En recuerdo de Peter Häberle

Susana de la Sierra Catedrática de Derecho Administrativo en la Universidad de Castilla-La Mancha Susana.Sierra@uclm.es

Escribo estas líneas para recordar la figura de Peter Häberle con sumo placer, pero también desde la tristeza por la pérdida de un maestro del Derecho Público europeo y de una persona curiosa, atenta y cercana. Mi visión es necesariamente subjetiva, pero ello no resta objetividad al reconocimiento de una figura del pensamiento jurídico, que ejerció un magisterio universal más allá de las fronteras físicas y de las estrictamente académicas desde su Cátedra de Bayreuth, en la Franconia alemana. Esta pequeña ciudad de reminiscencias wagnerianas, pero también importante centro cultural en la época prusiana, tuvo la fortuna de acoger como destino definitivo al profesor Häberle, nacido en Baden-Würtemberg y que evocaba sus orígenes con una frecuencia teñida de nostalgia.

 

Mi visión del profesor Häberle es, como decía, subjetiva, pues disfruté de sus enseñanzas y de su impronta en diversas etapas de mi trayectoria académica. Llegué a Bayreuth en septiembre de 1997 para realizar el último curso de la entonces Licenciatura y allí tendría que examinarme de la asignatura de Filosofía del Derecho. El titular de la Cátedra de Derecho Público, Filosofía del Derecho y Derecho Eclesiástico (qué admirable plasticidad y flexibilidad en la elección de las denominaciones de las Cátedras en Alemania) era un profesor cuya leyenda había arraigado también entre los estudiantes. Sus clases de la asignatura de formación básica Derecho de la organización estatal se encontraban siempre repletas y el sabio combinaba como pocos la erudición profunda con un discurso ameno y entusiasta, que conectaba a la perfección con aquellas jóvenes mentes.

 

Al pequeño grupo de extranjeros que nos encontrábamos en la tesitura de tenernos que examinar aquel año de Filosofía del Derecho nos invitó a asistir a sus clases ordinarias, así como a los seminarios de Teoría del Derecho y Derecho Comparado que se celebraban los lunes cada cuatro semanas y en los que se debatían trabajos escritos y circulados con antelación. Tras el seminario tenía lugar una cena en un local típico en el centro de Bayreuth, donde continuaba el debate incesante, pues incesante era también su afán de conocimiento, más aún si el mismo guardaba relación con otros países. En el seminario, al que continué asistiendo un año más durante mis estudios de Máster y con posterioridad de manera esporádica en alguna visita ocasional, presentaban sus textos alumnos de la Facultad, profesores extranjeros que realizaban estancias en Bayreuth o que acudían ex profeso para tales intervenciones, pero también personas con otros perfiles, como magistrados de Tribunales Constitucionales de distintos Estados.

 

Para superar la asignatura de Filosofía del Derecho quienes formábamos parte del programa de intercambio tuvimos que leer y estudiar varias de sus obras y, de manera destacada, algunas que constituían el eje de su pensamiento: (1) un trabajo que poco tiempo después sería traducido por Antonio López Pina con el título Libertad, igualdad, fraternidad: 1789 como historia, actualidad y futuro del Estado constitucional (Trotta, 1998); (2) una reflexión sobre la dignidad humana como fundamento de la comunidad política y de las instituciones (Die Menschenwürde als Grundlage der staatlichen Gemeinschaft, Handbuch des Staatsrechts, Bd. I, 2987); y (3) el volumen recopilatorio de algunos de sus textos principales Europäische Rechtskultur: Versuch einer Annäherung in zwölf Schritten [Cultura jurídica europea: Intento de aproximación en doce pasos, Nomos, 1994 y Suhrkamp, 1997]. En estos trabajos se encuentra la esencia de su pensamiento iuseuropeísta y constitucional, si bien la dimensión de su obra es mucho mayor.

 

Así, su tesis doctoral, dirigida por Konrad Hesse, versó sobre la garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales plasmada en el artículo 19.2 de la Constitución alemana, con el subtítulo “Contribución a la comprensión institucional de los derechos fundamentales y a la teoría de la reserva de ley” (C.F. Müller, 1962), en un momento en el que se estaban construyendo los cimientos del edificio constitucional tras la aprobación algunos años antes de la Ley Fundamental de Bonn. La admiración por el maestro Hesse fue constante en Häberle, tanto de palabra como por escrito, y la relación entre ambos se perpetuó en el tiempo. Por otra parte, la obra tuvo importante repercusión tanto en Alemania como en otros países y en España fue traducida algunos años después por Joaquín Brage Camazano (Dykinson, 2003), quien también realizó alguna estancia en Bayreuth.

 

Con posterioridad, presentó en Friburgo su trabajo de habilitación sobre un tema no menos abstracto y difícil de aprehender con solvencia en términos prácticos y concretos: el interés público como problema jurídico [Öffentliches Interesse als juristisches Problem: Eine Analyse von Gesetzgebung und Rechtsprechung (El interés público como problema jurídico: Un análisis de Derecho positivo y jurisprudencia), inicialmente publicado en Athenäum en 1970]. La heterogeneidad de los intereses públicos estaba siendo estudiada coetáneamente en Italia por Massimo Severo Giannini y de esta manera ambos juristas ponían de manifiesto algunos aspectos de la complejidad del Derecho Público. El interés público y el interés general justifican la acción pública, pero la limitan al mismo tiempo. La vocación del Derecho Público de nuestro tiempo, parafraseando al añorado Alejandro Nieto, se plasma, entre otros aspectos, en la necesidad de cohonestar distintos intereses contrapuestos, algunos de naturaleza privada, pero muchos -variados y hasta en ocasiones contradictorios- de carácter público. Estas construcciones -junto a otras, como la teoría de sistemas elaborada desde la sociología por Niklas Luhmann- abonaron el terreno para profundizar en la complejidad de las relaciones jurídico-públicas, que lejos de ser siempre bipolares son en muchas ocasiones multipolares.

 

Tras ocupar cátedras en las universidades de Marburg y Augsburg, el profesor Häberle llegó a Bayreuth en 1981, coincidiendo con la fundación de la Universidad. Bayreuth era un lugar especial, no sólo por sus reminiscencias culturales, sino también por ser cruce de caminos, ciudad al norte de una Baviera con sus perfiles propios, a escasos kilómetros de la hoy República Checa y a muy poca distancia también de la entonces República Democrática Alemana. La reunificación de Alemania permitió la llegada de muchos alumnos “del otro lado de la frontera”, que enriquecieron así las aulas de una titulación singular y exigente ofrecida en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas (Derecho con educación complementaria en Economía), a la que llegaban estudiantes de todo el país en un proceso competitivo.

 

Häberle se asentó en Bayreuth y combinaba su actividad en Baviera con viajes frecuentes a St. Gallen, en Suiza, con cuya universidad mantuvo siempre un vínculo estrecho. Al de Baden-Würtenberg le interesaba mucho el pequeño país alpino, que consideraba un “taller” o “laboratorio” (Werkstatt Schweiz) para el estudio y la puesta en práctica de la teoría constitucional y del Derecho en general. Pero fue en Bayreuth donde ejerció su magisterio, irradiado a múltiples países: sus obras han sido traducidas a varios idiomas (celebraba cada traducción con genuino entusiasmo) y algunos órganos judiciales en distintas partes del globo se han hecho eco de sus propuestas. En Bayreuth, además, contribuyó a la fundación del Centro de Investigación para el Derecho Constitucional Europeo, donando para tal fin a la Universidad el importe del Premio de Investigación Max Planck otorgado en 1998.

 

En los primeros años de la cátedra se gestaron varios conceptos y temas de estudio que acompañaron a Peter Häberle desde entonces y contribuyeron a consolidar su pensamiento paneuropeo y global: la sociedad abierta, el Derecho como proceso de participación, los elementos fundamentales del Estado Constitucional, con la dignidad humana como punto de partida intangible, el Estado de Cultura y el Derecho Constitucional como Ciencia de la Cultura. En mi caso particular, he de decir que tuvo especial significado su teoría del Derecho Comparado como quinto método de interpretación, tras los cuatro clásicos propuestos por F.K. von Savigny. Así, el trabajo de investigación que tuve que realizar y defender ante un tribunal presidido precisamente por Peter Häberle para la obtención del LL.M. en Bayreuth versó sobre jurisprudencia iusfundamental comparada, alemana y española, utilizando como marco teórico la obra del profesor Häberle y, en particular, su teoría del desarrollo gradual de los textos (o paradigma del desarrollo de los niveles textuales), además de la ya mencionada teoría del Derecho Comparado como quinto método de interpretación. En este sentido, argumenta Häberle que el perfeccionamiento del tipo ideal (en el sentido weberiano) Estado Constitucional se produce, entre otras causas, por el efecto del Derecho Comparado: los ordenamientos jurídicos imitan aquellos modelos que en cada caso se consideraran óptimos y, con las oportunas adaptaciones, se mejoran a sí mismos y constituyen modelo para los demás. Esta forma de actuar la realizan diversos actores dentro de cada Estado, pero de forma destacada los jueces y, en particular, los denominados tribunales de vértice (apud Michele Taruffo). Por ello, el no siempre frecuente ejercicio de interpretación comparada por los altos tribunales contribuiría también a la mejora del propio ordenamiento.

 

El profesor Häberle se encontraba siempre bien “escudado” por sus entonces asistentes, los hoy profesores Michael Lothar y Markus Kotzur, que ayudaban en la gestión de la Cátedra, atendían a estudiantes y completaban los seminarios con observaciones siempre agudas, dignos discípulos de un gran maestro. De Michael Lothar es un texto escrito con ocasión del 80 cumpleaños de Häberle y publicado en castellano, en el que plasma una preciosa semblanza personal-musical. Es conocida la afición musical del suabo, que organizaba conciertos de piano en su casa y que no desaprovechaba ocasión para conectar el Derecho con la música y, en general, con la cultura. No en vano, una de sus principales aportaciones ha sido la de considerar el Derecho como una Ciencia de la Cultura, superando una concepción limitativa que priva al Derecho de su contexto y su sentido final. Él mismo esbozó su formación cultural y su amor por la música y las lenguas en Ciencia y doctrina jurídicas, naturaleza y cultura, música y amistad. Un boceto autobiográfico de Peter Häberle, a sugerencia y con traducción de Francisco Balaguer, su más destacado interlocutor en España.

 

Las referencias a su magisterio requieren hacer una mención especial al amplio legado que ha dejado en nuestro país y, en particular, en la Universidad de Granada, en la que recibió el Doctorado Honoris Causa en el año 2001. Fruto del congreso impulsado por Francisco Balaguer es la obra Derecho constitucional y cultura. Estudios en homenaje a Peter Häberle (Tecnos, 2004), donde un completo y rico elenco de autores de diversas nacionalidades aborda aspectos específicos que conectan con la prolífica obra del homenajeado. Entre dichos autores se encuentra alguien cuyo nombre, Herr Azpitarte, escuché por primera vez de boca de Häberle, pues realizó en Bayreuth una larga estancia de investigación y posteriormente escribiría unos Apuntes sobre el pensamiento de Peter Häberle en el contexto de la dogmática alemana, publicados en la Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada en el año 2003. En dicha Universidad, por cierto, existe una Fundación Peter Häberle y un Centro de Investigación de Derecho Constitucional Peter Häberle, al que se ha unido otro más recientemente en la UNED. Son numerosas, por otra parte, las publicaciones sobre Häberle en nuestra doctrina, así como las traducciones al castellano de varios de sus escritos. Amén de otras referencias citadas o por citar en la presente nota, quisiera destacar la Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura (Tecnos, 2000), traducción a cargo de Emilio Mikunda Franco.

 

La grandeza personal de Häberle se ponía de manifiesto en el trato dispensado a quienes le rodeaban, siempre exquisito. Se interesaba de manera genuina por sus interlocutores, apreciaba con sinceridad las aportaciones al debate y mostraba enorme paciencia y comprensión hacia quienes no tenían el alemán como lengua materna, animando a expresarse y planteando preguntas directas sobre los diversos ordenamientos jurídicos. Por todo ello deja un profundo vacío académico y humano, pero tenemos la fortuna de contar con su legado, un legado rico, original, cosmopolita y cultural.

Cómo citar esta publicación
De la Sierra, Susana (3 de noviembre de 2025). En recuerdo de Peter Häberle. Blog del CEPC https://www.cepc.gob.es/blog/en-recuerdo-de-peter-haberle