a transmitirlo
en Iberoamérica en cuyas universidades he sido profesor durante varios años. Gracias
a la utilización de su doctrina sobre el caso excepcional y a la función del presidente
de la República como defensor de la Constitución, he podido contribuir —en la medida
que es dable al dictamen de un jurista— a consolidar, creo que definitivamente, una
Constitución democrática en un país hispanoamericano» (
En 1953, evoca Benoist en su prefacio, había apenas una quincena de libros sobre Schmitt.
Era considerado autor maldito, una mente peligrosa, que era mejor olvidar. Sin embargo,
la obra de Schmitt se ha acabado imponiendo por sí misma con el paso de los años,
pues sus respuestas tienen «validez más allá de las circunstancias concretas que la[s]
motivaron» (
Por consiguiente, la labor emprendida por José Díaz Nieva y Jerónimo Molina en esta Bibliografía panhispánica de Carl Schmitt (1926-2022) es de agradecer. Se trata, nos dicen, de «la primera en su género publicada en español». Y, desde el momento mismo de su publicación, no podrá ser ignorada por ningún estudioso serio. Esperamos, con ellos, que esta obra robustezca —más aún— e impulse los estudios hispanos sobre Carl Schmitt.
* * *
La abrumadora cantidad de referencias de la presente publicación evidencia que, allá
donde se halle, Schmitt puede estar tranquilo. Ya sean libros elogiosos o ataques
feroces hacia él y su obra, sonreirá. Siempre tuvo claro que «es mejor ser criticado
que simplemente no ser» (
[1] |
Sin perjudico de que, dos años antes, Pérez Serrano hubiese empleado la Verfassungslehre schmittiana en su genial comentario a la Constitución de 1931. Desde la primera a
la última página, el libro La Constitución española: antecedentes, texto, comentarios está permeado por la Teoría de la Constitución de Carl Schmitt. Se ve en la definición de la constitución como «un acto de soberanía,
una decisión política unitaria y suprema, acordada por el Pueblo» ( |
[2] |
Finalmente, esta obra —El concepto de lo político, edición de 1933— fue traducida por Francisco Javier Conde bajo el título El concepto de la política (Estudios políticos, Cultura Española, Madrid, 1941). La traducción de Conde fue clave, pues puso este clásico político a disposición del público español e hispanoamericano durante varias décadas hasta, finalmente, ser desplazada por la (mejorable) edición de Rafael Agapito para Alianza Editorial (1991). |
[3] |
El fundador del fascismo clamaba orgulloso, el 24 octubre de 1922, que había creado
un gran mito, la nación: «Noi abbiamo creato il nostro mito. Il mito è una fede, è
una passione. Non è necessario che sia una realtà. È una realtà nel fatto che è un
pungolo, che è una speranza, che è fede, che è coraggio. Il nostro mito è la Nazione,
il nostro mito è la grandezza della Nazione!». Schmitt se maravillaba ante la creación
de este mito mussoliniano y concluía que «la energía de lo nacional es mayor que el
mito de la lucha de clases», puesto que «los mitos más fuertes reposan en lo nacional»
( |
[4] |
En una carta de 1982 enviada desde el Tribunal Constitucional, García-Pelayo reconoce
a Schmitt: «He seguido constantemente su pensamiento y he contribuido a transmitirlo
en Iberoamérica en cuyas universidades he sido profesor durante varios años. Gracias
a la utilización de su doctrina sobre el caso excepcional y a la función del presidente
de la República como defensor de la Constitución, he podido contribuir —en la medida
que es dable al dictamen de un jurista— a consolidar, creo que definitivamente, una
Constitución democrática en un país hispanoamericano» ( |
Begué Cantón, O. (2000). Perfil y memoria de García-Pelayo. En E. García de Enterría. Constitución y constitucionalismo hoy (pp. 55-62). Caracas: Fundación Manuel García-Pelayo. |
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García-Pelayo, M. (2019). Epílogo. En C. Schmitt. Teoría de la Constitución (pp. 489-494). Madrid: Alianza. |
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Molina Cano, J. (2009). Sombra y fama de Carl Schmitt en España. Razón Española, 155, 271-301. |
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Molina Cano, J. (2019). Contra el «mito Carl Schmitt». Sevilla: Espuela de Plata. |
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Ollero, C. (1986). Derecho y teoría política en el proceso constituyente español. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales. |
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Pérez Serrano, N. (1932). La Constitución española. Madrid: Revista de Derecho Privado. |
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Saralegui, M. (2016). Carl Schmitt pensador español. Madrid: Trotta. |
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Schmitt, C. (1990). Sobre el parlamentarismo. Madrid: Tecnos. |
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Schmitt, C. (2019). Teoría de la Constitución. Madrid: Alianza Editorial. |
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Serra Giménez, F. (2016). Carl Schmitt, «teórico» de la Constitución de Weimar. Pensamiento, 72, 501-521. Disponible en: https://doi.org/10.14422/pen.v72.i272.y2016.003. |