RESUMEN

El carácter revolucionario de los comienzos de la democratización lusa generó una compleja identificación de los sectores de centroderecha más o menos próximos a la dictadura con la nueva etapa que vivía el país. Inicialmente, estos sectores bascularon entre un relato favorable al cambio político, apoyando por ello al Movimento das Forças Armadas (MFA) —verdadero tutor del proceso—, y las críticas a la deriva izquierdista en los momentos de mayor agitación. La llegada del Verão Quente de 1975 supuso la ruptura del democristiano Centro Democrático Social con el MFA y su proyecto político, adoptando en adelante un discurso disidente. Discurso al que se sumaría el Partido Popular Democrático inmersos ya en la etapa posrevolucionaria, en un contexto convergente con el modelo europeo occidental que motivaría un cuestionamiento de la revolución a través de una memoria crítica del pasado reciente.

Palabras clave: Memoria; Revolución de los Claveles; derecha.

ABSTRACT

The disruptive nature of the beginnings of Portuguese democratization generated a complex identification of the centre-right sectors somewhat close to the dictatorship with the new stage of the country. These sectors swung initially between a narrative favorable to political change in general, thereby supporting the Movimento das Forças Armadas (MFA) —the real guardian of the process—, with criticism of the leftist drift in moments of greatest revolutionary agitation. The arrival of the Verão Quente of 1975 meant the break between the Christian democrat Centro Democrático Social and the MFA and its political project, adopting a dissident discourse from then on. This discourse was joined by the Partido Popular Democrático in the post-revolutionary stage, in a context of convergence with the Western European pattern that would motivate a questioning of the revolution through a critical memory of the recent past.

Keywords: Memory; Carnation Revolution; right parties.

Cómo citar este artículo / Citation: Sabater Navarro, G. (2025). El proceso revolucionario y el centroderecha portugués: entre la adhesión y la disidencia. Revista de Estudios Políticos, 207, 89-‍117. doi: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.207.03

I. INTRODUCCIÓN[Subir]

La Revolución de los Claveles, momento fundacional de la democracia portuguesa, sigue constituyendo hoy día, cumplidos cincuenta años de su comienzo, el ejemplo paradigmático de la caída de un régimen autoritario y colonial de décadas en cuestión de horas, constituyendo el primer eslabón de una nueva ola democrática —la tercera según Huntington (Huntington, S. P. (1994). La tercera ola. La democratización a finales del siglo xx. Barcelona: Paidós. ‍1994)— que se extendería en años posteriores por el sur europeo, América e, incluso, el continente asiático.

La mitificación de la última experiencia revolucionaria acontecida en el viejo continente ha sido un proceso natural, además de constituir la celebración oficial del regreso de la democracia en Portugal, conmemorada cada año con la implicación decidida de todos los cuerpos del Estado y buena parte de los movimientos sociales lusos, así como no pocos ciudadanos. Sin embargo, la memoria del 25 de Abril no está exenta de distintas interpretaciones e, incluso, de recientes polémicas revisionistas de la misma forma que otros momentos de la historia portuguesa que resultan incluso más problemáticos, como el salazarismo o la guerra colonial, siendo por ello el Processo Revolucionário em Curso (PREC) el menos analizado de las tres en cuanto a estudios sobre memoria.

A diferencia de la democratización española, en donde de manera consciente se evitó mirar al pasado en aras de garantizar estabilidad y permanencia a la naciente monarquía de Juan Carlos I (Aguilar, P. (2008). Políticas de la memoria, memorias de la política. Madrid: Alianza. ‍Aguilar, 2008), la nueva República portuguesa se enraizó de manera explícita en el rechazo a la dictadura y su represión tanto en lo político como en lo institucional, al estilo de las democracias de posguerra en Europa occidental (Loff, M. (2014). Estado, democracia e momória: políticas públicas e batalhas pela memoria da ditadura portuguesa. En M. Loff, F. Piedade y L. Castro (coords.). Ditaduras e revoluçao. Democracia e políticas da memoria (pp. 23-‍143). Coimbra: Almedina. ‍Loff, 2014: 23), ejemplificando los efectos y consecuencias de un cambio por ruptura frente los propios de uno por reforma. Por ello, las «memorias de resistencia» frente al Estado Novo, con un carácter netamente antifascista, fueron compartidas por un amplio espectro ideológico durante el PREC, desde la oposición moderada a las distintas expresiones de la izquierda revolucionaria, consenso que acabaría teniendo su reflejo en la legislación del periodo.

Sin embargo, este escenario no llevó a un único relato ni a una memoria común sobre el salazarismo en sí, y menos aún sobre el conflicto colonial que motivó su caída. De hecho, sería precisamente la polarización vivida durante el PREC y la etapa posterior lo que impediría que germinara, imposibilitando la existencia de una política oficial de lugares de memoria de la represión dictatorial. Como señala Loff (Loff, M. (2014). Estado, democracia e momória: políticas públicas e batalhas pela memoria da ditadura portuguesa. En M. Loff, F. Piedade y L. Castro (coords.). Ditaduras e revoluçao. Democracia e políticas da memoria (pp. 23-‍143). Coimbra: Almedina. ‍2014), esto relaciona paradójicamente la ruptura portuguesa con un tipo de experiencia más habitual en las democratizaciones por reforma.

De igual modo, la referida polarización explica que tampoco haya existido una memoria compartida ni un discurso común sobre la etapa revolucionaria,[1] más allá de una concepción general positiva en mayor o menor grado al identificarla como el fin del prolongado periodo autoritario y del callejón sin salida bélico, con escasa presencia de discursos nostálgicos que podrían cuestionar el indudable cambio que este episodio trajo consigo para Portugal. Sin embargo, lo que planteamos en esta ocasión es un estudio circunscrito al discurso oficial sobre el 25 de Abril y el proceso democratizador en sus primeros años y la memoria que le sirvió de soporte justo cuando comenzaba a construirse, concretamente en aquellos sectores que pudieron encontrar una mayor complejidad en este nuevo escenario, como el centroderecha liberal o conservador. Esta complejidad motivaría la asunción de un relato adaptado a las circunstancias y hasta cierto punto ambivalente que mutaría hacia un cuestionamiento más abierto durante el periodo posrevolucionario, constituyendo, por tanto, un discurso diferenciado frente otros sectores ideológicos.

Para ello acudiremos a los partidos que representaron ese ámbito ideológico de manera mayoritaria en los sucesivos procesos electorales; el Partido Popular Democrático (PPD), posteriormente denominado Partido Social Demócrata (PSD), y el Partido do Centro Democrático Social (CDS), analizando cualitativamente su discurso público a través de publicaciones oficiales entre 1974 y 1979, principalmente Povo Livre en el caso del PPD/PSD, y Folha CDS para el Centro Democrático Social. Mediante el estudio de una amplia gama de producción textual reflejada en sus páginas, ya sean editoriales, reportajes, artículos de opinión, material infográfico, etc., creemos posible identificar la construcción de un relato y de una memoria del pasado reciente no exenta de contradicciones.

II. UN ENCAJE COMPLEJO EN LA REVOLUCIÓN[Subir]

El hundimiento del Estado Novo tras el golpe perpetrado por el Movimiento de los Capitanes en las míticas jornadas de abril de 1974 cerró el ciclo autoritario y colonial en Portugal, mantenido de manera ininterrumpida durante casi cinco largas décadas. Los intentos de evolución en continuidad del régimen desde 1968, de la mano del profesor Marcello Caetano, sucesor de Antonio de Oliveira Salazar, fueron un fracaso sin paliativos tanto en su vertiente política, con un reformismo excesivamente limitado, como en la encrucijada bélica irresoluble que tenía lugar en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, ante las resistencias de los altos mandos en plantear si quiera un futuro parcialmente descolonizado.

La propuesta del general Antonio de Spínola sobre una salida política para la Guerra Colonial, publicada en su libro Portugal e o futuro, le costaría el cargo como número dos del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.

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El consecuente exilio de buena parte de la élite gobernante depuesta y la desarticulación de los cuerpos represores tras el 25 de Abril generó un cierto vacío de poder, fomentado por las dudas y enfrentamientos entre los nuevos referentes de naturaleza militar que controlaron el Estado (el general Antonio de Spínola, que presidió inicialmente la Junta de Salvación Nacional y la República y el ala izquierdista del Movimento das Forças Armadas, MFA), con una consecuente explosión de la movilización social ante la ventana de oportunidad que se abría, aprovechada por sindicatos, comisiones de trabajadores y colectivos campesinos que llegaron a desbordar al Gobierno provisional e, incluso, a los partidos mejor organizados, como el comunista PCP, poseedor de una dilatada experiencia en la oposición antisalazarista.

La hegemonía del discurso marxista en distintas intensidades fue la consecuencia lógica de este escenario, en donde la vinculación entre la derrocada dictadura, el capitalismo y el perceptible atraso económico generó un consenso socializante revolucionario y anticolonialista del que resultaba muy complejo disentir, en el que se profundizó aún más con la salida de Spínola tras el fracaso de su intento de tomar el control en septiembre de 1974 y el reforzamiento del papel del MFA (Rezola, M. I. (2006). Os Militares na Revolução de Abril. O Conselho da Revolução e a transição para a democracia em Portugal. Lisboa: Campo da Comunicação. ‍Rezola, 2006). Las afecciones en sectores como el empresarial, habitualmente próximos al ámbito conservador, no se hicieron esperar, tanto por la disruptiva actividad de las referidas comisiones de trabajadores

Caracterizada por reivindicaciones salariales, exigencia de dimisión de administradores o gestores de empresas, ocupación de fábricas e incluso secuestro de bienes o personas (Valente, J. (2001). O Movimento Operario e Sindical (1970-‍1976): entre o Corporativismo e a Unicidade. En J. M. Brandão de Brito (ed.). O País em Revolução (pp. 209-‍251). Lisboa: Notícias. ‍Valente, 2001).

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como por contar con unas tensas relaciones con el nuevo poder emanado de la revolución, fruto de «un abismo de incomprensión» entre ambos, aunque en la práctica también se llegó a producir cierto pragmatismo (Fernandes, F. S. y Santos, H. (2005). Excomungados de Abril. Lisboa: Dom Quixote. ‍Fernandes y Santos, 2005: 35). Lo que no fue óbice para que salieran del país diversos grandes empresarios, hombres de negocios y propietarios agrícolas ante el espontaneísmo revolucionario vivido durante los momentos álgidos del PREC.

Este escenario también tuvo su lógico reflejo en el cuadro político-partidista, puesto que la sorpresiva caída de la dictadura y la irrupción de un proceso democratizador encontró a las distintas opciones o en plena articulación —como el Partido Socialista (PS)—

El PS fue creado en 1973 en Bad Münstereifel (República Federal Alemana) con el decidido apoyo de la socialdemócrata Fundación Ebert. El SPD apoyó más estrechamente al PS a partir de la primavera de 1974, y sobre todo tras el 25 de Abril. Pero en mayo de aquel año apenas contaba con un centenar de afiliados y su implantación en el mundo obrero era casi nula (Muñoz, A. (2017). Entre solidaridad y realpolitik. La socialdemocracia alemana y el socialismo portugués de la dictadura a la democracia. Hispania Nova, 15, 243-‍273. Disponible en: https://doi.org/10.20318/hn.2017.3488.‍Muñoz, 2017).

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o a la espera de poder hacerlo, excepción hecha del PCP. La devaluación del marco ideológico conservador ante su conexión con el pasado, así como la mencionada hegemonía progresista revolucionaria, hizo que a los sectores de centro o derecha les fuera especialmente complicado encontrar su espacio en el nuevo Portugal, tal y como ocurrió con sus dos principales organizaciones partidistas, el PPD/PSD y el CDS.

El Partido Popular Democrático fue fundado en mayo de 1974 por diversos grupos que habían desarrollado una oposición más bien formal al salazarismo al participar en diversas iniciativas oficiales desde una posición crítica, caso de la denominada Ala Liberal, que formó parte de la aperturista Asamblea Nacional de 1969 y que ante la ausencia de reformas concretas decidió abandonarla en señal de protesta en 1973 (Fernandes, T. (2006). Nem Ditadura, nem Revolução. A Ala Liberal e o Marcelismo, 1968-‍1974. Lisboa: Dom Quixote. ‍Fernandes, 2006). También destacaron en su seno personalidades provenientes de SEDES, organización de estudios liberal-católica articulada bajo las leyes asociativas del régimen y formada por una élite urbana tecnocrática de clase media-alta —que nutrió de igual manera las filas del PS—, así como trabajadores católicos, representantes del movimiento estudiantil, etc. (Frain, M. (1998). PPD/PSD e a Consolidação do Regime Democrático. Lisboa: Notícias. ‍Frain, 1998: 30).

El caso del CDS, creado en el verano de 1974, resulta un tanto distinto al anterior porque sus promotores fueron tecnócratas y juristas con una mayor conexión con el Estado Novo al no participar de una posición especialmente crítica, aunque también hubo reformistas vinculados a ámbitos locales. De hecho, algunos de sus cuadros más relevantes contaron con innegables conexiones con las altas esferas del régimen, caso del primer presidente del CDS, Diogo Freitas do Amaral, procurador en la Cámara Corporativa y discípulo de Marcello Caetano, o Basilio Horta, miembro fundador del CDS, que fue dirigente local del partido oficialista Acção Nacional Popular (Jalali, C. (2007). Partidos e Democracia em Portugal. 1974-‍2005. Lisboa: Instituto de Ciências Sociais. ‍Jalali, 2007: 130).

El izquierdismo ambiental motivó que ambas organizaciones nacieran situándose ideológicamente en posiciones más progresistas de lo que hubiera correspondido si el escenario hubiera sido distinto, pues el PPD adoptó una línea centro-izquierda que evidenció una disparidad entre su definición como partido y la identificación de buena parte de sus bases, algunas provenientes de ámbitos próximos a la dictadura o a la Iglesia.

Para estos sectores, el PPD se convirtió en la principal alternativa en los momentos álgidos del PREC. Mientras que muchos de los partidarios y financiadores del CDS huyeron a Brasil o Europa, el PPD fue reforzado por el apoyo más modesto de los que tuvieron que quedarse y luchar (Jalali, C. (2007). Partidos e Democracia em Portugal. 1974-‍2005. Lisboa: Instituto de Ciências Sociais. ‍Jalali, 2007: 141).

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En lo que respecta al CDS, estando a la derecha del PPD, optó por identificarse con el centro político a través del catolicismo social y la democracia cristiana (Robinson, R. A. H. (1996). Do CDS ao CDS-PP: o Partido do Centro Democrático Social e o seu papel na política portuguesa. Analise Social, 138, 951-‍973. ‍Robinson, 1996), de cuya internacional recibieron un importante soporte, principalmente de los democristianos alemanes. Aunque el PPD intentó igualmente vincularse con alguna de las grandes familias ideológicas europeas —más en concreto de la socialdemócrata—, el trabajo que la Fundación Ebert venía realizando con el PS lo imposibilitaba, quedando así «huérfanos» de padrinazgo, aunque llegaron a recibir alguna ayuda alemana de cara a las primeras elecciones (Fonseca, A. M. (2012). O apoio da social-democracia alemãà democratização portuguesa (1974-‍1975). Ler História, 63, 93-‍107. Disponible en: https://doi.org/10.4000/lerhistoria.377.‍Fonseca, 2012).

Mientras que el PPD participó desde el comienzo en los Gobiernos provisionales,

En el I Gobierno provisional fueron ministros Francisco Sá Carneiro, líder del partido, y Joaquim Magalhaes Mota, ambos diputados del Ala Liberal entre 1969 y 1973.

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la integración del CDS en el sistema se mostró más compleja (Paris, A., Marchi, R. y Raimundo, F. (2019). Breve História do CDS-Partido Popular. Lisboa: 100 Folhas/Público. ‍Paris et al., 2019), al ser considerado por los sectores más radicales como un partido pseudofascista. No obstante, aunque siempre rechazó estas acusaciones, el CDS se encargó de cuidar a su electorado conservador, incluso el más próximo a la extrema derecha, consiguiendo evadir al mismo tiempo la represión revolucionaria (Marchi, R. (2018). The Portuguese Far Right. Between Late Authoritarianism and Democracy (1945-‍2015). London: Routledge. Disponible en: https://doi.org/10.4324/9781315409931.‍Marchi, 2018: 77). Su oposición a la iniciativa del presidente Spínola durante los sucesos de septiembre de 1974 fue básica para ello, al propiciar su pervivencia durante todo el PREC, a diferencia de aquellas organizaciones que lo apoyaron, como el Partido Liberal o el Partido do Progresso/Movimento Federalista Português, que acabaron siendo ilegalizados (Marchi, R. (2012). As direitas radicais na transiçao democrática portuguesa (1974-‍1976). Ler História, 63, 75-‍91. Disponible en: https://doi.org/10.4000/lerhistoria.366.‍Marchi, 2012). Más adelante, como consecuencia del frustrado golpe del 11 de marzo de 1975, se decretaron nuevas suspensiones de otras organizaciones del mismo ámbito, como el Partido da Democracia Cristã (PDC), bajo la acusación de haber apoyado la nueva intentona de Spínola, así como por las sospechas de ser un refugio de la extrema derecha salazarista.

A pesar de que su principal referente y líder, el militar José Sanches Osório, fue uno de los organizadores del 25 de Abril, llegando a ocupar una cartera ministerial durante el II Gobierno provisional entre julio y septiembre de 1974.

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En ese sentido, también fue aprobada una legislación especial con el objetivo de prohibir que dirigentes de instituciones vinculadas al Estado Novo pudieran ser candidatos o electores, forzando a los partidos a optar por personas sin conexión directa con el régimen autoritario, por lo que en la práctica la democratización lusa no contó con una organización política que pudiera considerarse «partido sucesor autoritario», algo excepcional en el ámbito de las democratizaciones de la «tercera ola» (Paris, A. y Silveira, P. (2021). Um legado em Forma de Assim; A Gestão do Passado Autoritario na Ausencia de Um Partido Sucesor. En F. Raimundo y J. Cancela (coords.). As Eleições de 1975. Eleições Fundadoras da Democracia Portuguesa (pp. 65-‍85). Lisboa: Edições Assambleia da República. ‍París y Silveira, 2021).

Las elecciones para la Asamblea Constituyente de abril de 1975 resultaron reveladoras a la hora de mostrar el apoyo real de las fuerzas de la izquierda revolucionaria —que no lograron obtener representación—

El sector más radical del MFA defendió el voto en blanco o nulo en las elecciones como una forma de demostrar el apoyo al MFA, desvalorizando a los partidos, para continuar con la vía revolucionaria militar-popular. Opción que finalmente tampoco tuvo respaldo (Maxwell, K. (1995). The Making of the Portuguese Democracy. Cambridge: Cambridge University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1017/CBO9780511582752.‍Maxwell, 1995).

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y del comunismo —con un PCP que se quedó con el 12,4 % de los votos, y el Movimento Democrático Portugûes, con un 4,1 %—. En cambio, los triunfadores indiscutibles fueron el PS de Mário Soares —con el 37,8 % de los votos— y el PPD en segundo lugar, con un 26,3 %, dos partidos que, por más que adoptaran posiciones más a la izquierda que el esquema clásico europeo, se encontraban en el centro del sistema de partidos. El CDS se tuvo que conformar con un discreto 7,6 % de apoyo, concentrado mayoritariamente en zonas conservadoras del centro y norte del país, como Guarda o Braga, mientras que en los distritos al sur del Tajo el triunfo de la izquierda fue arrollador, al punto que el PPD solo obtuvo un diputado por Setúbal y otro por Faro y el CDS no consiguió representación (Goldey, D. B. (1983). Elections and the Consolidation of Portuguese Democracy: 1974-‍1983. Electoral Studies: An international Journal, 2, 229-‍240. Disponible en: https://doi.org/10.1016/S0261-3794(83)80030-4.‍Goldey, 1983).

Este contexto tan complejo, que motivaría la construcción de un discurso sobre el 25 de Abril adaptado a las circunstancias, como luego veremos, evolucionaría paulatinamente en un sentido distinto durante la etapa posrevolucionaria. Y es que, a partir de finales de septiembre de 1975, la salida del Gobierno provisional del primer ministro Vasco Gonçalves —próximo al PCP—, la toma de control del MFA por el moderado Grupo de los Nueve y el fracaso de los sectores izquierdistas en su intento de recuperar posiciones en noviembre propició que se fuera cerrando la ventana de oportunidad de una legitimidad revolucionaria que se pretendió sobreponer a una Asamblea Constituyente con una mayoría de fuerzas opuestas a construir un modelo que no fuera plenamente democrático. El nuevo pacto MFA-Partidos de comienzos de 1976 garantizó la vía pluralista para Portugal, dando por terminado el PREC, pero constitucionalizando un sistema en cierto modo híbrido, pues en la carta magna aprobada en abril de aquel año se incluyeron aspectos como la irreversibilidad de las nacionalizaciones de los sectores estratégicos, la pervivencia del militar Conselho da Revolução como órgano fiscalizador de la legalidad y un capítulo exclusivo sobre la reforma agraria, entendida como uno de los instrumentos fundamentales para la «construcción de una sociedad socialista» (Medeiros Ferreira, J. (1994). Portugal em Transe (1974-‍1985). En J. Mattoso (dir.). Historia de Portugal, 8. Lisboa: Estampa. ‍Medeiros Ferreira, 1994: 137).

Como luego veremos con más profundidad, mientras el PPD/PSD participó del consenso constitucional, apoyando el nuevo texto ante su defensa de un «socialismo democrático» frente la opción revolucionaria, en consonancia con su «distorsión izquierdizante» —como la denominó César Oliveira (Oliveira, C. (1993). Os anos decisivos. Portugal 1962-‍1985. Um testimunho. Lisboa: Presença. ‍1993)—, el CDS se opuso abiertamente a la carta magna, siendo en aquel momento la única voz disidente en la Asamblea y canalizando la representación de aquellos sectores que no compartían el proyecto y que se habían visto ignorados o, incluso, recluidos a posiciones defensivas durante el PREC.

A partir de ese momento, con el comienzo del fin de la hegemonía progresista y la aparición de un escenario algo más abierto en el país, se produjo la paulatina reorganización y búsqueda de mayor influencia de colectivos, como la patronal Confederação da Indústria Portuguesa (CIP), la Confederacão dos Agricultores de Portugal (CAP), de propietarios agrícolas afectados por la reforma agraria y las ocupaciones de latifundios, y la Confederação do Comércio Português (CCP), del sector servicios, así como la compleja reubicación ideológica del PPD/PSD hacia posiciones de centro, abandonando para ello su defensa del «socialismo democrático» (Sabater, G. (2023). El Partido Social Democrata en la «corriente de retorno» ibérica: reubicación e impugnación del 25 de Abril. Ler História, 83, 191-‍216. Disponible en: https://doi.org/10.4000/lerhistoria.12884.‍Sabater, 2023), mientras que el PS haría lo propio, evolucionando hacia la socialdemocracia, aspectos que nos muestran un escenario de transición posrevolucionaria hacia un esquema más asimilable al de Europa Occidental y la CEE. Transición propiciada por el hecho de que la propia Constitución de 1976 había congelado el modelo instituido hasta 1980, momento en el que una nueva Asamblea electa tendría facultades de reforma constitucional (Gaspar, 1990), por lo que el centro y la derecha fueron preparando el terreno para plantear un nuevo modelo de país más acorde con sus intereses en un contexto favorable para sus posiciones. En este marco, resultaba hasta cierto punto obligado la construcción de un nuevo discurso sobre el 25 de Abril que sirviera para justificar el cambio, articulado esta vez sobre un relato abiertamente revisionista y una memoria crítica con la revolución.

III. EL CDS Y LA REVOLUCIÓN: DE LA ADHESIÓN A LA OPOSICIÓN[Subir]

En la narrativa que el propio CDS construyó sobre sus orígenes, se hizo evidente el intento de desligarse del pasado dictatorial, por más que su principal promotor y primer presidente, Diogo Freitas do Amaral, contara con una innegable vinculación.

En sus memorias afirma que en enero de 1970 hubiera aceptado entrar en el Gobierno de la dictadura, algo que se llegó a barajar, al creer entonces que la liberalización pacífica del régimen era posible y que Caetano era la persona adecuada para cumplir con ese objetivo. Sin embargo, en 1973 rechazó el ofrecimiento para ser ministro de Justicia por los motivos contrarios (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995).

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Basta con remontarse al informe que el secretario general Adelino Amaro da Costa relató a los asistentes del primer congreso del CDS, celebrado en enero de 1975, donde se afirmaba públicamente que Freitas «jamás había tenido cualquier compromiso en el régimen anterior», hasta el punto de subrayar que rechazó diversos cargos o funciones para los que fue invitado por el régimen. También señalaría que los fundadores del CDS fueron personas que «en un 95 % […] jamás habían tenido ninguna experiencia política», y los que la tuvieron lo hicieron «en una posición de crítica, de inconformismo, o, por lo menos, de deseo profundo de renovación» (Amaro da Costa, A. (1978). Relatório do Secretário-Geral. En I Congresso Nacional (Porto, 25 de enero de 1975): A Democracia-Crista em Portugal. Tres Congressos do CDS (pp. 7-‍37). Lisboa: Democracia 76. ‍Amaro da Costa, 1978: 11), algo bastante matizable, sobre todo respecto esa supuesta actitud crítica, pues en ningún caso llegaron a romper con Caetano, a diferencia del Ala Liberal. El relato oficial de la organización buscaba así situarse lo más lejos posible del Estado Novo en un contexto político y social de enorme complejidad para posiciones conservadoras, tal y como hemos descrito con anterioridad, en donde el déficit de legitimidad de opciones que no fueran de izquierdas condicionaba sobremanera el escenario.

En ese mismo discurso también se hizo evidente su inicial posicionamiento de adhesión hacia el proyecto democratizador, pues al mencionar los primeros contactos de Freitas con el nuevo régimen

De hecho, Freitas do Amaral sería nombrado miembro del nuevo Consejo de Estado.

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Amaro da Costa (Amaro da Costa, A. (1978). Relatório do Secretário-Geral. En I Congresso Nacional (Porto, 25 de enero de 1975): A Democracia-Crista em Portugal. Tres Congressos do CDS (pp. 7-‍37). Lisboa: Democracia 76. ‍1978: 8) subrayó «el espíritu de apertura y la amplia libertad que el 25 de Abril implicaba en términos políticos», calificándola abiertamente de «revolución libertadora». Lo que no fue óbice para que las impresiones iniciales en personas con una clara vinculación personal y familiar con el régimen depuesto no fueran tan positivas, como describe el propio Freitas do Amaral en sus memorias al definir aquellos días como «un choque emocional bastante fuerte» (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995: 159).

Más allá de la conceptualización positiva del cambio político producido, en el mencionado informe se hacía notar un cierto tono crítico sobre algunos aspectos del mismo, como la transformación del frente unitario de partidos, el Movimento Democrático Portugûes, en un bloque de izquierda en el que el PPD decidió participar a pesar de que en teoría estaba destinado a representar al electorado centrista, lo que sería el aldabonazo que motivó la creación del CDS, con la voluntad de ser la voz de una parte de la sociedad que no estaba siendo representada, situándose aun así en una posición de centro, como ya se ha mencionado. El control de la idoneidad política por parte de la izquierda tendría estas consecuencias, haciendo que los partidos no marxistas, en concreto el CDS y el PPD, adoptaran programas más progresistas que el posicionamiento de sus líderes, y que estos se situaran más a la izquierda que sus militantes y electores (Nogueira, J. (1988). La derecha y el 25 de Abril. Ideología, estrategia y evolución política. Revista de Estudios Políticos, 60-61, 185-‍205 ‍Nogueira, 1988).

Este contexto explicaría en buena medida la «escrupulosa fidelidad al programa del MFA» expresada por el CDS en esta primera etapa, a pesar del innegable componente progresista que fue adquiriendo la Comisión Coordinadora del MFA. De hecho, con ocasión de la crisis que motivó la caída del I Gobierno provisional en julio de 1974, cuando el Ejecutivo del moderado Adelino da Palma Carlos, alineado con el presidente Spínola, pretendió modificar el programa del MFA para limitar su control, Freitas se opuso a la iniciativa, pues en su opinión las Fuerzas Armadas ostentaban la legitimidad por «derecho propio» mientras durase el periodo de transición hacia la convocatoria electoral y constitucional, ya que el 25 de Abril «no fue una insurrección popular ni un golpe llevado a cabo por los partidos de la oposición», sino una revolución netamente militar (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995: 212). Algo que era preciso recordar, según Amaro da Costa (Amaro da Costa, A. (1978). Relatório do Secretário-Geral. En I Congresso Nacional (Porto, 25 de enero de 1975): A Democracia-Crista em Portugal. Tres Congressos do CDS (pp. 7-‍37). Lisboa: Democracia 76. ‍1978: 9), ya que «rumores han sido lanzados de manera insidiosa sobre esta materia», haciendo evidente que el compromiso revolucionario de los promotores del CDS solía ponerse en duda, por lo que se hacía necesario subrayar públicamente el apoyo al proyecto del MFA con ocasión del primer congreso.

Sin embargo, en la narración que hizo el secretario general en aquel acto no se ahorró espacio a los desórdenes que ya se vivieron en el verano de 1974, en concreto aquellos experimentados en primera persona al poco de la fundación del partido en julio de aquel año, mencionando los sabotajes protagonizados por grupos expresamente dedicados a perturbar, con violencia si era necesario, las sesiones y actos que el CDS programó en el Algarve. Esto constituía una evidencia de que «en el país ya se había instalado, por lo menos en algunas zonas, un clima perfectamente antidemocrático», que imposibilitaba la expresión libre y la confrontación de ideas, «como se requiere en una verdadera democracia libre y pluralista» (ibid.: 12). Pero en aquel entonces, aunque decidieron adaptar sus actividades públicas para evitar que sirvieran de pretexto para situaciones «desfavorables a la consolidación del proceso democrático», las críticas a ciertas derivas del PREC no eran conceptuadas como responsabilidad de los capitanes de abril y su guía revolucionaria, más bien al contrario al señalar a «las fuerzas antidemocráticas comprometidas en oponerse a cualquier coste al programa del MFA» como causantes del miedo propagado en algunas regiones (ibid.: 17).

Sobre los sucesos de septiembre de 1974, uno de los momentos claves del periodo, el referido informe del secretario general señaló que, «a pesar de las calumnias y difamaciones» sobre la actitud del CDS, el partido explicitó a la comisión coordinadora del MFA que no apoyaban la iniciativa del presidente Spínola,

Al entender que en un movimiento de este tipo la máxima autoridad del Estado debía contar con el apoyo de todos los partidos (que no era el caso), por el contrario, que la iniciativa fuera completamente apartidaria.

[11]
a diferencia de otras siglas políticas de ámbito ideológico semejante. Las consecuencias fueron evidentes, con «la supresión moral de dos partidos situados inequívocamente a nuestra derecha», por lo que, para Amaro da Costa, esto vino a alterar «de forma sustancial» el sistema partidista existente. Aun así, es interesante observar cómo al mismo tiempo creyeron que la reacción de cierta opinión pública internacional sobre lo ocurrido no se ajustaba a la realidad, por lo que llegaron a realizar un trabajo de «esclarecimiento», pues en su opinión, «no podíamos poner en duda la sinceridad democrática y la palabra de los militares del 25 de Abril» (ibid.: 14). De esta manera, resulta evidente que el CDS aún mantenía un discurso de adhesión y apoyo al MFA a principios de 1975, así como una conceptualización del cambio político mayoritariamente positiva. Un relato en donde la democracia se anunciaba como una liberación y como un rechazo, «liberación de las capacidades del pueblo portugués para asociarse, para reconocerse como poder soberano», y rechazo de un pasado que tenía sobre sí la hipoteca de un «régimen autoritario, proyectado en la herencia de una guerra sin fin y de un subdesarrollo social, cultural y económico», por más que la democratización encontrara «dificultades reseñables» (ibid.: 24-25).

Entre esas dificultades identificaron que mientras el combate contra la reacción contrarrevolucionaria «fue claro en su desarrollo, no ocurrió igual con los movimientos extremistas violentos» —refiriéndose a los de izquierda— o, incluso, con aquellos «que se declaraban favorables a impedir las elecciones». Para el secretario general, estos eran «aliados objetivos de la reacción» y su actividad no solo había demostrado ser «antidemocrática», sino incluso «hostil al propio MFA y a su programa» (ibid.: 26). En ese sentido, en la construcción de una memoria propia de la revolución ocuparían un lugar primordial —y en adelante más todavía— las acciones violentas contra el partido; de ahí la mención que se hizo en el congreso de episodios como el ataque contra una reunión de la Juventude Centrista (las juventudes del CDS) en noviembre de 1974 por «fuerzas genuinamente antidemocráticas», de las que no solo se resaltaba la violencia política, sino la actitud de los medios de comunicación en lo que consideraron una auténtica «campaña de calumnias, mentiras y difamaciones» contra el CDS, «contradictorias con el espíritu del 25 de Abril» (ibid.: 16). De hecho, los incidentes vividos durante el primer congreso de Oporto, con el Palacio de Cristal rodeado por manifestantes, con los más de setecientos asistentes atrapados en el recinto durante más de diez horas y los disturbios en las calles de la ciudad, se convirtieron muy pronto en episodio referencial para el partido.

Según Freitas do Amaral, aquellas horas vividas «cimentaron una unidad, una cohesión y una fuerza de voluntad que el CDS de otro modo nunca habría tenido». De hecho, el líder contaba la anécdota de que la frase que más veces escuchó durante los doce años que estuvo en la presidencia fue: «Sr. Profesor, yo estuve en el congreso de Oporto». Hasta tal punto que, si hiciera cuentas, los congresistas no habrían sido setecientos, sino unos cinco mil (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995: 301).

[12]

En el mismo sentido de crítica, resulta sintomática la analogía que Amaro da Costa (ibid.: 27) realizó entre el anticomunismo del Estado Novo y el antifascismo del PREC, como una suerte de recurso de disculpa o de excusa común. En el primer caso, se explicaba por la imposibilidad del régimen de obtener la adhesión del pueblo a través de elecciones libres, y en el segundo, ante las posiciones de algunos partidos completamente opuestas a una democracia pluripartidista. Actitudes que se intentaban justificar respectivamente a través del anticomunismo o antifascismo. Otros elementos cuestionados fueron la referida situación de los medios de comunicación —denunciando «falta de objetividad, demagogia o sensacionalismo innecesario»—

Fueron habituales en el partido las críticas a la prensa, pues muchas redacciones comenzaron a estar controlados por la izquierda tras el 25 de Abril, siendo especialmente críticos con el CDS.

[13]
o la falta de confianza económica provocada por el cuestionamiento del «derecho a la propiedad, el funcionamiento de la empresa y las relaciones de trabajo», que vino a agravar los desequilibrios económicos del país, que «ya antes del 25 de Abril se dibujaban». En referencia al mundo sindical, criticaron igualmente «el problema de las huelgas

Sobre este punto, Amaro da Costa (Amaro da Costa, A. (1978). Relatório do Secretário-Geral. En I Congresso Nacional (Porto, 25 de enero de 1975): A Democracia-Crista em Portugal. Tres Congressos do CDS (pp. 7-‍37). Lisboa: Democracia 76. ‍1978: 33) señaló el incumplimiento de la recién aprobada Ley de Huelga, afirmando que solo respetando la ley «los importantes beneficios ya conquistados por cientos de miles de trabajadores después del 25 de Abril se podrán consolidar y ampliar».

[14]
, aunque al mismo tiempo defendieron «un sindicalismo libre, eficaz y unitario» (ibid.: 29-33), lo que constituía en cierta manera una actitud contemporizadora con las posturas en favor de la unidad sindical.

El relato del CDS sufriría una importante modificación, o por lo menos el diagnóstico de la situación del país que le servía de sostén, con motivo de los instantes álgidos del PREC, a partir de la primavera de 1975, con el definitivo enfrentamiento entre el sector moderado y el izquierdista, en el que el centroderecha apostó por la legitimidad democrática de la mayoría parlamentaria expresada en las urnas en abril de aquel año frente la legitimidad revolucionaria de tipo militar-popular. Este cambio se hizo más evidente si se compara con la reacción pública del CDS a raíz de los sucesos del 11 de marzo de 1975 —la nueva intentona del spinolismo por hacerse con el control, que acabó igualmente en fracaso—, en la que el partido mantuvo su apoyo al MFA, «garante del proceso de democratización del país», reprobando «vehementemente» lo que calificaron como «violentos acontecimientos antidemocráticos» (Comisión Política del CDS. (1975). Comunicado, 12-3-1975. ‍Comisión Política del CDS, 1975). Aunque en ese momento comenzó una innegable aceleración revolucionaria en el país, hubo que esperar al llamado «verano caliente» para observar la asunción de este nuevo discurso,

El Consejo Nacional del CDS, reunido el 3 de mayo de 1975, aun llegó a declararse «socio leal» de la «opción socialista» propuesta por el MFA (Consejo Nacional del CDS. (1975). O CDS e o actual momento político, 3-5-1975. ‍Consejo Nacional del CDS, 1975).

[15]
reflejado ya en publicaciones oficiales como Folha CDS, cuyos primeros números fueron publicados en agosto de 1975.

En el número tres de Folha CDS se recogen declaraciones proferidas por los líderes del partido durante el primer mitin del CDS tras las elecciones, que tuvo lugar en Póvoa de Varzim, localidad del distrito de Oporto, en las que, por ejemplo, Freitas do Amaral no dudó en denunciar que al MFA —o a los distintos grupos de oficiales en los que se había dividido— no le competía decidir sobre el futuro de Portugal, sino a la Asamblea Constituyente, al ser la «única y verdadera representante del pueblo». En esa línea de abierta crítica, el militar y diputado Carlos Galvão de Melo

Militar que participó en la Junta de Salvación Nacional, de la cual fue apartado tras los sucesos de septiembre de 1974. Diputado independiente por el CDS en la legislatura constituyente, fue conocido por sus diatribas parlamentarias con diputados de izquierda.

[16]
señaló ante el público la «gran responsabilidad que contrajo el MFA por haber prometido una cosa y hecho la contraria». Luis de Azevedo Coutinho, presidente de la comisión distrital del CDS en Oporto, también expresó en su intervención la evidente ruptura de la confianza en el proyecto revolucionario, afirmando que «están destruyendo la nación portuguesa», «ellos sí que están siendo reaccionarios contra el pueblo portugués, e incluso contrarrevolucionarios al terminar con las esperanzas que todos teníamos en la Revolución del 25 de Abril». La polarización del Verão Quente se hizo evidente en el acto a tenor de las consignas proferidas por los asistentes (recogidas de igual modo en Folha CDS), tales como: «¡La Intersindical es el impuesto de Cunhal!»,

Álvaro Cunhal fue el histórico secretario general del Partido Comunista Portugués entre 1961 y 1992.

[17]
«¡abajo el comunismo!», «¡CDS sí!, ¡dictadura no!». Por no mencionar las propias palabras de Freitas do Amaral, calificando la situación de «desorden, dictadura y pobreza» y advirtiendo directamente al PCP, al recordarles que «quien siembra vientos, recoge tempestades»

Folha CDS, n.º 3, 8-‍8-1975.

[18]
.

El relato de esta nueva etapa quedó bien representado a través de contenido gráfico, con la viñeta del ilustrador Zeta, publicada en el número catorce de Folha CDS, en la que bajo el título de «concepciones de democracia» aparecía un manifestante con un cartel que llevaba escrito el lema «paz, amor, libertad, democracia», pero que al cruzarse con un militante del CDS, este arremetía violentamente con el referido cartel, bajo gritos de «¡oh el fascista!, ¡oh el capitalista!»

Folha CDS, n.º 14, 13-‍11-1975.

[19]
. De esta manera, los ataques sufridos por el partido casi desde su creación, tan presentes en su memoria colectiva, se interpretaban ahora como una evidencia más de la deriva revolucionaria.

Otra de las consecuencias del PREC, como el fin del imperio colonial, también se incluyó en la conceptualización negativa de este instante histórico, con Angola como caso paradigmático, del cual el presidente del partido sentenció que, lejos de haber sido «ejemplar», como algunos se atrevieron a señalar, fue más bien una «descolonización ejemplarmente escandalosa». Para Freitas do Amaral, el resultado había sido transformar el sangriento conflicto colonial en una guerra civil, habiendo traído una internacionalización de la lucha política en vez de la deseada independencia nacional, una desorganización de la economía en vez de un avance hacia el progreso, y un éxodo de la población blanca en vez de la deseable paz racial. En definitiva, una oportunidad perdida en la que Portugal «no estuvo a la altura del momento histórico», al no saber comportarse «como árbitro de un proceso cuya dinámica dejó escapar de sus manos»

Íd.

[20]
, generándose un nuevo foco de tensión en el ámbito africano marcado por las dinámicas propias de la Guerra Fría.

La llegada de los sucesos de noviembre de 1975, epílogo de un PREC que se daría por cerrado tras el fracaso del sector izquierdista por retomar el control, provocó una consecuente reacción discursiva en el partido, publicando un llamamiento al pueblo portugués en el que no solo se denunció las intenciones del «comunismo» de «destruir la libertad» y «la muerte de la democracia» (en donde también implicaban a PCP y a la «coacción sindical»), sino que animaban a «todos los demócratas» y a «todos los patriotas» a salir a las calles para «construir una barrera decisiva frente al avance de las fuerzas antidemocráticas y poner en pie el régimen libre y pluralista que el 25 de Abril nos prometió»

Folha CDS, n.º 15, 20-‍11-1975.

[21]
. Una promesa que entendían incumplida y que estaba por materializarse en función de su visión negativa del PREC.

La derrota de la intentona del 25 de noviembre, aunque conceptuada por Amaro da Costa como «un nuevo 25 de Abril»

O Jornal, 5-12-1975.

[22]
o por Folha CDS como «la victoria de las fuerzas democráticas», no trajo consigo una modificación sustancial en el discurso del partido, por más que las brasas revolucionarias se fueran apagando poco a poco. El nuevo líder del MFA, el mayor Melo Antunes, manifestó en declaraciones públicas su aprecio por el PCP (algo difícilmente digerible para los centristas),

Como se encargaron de señalar en Folha CDS, las palabras de Melo Antunes sonaban «casi igual a las del almirante Rosa Coutinho en abril pasado», uno de los referentes del ala izquierdista del MFA.

[23]
volviendo a atribuirse un papel de «motor» del proceso luso «en dirección al socialismo», en un momento en el que el CDS cuestionó una nueva Plataforma de Acuerdo Constitucional con el MFA, apostando por «una democracia política enteramente civil»

Folha CDS, n.º 17, 4-‍12-1975.

[24]
. En ese momento, Freitas do Amaral lanzó la idea de la existencia en Portugal de varias revoluciones que competían entre sí: la revolución democrática, que correspondía al espíritu original del movimiento y que contaba, en su opinión, con el apoyo mayoritario de la sociedad; la comunista del PCP y sus satélites, y aún una tercera socialista-militar que, «buscando una línea de compromiso entre las dos anteriores», estaría representada por el Grupo de los Nueve de Melo Antunes. Sin embargo, solo la primera tendría «verdadera naturaleza democrática» para el presidente del CDS, por lo que el 25 de noviembre sería en realidad «una victoria, no definitiva, pero importante» de la primera y la tercera «sobre la revolución comunista»

Folha CDS, n.º 18, 11-‍12-1975.

[25]
.

Este esquema se mantendría sin grandes variaciones durante la etapa posrevolucionaria, justificando el voto contra la Constitución de los diputados del CDS en abril de 1976, siendo el único del arco parlamentario en desmarcarse. Su concepción de que se estaba produciendo una transacción entre el modelo democrático y el militar-socialista motivó este posicionamiento diferenciado, expresado en la publicación oficial mediante un comunicado que denunciaba «el énfasis socialista dado a la constitución», a través de la «apropiación dogmática, por la colectividad, de los medios de producción», la «concepción antidemocrática del ejercicio del poder por las clases trabajadoras» o «la vinculación de las Fuerzas Armadas y del Gobierno a un proyecto político restringido: el socialismo»

Folha CDS, n.º 34, 8-‍4-1976.

[26]
. Su papel como opositor al Gobierno provisional (al ser el único de los principales partidos excluido del ejecutivo), así como su postura contraria y crítica con el modelo institucionalizado tuvo su recompensa electoral, alcanzando un excelente resultado el 25 de Abril de 1976, en el que superó el 15 % de votos y ganó en el distrito de Guarda, logrando más diputados que el PCP. El CDS supo convertirse en el representante de aquellos sectores descontentos con la democratización portuguesa.

IV. EL PPD/PSD, DE APOYAR A IMPUGNAR LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO[Subir]

Pese a que el PPD participó desde el comienzo en los Gobiernos provisionales, evidenciando una mayor integración en el nuevo sistema democrático que el CDS, y a pesar también de que abrazó posiciones socialdemócratas que lo hicieron bascular a la izquierda desde sus iniciales propósitos centristas, para los sectores más revolucionarios siempre se trató de un partido de élites burguesas, como demuestra una jocosa traslación de sus siglas que se hizo popular en aquellos años, como el «Partido de los Patrones Desesperados». Ante el déficit de legitimidad que sufrían las opciones que no eran abiertamente marxistas durante el PREC, el PPD no quiso desvincularse del pasado de sus dirigentes, tal y como hizo el CDS, sino más bien reivindicarlo mediante la articulación de una memoria de oposición al régimen, como parte de una estrategia para reforzar sus credenciales antifascistas y dar prueba de su compromiso revolucionario (Frain, M. (1998). PPD/PSD e a Consolidação do Regime Democrático. Lisboa: Notícias. ‍Frain, 1998: 18).

De ahí la importancia que Povo Livre otorgó en sus páginas a personalidades como Emídio Guerreiro, histórico opositor al salazarismo que se afilió al PPD —y que llegó a sustituir a Sá Carneiro en la Secretaría General durante algunos meses en 1975—. En un amplio reportaje dedicado al profesor Guerreiro, publicado en septiembre de 1974, además de relatar su azarosa experiencia vital se le dio un espacio preferencial a la relación que tuvo con el general Humberto Delgado

Povo Livre, 24-9-1974, p. 1. y p. 3.

[27]
, convertido en mártir y símbolo de la lucha contra la dictadura por la nueva democracia.

El general Humberto Delgado fue un militar que en la década de 1950 adoptó un discurso crítico con la dictadura, articulando una candidatura presidencial alternativa para las elecciones oficialistas de 1958, lo que constituyó un desafío a Salazar, recibiendo el apoyo de la oposición. Fue asesinado por la policía secreta, la temida PIDE, en 1965.

[28]
En el mismo sentido, que varios de sus principales dirigentes se iniciaran en la vida pública participando en el Ala Liberal durante el «marcelismo» fue utilizado como recurso simbólico legitimador, tal y como evidencian las palabras de uno de sus miembros más destacados, Francisco Pinto Balsemão, proferidas en un mitin celebrado en Guarda a comienzos de 1975 y recogidas pertinentemente en Povo Livre. En dicho discurso se encargó de recordar que cinco años atrás, en el mismo lugar, él ya subrayó «la urgencia de la efectiva aplicación de los derechos, libertades y garantías individuales de los ciudadanos portugueses» en plena campaña para las elecciones organizadas por Caetano en 1969. Y aunque admitió que el Ala Liberal no tuvo éxito, pues la reforma del Estado Novo resultó imposible, valoró positivamente la experiencia, reivindicando su importancia «para la causa democrática portuguesa»

Povo Livre, 7-1-1975.

[29]
.

En lo referente a la construcción discursiva sobre la revolución, el PPD no contó inicialmente con un posicionamiento muy distinto al descrito para el CDS. La propia denominación de su publicación oficial (Pueblo Libre), cuyo primer número apareció en el verano de 1974, nos muestra un compromiso tácito con el PREC y lo que consideraban su principal conquista: la libertad. Tal y como expresó una de sus portadas poco antes de los sucesos de septiembre de 1974, los portugueses recuperaron «su condición de ciudadanía gracias al 25 de Abril», en claro contraste con un pasado dictatorial que no dudaban en calificar como un «régimen fascista»

Povo Livre, 24-9-1974, p. 1.

[30]
.

A pesar de que el secretario general del partido, Francisco Sá Carneiro, apoyó el primer intento de Spínola para neutralizar a la Comisión Coordinadora del MFA, con su consecuente salida del primer gobierno provisional tras la crisis de julio de 1974, los popular-demócratas siguieron expresando en adelante su adhesión al programa del MFA. De hecho, asimilaron sin titubeos el objetivo de una democratización «en transición al socialismo»

Tal y como expresó el propio Sá Carneiro en una rueda de prensa en octubre de 1974, que Povo Livre transcribió íntegra: «el PPD cree en una vía portuguesa al socialismo». Povo Livre, 22-10-1974.

[31]
, pero un socialismo «democrático», pues consideraban que sin socialismo no había «verdadera democracia», igual que sin democracia tampoco había «socialismo auténtico»

Íd.

[32]
, incidiendo por ello en una línea ideológica socialdemócrata como única capaz de conjugar ambas dimensiones, expresión de la referida «distorsión izquierdizante» de los partidos portugueses durante el periodo.

En los momentos críticos del PREC, como los sucesos de septiembre de 1974, es interesante comprobar la posición adoptada por el Secretariado del PPD, publicada en Povo Livre, donde se llega a rendir homenaje al general Spínola tras su salida, describiéndolo como «fiel a su conciencia de ciudadano y de militar, contribuyó decisivamente al despertar del pueblo portugués contra el régimen fascista y para la dinamización del proceso que culminó el 25 de Abril», valorando también su labor como Jefe de Estado, al subrayar su papel «en el reencuentro de Portugal con los caminos de la democracia». Sobre su sucesor en el cargo, el general Costa Gomes, confiaban que garantizaría «la implantación de una democracia pluralista de acuerdo con la letra y espíritu del programa del MFA», al que el partido demostraba una vez más su adhesión. Sin embargo, no obviaron que los acontecimientos vividos aquellos días «vinieron a demostrar que lo que estaba en juego es la garantía misma del proceso democrático», posicionándose en favor de «la única mayoría válida en democracia», la de «los sufragios» frente «cualquier supuesta mayoría silenciosa», ni tampoco «el juego de cualquier minoría ruidosa»

Povo Livre, 1-10-1974, pp. 1 y 3.

[33]
, en clara referencia tanto a las intentonas de la reacción como al aventurismo de la izquierda revolucionaria.

En Povo Livre aparecieron otros reportajes donde la condena a los elementos «reaccionarios» que provocaron la crisis, definida como «conspiración fascista», tenían mucho más protagonismo, algo que lo diferenciaba del discurso del CDS.

[34]

El secretariado del partido y Povo Livre identificaron de la misma manera una serie de dificultades en la consolidación del proceso democrático, como la situación económica, la salvaguarda del orden público, la imprescindible existencia de sindicatos libres («única forma de defensa democrática de la clase trabajadora»), la reforma de la empresa —en el sentido de que los trabajadores participen de manera activa en su gestión— y la fidelidad a los compromisos internacionales asumidos por Portugal. Preocupaciones similares a las explicitadas por el CDS, aunque se puede apreciar una mayor atención al debate de la «unidad» sindical, al centrarse en una defensa de la «libertad» que se oponía al modelo unitario.

Su preocupación respecto la unicidad sindical quedó reforzada con posterioridad, a comienzos de 1975, como demuestra la portada de una edición especial de Povo Livre (16-‍1-1975) con motivo del proyecto de ley de asociaciones sindicales al que se opusieron, titulada: «La unicidad sindical es opresión cuando se impone por ley». Entendían que se trataban de una «violación» del programa del MFA, mostrando un indisimulado rechazo a la Intersindical, expresada también a través de una viñeta.

[35]

Aun así, el compromiso del PPD con uno de los objetivos principales de la revolución, como era transformar social y económicamente Portugal, era notorio, como se comprueba en el comunicado publicado en Povo Livre con motivo de la celebración del 5 de octubre, día de la proclamación de la I República. En dicho documento se explicita que para que la democracia funcione «no bastan instituciones formalmente democráticas»; era necesario que estas ganaran efectividad «a través de transformaciones económicas y sociales de base», algo que, en su opinión, no se dio durante la primera experiencia republicana, por lo que «la dictadura salazarista de sabor arcaico y retrógrado» acabó abriéndose paso. La memoria de la I República, habitualmente crítica ante una inestabilidad política y económica que motivaría el intervencionismo militar, era de esta manera parcialmente rehabilitada, asumiendo la necesidad de no repetir sus errores para garantizar el éxito en este nuevo intento. Para el PPD, tanto el 5 de octubre como el 25 de Abril eran «fechas de libertad» dignas de ser celebradas, prestando homenaje a los revolucionarios de 1910, de los que «son continuadores los revolucionarios de 1974». El partido reivindicaba así «la tradición liberal portuguesa», conjugándola con su apuesta por «un socialismo humanista y democrático»

Povo Livre, 8-10-1974, p. 7.

[36]
.

Aunque su actitud de denuncia ante los excesos revolucionarios o las actitudes antidemocráticas de ciertos sectores izquierdistas fue sensiblemente menor que la del CDS, a partir de comienzos de 1975 fueron apareciendo referencias a este respecto con mayor asiduidad. Un ejemplo fueron las declaraciones proferidas en un mitin en Lisboa celebrado en enero y destacadas por Povo Livre, donde Pinto Balsemão aseguró que «hoy, quien no es comunista es un reaccionario», o las del diputado Sá Borges, acusando a las «pseudo vanguardias revolucionarias» de no estar «interesadas en la institucionalización de la democracia política». Las consecuencias estaban claras para Carlos Macedo, miembro de la Comisión Política del partido, y es que, en su opinión, «la agresividad, la calumnia y la injuria, comienzan a adquirir estatus de ciudadanía de forma galopante»

Povo Livre, 28-1-1975.

[37]
. Sin embargo, tras los sucesos del 11 de marzo (atribuidos a «militares reaccionarios» en una editorial), aunque se consideró que las medidas de fondo aprobadas por el MFA en respuesta debían haber salido de organismos políticos, advirtiendo de la ausencia de los partidos en la toma de decisiones, el PPD mostró su apoyo a la decretada nacionalización de la banca

En una viñeta muy representativa aparecía un militar sonriente cogiendo una banqueta mientras le decía a un hombre del pueblo que había a su lado: «No$$a» (nuestra). Por detrás, un banquero trajeado con sombrero de copa salía huyendo. Povo Livre, 18-3-1975.

[38]
.

Con la llegada del Verão Quente, el posicionamiento del PPD incidió en estas críticas ante lo que consideraron «un asalto al poder», en el que el PCP «y sus satélites […] buscaron apropiarse de la alianza Pueblo-MFA, utilizándola en su propio beneficio». Aunque abandonaron el Gobierno provisional al igual que el PS en protesta por la relativización de los partidos y la Asamblea Constituyente, no se atisbaba aún en su discurso oficial una ruptura con el proyecto revolucionario —a diferencia del CDS—, pues en el mismo manifiesto «al pueblo portugués» publicado en primera página de Povo Livre que denunciaba la situación, se anunciaba su predisposición a colaborar de forma «leal y franca» con todas las fuerzas democráticas y con el MFA para lograr la mejor resolución posible, aunque señalaban al militar Conselho da Revolução por su política de «hechos consumados» y por «minimizar el papel de los partidos», denunciando que se corría el riesgo «de contribuir al fracaso de la revolución»

Povo Livre, 17-7-1975, pp. 1-‍2.

[39]
.

Poco después, la comisión política nacional del PPD se hacía eco de la «situación calamitosa» del país en Povo Livre

Povo Livre, 20-8-1975, p. 2.

[40]
, con «la economía al borde del colapso», la «crisis de autoridad en todos los niveles», «la información manipulada por una camarilla política» y «la Administración local ocupada» por partidos que el pueblo rechazó en las primeras elecciones.

Las elecciones municipales aún no habían tenido lugar, hubo que esperar a diciembre de 1976, pero distintas cámaras municipales acabaron controladas por elementos izquierdistas tras el colapso de la dictadura, como el MDP.

[41]
Sin embargo, vieron un «faro de esperanza» en el Grupo de los Nueve liderado por Melo Antunes, con el que creyeron posible «recuperar el verdadero espíritu del 25 de Abril». Lejos de preferir una solución civil como salida a la situación como el CDS, el PPD apoyó a los militares de izquierda moderada que finalmente se hicieron con el control del MFA.

El fracaso del ala izquierdista en las jornadas de noviembre de 1975 se conceptuó en Povo Livre como un momento trascendente en el que se restablecieron las condiciones esenciales «para la institucionalización de la democracia que fue prometida al pueblo el 25 de Abril»

Povo Livre, 30-12-1975.

[42]
. Posicionamiento que explicaría su apoyo posterior, tanto al nuevo pacto MFA-Partidos como al texto constitucional de 1976, que consagró en gran medida el modelo de socialismo democrático con el que el partido comulgaba en aquellos momentos,

En la declaración individual de voto del PPD en la Asamblea Constituyente, publicada en Povo Livre (7-‍4-1976, p. 3), se definió la Constitución como «una gran conquista del pueblo portugués», enumerando los aspectos que consideraban acertados, pero también aquellos que no compartían («como la formulación ideológica de cariz marxista de muchos de sus preceptos»). Sin embargo, ante un «saldo ampliamente positivo», fruto del «compromiso» entre diferentes, el partido dio su apoyo.

[43]
al mantener una línea socialdemócrata no exenta de contradicciones, así como de contestación interna. Sin embargo, conforme fue transcurriendo el periodo posrevolucionario, el sector liderado por Francisco Sá Carneiro acabó moviendo al ya renombrado PSD hacia el centroderecha como parte de la adaptación del sistema de partidos portugués al patrón europeo occidental, que afectó de igual manera a otras fuerzas, como al PS —que se iría deslizando paulatinamente del marxismo a la socialdemocracia—. Estos cambios y el contexto de reforma constitucional de cara a la legislatura de 1980 explicarían la asunción de un discurso impugnador del 25 de Abril y una memoria crítica que fue publicada en Povo Livre, entrando en un escenario de convergencia con las posiciones del CDS.

Aunque el PPD/PSD contó desde el origen con un faccionalismo interno que motivaría su eclecticismo ideológico, con un sector más socialdemócrata y otro más centroderecha, consiguió mantener su integridad y sobrevivir como organización política a pesar de diversas crisis y escisiones.

En el II Congreso del PPD, celebrado en Aveiro en diciembre de 1975, se produjo la salida de Emídio Guerreiro, Carlos Mota Pinto (que regresó posteriormente) y una veintena de diputados, la denominada «división de Aveiro» (Manalvo, N. (2001). PSD. A marca dos líderes. Lisboa: Notícias ‍Manalvo, 2001).

[44]
Por más que estas no propiciaran un partido completamente coherente, lo acabaron delimitando hacia posiciones más «centristas» con el transcurso de la etapa posrevolucionaria (Jalali, C. (2007). Partidos e Democracia em Portugal. 1974-‍2005. Lisboa: Instituto de Ciências Sociais. ‍Jalali, 2007: 142) de la mano de Sá Carneiro y su equipo. Sin embargo, hubo que esperar a la crisis de finales de 1977 —con la salida de Sá Carneiro de la Presidencia—, y su posterior vuelta en el VI Congreso del PSD en julio de 1978, para que la reubicación fuera más perceptible, con la asunción de un discurso nítidamente impugnador que se vio reforzado tras el fracaso del Gobierno de coalición PS-CDS y la sucesión de ejecutivos de iniciativa presidencial sin conexión con las mayorías del parlamento que enquistaron la relación entre los partidos y entre estos y el presidente de la República, Ramalho Eanes. La crisis política se sumó a la económica en una imagen de ingobernabilidad y de excepcionalidad portuguesa que, junto a la proximidad de la legislatura de reforma constitucional y la corriente de influencia que comenzó a ejercer la Transición española,

El hecho de que la Transición y la democracia española se asimilaran en mayor grado al modelo euroccidental, con su moderación ideológica, la consagración de una economía social de mercado y el consenso entre partidos hizo que buena parte del cuadro partidario luso se sintiera atraído por la experiencia del vecino ibérico (Sabater, G. (2016). La corriente de retorno en las transiciones ibéricas: la influencia de la Transición española en Portugal (1977-‍1982). Ayer, 102, 215-‍237. ‍Sabater, 2016).

[45]
fundamentaría en toda su dimensión este radical cambio de discurso.

A comienzos de 1977, el relato oficial en las páginas de Povo Livre aún incidía en la necesidad de «superar las tentaciones totalitarias de izquierda o derecha y empezar a reconstruir Portugal», con el objetivo de conseguir la «institucionalización definitiva de la democracia», en palabras de su vicepresidente del momento, Rui Machete

Povo Livre, 5-1-1977.

[46]
. Las críticas a esa altura se focalizaban de manera casi exclusiva en el mundo del trabajo, al mantener su oposición a la unicidad sindical decretada durante el PREC en torno a la Intersindical, de mayoría comunista, conceptuándola como un modelo antidemocrático. Por ello, el partido y su pequeña base sindical –llamada Tendência Sindical Reformista Socialdemócrata (TESIRESD)– apoyaron a los socialistas en su primer intento para organizar una iniciativa alternativa (denominada Carta Aberta), que no consiguió grandes resultados ante las dudas sobre la estrategia a seguir y la indefinición de un PS necesitado de aumentar su peso sindical.

Ante la perspectiva de reforma constitucional, el PSD ya venía planteando algunas modificaciones no muy distintas a las que el PS dejaba entrever, como la supresión del Conselho da Revolução, para evitar la intervención del poder militar sobre el civil, fomentar el sector económico privado eliminando restricciones, además de perfeccionar el sistema de gobierno semipresidencial en el sentido de limitar los poderes del presidente de la República. Sin embargo, antes de que adoptaran el giro a la derecha y asumieran el discurso impugnatorio, rechazaron plantear una enmienda a la totalidad, como demuestra el editorial publicado en Pelo Socialismo, órgano de la Juventude Social Democrata (JSD), en abril de 1978. En él se señalaba que era igual de «errado y nefasto» proclamar incesantemente los errores de la Constitución sin cuidar de verle sus aspectos positivos, «como incensarla con cada crítica que sufre»

Pelo Socialismo, 4-4-1978.

[47]
.

En aquel momento, a pesar de que Sá Carneiro no contaba con responsabilidades de partido, sus apariciones en distintos actos dejaron entrever su apuesta personal por el relato impugnatorio, como evidenció el llamado «discurso de Vimeiro». En dicha alocución, que fue recogida por Povo Livre

Povo Livre, 7-6-1978.

[48]
, se preguntaba si la Constitución seguía siendo viable ante la crisis en la que se encontraba Portugal: «¿Qué constitución es necesaria para el país? ¿La actual Constitución, profundamente programática, marxista en muchos aspectos, socializante? ¿O una que garantice que puedan vivir en una democracia […] que deje el sistema económico-social y los programas gubernamentales a la libre elección?». Como consecuencia de la gravedad de este análisis, Sá Carneiro también mencionó la posibilidad de un referéndum para revisar anticipadamente la carta magna, sin esperar siquiera a la legislatura de reforma.

Así las cosas, tras su regreso definitivo a la Secretaría General en julio de 1978, en las conclusiones del VI Congreso apareció mencionada la necesidad de «desmarxistizar» algunos de los principios de la Constitución, así como «corregir las contradicciones del sistema económico-social», armonizando el «ordenamiento constitucional portugués con la prevista y deseada aplicación del Tratado de Roma»

Povo Livre, 5-7-1978.

[49]
. Este cambio de estrategia, así como la consecuente asimilación de una memoria mucho más crítica con la revolución que le sirviera de justificación también se dejó notar en las juventudes del PSD, pasando de señalar que la Constitución contaba con defectos y virtudes unos meses antes a manifestar que fue elaborada en un periodo de «perturbación», donde los trabajos de la Asamblea Constituyente discurrieron con «constantes presiones antidemocráticas», mencionando la «coacción psicológica» y el «chantaje político» del MFA, por lo que una reforma profunda del sistema era imprescindible para la «construcción de un Portugal verdaderamente libre y democrático»

Pelo Socialismo, 31-1-1979.

[50]
.

Este relato impugnador confluyó con el que venía defendiendo el CDS tiempo atrás, valiéndose de igual manera del 25 de noviembre como fecha simbólica para denunciar «la opresión gonçalvista» del PREC y el peligro totalitario que, en su opinión, seguían representando las fuerzas de izquierda en general y el PCP en particular. Esto debía servir para mantener la unidad de los partidos verdaderamente democráticos (PS, PSD y CDS), pues «profundizar en la fractura y el recelo» entre ellos suponía «traicionar la lección del 25 de noviembre», en opinión de Folha CDS

Folha CDS, n.º 67, 25-‍11-1976.

[51]
. No obstante, tampoco perdieron la oportunidad de criticar las crecientes contradicciones de un PSD en plena reubicación discursiva, criticando que «no estando de acuerdo con la Constitución» no tuvieron «el coraje de votar contra ella», siendo por ello un «opositor sobrevenido»

Folha CDS, n.º 77, 10-‍2-1977.

[52]
y «exagerado».

En íd. se preguntaban: «¿Qué hizo mientras el PSD cuando el CDS planteó en la Asamblea la cuestión de la Reforma Agraria gonçalvista y las ocupaciones de pequeñas y medianas empresas verificadas también durante el gonçalvismo? Entonces la posición del PSD era de tibieza».

[53]

La creación de la coalición electoral Aliança Democrática (AD) en el verano de 1979 supuso la materialización de la confluencia discursiva entre PSD y CDS, con el objetivo de alcanzar una mayoría suficiente en la Asamblea que permitiera lograr sus objetivos de reforma durante la legislatura de revisión constitucional, como revertir la «nacionalización de la banca» o la «colectivización de la agricultura»

Povo Livre, 26-9-1979.

[54]
, dos de las grandes «conquistas revolucionarias» que quedaron constitucionalizadas en 1976. Por este motivo, AD recibiría el apoyo indisimulado de la patronal CIP, así como de los propietarios agrícolas de la CAP y del sector servicios de la Confederação do Comércio e Serviços de Portugal, llegando a participar representantes de dichas organizaciones en las listas electorales de la coalición. La formación de AD fue el primer intento desde el 25 de Abril para crear una derecha democrática, capaz de legitimar la ideología y las políticas del liberalismo en un contexto aún influenciado por la mitología revolucionaria. Apoyando la iniciativa privada o criticando al socialismo —cuando unos años antes el PPD defendía el «socialismo democrático» o las nacionalizaciones—, AD consiguió vencer el complejo que aún existía en la derecha portuguesa tras la caída de la dictadura (Frain, M. (1998). PPD/PSD e a Consolidação do Regime Democrático. Lisboa: Notícias. ‍Frain, 1998: 130).

El escenario de cara a 1980 se mostraba polarizado entre dos opciones políticas contrapuestas, tal y como se encargó de señalar en Povo Livre el socialdemócrata Carlos Macedo, miembro del consejo de coordinación de AD. A un lado se encontraban «los partidos marxistas que defienden una sociedad colectivista», partidarios del mantenimiento del statu quo, y por otro «los partidos que se oponen a este modelo y defienden una sociedad liberal»

Povo Livre, 26-9-1979.

[55]
, que apostaban por el desmontaje de las herencias revolucionarias.

V. CONCLUSIONES[Subir]

Las principales siglas del centroderecha portugués, el PPD/PSD y el CDS, como expresiones partidistas nacidas en un contexto revolucionario de innegables tintes izquierdistas, tuvieron que adaptarse a las especiales circunstancias del PREC, en el que otras formaciones de semejante adscripción fueron suspendidas por su apoyo a iniciativas reaccionarias, como las del general Antonio de Spínola o por sus conexiones con la ultraderecha salazarista. Su propia definición como partidos «socialdemócrata» y «centrista» así lo evidencia, siendo una forma de supervivencia en un momento de hegemonía del discurso socializante, presente en múltiples ámbitos —desde los militares del MFA que tutorizaron el proceso a sindicatos o comisiones de trabajadores, etc.—, con una devaluación de las opciones conservadoras que dejaba escaso margen a la disidencia. Esto motivaría a nivel discursivo tanto su inicial apoyo sin ambages al 25 de Abril y su adhesión al proyecto revolucionario del MFA, a pesar del componente izquierdista que acabó adquiriendo, así como un especial interés por demostrar credenciales democráticas, algo que solía ser cuestionado. Por este motivo, el CDS conformó un relato oficial para minimizar la conexión con el Estado Novo de la mayoría de sus cuadros dirigentes, mientras que el PPD/PSD, a través de Povo Livre, pretendió valerse de la presencia de históricos líderes antifascistas en sus filas, como Emídio Guerreiro, así como reivindicó la memoria del Ala Liberal del marcelismo, en la que participaron los principales promotores del partido.

Aunque en la narración que el centrismo hizo de su propia experiencia en el marco del I Congreso del CDS aparecieron menciones a las numerosas dificultades que atravesaron, calificándolas como «antidemocráticas» y «contraproducentes» para el proyecto del MFA, pues vendrían a demostrar las limitaciones del proceso revolucionario, a comienzos de 1975 el CDS aún mostraría su adhesión y apoyo al PREC, más allá de algunas críticas a la situación de los medios de comunicación controlados por la izquierda, la compleja realidad económica y la deriva de la movilización obrera. En el caso del PPD/PSD, cuyas actividades políticas se vieron menos presionadas por sectores exaltados, su compromiso revolucionario se mantuvo intacto, favorecido además por su defensa del «socialismo democrático», algo que implicaba una transformación socioeconómica de Portugal que concordaba con el proyecto del MFA. Aun así, en sus publicaciones oficiales se hizo mención a diversas dificultades, las provocadas por las fuerzas izquierdistas, así como las de la reacción, con una mayor preocupación respecto la cuestión de la libertad sindical, oponiéndose a la unicidad.

El punto de inflexión llegaría con la aceleración revolucionaria del Verão Quente de 1975, momento en el que el CDS no solo incidió en sus críticas respecto la deriva de los acontecimientos, con una confrontación abierta frente al comunismo, sino que en Folha CDS —publicación oficial del partido que salió a la luz justo en aquel momento— se evidencia una ruptura de la confianza en la revolución y en el MFA, apostando a partir de entonces por una democratización «civil», con una visión igualmente negativa del proceso descolonizador, sobre todo el caso de Angola. El PPD/PSD condenó con igual crudeza lo que consideró «un asalto al poder» del PCP y «sus satélites», además de identificar una «situación calamitosa», pero a diferencia de los centristas, en su discurso oficial no hubo una desvinculación revolucionaria, apoyando al sector moderado del MFA (el Grupo de los Nueve) para recuperar el espíritu original del 25 de Abril frente al sector radical. Aunque el CDS celebró que el Grupo de los Nueve tomara finalmente el control, así como el fracaso izquierdista por recuperarlo —conceptuado el 25 de noviembre de 1975 como una especie de «segundo 25 de Abril», siendo el principio del fin del PREC—, su apuesta irrevocable por un poder civil sin tutelas militares y su rechazo al programa socialista que el MFA seguía propugnando hizo que el partido potenciara un perfil disidente, votando contra la progresista Constitución de 1976 en la Asamblea Constituyente, a diferencia del PPD/PSD.

Se inició aquí un periodo de divergencia entre la disidencia de los centristas y la adhesión de los socialdemócratas, pero el discurrir del periodo posrevolucionario y la proximidad de la legislatura de reforma constitucional —que debía comenzar en 1980— aceleró la reubicación ideológica del PPD/PSD. El regreso a la Secretaría General de Francisco Sá Carneiro en julio de 1978 permitió un cambio de discurso hacia el centroderecha que conllevó no poca discusión interna y algunas escisiones que facilitaron la mudanza. La confluencia conservadora entre el CDS y el PSD quedó certificada con la creación de una coalición electoral en 1979, Aliança Democrática, cuyo principal objetivo fue la modificación profunda del cuadro político, económico y sindical para hacerlo converger con el modelo que representaba la CEE. Este posicionamiento se fundamentó en un relato antimarxista y una memoria crítica de la revolución y sus excesos que precisaban ser corregidos.

NOTAS[Subir]

[1]

Como señala Varela (Varela, R. (2010). ¿Conflicto o cohesión social? Apuntes sobre historia y memoria de la Revolución de los Claveles (1974-‍1975). Historia del Presente, 16, 63-‍76. Disponible en: https://doi.org/10.5944/hdp.16.2010.40864.‍2010), la celebración del 25 de Abril une en el mismo acto a hombres y mujeres que hicieron la revolución y a dirigentes que encabezaron la contrarrevolución tras el golpe del 25 de noviembre de 1975.

[2]

La propuesta del general Antonio de Spínola sobre una salida política para la Guerra Colonial, publicada en su libro Portugal e o futuro, le costaría el cargo como número dos del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.

[3]

Caracterizada por reivindicaciones salariales, exigencia de dimisión de administradores o gestores de empresas, ocupación de fábricas e incluso secuestro de bienes o personas (Valente, J. (2001). O Movimento Operario e Sindical (1970-‍1976): entre o Corporativismo e a Unicidade. En J. M. Brandão de Brito (ed.). O País em Revolução (pp. 209-‍251). Lisboa: Notícias. ‍Valente, 2001).

[4]

El PS fue creado en 1973 en Bad Münstereifel (República Federal Alemana) con el decidido apoyo de la socialdemócrata Fundación Ebert. El SPD apoyó más estrechamente al PS a partir de la primavera de 1974, y sobre todo tras el 25 de Abril. Pero en mayo de aquel año apenas contaba con un centenar de afiliados y su implantación en el mundo obrero era casi nula (Muñoz, A. (2017). Entre solidaridad y realpolitik. La socialdemocracia alemana y el socialismo portugués de la dictadura a la democracia. Hispania Nova, 15, 243-‍273. Disponible en: https://doi.org/10.20318/hn.2017.3488.‍Muñoz, 2017).

[5]

Para estos sectores, el PPD se convirtió en la principal alternativa en los momentos álgidos del PREC. Mientras que muchos de los partidarios y financiadores del CDS huyeron a Brasil o Europa, el PPD fue reforzado por el apoyo más modesto de los que tuvieron que quedarse y luchar (Jalali, C. (2007). Partidos e Democracia em Portugal. 1974-‍2005. Lisboa: Instituto de Ciências Sociais. ‍Jalali, 2007: 141).

[6]

En el I Gobierno provisional fueron ministros Francisco Sá Carneiro, líder del partido, y Joaquim Magalhaes Mota, ambos diputados del Ala Liberal entre 1969 y 1973.

[7]

A pesar de que su principal referente y líder, el militar José Sanches Osório, fue uno de los organizadores del 25 de Abril, llegando a ocupar una cartera ministerial durante el II Gobierno provisional entre julio y septiembre de 1974.

[8]

El sector más radical del MFA defendió el voto en blanco o nulo en las elecciones como una forma de demostrar el apoyo al MFA, desvalorizando a los partidos, para continuar con la vía revolucionaria militar-popular. Opción que finalmente tampoco tuvo respaldo (Maxwell, K. (1995). The Making of the Portuguese Democracy. Cambridge: Cambridge University Press. Disponible en: https://doi.org/10.1017/CBO9780511582752.‍Maxwell, 1995).

[9]

En sus memorias afirma que en enero de 1970 hubiera aceptado entrar en el Gobierno de la dictadura, algo que se llegó a barajar, al creer entonces que la liberalización pacífica del régimen era posible y que Caetano era la persona adecuada para cumplir con ese objetivo. Sin embargo, en 1973 rechazó el ofrecimiento para ser ministro de Justicia por los motivos contrarios (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995).

[10]

De hecho, Freitas do Amaral sería nombrado miembro del nuevo Consejo de Estado.

[11]

Al entender que en un movimiento de este tipo la máxima autoridad del Estado debía contar con el apoyo de todos los partidos (que no era el caso), por el contrario, que la iniciativa fuera completamente apartidaria.

[12]

Según Freitas do Amaral, aquellas horas vividas «cimentaron una unidad, una cohesión y una fuerza de voluntad que el CDS de otro modo nunca habría tenido». De hecho, el líder contaba la anécdota de que la frase que más veces escuchó durante los doce años que estuvo en la presidencia fue: «Sr. Profesor, yo estuve en el congreso de Oporto». Hasta tal punto que, si hiciera cuentas, los congresistas no habrían sido setecientos, sino unos cinco mil (Freitas do Amaral, D. (1995). O Antigo Régime e a Revolução. Memórias Políticas (1941-‍1975). Lisboa: Bertrand. ‍Freitas do Amaral, 1995: 301).

[13]

Fueron habituales en el partido las críticas a la prensa, pues muchas redacciones comenzaron a estar controlados por la izquierda tras el 25 de Abril, siendo especialmente críticos con el CDS.

[14]

Sobre este punto, Amaro da Costa (Amaro da Costa, A. (1978). Relatório do Secretário-Geral. En I Congresso Nacional (Porto, 25 de enero de 1975): A Democracia-Crista em Portugal. Tres Congressos do CDS (pp. 7-‍37). Lisboa: Democracia 76. ‍1978: 33) señaló el incumplimiento de la recién aprobada Ley de Huelga, afirmando que solo respetando la ley «los importantes beneficios ya conquistados por cientos de miles de trabajadores después del 25 de Abril se podrán consolidar y ampliar».

[15]

El Consejo Nacional del CDS, reunido el 3 de mayo de 1975, aun llegó a declararse «socio leal» de la «opción socialista» propuesta por el MFA (Consejo Nacional del CDS. (1975). O CDS e o actual momento político, 3-5-1975. ‍Consejo Nacional del CDS, 1975).

[16]

Militar que participó en la Junta de Salvación Nacional, de la cual fue apartado tras los sucesos de septiembre de 1974. Diputado independiente por el CDS en la legislatura constituyente, fue conocido por sus diatribas parlamentarias con diputados de izquierda.

[17]

Álvaro Cunhal fue el histórico secretario general del Partido Comunista Portugués entre 1961 y 1992.

[18]

Folha CDS, n.º 3, 8-‍8-1975.

[19]

Folha CDS, n.º 14, 13-‍11-1975.

[20]

Íd.

[21]

Folha CDS, n.º 15, 20-‍11-1975.

[22]

O Jornal, 5-12-1975.

[23]

Como se encargaron de señalar en Folha CDS, las palabras de Melo Antunes sonaban «casi igual a las del almirante Rosa Coutinho en abril pasado», uno de los referentes del ala izquierdista del MFA.

[24]

Folha CDS, n.º 17, 4-‍12-1975.

[25]

Folha CDS, n.º 18, 11-‍12-1975.

[26]

Folha CDS, n.º 34, 8-‍4-1976.

[27]

Povo Livre, 24-9-1974, p. 1. y p. 3.

[28]

El general Humberto Delgado fue un militar que en la década de 1950 adoptó un discurso crítico con la dictadura, articulando una candidatura presidencial alternativa para las elecciones oficialistas de 1958, lo que constituyó un desafío a Salazar, recibiendo el apoyo de la oposición. Fue asesinado por la policía secreta, la temida PIDE, en 1965.

[29]

Povo Livre, 7-1-1975.

[30]

Povo Livre, 24-9-1974, p. 1.

[31]

Tal y como expresó el propio Sá Carneiro en una rueda de prensa en octubre de 1974, que Povo Livre transcribió íntegra: «el PPD cree en una vía portuguesa al socialismo». Povo Livre, 22-10-1974.

[32]

Íd.

[33]

Povo Livre, 1-10-1974, pp. 1 y 3.

[34]

En Povo Livre aparecieron otros reportajes donde la condena a los elementos «reaccionarios» que provocaron la crisis, definida como «conspiración fascista», tenían mucho más protagonismo, algo que lo diferenciaba del discurso del CDS.

[35]

Su preocupación respecto la unicidad sindical quedó reforzada con posterioridad, a comienzos de 1975, como demuestra la portada de una edición especial de Povo Livre (16-‍1-1975) con motivo del proyecto de ley de asociaciones sindicales al que se opusieron, titulada: «La unicidad sindical es opresión cuando se impone por ley». Entendían que se trataban de una «violación» del programa del MFA, mostrando un indisimulado rechazo a la Intersindical, expresada también a través de una viñeta.

[36]

Povo Livre, 8-10-1974, p. 7.

[37]

Povo Livre, 28-1-1975.

[38]

En una viñeta muy representativa aparecía un militar sonriente cogiendo una banqueta mientras le decía a un hombre del pueblo que había a su lado: «No$$a» (nuestra). Por detrás, un banquero trajeado con sombrero de copa salía huyendo. Povo Livre, 18-3-1975.

[39]

Povo Livre, 17-7-1975, pp. 1-‍2.

[40]

Povo Livre, 20-8-1975, p. 2.

[41]

Las elecciones municipales aún no habían tenido lugar, hubo que esperar a diciembre de 1976, pero distintas cámaras municipales acabaron controladas por elementos izquierdistas tras el colapso de la dictadura, como el MDP.

[42]

Povo Livre, 30-12-1975.

[43]

En la declaración individual de voto del PPD en la Asamblea Constituyente, publicada en Povo Livre (7-‍4-1976, p. 3), se definió la Constitución como «una gran conquista del pueblo portugués», enumerando los aspectos que consideraban acertados, pero también aquellos que no compartían («como la formulación ideológica de cariz marxista de muchos de sus preceptos»). Sin embargo, ante un «saldo ampliamente positivo», fruto del «compromiso» entre diferentes, el partido dio su apoyo.

[44]

En el II Congreso del PPD, celebrado en Aveiro en diciembre de 1975, se produjo la salida de Emídio Guerreiro, Carlos Mota Pinto (que regresó posteriormente) y una veintena de diputados, la denominada «división de Aveiro» (Manalvo, N. (2001). PSD. A marca dos líderes. Lisboa: Notícias ‍Manalvo, 2001).

[45]

El hecho de que la Transición y la democracia española se asimilaran en mayor grado al modelo euroccidental, con su moderación ideológica, la consagración de una economía social de mercado y el consenso entre partidos hizo que buena parte del cuadro partidario luso se sintiera atraído por la experiencia del vecino ibérico (Sabater, G. (2016). La corriente de retorno en las transiciones ibéricas: la influencia de la Transición española en Portugal (1977-‍1982). Ayer, 102, 215-‍237. ‍Sabater, 2016).

[46]

Povo Livre, 5-1-1977.

[47]

Pelo Socialismo, 4-4-1978.

[48]

Povo Livre, 7-6-1978.

[49]

Povo Livre, 5-7-1978.

[50]

Pelo Socialismo, 31-1-1979.

[51]

Folha CDS, n.º 67, 25-‍11-1976.

[52]

Folha CDS, n.º 77, 10-‍2-1977.

[53]

En íd. se preguntaban: «¿Qué hizo mientras el PSD cuando el CDS planteó en la Asamblea la cuestión de la Reforma Agraria gonçalvista y las ocupaciones de pequeñas y medianas empresas verificadas también durante el gonçalvismo? Entonces la posición del PSD era de tibieza».

[54]

Povo Livre, 26-9-1979.

[55]

Povo Livre, 26-9-1979.

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